Idioma original: inglés
Título original: The Rainbow Stories
Año de publicación: 1992
Traducción: José Luis Amores
Valoración: recomendable
Retumban en mi cabeza (una vez y otra, y creo que no es la primera vez que las rememoro aquí) las palabras de cierto comentario en Facebook de Javier Calvo. Algo así como que la industria editorial norteamericana (con sus sedes en rascacielos, sus premios literarios, su colosal aparato publicitario) se las apaña para vendernos lo mismo una y otra vez.
Y claro, añado yo, que nosotros lo compramos. Si hago esta reflexión, es por la profusión, agudizada en los últimos tiempos, de nombres que se relacionan con un cierto concepto identificable pero difícil de explicar (pureza, dificultad, libertad creativa), que ha permitido concretar un panorama literario "alternativo" pero no "minoritario" encabezado por Pynchon, Gaddis, Barth, Barthelme y Foster Wallace, con un pelotón algo más asequible que integrarían DeLillo, Franzen, Lethem, Roth o incluso McCarthy. Sé que me dejo algunos.
Pues bien: a ese primer grupo podéis ir añadiendo este nombre: William T. Vollmann. Un escritor con un aspecto físico extraño, a medio camino entre un veterano de guerra y un granjero que acaba de cerrar un trato por un centenar de gorrinos. Muy alejado del estereotipo que se retrata en salas llenas de libros de sedes en pisos por encima del 75. Un tipo al que un desorientado y descabellado estudio del FBI atribuía relación con aquel terrorista llamado Unabomber y, desde luego, un escritor muy capacitado técnicamente hablando. Las comparaciones (hasta una cierta competencia) con DFW surgieron en su momento, y aunque puede que haya ciertas similaridades (a Vollmann también le gustan las notas al pie, la duración desmesurada y no le tiene miedo a ser muy duro en las descripciones), creo que hay profundas diferencias.
Historias del Arcoíris es una extensa (casi 600 páginas) colección de relatos, casi crónicas en algún caso, cuyo trazo común es la alusión a colores en todos sus títulos. Son relatos extensos, con algún leve punto de relación entre sus personajes, más homogéneos en sus ubicaciones físicas (zonas como el Tenderloin, una barriada particularmente conflictiva de San Francisco) y desde luego casi siempre protagonizados por personajes en la pura marginalidad. Si Luz ultravioleta despliega el abanico de la desesperación (1992, la enfermedad era una garantía de muerte casi fulminante) de los enfermos de SIDA acudiendo al hospital, ya no nos alejaremos mucho de ahí, y de los toxicómanos seropositivos pasaremos a las tribus de skinheads, los batallones de prostitutas callejeras y los indigentes que pernoctan bajo los puentes de la autopista. El panorama es desalentador y Vollmann no lo dulcifica con humor negro. Vollmann narra lo que ve en su vida y lo que proyecta en su cerebro y lo transcribe con las palabras que dan fe de un modo más preciso. Simplemente levanta testimonio, de forma fría. En Damas y luces rojas va desgranando el dinero que le ha ido costando cada información que ha ido obteniendo de las prostitutas que va presentando. Rosa amarilla, sorprendentemente comedido, es un obvio homenaje a Carver, como si una tensión perversa pugnase por aflorar bajo su tono clásico. Aunque Vollmann también se encarga de instalar escollos. Un par de relatos de los incluidos aquí son realmente de digestión bastante pesada, y alguno de ellos no es precisamente corto. Pero me da que prescindir de ellos no tendría demasiado sentido, que hay que respetar esa unidad incluso ante el volumen de páginas y la tentación de pasar al siguiente relato. Si es que uno aprende de forjarse como lector a base de tochoweeks. Aquello del ritmo y aquello del avance aunque sea a base de un par de páginas.
Estas Historias del Arcoíris parecen el catálogo de un escritor con un pasado personal bastante complicado pero determinado a mostrar todo su potencial. Y eso da para todo: desde capítulos que parecen extractos de la Biblia hasta descripción cruda y casi científica del proceso de una autopsia. Vollmann parece no querer dejar nada en el tintero, nada de lo disfrutable y nada de lo recriminable, todo está en esa docena larga de historias. Ésa es una voz que pide ser oída y, por lo que a mi concierne, voy a hacerle caso.
Historias del Arcoíris es una extensa (casi 600 páginas) colección de relatos, casi crónicas en algún caso, cuyo trazo común es la alusión a colores en todos sus títulos. Son relatos extensos, con algún leve punto de relación entre sus personajes, más homogéneos en sus ubicaciones físicas (zonas como el Tenderloin, una barriada particularmente conflictiva de San Francisco) y desde luego casi siempre protagonizados por personajes en la pura marginalidad. Si Luz ultravioleta despliega el abanico de la desesperación (1992, la enfermedad era una garantía de muerte casi fulminante) de los enfermos de SIDA acudiendo al hospital, ya no nos alejaremos mucho de ahí, y de los toxicómanos seropositivos pasaremos a las tribus de skinheads, los batallones de prostitutas callejeras y los indigentes que pernoctan bajo los puentes de la autopista. El panorama es desalentador y Vollmann no lo dulcifica con humor negro. Vollmann narra lo que ve en su vida y lo que proyecta en su cerebro y lo transcribe con las palabras que dan fe de un modo más preciso. Simplemente levanta testimonio, de forma fría. En Damas y luces rojas va desgranando el dinero que le ha ido costando cada información que ha ido obteniendo de las prostitutas que va presentando. Rosa amarilla, sorprendentemente comedido, es un obvio homenaje a Carver, como si una tensión perversa pugnase por aflorar bajo su tono clásico. Aunque Vollmann también se encarga de instalar escollos. Un par de relatos de los incluidos aquí son realmente de digestión bastante pesada, y alguno de ellos no es precisamente corto. Pero me da que prescindir de ellos no tendría demasiado sentido, que hay que respetar esa unidad incluso ante el volumen de páginas y la tentación de pasar al siguiente relato. Si es que uno aprende de forjarse como lector a base de tochoweeks. Aquello del ritmo y aquello del avance aunque sea a base de un par de páginas.
Estas Historias del Arcoíris parecen el catálogo de un escritor con un pasado personal bastante complicado pero determinado a mostrar todo su potencial. Y eso da para todo: desde capítulos que parecen extractos de la Biblia hasta descripción cruda y casi científica del proceso de una autopsia. Vollmann parece no querer dejar nada en el tintero, nada de lo disfrutable y nada de lo recriminable, todo está en esa docena larga de historias. Ésa es una voz que pide ser oída y, por lo que a mi concierne, voy a hacerle caso.
6 comentarios:
Tuve el encuentro el año pasado con este libro, es tremendo, excesivo e incluso recuerda a las historias de Poe.
Creo que debo leer este libro, ya que me encantan Carver y Kerouac.
Desde luego el concepto "exceso" ajusta aquí como guante de seda. Por cierto, estoy concienciando mi organismo para otro Vollmann. Estáis avisados. Acabo de aclimatarme y empiezo. Gracias por los comentarios.
Este libro le da al lector una buena enseñanza y hace que te imagines cosas fantasticas y entretenidas. Me gusto mucho.
Vollmann se ha convertido en mi escritor favorito de todos los tiempos de estos últimos años. Me atrapó por sus maneras con "Los pobres". Ahora descubro que "Europa Central" es aún mejor. "Historias del..." caerá en algún momento.
Pues Interlunio, gracias por las recomendaciones y, como comento, mi seguimiento de Vollmann, aunque el volumen de alguno de sus libros intimide, no acaba aquí.
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