Año de publicación: 2.015
Valoración: Está bien (curioso, interesante)
Esto sí que es una asignatura pendiente. En mi casa hay montones de discos de música clásica, varios cientos. He escuchado la mayoría, haciendo un esfuerzo por educar el oído, por ser capaz de valorar como es debido esas obras inmortales, hasta he ido alguna vez a la ópera. Así que soy el arquetipo perfecto de esos que, según Íñigo Pirfano, ‘quizá albergan la sospecha de que se trata de un mundo fascinante y enriquecedor, pero les parece que no disponen de las claves para acceder a él; no saben cómo han de acercarse a las grandes creaciones musicales, y pronto se rinden con la amarga sensación de que han perdido ese tren’. Pero no, no lo hemos perdido del todo, lo intentamos una vez más, ahora a través de este libro.
Es muy de agradecer el esfuerzo del autor por atraer para la causa a este contingente de profanos. Para empezar, intenta seducirnos mediante una introducción al mundo de lo que llama ‘gran música’, como era de esperar con tonos entusiastas, pero que también suenan sinceros, y hasta con algunas hipérboles afortunadas y con un divertido perfil sanitario: ‘En nuestra escala –no ya de prioridades, sino de necesidades- la música de Mozart debería ocupar el puesto inmediatamente posterior al oxígeno’, o ‘No me parecería exagerado que los discos de Mahler se vendieran en las farmacias’. Todavía estamos en fase de ser introducidos en ese mundo desconocido, cuando pasamos a un pequeño muestrario en torno a siete autores significativos (en concreto, Bach, Mozart, Beethoven, Brahms, Mahler, Debussy y Stravinsky). Claro, Pirfano es director de orquesta, y parece tener muy claro por dónde conducir al ignorante hacia el objetivo. Empieza en cada caso por una semblanza del músico, sencilla y entretenida, intentando que la información resulte relevante y, sobre todo, atractiva para el lector. Es decir, que seamos capaces de ver a cada autor como individuo, con sus vicisitudes personales y tal vez una historia interesante que ayude a conocer un poco su obra. Siempre la vocación pedagógica del libro.
Una vez seducidos, pasamos a la instrucción. Elige Pirfano una de las creaciones de cada autor, y pasa a diseccionar los pasajes más importantes, los que mejor la definen o los que sirven para ilustrar algún concepto. Encontramos aquí comentarios –siempre sucintos y laudatorios- sobre diálogos entre instrumentos, creación de atmósferas, tonalidades y colores, distintas voces de los cantantes. Cuestiones que nos van abriendo los ojos a cosas que nunca hubiéramos descubierto con solo escuchar esas piezas. Lo más novedoso es que el libro incorpora una buena muestra de cómo integrar el texto escrito con recursos tecnológicos: las explicaciones -como decía, breves y sencillas- se acompañan con sucesivos códigos QR que enlazan a la escucha de esos fragmentos concretos, o bien de la obra en su totalidad. Parece algo realmente lógico, casi obvio, que el lector tenga la oportunidad de escuchar sobre la marcha el pasaje sobre el que se habla, así que desde este punto de vista la solución es impecable. Otra cosa es que, si seguimos de continuo la pauta, mejor será afrontar la lectura sin prisa porque deberemos interrumpir el hilo una y otra vez para dar paso a la música. O que algunos enlaces no funcionen como deben, que eso ya tiene peor solución. Pero la iniciativa me parece del todo acertada.
En el último apartado del libro –que Íñigo muy atinadamente titula ‘Coda’, en vez del más literario y menos musical ‘Epílogo’- insiste de nuevo en la idea inicial: es un trabajo claramente divulgativo, dirigido de forma expresa a todos aquéllos a los que nos gustaría ser capaces de disfrutar de este tipo de música y que, sea por incultura o por insensibilidad, como mucho podemos apreciar la belleza de un aria o tararear algún estribillo operístico famoso. En ese sentido creo que ‘Música para leer’ cumple su cometido, aunque modestamente. Quizá debería haber sido algo más ambicioso, porque en su compañía tal vez subimos el primer escalón, que ya es algo, pero la escalera se me antoja enorme, casi interminable. Y para subir al menos algún que otro piso hay que ponerle muchas ganas y bastante dedicación. Y a eso no sé si llegamos.
4 comentarios:
Interesantísima reseña Carlos, gracias. Yo me encuadro también en ese grupo selecto de los que no se enteran de la "gran música", y como tú lo he intentado por activa y por pasiva (leyendo quiero decir). Me intentado acercar a la ópera e incluso he ido a varias, y me ha gustado mucho. Pero aunque disfruto de algunos temas ya no aspiro a entender y a abarcar ese vasto mundo. No hay vida para tanto me temo. Y aunque soy entusiasta melómano, de la "pequeña música" o música ligera, y disfruto mucho de casi toda la música, con los años he ido ampliando lo que escucho a prácticamente cualquier estilo dependiendo del momento y del ánimo, aunque tengo oído nulo. Volviendo a tu reseña, que me disperso, se agradecen estas obras de divulgación como también puede ser "El resto es ruido" (titulado aquí el ruido eterno) de Alex Ross criticó de música clásica en la revista New Yorquer, que por cierto ya incluía enlaces aunque no códigos QR que facilitan sin duda mucho el acceso a esos recursos. Pero aunque quiero al final esos libros me resultan más espesos que útiles. Y para terminar quiero señalar que se ha puesto de moda, por así decirlo, incluir en los libros listas de reproducción en Spotify, por ejemplo en La sétima vida de Kaspar Schwartz (lectura que tengo pendiente) y en la estupenda biografía gráfica de la Familia Carter que podrían reseñarse bien aquí o en undiscoalasemana. Saludos.
Hola, Sir Robin. Respecto al último punto que comentas, añado James Rhodes y su magnífico libro «Instrumental», donde también se detalla una lista de canciones para acompañar la lectura. En este caso es lógico, pero aún y así, creía conveniente añadirlo ;-)
Saludos y gracias por el comentario
Marc
Está visto que tenemos el mismo problema Sr. Robin, queremos acceder a ese mundo y aprender a disfrutarlo... Pero siempre nos quedamos en el camino, o volvemos a lo nuestro, o sea a todo lo que se ha hecho en música desde que se inventó el rock'n'roll (sinceramente y entre nosotros, yo creo que vuelvo con entusiasmo renovado). Pero bueno, al menos se nos reconocerá la buena intención, no?
Una vez más, encantado de que nos encontremos hablando de nuestras cosas. Un saludo!
Gracias a ambos dos. ¡Y viva lo nuestro! Je, je. La música y la buena literatura. Saludos.
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