martes, 15 de diciembre de 2015

Anna Politkovskaya: Diario ruso


Idioma original: inglés
Título original: A Russian Diary
Año de publicación: 2008
Traducción: Fernando Garí Puig
Valoración: tristemente imprescindible

Página 154

Al mismo tiempo, una lista de "enemigos del pueblo ruso" ha aparecido en la web de otra organización ultranacionalista, el Partido de la Gran Rusia. Se trata de una lista de 47 nombres donde figura el de Svetlana Gannushkina, directora de Ayuda al Ciudadano, la más importante de las asociaciones dedicadas a ayudar a los refugiados que se han visto obligados a ser reasentados. Alla Gerber también aparece como presidente de la Fundación del Holocausto y adalid de la lucha contra el antisemitismo en Rusia. También está Andréi Korizev, ex-ministro de Asuntos Exteriores, por sus inclinaciones prooccidentales; lo mismo que el presentador de televisión Nikolái Svanidze, por ser georgiano (y, de paso, compatriota de Stalin) y Yelena Kanga, porque su madre se casó con un africano. También figura la que escribe estas lineas."

No hace muchos días, y en una casualidad de las que te hace esbozar una amarga sonrisa, leía en este mismo blog sobre los detractores de la reciente premio Nobel, Svetlana Aleksiévich, que la tildan de anticomunista y anti-Putin. Ah, Putin. Podemos reírnos de la pose de Putin, de su rostro impenetrable. Del juego que da su apellido en la lengua española. Igual que nos habíamos reído de los bailes etílicos de Yeltsin, de las cejas de Brezhnev, de la mancha en la frente de Gorbachev, del títere interpuesto y burócrata de Medvedev.

Nosotros podemos, pero Anna Politkovskaya ya no puede. Porque la asesinaron. Le dispararon en el ascensor en el bloque de edificios, en Moscú, donde vivía, y no puede haber otra causa más lógica que la incomodidad que su labor periodística causaba entre aquellos que ostentaban (ostentan) el poder en Rusia. Puedo decir que es una especulación, claro, pero va a ser que no. Porque si una sola de sus afirmaciones en Diario Ruso fuera mentira, ahí estaban los tribunales para resolver lo que fuera: calumnia, libelo, difamación...
Pero parece que en la era Putin no había, no hay mejor manera de resolver las diferencias que liquidando a quien se interpone entre el voraz apetito criminal y el copioso plato del poder. Diario Ruso es un dietario particularmente completo. Para el afán investigador de Politkovskaya no hay día que no se salde sin algún hecho revelador de esa insana obsesión. Desde la neutralización de opositores, aun siendo estos débiles y dispersos, hasta el uso casi lúdico de conflictos terroristas, donde se sacrifican soldados y civiles a destajo en lo que se muestra como una cruel contabilidad de causas y consecuencias que justifican acciones. Puede sorprender la relativa pasividad de la población, una población educada en el acatamiento del comunismo, acostumbrada a sucumbir ante Aparato y oligarquías. No es un tópico, pues al que ya le cuesta sobrevivir en el día a día ya se la traen al pairo los políticos y las intrigas. Entonces no hay que recriminar ese triste escepticismo ante las injusticias que afectan a otros. Hay que comprenderlo y convivir con el escepticismo que a uno le evita complicaciones y le salva la vida. Lo que le pasa a Politkovskaya es que es periodista y no puede callar: la gente se dirige a ella para exponer las situaciones que atraviesan, y ella indaga y explica lo que sucede, y lo que sucede sucede, siempre, con impunidad. Secuestros, asesinatos, abusos, tolerancia absoluta ante violencia racista, ante violencia en el seno del ejército, ante la indiferencia generalizada ante unos medios de información que, a costa de ser silenciados, han acabado tirando la toalla y están entregados a una propaganda ciega y servil al poder absoluto.
Y Politkovskaya no se cansaba de explicarlo desde sus colaboraciones en los medios escritos. Y tantos criminales a los que intentaba destapar son demasiadas apuestas en contra. Ahora mismo podría estar (invito a quienes me lean a hacerlo) mirando en Wikipedia si algún día se resolvió el misterio de quién la asesinó. Manos ejecutoras o mente instigadora. Pero estoy casi seguro de que no fue resuelto. La periodista acumuló tantos enemigos y tan diferentes que los sospechosos deben ser centenares.

Página 358

"Oficialmente, el 58 por ciento de los encuestados aprueban el lema "Rusia para los rusos". Cuando se les pregunta qué harían si ganaran un sueldo decente, otro 58 por ciento dice que inmediatamente compraría una propiedad en el extranjero y emigraría. Esto  es una sentencia de muerte para "Rusia Libre" y también explica por qué no hemos tenido ninguna revolución últimamente. Estamos esperando que venga alguien y la haga por nosotros."

