lunes, 21 de marzo de 2016

Javier Calvo: El fantasma en el libro + Bonus: algunas respuestas del autor

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: imprescindible para interesados, muy recomendable para público en general

La carrera como autor de ficción de Javier Calvo siempre me ha interesado. Ha retratado a Barcelona en las tres novelas que he leído, y siempre lo ha hecho de forma perspicaz e inteligente, sin abandonar un estilo que mezcla contemporaneidad y pleitesía por clásicos de culto. Ha retratado una ciudad gótica y pestilente, soleada y corrupta, gris y secretista, pero sus novelas siempre han mostrado un autor inquieto y permeable a su descomunal conocimiento de la cultura de los últimos doscientos años. De lo que cabe responsabilizar algo, seguramente bastante, a su brillante faceta como traductor del inglés. Tan reputado y tan ubicuo que yo mismo he acabado identificándole "aquí" gracias a ciertos aspectos distintivos de su trabajo.  Me ha sorprendido que para este, primer ensayo (y que dedica al mundo de la traducción), haya elegido un registro neutro, lejos de sus relativos excesos en narración, y que este registro resulte tan adecuado y convincente. Porque creo que lo primero que Javier Calvo espera de este ensayo es reivindicar respeto por su profesión, y cree que esta es una premisa que no admite frivolidades, y ello empieza por emplear el tono adecuado. Cercano, directo, alejado de dogmatismos y poco dado a aquello que aburriría a los profanos. Nada de discutir de semiología o semántica o sintaxis o de aburrirnos con juegos de palabras e insustanciales errores que malograron textos. Pocos ejemplos, pero claros y concisos.
Cinco capítulos en apenas 200 páginas que yo hubiese celebrado gozoso que fueran el doble. Porque uno de los disfrutes de este libro es su mera lectura, donde notamos que Calvo también ha asimilado y hecho propias virtudes narrativas de sus traducidos y va al grano. El siguiente es su comprensión, pues nos empapamos de la evolución de su profesión, y comprendemos que esta ha sido pareja a la evolución social y tecnológica. Difusión de la cultura y sus cortapisas pasadas, presentes y futuras. Pasaremos por la traducción de los textos religiosos, de las primeras obras literarias con repercusión global, nos hablará de la censura en la España del tardofranquismo, con las traducciones de autores afines al régimen, y las luchas por filtrar obras más comprometidas. Y claro, el futuro que se cierne con el implacable avance de cacharros como el Google Translate, útiles pero perversos instrumentos que permiten que uno pueda hacerse una idea aproximada de cualquier texto de la red con el único requisito del corta y pega, lo cual no debería ser, en un principio, una amenaza para la traducción literaria, pero a saber, tal como andan los tiempos. 
Ameno, interesante, aclaratorio, y muy dinámico en su lectura y en su estructura. Qué más vamos a pedirle. Y, en fin, una justa reivindicación de esa, definen, profesión invisible, que permite, a los que no dominamos lo suficiente otros idiomas como para apreciarlos en su riqueza literaria, acceder a mucha literatura. Porque dejen que añada algo de mi cosecha. Todo traductor ha de ser, encima, un gran lector, tan capaz de vislumbrar los árboles que son las palabras, como el bosque que es el libro y la sombra del bosque que es la intención que todo gran escritor suele proyectar Y Javier Calvo lo ha conseguido muy a menudo. Si no es para estar agradecido.

También de Javier Calvo en ULAD: El jardín colganteCorona de flores

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Acabada esta reseña, la amable gente de Seix Barral que me facilitó un ejemplar del libro, me ofreció la posibilidad de entrevistar a Javier Calvo, de vuelta por Barcelona (se mudó a Brooklyn hace unos meses, su mujer, también traductora, es estadounidense) para cuestiones promocionales. Incapaz de cuadrar horarios para hacerla in situ, accedió con generosidad a contestar un cuestionario desordenado y caótico que le hice llegar por e-mail, en el que a los cinco minutos me arrepentía de no haber puesto ciertas preguntas en vez de ciertas otras. Considerando que no hay vuelta atrás, y que, por ejemplo, me voy a quedar sin saber si en el mundo de la traducción hay tantos estómagos agradecidos como en el de la edición, intento poner un poco de orden (el mío) en las respuestas que me envió.

Lo siento, el libro me ha parecido algo breve, ¿se han quedado cosas en el tintero?

Sí, por supuesto. Era parte del plan. Escribir un librito pequeño y accesible. Podría haber escrito fácilmente uno el doble de largo, pero mi gran desafío –y mi prioridad– era venderlo a una editorial grande y hacer un libro asumible por un público que no estuviera particularmente interesado en la traducción literaria como fenómeno. Para eso, siempre quise hacer un libro ligero. Lo que también pienso es que por mucho que el libro hubiera sido el doble de grande, habría tenido exactamente el mismo tema (la industrialización de la traducción literaria) y la misma tesis (el hecho de que el traductor necesita más espacio para desarrollar su actividad de formas más creativas).

