Título original: Братья Карамазовы (Brát'ya Karamázovy)
Traducción: Rafael Cansinos Assens
Año de publicación: 1.880
Valoración: Muy recomendable
Poniéndonos un poco solemnes, podríamos preguntarnos qué es una obra maestra, y las opiniones podrían multiplicarse sin fin: libros que trascienden fronteras y épocas, exposición de inquietudes y valores del ser humano, personajes intensos y poliédricos, dosis afortunadas de humor inteligente, talento a la hora de elaborar y estructurar una historia. Y así, sin medida, con los matices que cada lector aporta desde su experiencia o sus gustos. Visto así, ‘Los hermanos Karamázov’ reúne muchos de esos elementos, tal vez todos los citados y algunos más, así que veamos por qué (o por qué no) es una obra maestra, y que cada uno valore.
La última obra de Dostoyevski (lo de la grafía ya lo dejamos para otro momento) responde al arquetipo de la gran novela decimonónica rusa: muchísimas páginas (casi 1.200 en mi vetusta y venerable edición de Aguilar), personajes atormentados, el alcohol y la postración moral de la Rusia profunda, pasiones, crímenes y enfermedades, aspectos algunos de ellos muy relacionados con la propia vida del autor. El elenco lo encabeza Fiódor Pavlovich, el padre, un tipo egoísta y despreciable, histriónico y vicioso, uno de esos villanos absolutos que hubiera merecido estar en aquella semana que ULAD dedicó a estos pérfidos personajes hace ya unos años. Y sus hijos, claro, que forman una especie de trinidad con vértices en aspectos clave de la condición humana: el desenfreno y la violencia (Mitia), el intelecto (Iván), la espiritualidad (Aliosha).
La primera parte de la obra (como un cuarto) se dedica a caracterizar a la familia Karamázov y a un buen número de personajes satélites. Aquí entran monjes, amantes, funcionarios o criados que no me detendré a enumerar, y que irán encontrando acomodo en el desarrollo de la acción. La presentación es siempre dialogada, con larguísimas parrafadas (aquí todo es larguísimo) que no oculto que pueden llegar a agotar al lector. Pero no nos rindamos tan pronto, porque el dibujo es perfecto y además muy necesario para entender con quién nos estamos manejando. Situados los actores, pasamos sin mucho preámbulo al ámbito de la reflexión filosófica y teológica, introducida mediante un estremecedor monólogo de Iván, que se prolonga otro centenar de páginas a través de la historia y muerte del stárets Zosima (una especie de santón), a quien Aliosha tiene como maestro. El texto adquiere una densidad considerable en torno a la culpa y al libre albedrío, dejando claro que estamos ante un libro profundo que toca cuestiones capitales.
Pero de repente tenemos un nuevo cambio de ritmo. Como se iba barruntando, las turbulentas relaciones entre los Karamázov sólo podían desembocar en una noche de locura. Nos encontramos de golpe ante una trama criminal en la que los acontecimientos se suceden sin pausa, desarrollándose la intriga de forma impecable, ágil, sobrecogedora. El lector sólo ve lo que Dostoyevski quiere que vea, y el viejo ruso coloca justo en el núcleo de la acción una pequeña elipsis, un breve apagón que por sí solo mantiene la tensión durante el resto del libro. En el torbellino de miedos y emociones, aquellos personajes tan lenguaraces del principio se van resituando, creciendo y ganando potencia y matices, lo mismo que los hermanos, en quienes descubrimos rasgos que sirven de contrapunto al retrato inicial. De tal forma que tanto protagonistas como secundarios son, cada vez más, personajes ricos y extraordinariamente definidos.
Los macabros episodios culminan en una bárbara juerga, y constituyen el tronco de la novela, que no desvelaré aunque resulta bastante conocido. Pero al mismo tiempo se nos presentan otras varias subtramas que se entrecruzan con la principal y sirven para plantear cuestiones laterales, desarrollar algunos personajes o jugar con ese ritmo irregular con el que tanto parece disfrutar Dostoyevski. Así que, tras la intensidad de las páginas anteriores, encontramos otro pequeño receso (lo de 'pequeño' es un decir, claro), en el que descubrimos por ejemplo algunos de los personajes infantiles/adolescentes más inquietantes que uno puede recordar, e incursiones en el mundo del delirio y los sueños, hasta con trazos de literatura fantástica.
