Idioma original: español
Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable
Difícil lo pone Miqui Otero a quien se acerque a La cápsula del tiempo con un espíritu crítico ortodoxo. Pues uno tendrá que inclinarse por la versión que haya leído a primeras, si quiere ser coherente. O quizás opte por la versión cuyo desenlace más le haya satisfecho. O por la más prolongada, la más cercana a la literatura seria. O por el promedio de todas estas opciones. O quizás su suma, pues las tenemos todas.
Porque esta novela tiene 37 finales. Sí: a los que se llega merced a paulatinas elecciones de lo que prefiramos que haga el personaje: como un laberinto, vaya por aquí o vaya por allá. Asistidos por un mapa que, cuando abrimos el libro, consideramos una chorradita pero que tiene su sentido, oiga. Si vamos a pensar en términos precio-calidad, buena elección. Si vamos a ser algo más canónicos, esa impresión de perderse algo importante por elegir una opción en vez de otra, puede incomodar a los que estamos acostumbrados a leer del tirón, de la página 1 a la 1200 si hace falta.
Pero el experimento resulta interesante, hasta para reflexionar como lectores si solemos optar por meternos en la piel de los personajes (y negarles los riesgos que nosotros no tomaríamos) o si leer nos transforma en seres más osados, o más timoratos. Y vaya, me doy cuenta de que ya tiene mérito que este libro me empuje a esta reflexión. Sí; quizás este libro ande cerca del experimento cuyo medio es el mensaje. Quizás ciertos pasajes no dejan de ser una especie de solapamiento de resonancias algo hipster: el metro, el móvil, la chica misteriosa, los paisajes urbanos. Pero en su conjunto el resultado es, cuando menos, agradecido con el lector. Que ojo, puede hacerlo descender hasta Rayuela de andar por casa o, por el contrario, bautizarlo como literatura zapping. El caso es que es algo nuevo y con sentido, profuso en guiños y en menciones al imaginario de la cultura contemporánea, aunque podríamos pensar que el autor no tenía una historia suficientemente consistente por sí sola y optó por encajarla en esta suerte de juego. Vaya, hasta al ojo crítico se lo va a poner difícil. Pues no debería yo haber buscado una especie de crítica parecida, quizás. Si te gusta la literatura de aventuras, vaya a este párrafo, si es un urbanita, vaya a este otro.
En fin, antes de que parezca que quiero endilgar a otros lectores el consensuar una decisión, diría que es un libro igualmente válido para gente que no suele leer (y que apreciarán que, dentro de esta aventura interactiva - al final no puedo evitar esa palabra - el libro les brinde distintas opciones) como para lectores algo más experimentados, (que agradecerán su frescura y sus posibilidades como nueva propuesta, en un mundo donde todo parece estar ya inventado). Que esconde pasajes literarios de valor notable (especialmente en esa especie de libro negro incrustado, donde las referencias menudean), y que sólo tiene una pega clara si el ritmo de lectura queda supeditado al paulatino descubrimiento de cada uno de sus posibles desenlaces, lo cual al lector clásico pondrá un poquitín de los nervios.
Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable
Difícil lo pone Miqui Otero a quien se acerque a La cápsula del tiempo con un espíritu crítico ortodoxo. Pues uno tendrá que inclinarse por la versión que haya leído a primeras, si quiere ser coherente. O quizás opte por la versión cuyo desenlace más le haya satisfecho. O por la más prolongada, la más cercana a la literatura seria. O por el promedio de todas estas opciones. O quizás su suma, pues las tenemos todas.
Porque esta novela tiene 37 finales. Sí: a los que se llega merced a paulatinas elecciones de lo que prefiramos que haga el personaje: como un laberinto, vaya por aquí o vaya por allá. Asistidos por un mapa que, cuando abrimos el libro, consideramos una chorradita pero que tiene su sentido, oiga. Si vamos a pensar en términos precio-calidad, buena elección. Si vamos a ser algo más canónicos, esa impresión de perderse algo importante por elegir una opción en vez de otra, puede incomodar a los que estamos acostumbrados a leer del tirón, de la página 1 a la 1200 si hace falta.
