Título original: The Lost Boy - Death the Proud Brother
Año de publicación: 1937
Traducción: Juan Sebastián Cárdenas
Valoración: están bien
¡Damas y caballeros, hoy ULAD tiene el gusto de ofrecerles una propuesta inigualable: de nuevo un 2 x 1... Estamos que lo tiramos!
_ ¿Eh? ¿Cómo que otro 2 x 1? ¿Es una broma? ¿Dónde se ha quedado aquello de "un libro al día"? UN libro, repito...
_ Bueno, sí... ejem; es cierto que en los últimos tiempos nos hemos salido de vez en cuando de la norma, pero en este caso creo que eso queda suficientemente justificado por varias razones:
1- Son dos novelas del mismo autor (obvio, como dirían nuestros amigos argentinos) y escritas hacia la misma época (final de los años 30, poco antes de la muerte de Thomas Wolfe).
2- Ambas tienen una extensión similar, algo menos de 100 páginas.
3- Lo más importante: las dos novelas tratan del mismo tema: la muerte (algo ligero y banal, como se ve), pero desde dos perspectivas y argumentos harto diferentes.
_ ¿Cómo... y ahora te tomas a choteo algo tan serio como es la muerte? ¿¡Adónde vamos a ir a parar!?
_ Bueno, vale ya, que eso es una reseña de ULAD, no la tesis de un doctorando en teología. Además, hay que señalar que el humor está del todo ausente de la prosa de Wolfe. Más aún, si cabe, en El niño perdido, ya que la muerte de la que se nos habla es la de su hermano Grover, desaparecido a los doce años de edad. Pero vamos, tampoco es que alguno de los cuatro fallecimientos que nos cuenta en Hermana Muerte esté tratado de forma siquiera levemente irónica. Wolfe se toma el asunto con toda la gravedad que sin duda merece y, en fin, ahí está el problema...
_ ¿Problema? No entiendo.
_ Bueno, yo sólo soy un humilde reseñista y sobre todo, lector, no un teórico de la creación literaria ni de la crítica a la misma. Pero, a mi modesto entender, cualquier obra literaria necesita, para su feliz desenlace, mantener una proporción adecuada -aunque no necesariamente equilibrada- entre, digamos, el Contenido, la Forma y la Intención (entre otras cosas); esto es, entre lo que se quiere contar, cómo se quiere contar y con qué objeto se quiere contar. Y aquí es donde fallan estas dos novelas de Wolfe, sobre todo El niño perdido: la Forma, en este caso, se come a los otros dos elementos, y eso que la idea de recuperar el recuerdo de su hermano muerto -pues de eso trata sobre todo la novelita- es ya de por sí bastante potente. También es interesante la estructura, contándonos lo sucedido a través de cuatro capítulos muy diferentes, desde distintas perspectivas... pero el estilo de este autor, un estilo marcadamente enfático, basado en las repeticiones de oraciones o partes de ellas y en las asociaciones y yuxtaposiciones de imágenes, con el objeto de conseguir un tono pleno de lirismo, resulta excesivo en ocasiones, poco adecuado para lo que nos está narrando: cuando en el primer capítulo nos cuenta como el niño atraviesa la plaza del pueblo para comprar en la tienda de dulces, parece que habla de Beowulf entrando en el Walhalla... Por fin, la Intención de la novela es loable, sin duda pero aunque no llegará a empedrar las calles del Infierno, tampoco me parece suficiente para engalanar el Parnaso. Ni siquiera la evidente y comprensible emoción que impregna toda la historia consigue hacerla remontar el vuelo.