En un nuevo cambio de registro, el desenlace se construye en una soberbia escena de literatura forense, llena de vaivenes, en la que, sin perder un segundo la tensión, las piezas van encajando, incluso algunas que parecían olvidadas desde el principio del relato, lo que dice mucho sobre la perfecta construcción de este enorme edificio literario. Según nos aproximamos al final, la capacidad del autor para sumergirse en la psicología de cada uno de los personajes adquiere dimensiones colosales, cualidad que por lo visto deslumbró al mismísimo Dr. Freud.
Tampoco voy a ocultar que no es nada fácil comentar en unos pocos párrafos un libro de semejante intensidad y extensión, y menos sin incurrir en spoiler. No sé si ´Los hermanos Karamazov' es una obra maestra, pero seguro que se le acerca mucho. Y ¿por qué entonces le he birlado la etiqueta de Imprescindible? Pues, aparte de la posible racanería del reseñista, porque me parecería injusto para el lector, incluso con un componente casi de reproche, decirle que es imprescindible que se trague este enorme volumen de páginas, sumergido durante horas y más horas en los horrores y dilemas que propone Dostoyevski. Y, bueno, tampoco nos engañemos, quizá todas esas páginas son demasiadas, quizá don Fiódor debería haber sido capaz de contenerse un tanto. Y tal vez queda algún personaje que a mi modo de ver podría haber dado algo más de sí (sí, todavía más). Bueno, cuestiones secundarias, opinables, que aunque me hayan inducido a no darle nuestra máxima valoración, no impiden que el libro resulte inolvidable.
P.S. No creo que sea necesario conocer el idioma original para distinguir una buena o mala traducción, y en este caso no recomiendo para nada la del atronador Cansinos Assens, que no parece tener claro hasta qué punto ser o no literal, y tiende a quebrar el ritmo hasta el punto de obligarnos a releer muchas frases. Seguro que hay versiones mucho más atinadas.
Otras obras de Fiódor Dostoyevski en ULAD: El idiota, El eterno marido, Crimen y castigo, El jugador, Noches blancas, Memorias del subsuelo, Stepanchikovo y sus moradores
Otras obras de Fiódor Dostoyevski en ULAD: El idiota, El eterno marido, Crimen y castigo, El jugador, Noches blancas, Memorias del subsuelo, Stepanchikovo y sus moradores
17 comentarios:
Sí, señor! Muy buena reseña. Personalmente, creo que este libro está un poco por debajo de "Crimen y Castigo", pero debería ser lectura obligada (como casi todos los clásicos rusos del XIX).
Por otra parte, me voy a atrever a abrir un pequeño debate que igual ya ha salido antes: ¿Tolstoi o Dostoyevski? Creo yo que Tolstoi escribe mejor o de forma más "académica", pero que el amigo Fedor tiene una escritura mucho más "potente". Vaya, que me quedo con Fedor (Fiodor o como se diga) y sus vicios, traumas y demás.
Un abrazo!
Gracias, güey! Por mi parte, hace mucho que no picoteaba entre rusos, así que me considero nada autorizado para establecer comparaciones. Pero así a bote pronto, 'Anna Karenina' me pareció bastante menos interesante que estos Karamazovi (que así lo escribe el amigo Cansinos).
Saludos!
Realmente es un librote el de los Hermanos Karamasov.
He leído El Jugador, noches blancas (casi un cuento) y Crimen y castigo, pero mi preferido es este, por su profundidad y su gran cantidad de temas espirituales que toca, principalmente el amor (o desamor) a un padre que lo ve desde el punto karamasov y desde otra arista quizás olvidada por el escritor, pero muy importante, desde la visión de Kolia y su amigo Iliusheshka (o algo asi) el hijo del señor al cual Dimitri avergonzaba en una escena.
Efectivamente es unj libro larguísimo que tiende a causar tedio en su primer cuarto, pero pasada esa larga introducción se vuelve muy entretenido.
Muy recomendable.
Coincido en tu valoración sobre el libro, Outsider, la verdad es que esa primera parte se hace bastante cuesta arriba, aunque posteriormente agradeceremos toda la información recibida. Por cierto, no me dirás que Kolia no es un personaje estremecedor, ese tipo de adolescente que al principio mueve a risa pero más adelante resulta escalofriante. Lo mismo que la otra chica jovencita, creo que es Liza, otro personaje con carga de profundidad. En la reseña no he querido extenderme sobre estos dos jóvenes tan peculiares, pero realmente merecerían una reflexión para ellos solitos.
Muchas gracias por tu aportación.
