Título original: The Jones Men
Año de publicación: 1974
Traducción: Guido Sender
Valoración: muy recomendable
Menuda apuesta segura la de mencionar series de TV de culto. Quién no va a picar si se menciona The Wire en el fajín de un libro. The Wire es el aloé-vera de la cultura contemporánea. Una serie, de un ramillete reducido, de esas que llenan de rotundas afirmaciones la boca de sus incondicionales. Que si las series han superado al cine, que si Shakespeare escribiría para HBO. Que si ciertas series te hacen aprender de la vida.
Ahora bien: ironizar con ello no significa que no sea absolutamente cierto. Y, como en toda cacería de referencias e influencias que se precie, en algún lugar nos encontraríamos alguna mención a esta espléndida muestra de negra novela negra. No me hagáis explicar el chiste fácil. Los reyes del jaco ya es una declaración desde la jerga empleada para traducir su título, o la imagen empleada en su portada. Vaya con la gente de Sajalín la racha de aciertos que se está marcando. O debería decir ráfaga. Porque aquí hay armas a porrillo, de todo tipo y calibre. Y modelos de coches americanos, y peinados afro, y joyas, y muy caros (y sumamente horteras)) abrigos de piel. Ostentación a tope. Fanfarroneo. Que todo el mundo se entere del dinero que mueve el caballo. Tan setentero. Tanto, que uno lee esta novela y viaja en el tiempo. Oiría a los Temptations o a la MFSB o a Lonnie Liston Smith. O a Billie Paul. Aunque sin glamour: porque esas ratas que habitan los picaderos en edificios destartalados donde acuden los yonkies a pillar y a chutarse heroína no tienen mucho glamour. Ni la casi segura perspectiva de llevarse un tiro si uno se ve envuelto en alguno de los asuntos que los personajes de esta novela se traen entre manos. Que son ingredientes clásicos: alijos de droga, kilos, gramos, fajos de billetes, delaciones, soplos, traiciones, cambios de bando, luchas por el dominio de las esquinas, precaución en los contactos, matones,pocos escrúpulos. Veinteañeros de color que ya son veteranos de guerra con historiales delictivos. Jovencitas prostituyéndose para mantener el hábito.
"-¿Te lo cuento o te lo explico? El tío llega esta mañana montado en un Eldorado blanco y rojo caramelo, entra en el local luciendo un chaquetón de piel vuelta con cinturón a la espalda y un par de zapatos con la suela alta de dos colores que llevan los rufianes de ahora, y se dedica a invitar a parrillada a gente que ni siquiera conoce. Me parece que le va asombrosamente bien para ser un tío que se me sienta en la barra y me dice que apenas sabe leer. Las cuentas. en cambio, parece que las lleva de puta madre."
Las andanzas de los personajes que pueblan ese Detroit de 1972 en el cual nos situamos bien pronto son retratadas por Smith con conocimiento de causa, como periodista que fue en esa época y lugar. No hay duda de que muchas de esas situaciones, repletas de violencia y crueldad orquestadas con una especie de ética criminal (que da mucho miedo) tuvieron su reflejo en la vida real. Así que, intercambiando nombres y adaptando escenarios, no es extraña la menció en el fajín. Llámese Zorro o D'Angelo, llámese Flaco Williams o Stringer Bell, Mc Daniel o Barksdale. Todos esos capítulos (casi diría escenas: parece ser que, cuatro décadas tras su publicación, la novela tendrá la adaptación al cine que clama a gritos) vienen a reflejar los diversos aspectos del día a día de la vieja época de la heroína: el ritual de la dosis, la búsqueda constante del dinero para mantener el hábito. El curioso y letal sistema de jerarquías, ascenso social y dominación de las zonas de suministro. Las pugnas entre clanes compitiendo por el mercado. El curioso menosprecio hacia el usuario de la droga, curioso ejemplo de marketing inverso. Las reuniones donde todo el mundo asiste armado, las deserciones, la capilaridad de los cuerpos policiales esperando el momento de dar un buen golpe. Cruda y descarnada, con capítulos que causan impacto uno tras otro, Los reyes del jaco trasciende las limitaciones de género para imponerse como obra de culto y referencia necesaria.
3 comentarios:
la serie era buenísima.Habrá que leerse la novela.Gracias por lo que hacéis.Nos ilumináis el camino.
Yo este también lo tengo apuntado. Detroit, umh...
A ver: The Wire es una referencia obvia, sobre todo en lo concerniente a los comportamientos criminales. Gracias por los comentarios.
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