Algo mejora la cosa en Hermana Muerte. Sobre todo porque a la hora de narrar los cuatro decesos de los que se habla en la novela y que corresponden a cuatro fallecimientos en la vía pública -tres en plena calle y el último en una estación de metro- de los que el autor fue testigo durante sus años de estancia en Nueva York, Wolfe echa mano de un estilo que, si bien no llega a ser "periodístico", sí que resulta más sobrio (y creo que conveniente para el resultado final) de lo que al parecer acostumbraba este hombre... Lo que no impide que su vena lírica también se explaye en floridas disertaciones sobre la Muerte y sus hermanas la Soledad y el Sueño, así como sobre la naturaleza de la Ciudad, a la que parece considerar un ente no menos ominoso que la misma Parca... incluso más terrible aún, si cabe.
En fin, estas explayaciones líricas se sobrellevan porque tampoco ocupan la mayor parte de la novela -si es que esto se puede considerar una novela- que además es corta, después de todo. Pero muy bien se las podía haber ahorrado sin que ocurriese nada... Así como se podía haber ahorrado ciertas generalizaciones sobres grupos étnicos o nacionales que chocan más que un poco a la sensibilidad del lector de hoy en día (aunque es de suponer que los escritores norteamericanos blancos sureños de los años 30 eran menos melindrosos a ese respecto de lo que son los actuales).
_ Bueno, menos rollo...¿Conclusión?
_ Pues la conclusión es que Wolfe, o al menos el que yo he leído, fue un escritor con evidentes y hasta notables dotes literarias, pero con excesiva tendencia a la "sobreactuación", para entendernos... Por lo visto, Faulkner lo consideraba el mejor escritor de su generación, siendo él mismo el segundo, Después de leerlo, uno no puede dejar de pensar que el muy zorro lo decía para que todo el mundo se parase a compararlos: la conclusión era inevitable...
También de Thomas Wolfe en UnLibroAlDía: Una puerta que nunca encontré, Especulación, El viejo Rivers
2- Ambas tienen una extensión similar, algo menos de 100 páginas.
3- Lo más importante: las dos novelas tratan del mismo tema: la muerte (algo ligero y banal, como se ve), pero desde dos perspectivas y argumentos harto diferentes.
_ ¿Cómo... y ahora te tomas a choteo algo tan serio como es la muerte? ¿¡Adónde vamos a ir a parar!?
_ Bueno, vale ya, que eso es una reseña de ULAD, no la tesis de un doctorando en teología. Además, hay que señalar que el humor está del todo ausente de la prosa de Wolfe. Más aún, si cabe, en El niño perdido, ya que la muerte de la que se nos habla es la de su hermano Grover, desaparecido a los doce años de edad. Pero vamos, tampoco es que alguno de los cuatro fallecimientos que nos cuenta en Hermana Muerte esté tratado de forma siquiera levemente irónica. Wolfe se toma el asunto con toda la gravedad que sin duda merece y, en fin, ahí está el problema...
_ ¿Problema? No entiendo.
_ Bueno, yo sólo soy un humilde reseñista y sobre todo, lector, no un teórico de la creación literaria ni de la crítica a la misma. Pero, a mi modesto entender, cualquier obra literaria necesita, para su feliz desenlace, mantener una proporción adecuada -aunque no necesariamente equilibrada- entre, digamos, el Contenido, la Forma y la Intención (entre otras cosas); esto es, entre lo que se quiere contar, cómo se quiere contar y con qué objeto se quiere contar. Y aquí es donde fallan estas dos novelas de Wolfe, sobre todo El niño perdido: la Forma, en este caso, se come a los otros dos elementos, y eso que la idea de recuperar el recuerdo de su hermano muerto -pues de eso trata sobre todo la novelita- es ya de por sí bastante potente. También es interesante la estructura, contándonos lo sucedido a través de cuatro capítulos muy diferentes, desde distintas perspectivas... pero el estilo de este autor, un estilo marcadamente enfático, basado en las repeticiones de oraciones o partes de ellas y en las asociaciones y yuxtaposiciones de imágenes, con el objeto de conseguir un tono pleno de lirismo, resulta excesivo en ocasiones, poco adecuado para lo que nos está narrando: cuando en el primer capítulo nos cuenta como el niño atraviesa la plaza del pueblo para comprar en la tienda de dulces, parece que habla de Beowulf entrando en el Walhalla... Por fin, la Intención de la novela es loable, sin duda pero aunque no llegará a empedrar las calles del Infierno, tampoco me parece suficiente para engalanar el Parnaso. Ni siquiera la evidente y comprensible emoción que impregna toda la historia consigue hacerla remontar el vuelo.