¿De qué va a ir su siguiente obra en ficción? ¿Piensa trasladar a USA los escenarios de sus novelas? 

No lo sé. El siguiente libro en el que empecé a trabajar es otro ensayo literario como éste. Aunque eso no quiere decir que vaya a ser el siguiente que acabe. La verdad es que después de unos años que pasé escribiendo mucho, ahora escribo poquísimo.

Desde la lejanía, ¿también se percibe que la literatura española está deprimida y es endogámica? 

No sé. Yo no tengo realmente una perspectiva de cómo está la literatura española. Para empezar, no tengo tiempo de leer lo que se publica. Luego además, no creo en esa clase de diagnósticos horizontales. Me interesan los autores y autoras individuales y siempre ha sido así. En este sentido, hay una docena de autores y autores españoles vivos que sigo, muchos de ellos de mi generación. Y una docena me parece bastante, la verdad. ¿Cuánto talento tenemos que esperar que se dé simultáneamente en un momento dado de la Historia? Yo creo que una docena está muy bien. Luego, claro, le preguntas al de al lado y te hará una selección y un diagnóstico completamente distintos.

La literatura americana parece en ebullición. Escritores afincados en USA procedentes de otros países. Recuperación de autores de culto. Constante surgimiento de nuevas propuestas, repercusión de sus premios. ¿Es esto real, o es una ganancia de la traducción? ¿Qué nos estamos perdiendo? 

La literatura americana actual sí que me parece deprimente. Cada vez más uniforme, cada vez más plana, dominada por la poética de la experiencia, lo memorial, el drama familiar y la corrección política. La repercusión de la literatura norteamericana en el resto del mundo es una simple imposición del sistema, una prueba del poder sin límites que tienen los agentes americanos y de su capacidad de vendernos una y otra vez lo que les da la real gana.


¿Dónde se va a meter si gana Trump? 

En realidad mis planes (de momento) no dependen de la victoria de Trump. Gane quien gane esas elecciones, todos perderemos. Trump es terrible, pero también lo son los Cruz, Rubio, Clinton, etc.

¿Volverá el domingo al Mercat de Sant Antoni? (Mercado barcelonés de libros, revistas y muchas cosas más de segunda mano que abre los domingos, y sitio del que Javier Calvo dijo ser el único que echaría de menos al dejar Barcelona)

De hecho, no he vuelto. Aunque me habría encantado.

¿Alcanza un traductor de prestigio como Vd. el status de ser selectivo con los encargos?

En realidad, no. Lo que sucede es que a partir de alcanzar cierto estatus como traductor literario, uno puede sugerir títulos a traducir y encontrar a editores y editoras que le hagan caso. Es lo que pasó con Colin Wilson o con Iain Sinclair, cuya publicación en España durante los últimos años es puramente resultado de mi cabezonería. Cada vez más, mi carrera se va dividiendo en dos ramas. Por un lado, los libros que traduzco por una cuestión “comercial”, por así llamarlos, que me dan de comer, y que generalmente son para editoriales grandes y autores importantes. Por otro lado, libros más extraños, minoritarios o subterráneos, que traduzco para editoriales pequeñas de amigos y en un ámbito donde hay mucha más libertad en todos los sentidos.

¿Algún otro idioma del que le gustaría traducir, y un motivo que no le resulte comprometedor?

En realidad me encantaría traducir de cualquier otro idioma. Quizás tengo cierta preferencia por las lenguas europeas,  pero únicamente porque de ellas se traduce mucho más y sería más factible desarrollar una segunda carrera.

No conozco traducciones suyas del español al inglés, ¿lo considera un paso evolutivo natural? 

Yo no diría “natural”, aunque es cierto que he empezado a hacerlo un poco.  Pero con franqueza, he tardado muchos años en desarrollar una competencia suficiente para traducir al inglés. Yo empecé a escribir en inglés muy tarde en la vida, y nunca me he sentido 100% cómodo.

¿Cuál es la palabra más rara que ha usado como traducción de "fuck"?

Jaja, no lo sé. En ocasiones he traducido “fuck” como interjección por “hostia”. Muchos editores odian esta traducción y me la quitan, pero por alguna razón, en mi cerebro las dos palabras están conectadas, y su asociación materializa esa quimera de la traducción: la sinonimia perfecta.

Pues eso; la sinonimia perfecta.

2 comentarios:

Álex Azkona dijo...

Madre mía, qué línea de separación más fea, he tenido que dejar de leer, imposible saltarla y aterrizar en el bonus. Mira que soy delgaducho y tengo las piernas largas, pero nada.

Francesc Bon dijo...

Ja ja ja. Te conozco y te perseguiré.