Pero el experimento resulta interesante, hasta para reflexionar como lectores si solemos optar por meternos en la piel de los personajes (y negarles los riesgos que nosotros no tomaríamos) o si leer nos transforma en seres más osados, o más timoratos. Y vaya, me doy cuenta de que ya tiene mérito que este libro me empuje a esta reflexión. Sí; quizás este libro ande cerca del experimento cuyo medio es el mensaje. Quizás ciertos pasajes no dejan de ser una especie de solapamiento de resonancias algo hipster: el metro, el móvil, la chica misteriosa, los paisajes urbanos. Pero en su conjunto el resultado es, cuando menos, agradecido con el lector. Que ojo, puede hacerlo descender hasta Rayuela de andar por casa o, por el contrario, bautizarlo como literatura zapping. El caso es que es algo nuevo y con sentido, profuso en guiños y en menciones al imaginario de la cultura contemporánea, aunque podríamos pensar que el autor no tenía una historia suficientemente consistente por sí sola y optó por encajarla en esta suerte de juego. Vaya, hasta al ojo crítico se lo va a poner difícil. Pues no debería yo haber buscado una especie de crítica parecida, quizás. Si te gusta la literatura de aventuras, vaya a este párrafo, si es un urbanita, vaya a este otro.
En fin, antes de que parezca que quiero endilgar a otros lectores el consensuar una decisión, diría que es un libro igualmente válido para gente que no suele leer (y que apreciarán que, dentro de esta aventura interactiva - al final no puedo evitar esa palabra - el libro les brinde distintas opciones) como para lectores algo más experimentados, (que agradecerán su frescura y sus posibilidades como nueva propuesta, en un mundo donde todo parece estar ya inventado). Que esconde pasajes literarios de valor notable (especialmente en esa especie de libro negro incrustado, donde las referencias menudean), y que sólo tiene una pega clara si el ritmo de lectura queda supeditado al paulatino descubrimiento de cada uno de sus posibles desenlaces, lo cual al lector clásico pondrá un poquitín de los nervios.
Me olvidaba, aunque no sé ver el sentido de intentar resumir su contenido. Nuestro protagonista, bien pronto, se enfrenta a la tesitura de bajar al andén del metro a recuperar un misterioso teléfono móvil. Desde ahí empezaremos a leer en función de nuestras decisiones, y ese viaje nos llevará a bares, a NY, a encuentros con gente extraña y con gente normal. Pero si en un libro convencional ya tememos al spoiler, imaginaos aquí.
9 comentarios:
¿Esto se parece a los "libro-aventura" que había hace años, al menos cuando yo era chaval? Que no lo critico, ojo... solamente pregunto por tenrlo claro
Estoy de postmodernidad hasta el moño, oiga
Aunque no leí esos libritos mucha gente los ha mencionado en relación a este libro. Gracias por comentar.
Bueno, quizás la estructura acuse esa osadía, pero las historias tienen un aroma contemporáneo.
Supongo que será un experimento metaliterario al estilo de Una noche de invierno un viajero de Calvino, aunque este dé las opciones ya hechas.
Da un poco de miedo, no sé...
Pues incluso con la precaución que recomiendas me lo has venido. Tal vez me lo agencie. Por cierto, Francesc Bon, se agradece la crítica a la postmodernidad más líquida (y a su hermano tonto 'el hipsterismo') en la reseña.
Creo que vale la pena experimentar por uno mismo, en cualquier caso.
Engañado por la nostalgia, me gasté un dinero que bien podría haber dado a un pobre.
Aburrido y con un aire de reivindicación social. Mejor leerse los originales que son mejores para niños y también para los adultos.
Una nadería absoluta, en la forma y, sobre todo, en el fondo.
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