Algo mejora la cosa en Hermana Muerte. Sobre todo porque a la hora de narrar los cuatro decesos de los que se habla en la novela y que corresponden a cuatro fallecimientos en la vía pública -tres en plena calle y el último en una estación de metro- de los que el autor fue testigo durante sus años de estancia en Nueva York, Wolfe echa mano de un estilo que, si bien no llega a ser "periodístico", sí que resulta más sobrio (y creo que conveniente para el resultado final) de lo que al parecer acostumbraba este hombre... Lo que no impide que su vena lírica también se explaye en floridas disertaciones sobre la Muerte y sus hermanas la Soledad y el Sueño, así como sobre la naturaleza de la Ciudad, a la que parece considerar un ente no menos ominoso que la misma Parca... incluso más terrible aún, si cabe.
En fin, estas explayaciones líricas se sobrellevan porque tampoco ocupan la mayor parte de la novela -si es que esto se puede considerar una novela- que además es corta, después de todo. Pero muy bien se las podía haber ahorrado sin que ocurriese nada... Así como se podía haber ahorrado ciertas generalizaciones sobres grupos étnicos o nacionales que chocan más que un poco a la sensibilidad del lector de hoy en día (aunque es de suponer que los escritores norteamericanos blancos sureños de los años 30 eran menos melindrosos a ese respecto de lo que son los actuales).
_ Bueno, menos rollo...¿Conclusión?
_ Pues la conclusión es que Wolfe, o al menos el que yo he leído, fue un escritor con evidentes y hasta notables dotes literarias, pero con excesiva tendencia a la "sobreactuación", para entendernos... Por lo visto, Faulkner lo consideraba el mejor escritor de su generación, siendo él mismo el segundo, Después de leerlo, uno no puede dejar de pensar que el muy zorro lo decía para que todo el mundo se parase a compararlos: la conclusión era inevitable...
También de Thomas Wolfe en UnLibroAlDía: Una puerta que nunca encontré, Especulación, El viejo Rivers
11 comentarios:
No entiendo que un reseñista diga que un libro falla si la forma se come al contenido... ¿Cómo que falla? "El niño perdido" es una obra literaria magistral y de estilo lírico, obviamente no es ninguna novela de acción ni ningún thriller trepidante donde se sucedan los acontecimientos, si buscas eso puedes quedar decepcionado pero en ningún caso "falla", todo lo contrario, desata emociones muy profundas. Quizá hace falta más sensibilidad para apreciar este tipo de obras, o es que el público en general está muy acostumbrado al estilo fácil y se desilusiona ante un ritmo más pausado.
Totalmente de acuerdo con el comentario anterior. Me parece una barbaridad decir que la obra de Wolfe falla, y más barbaridad es la no-argumentación con que se justifica esta afirmación. No es un fallo que la forma se coma al contenido (además de que esto es una apariencia, la forma en sí misma de estas novelas son contenido incisivo y contundente), es un estilo de narrativa, que te puede gustar más o menos, pero en este caso no se le puede negar su enorme valor.
