Idioma original: Inglés
Título original: The return
Año de publicación: 2016
Traducción: Javier Guerrero
Valoración: Recomendable
Nacido en Nueva York en 1970, educado entre El Cairo, Suiza y Gran
Bretaña –donde acabó licenciándose como arquitecto y residiendo- Hisham Matar
podría pasar como prototipo del exiliado mundano, desenvuelto. Que no del
refugiado, puesto que su familia disponía de patrimonio suficiente como para
pagar internados helvéticos. Escritor en inglés -reconoce que le cuesta hablar
en público en su lengua materna, el árabe- en los libros de Hisham Matar está
siempre la presencia de la figura del padre arrebatado, desaparecido, deseado
y, posiblemente, idealizado.
En sus dos novelas anteriores -Solo
en el mundo e Historia de una
desaparición- concebidas como ficción aderezada de recuerdos y vivencias
personales, la narración surgía desde el punto de vista del niño que va
conformando su existencia con el enorme vacío causado por la falta –ocasional o
definitiva- de la figura paterna. Y, aunque la ficción no era estrictamente
autobiográfica, sí que se nutría de la propia experiencia del autor. Su padre,
Jaballa Matar, fue secuestrado en El Cairo en 1990 por la policía egipcia y
entregado al régimen de Gadafi, que lo recluyó en la prisión de Abu Salim, de
la que ya nunca salió. En El regreso
el cambio de registro es total y Hisham Matar nos relata su vuelta a Libia en
marzo de 2012 (“Ahí estaba la tierra.
Oxidada y amarilla. Del color de la piel recién curada.”), después de 33
años de ausencia, tras la caída del dictador y antes de que el enfrentamiento
sectario entre milicias desgarrase de nuevo al país abocándolo al caos, la
violencia y la ley del más fuerte.
Así que en El regreso
confluyen el relato de los preparativos, la llegada y el reencuentro con la
familia y los lugares sentidos como propios –Ajdabiya, Bengasi, Trípoli-, a la
luz mediterránea que acoge, ampara y reconforta. O, por así decirlo, la esfera
de la objetividad personal, con toda la carga emocional y psicológica que
conforma la propia personalidad del autor: la ansiedad por encontrar
respuestas, por llenar vacíos, por saldar cuentas. Y es quizás en esta
simbiosis donde el relato pierde pegada, se ahoga en una excesiva contención y
se echa en falta un clímax, pues toda esta sustancia humana y vital, colectiva
y política, que podría dejar noqueado al lector, pierde parte de su enorme
carga potencial de impacto entre regresiones, flash backs y párrafos para contextualizar.
Aunque, por supuesto, el relato tiene el interés de descubrirnos
lugares y personas cuyo tratamiento por los medios de comunicación resulta
bastante superficial y, sobre todo, nos acerca a la tesitura de los exiliados,
siempre divididos entre el aquí y el allí, el ahora y el antes, lo que hay y lo
que se perdió, lo deseable y lo posible. Hay también algún momento tenso,
escalofriante, como el que Hisham Matar dedica a su trato –conversación, llamadas,
mensajes…- con Seif el Islam, al que se tenía por el hijo más moderado del sanguinario
déspota. Uno de esos personajes -todopoderoso, cínico, fanfarrón- de los que uno
no querría tener jamás la necesidad de esperar algo. El regerso ha obtenido el premio Pulitzer 2017 en su categoría de “Biografía
o Autobiografía”.
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