Chéjov
Joder Juan, qué escueto te has vuelto!
Para mí los Karamazov es la novela total. Una obra maestra imprescindible, igual que "crimen y castigo" o "el idiota". 1200 páginas no creo que sean un problema, al contrario, una bendición; y animo a cualquier lector que no sea muy perezoso, a que lo compruebe por sí mismo. El capítulo de "el gran inquisidor" por cierto, es de lo más sorprendente y excepcional que he leído nunca; por mi parte, Dostoievski no es sólo el mejor escritor ruso, sino el mejor de toda la literatura universal. (En mi humildísima opinión por supuesto! ;)
Hola! Los rusos seguirán siendo fenomenales, bien dice Juan que Chejov, Koldo Tolstoi, hay tan buena literatura Rusa, que se puede pasar uno la vida entera leyendo y releyendo a los rusos. . Si bien, leyendo libros enormes de Dostoyevski como autores de cuentos y novelas cortas.
La lectura rusa, tiene un don, No te aburre, te aporta, te emociona, te intriga, , te lleva, te enseña y te divierte.como tantos cuentos.
Bueno, se ve que son mis lecturas favoritas...... incluyendo a la actual Svetlana.
Veo que por lo general la literatura rusa tiene un nivel de aceptación muy alto, incluso despierta entusiasmos como el de Javier. Estaría bien que tuviésemos también alguna opinión disonante, por aquello de la polémica.
Gracias a los dos por vuestros comentarios.
A mí me gusta, pero ha llegado a cansarme tanto ensimismamiento, tanto trastorno mental y estudio de semblantes humanos. En este momento, he dejado más bien de lado esos novelones y, además, siento con los rusos que algo se me escapa, algo se pierde en la traducción. Un saludo. Ah, yo creo que me quedp con Tolstoi, pero tampoco estoy yo muy segura.
Lo de las traducciones es todo un mundo, seguro que por aquí hay especialistas que podrían opinar con mucho más fundamento que yo. A mi me parece algo realmente complicado, y tanto más según nos alejamos de nuestro entorno cultural. Y en cuanto a tu alejamiento de este tipo de obras, pues pienso que es normal. Los lectores también tenemos nuestros ciclos, a veces inconscientemente. Es lo bueno de la inmensa variedad que tenemos a nuestro alcance: que por bueno que sea lo que leemos durante un tiempo, siempre hay opción de conocer cosas diferentes e interesantes.
Gracias por tu aportación, Lupe.
Una típica pregunta: ¿ qué traductor ven más adecuado para Dostoyevski? Me he leído "crimen y castigo" con la traducción de Cansinos Assens. Quiero meterme ahora con "el idiota" o "los demonios". ¿Alguna sugerencia personal en lo referente a sus traductores?
Como ya dije en la entrada, no recomiendo para nada la de Cansinos. Miraré qué otras traducciones se pueden considerar fiables.
Un saludo
Gracias, leído mil páginas de internet ya no sé ni cual coger.
Supongo que te refieres a las traducciones. He visto por ahí que la más reconocida es la de Augusto Vidal (Cátedra), aunque hay alguna otra más reciente. Lo digo claro está sin conocerlas, por si te sirve el dato.
Saludos.
Hermosa reseña, Carlos. Bravo por la travesía!
De Dostoievsky solo leí Crimen y castigo, un libro extraordinario, imprescindible. Y del otro coloso ruso, Guerra y paz, en la traducción de Lain Entralgo, si mal no recuerdo (Editorial Bruguera), otra obra maestra.
Respecto de cual de ellos es el más grande autor ruso, no soy voz autorizada para verter opinión, pero aportaré la de mi abuela, rusa, infatigable lectora e inclusive traductora. Para ella, Tolstoi estaba muy por encima de Dostoievsky, a quien consideraba un correcto escritor. Sin embargo, el más grande, por sobre ambos, era el poeta Pushkin, a quien atribuía el conocimiento exacto del alma rusa, esa que para nosotros, habitantes del mundo occidental, es algo bastante abstracto e inasible, pero que impregna la historia de este pueblo sufrido y cruel al mismo tiempo.
El alma rusa... pufff realmente difícil de desentrañar, aunque algo podemos ir deduciendo al conocer a los Karamazov, al menos en su faceta más tormentosa. También Chéjov lo pone encima de la mesa, también con cierto grado de desgarro. El tema recuerda un poco a ese dolor por España que manejaban en la generación del 98.
Como siempre, un placer contar con tus opiniones, Puma.
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