Título original: Zazie dans le métro
Traducción: Fernando Sánchez Dragó
Idioma original: Francés
Año de publicación: 1959
Valoración: Muy recomendable
Si a la mayoría de nosotros nos preguntaran por intelectuales
franceses de los años 50 y 60 del siglo XX, seguramente saldrían a relucir
nombres como los de Alain Resnais, Albert
Camus, Jean Paul Sartre, Louis Althusser, Michel Foucault o Jean-Luc Godard. Todos ellos intelectuales muy sesudos, muy serios, muy de
“gafapastas”.
Pero no toda la intelectualidad francesa de su tiempo fue
así. Hubo una parte de ella que se fue más por la rama lúdica y que describió y analizó el mundo y la época que le tocó vivir desde el humor, el absurdo y
el surrealismo. Uno de los ejemplo más claros fue el Ilustre Colegio de Patafísica, del que fueron miembros, entre otros, Boris Vian, Eugene Ionesco o Raymond Queneau.
Y hoy vamos a tirar para ese lado aprovechando que la pasada Tochoweek nos ha dejado el cerebro como un campo arrasado por una plaga de langostas hambrientas y que, por tanto, no tenemos el
coco para disquisiciones filosóficas de primer nivel. Nos ponemos con "Zazie en el metro", una de las más famosas novelas del autor de los “Ejercicios de estilo” y creador del OuLiPo, fama debida, en parte, a la adaptación cinematográfica que hizo en 1960 el también francés Louis Malle.
El libro tiene un argumento
muy simple. Zazie (una niña de unos 12-13 años aproximadamente) es dejada por
su madre en París al cuidado de su tío Gabriel durante 2 días y medio. ¿Por
qué? Bueno, en fin. Eso son cosas de mayores.
Pero Zazie no es una niña cualquiera. Es lista como ella
sola, malencarada, lenguaraz, rebelde, independiente. Y para colmo de males se
le ha metido en la cabeza recorrer la ciudad en metro, pero desgraciadamente
para ella ¡¡¡hay huelga de trabajadores de metro!!!. A Zazie no le importa y comienza a
deambular, en taxi o a pie, por la ciudad. Y en la ciudad vivirá situaciones
inverosímiles y se topará con personajes de lo más variopinto.
Se encontrará con sátiros disfrazados de policías
disfrazados de sátiros, buscavidas, viudas ninfómanas, turistas engañados, cabarets de
“hormosexuales”, etc. También se perderá por la ciudad, subirá a la Torre
Eiffel, se verá metida en alocadas persecuciones, secuestros discusiones tabernarias, etc.
Todo ello contado a un ritmo endiablado, con diálogos chispeantes, gran frescura y con un humor disparatado y absurdo. Y esto pese a que el humor de Queneau se
basa mucho en juegos de palabras y alteraciones sintácticas, lo que hace muy difícil que el ritmo y la gracia del libro
se mantenga en la traducción. Aquí me gustaría mencionar que la traducción
corre a cargo de Fernando Sánchez Dragó (me he prometido no emitir juicios de
valor sobre el susodicho), el cual creo que consigue salir airoso del trance.
Obviamente, habrá juegos de palabras intraducibles, otros que pierdan todo su
sentido en castellano y otros que otro traductor hubiera expresado de forma
diferente, pero me da la sensación de que ha sido un duro trabajo y de que la labor de Sánchez Dragó es bastante
buena.
La novela también es, en parte, novela de iniciación o de aprendizaje en el sentido más amplio del término. Zazie se ve empujada al
mundo de los adultos, lo contempla, choca con él e intenta comprenderlo. De hecho, al
final de libro, cuando su madre le pregunta: “Entonces, ¿qué has hecho?”, ella
responde, ni corta ni perezosa, “He envejecido”.
Nosotros no diremos que hemos envejecido con las aventuras de “Zazie en
el metro”. Pero sí podemos afirmar que nos hemos reído (y mucho) con su lectura.
2 comentarios:
Siento decirlo, porque en general tengo buen concepto de Queneau, pero el libro, con ser simpático y aunque tiene buenos golpes, me parece una comedia de enredo un poquillo endeble.
Y respecto de ese señor que citas como traductor, pues sí, creo que esta vez se ha ganado el sueldo. Más que juegos de palabras -que también- lo que hace el libro es una apuesta total por el lenguaje coloquial, y además el de los años cincuenta, que no es exactamente el de ahora. Yo he cometido la temeridad de leerlo en V.O., y me ha hecho sudar bastante.
Saludos, compañero. Buena reseña!
Bueno, sí que es cierto el argumento es más simple que el mecanismo de un botijo, pero yo recuerdo que me eché mis buenas risas con las peripecias de Zazie.
Y lo de leerlo en VO ya tiene mérito, ya!
Abrazo!
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