Título original: The funhouse
Traductor: Julio F. Yáñez
Año de publicación: 1980
Valoración: Repugnante
Hubo un tiempo en el que el interés de los lectores se orientó hacia el terror. Entonces se publicaron toneladas de papel sobre el género, gran parte de las mismas oportunistas, huecas o sosas; las cuales, pese a su mediocridad, se vendieron. A día de hoy, sin embargo, el público (al menos, el más avezado) ya no va a tolerar ciertas narraciones. Exige historias más sofisticadas, de factura e intención inteligentes. Y, como representante de este público más crítico, vengo a denunciar La feria del terror como una que no lo es, a pesar de que la contraportada de la edición con la que yo me topé la vende como “una pequeña obra maestra del género”. Con el boom de la literatura de terror pudo estar bien, pero claramente no es algo a lo que debamos hacer caso actualmente.
Dean R. Koontz ha producido varias novelas decentes, pero también muchos bodrios. Generalmente, estos bodrios tienen algún momento rescatable, ya sea porque logran producirnos auténtico pavor o porque consiguen plasmar alguna sentencia existencialista que, pese a no tener grandes pretensiones, acaba por funcionar a su manera. Sin embargo, en La feria del terror, Koontz no logró ni siquiera una de esas dos minúsculas virtudes que logra colocar en otros de sus trabajos más pésimos.
La novela cuenta la historia de un engendro que se dedica a violar y asesinar a mujeres en una feria ambulante. Es el hijo del pregonero de la misma, Conrad, quien quiere vengarse de Ellen, una chica con la que estuvo casado de joven y que asesinó al monstruoso hijo que tuvieron entre ambos para después huir. Conrad lleva tiempo buscándola, mientras encubre los crímenes de su dantesco vástago. Y un día se topa con los hijos de Ellen, Amy y Joey, que se ven impulsados a luchar por sobrevivir en las tenebrosas entrañas del Pasaje del Terror, la atracción de la feria que lleva años amparando escalofriantes masacres.
Puesto que es una película novelada, debemos exculpar al autor de muchos de los despropósitos que el libro contiene, como, por ejemplo, los defectos de la trama o la imbecilidad y planitud de los personajes. Y a ver, no vamos a reprocharle haber aceptado el encargo; el pobre hombre quería el dinero. Pero de ahí a perdonarle que el libro que escribió fuera tan malo hay un buen trecho. Dentro de las limitaciones con las que partía, estoy seguro de que podría haber logrado un acabado con mucha más calidad; en otras palabras, el guión cinematográfico en el que Koontz debía basar el libro era un lastre a priori, vale, pero la intervención del escritor podría haber paliado eso en mayor medida.
Se le nota un intento por compensar la ausencia de profundidad psicológica de los personajes que se percibe en el guión y en la película (la cual no voy a mirar, gracias), y, no obstante, acaba rellenando la historia con detalles superfluos y anecdóticos. Consigue, asimismo, crear una atmósfera inquietante en algunos pasajes, pero la acción pierde fuelle a medio desarrollo. Éstos son varios de los muchos defectos que he detectado en el libro, y como ya he desperdiciado tiempo leyéndolo, no me recrearé enumerando más. En cambio, me iré a buscar una buena novela de terror que me quite este mal sabor de boca. Todavía no estoy seguro de cuál, ¿qué tal Drácula, Las montañas de la locura o El resplandor? Lo que me da miedo de verdad tras leer este chasco es apostar por una inédita que pueda decepcionarme de igual forma...
También de Dean R. Koontz en ULAD: La casa del trueno
Firmado: Oriol Vigil
4 comentarios:
vaya truño
Espero que hables de la novela, y no de la reseña. En todo caso, ¡gracias por leer mi opinión, Anónimo! ;)
si si, hablaba de la reseña! Un abrazo!
¿Pero qué se puede esperar de esa portada y ese título? :D
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