Idioma original: alemán
Título original: Blut am Hals der Katze
Fecha de representación: 1971
Valoración: Interesante
En sus apenas 36 años de vida, y 15 de carrera profesional, Rainer Werner Fassbinder se ganó una reputación como autor de cuarenta películas, dos series de televisión y veinticuatro obras de teatro, además de participar como actor en diversas obras propias y ajenas. Con esta frenética producción artística, Fassbinder se situó como uno de los renovadores del teatro y el cine alemán posterior a la Segunda Guerra Mundial, con películas como Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972), Todos nos llamamos Alí (1973) o Berlin Alexanderplatz (1979).
Sangre en el cuello del gato (si alguien tiene alguna idea del origen del título que me lo diga, porque la obra no lo explica) es una obra de teatro que sigue algunas de las coordenadas generales de la obra cinematográfica de Fassbinder: el distanciamiento emocional, la violencia, el deseo, el egoísmo en las relaciones humanas...
El argumento de la obra resulta difícil de resumir. En la primera página se nos informa de que una alienígena, Phoebe Zeitgeist, ha venido a infiltrarse entre los humanos para hacer un informe sobre la democracia de los hombres; sin embargo, ella no consigue comprender el lenguaje. A continuación aparecen ante ella una serie de personajes (un policía, un galán, un soldado, una modelo...) que hablan con ella en largos monólogos sin respuesta; comienza después otra sección en los que los personajes dialogan dos a dos (como en una especie de permutaciones matemáticas), y Phoebe comienza a repetir algunas de sus frases ("Hoy robas y mañana matas", "Una educación rígida es la mejor introducción en la vida", "Te amo", etc.); en la última parte de la obra Phoebe parece conseguir utilizar estas frases para tener extrañas interacciones, hasta alcanzar el clímax en que va mordiendo uno a uno al resto de los personajes y termina recitando un largo pasaje de la Ciencia de la lógica de Hegel.
Es, ciertamente, una obra extraña, absurda, desconcertante. Por la rapidez de los diálogos y los abundantes non sequitur que contienen (y también por el título sin relación con el texto) llega a recordar a La cantante calva de Ionesco, aunque aquí subyace mucho más claramente, y mucho más a flor de piel, una visión desencantada de la humanidad y de las relaciones interpersonales. La agresividad de los diálogos, que a veces va más allá de las meras palabras, hace pensar también en Harold Pinter.
Esta obra ha sido representada ya en España (y en Portugal), pero hasta donde yo sé no existe una edición española del texto. Sería interesante ver una representación de la obra, teniendo en cuenta que el texto deja bastante libertad escénica, por sus escasas acotaciones (he leído, por ejemplo, que algunos directores sitúan la acción en una fiesta, y otros en las calles de Berlín). Como espectador, creo que el texto debe producir una sensación de enajenación, de sorpresa y, por momentos, de rechazo, una experiencia teatral poco habitual hoy en día.
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