No me convenció esta reseña de un grande. Con permiso de ULAD: sobre ''El niño perdido'' http://www.jamesnava.com/12/06/2014/el-nino-perdido-de-thomas-wolfe/ y http://loqueleolocuento.blogspot.com.es/2013/10/el-nino-perdido-thomas-wolfe.html
Sobre ''Hermana Muerte'' https://dejemoshablaralviento.wordpress.com/2016/04/27/thomas-wolfe-hermana-muerte/
Un saludo
Hola a todos: antes de escribir la reseña, ya sabía que Wolfe era un autor que contaba con admiradores entusiastas...¡pero no pensaba yo que fueran tan raudos! obviamente, no me cuento entre ellos, es decir, entre vosotros, pero me parece estupendo que disintáis. Tampoco es que a mí me hayan parecido tan pifias estas novelas de Wolfe: me parece que contienen hallazgos interesantes y entiendo que haya a quien le gusten; de hecho, mi valoración, si os fijáis es que "están bien", que viene a ser lo contrario de "están mal". Pero sigo pensando que Wolfe, sobre todo en "El niño perdido", mata moscas a cañonazos, como se suele decir... y especialmente en el primer capítulo de la misma, cuya prosa me resulta, más que insufrible, ridícula. pero admito que en el último capítulo, cuando el autor visita la casa de su infancia en St. Louis, la narración mejora bastante.
Bueno, no quiero extenderme más: gracias a los tres por comentar y ya sabéis que en ULAD estamos abiertos a recibir contrarreseñas sobre obras que consideréis que han sido injustamente valoradas.
Un saludo a todos.
Calificar de ridícula la prosa de Wolfe es lo más ridículo que he leído nunca, además de denotar una falta de todo.
Pues no puedo decir que no tengas razón pero tampoco puedo decir que la tengas... ; )
Cómo te lo has montado para no mencionar palabras como cursi, sensiblero o remilgado. Que es lo que a mí me pareció El niño perdido.
Ja, ja..sí , ya me había dado cuenta de que tú no eres muy de Wolfe, Franscesc... Bueno, cursi o remilgado no sé si son términos exactos. Sensiblero, sin duda, aunque al estar hablando de su hermano, se puede entender. Yo hablaría más de exageración o "sobreescritura" (si es que este término existe, que no lo sé)...
Cada libro tiene su propio lector, y para algunos les podría gustar comer comida china, italiana, mexicana, alemana, etc., y en ningún caso si no me gusta un tipo de comida, la comida no se considera per se que es mala, que tenga muchos condimentos y otras especies. Es un tema de gustos y estilos. Creo que como se señala, no es un tema de critica literaria, sino una valida apreciación de un lector.
En lo personal es un escritor magistral, y una obra escrita en 1939, y se leída por lectores después de 78 años, es un mérito grande. Me gusta Faulkner, y pienso que creyó que le iban a otorgar el premio también a él. No hay tretas entre escritores. Hay algo que me parece real, es que es autentico. Hay temas que quizás no comprendas aún, pues tu visión de la muerte no es tangible. No entenderás muchas cosas, pues probablemente no seas padre. No veo que se exceda de lirismo que en la prosa de Virginia Woolf, En el Faro. Queramos o no, Wolfe, como otros escritores auténticos, sobrevivirán a la breve existencia de este Blog. Y si entiendes cual era una de las obsesiones del autor, una de ellas era El Tiempo. Para quien le ha gustado, este libro, les recomendaría, Una Puerta que nunca encontré.
Para quienes no le gusta su estilo, no entren por la puerta, simplemente.
Hola, Celso:
Si he entendido bien tu argumentación, ésta se resume en que "para gustos los colores", algo con lo que no puedo dejar de estar de acuerdo. En el caso de este autor (y reconociendo que, después de más de un año de su lectura, guardo mejor recuerdo de "Hermana muerte" que del otro libro), yo abrí la puerta, eché un vistazo, la cerré y no creo que la vuelva a abrir en mucho tiempo...
Sobre el tono lírico de la prosa, repito que lo que me ha disgustado es más bien el desequilibrio al emplearlo. De hecho, una de las novelas que más me han gustado de este año es "Prólogo para una guerra", de Ivàn Repila, que prácticamente es un libro de poesía en prosa, pero que no adolece de ese defecto (y que, ya de paso, te recomiendo encarecidamente).
En todo caso, un saludo y gracias por tu comentario.
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