Conforme avanzan las páginas, como si fuera consciente de su funesto futuro, Politkovskaya comprime y densifica sus reflexiones. Los hechos pesan, y todos se encaminan en el mismo sentido. Politkovskaya ni siquiera llega a enterarse de que un mero secundario como Medvedev acabará dirigiendo la nación como transición para que Putin regrese. Todo lo que pasa, las humillaciones por las que se hace pasar a héroes de la nación, a víctimas, a sus familiares, precios nimios con tal de perpetuar a la nueva oligarquía, procesos judiciales que son orquestados de manera perversa para exculpar a criminales y mortificar a opositores.

Página 361

"Poco después de esto, se supo que Putin estaba invitando a unos representantes del Comité de Madres de Beslán para que se reunieran con el en Moscú el 2 de septiembre. Al principio, las mujeres se mostraron indignadas: el 2 de septiembre es la fecha de la conmemoración de los fallecidos. No podían ir de ningún modo. Entonces, la administración presidencial  les espetó que le reunión  entre Putin y la gente de Beslán tendría lugar con ellas o sin ellas; ya encontrarían a alguien que dijera ante las cámaras de televisión lo mucho que la gente de Beslán quiere al presidente. En Rusia siempre se encuentra gente así."

Todo este Diario Ruso es un recorrido duro y tortuoso por hechos crueles, sangrientos, arbitrarios y, todo hace indicar, impunes. Politkovskaya levantó testimonio al que añadió poco aderezo. Como Bowden, Walsh, Kapuscinski, tantos otros, escritores que hacen crónica o periodistas que hacen literatura, mientras yo pienso si esa es o no la misma profesión de esos otros que se apoltronan en los platós comentando bodas de la realeza, o andanzas de cuatro zánganos en un reality-show.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca entendí el prestigio que se atribuye a quienes son etiquetados como activistas, especialmente del tipo que defiende lo que llaman derechos humanos. A mí me parecen charlatanes condescendientes, narcisistas y ególatras. En fin, esta señora -su cadáver- huele a propagandista pro-occidental desde aquí.

Anónimo dijo...

Al primer Anónimo decirle.. Que es muy fácil criticar desde el anonimato a alguien que ha dado su vida por lo que cree que es justo. Puede hacerlo cualquier idiota y cualquier malnacido. No digo que tu lo seas. Tampoco digo lo contrario.
Felicidades por esta gran reseña

Francesc Bon dijo...

SU CADÁVER. Piensa en ello, Anónimo. Porque los oligarcas, esos que mueven billetes de 500 rn las joyerías del Passeig de Gràcia y compran villas en Begur o Platja D'Aro no parecen ser muy abanderados de igualdad o dictadura del proletariado. Algo no cuadra ahí.

irati dijo...

Gracias por la reseña y por las reflexiones que apuntas en ella, me ha gustado mucho. Kapuscinski, Politovskaya, Svetlana... los leo con el mismo interés y emoción que leo literatura, y además con enorme agradecimiento por contarnos, tan bien contadas, cosas que jamás hubiéramos sabido de no ser por escritores maravillosos como ellos.

Qué debate tan inútil para mí, el de "literatura o periodismo".

Carlos Andia dijo...

Ya lo ha apuntado Francesc. A lo único que huele el cadáver es al tufo de los corruptos que ordenan asesinar al que discrepa, para que no molesten mientras se amasan las fortunas. Quizá puedo discrepar de algunos de esos 'pro-occidentales', pero no será para dar la razón a los mafiosos. Ni tampoco a los estúpidos.

El Puma dijo...

Entro a dejar mi comentario y leo el del primer anónimo...Un asco.

Seguramente el señor anónimo sea un nostálgico de Stalin. Probablemente vacacione en los lujosos all-inclusive del archipiélago de Gulag. Un demócrata, seguramente.

Dicho esto, voy a lo más importante (para mí). Como nieto de rusos algo he aprendido sobre el pueblo ruso y su historia. Principalmente a través de mi abuela, una gran devota de Pushkin, Chekov y Tolstoi, y ferviente oyente de Tchaicovsky o Mussorgsky. Ella se confesaba perpleja que un pueblo que nos dio semejantes artistas e intelectuales fuese al mismo tiempo un pueblo (mayoritariamente de campesinos) que precisaba de regímenes totalitarios para ser gobernado. Si el comunismo que rigió a la Gran Madre Rusia durante más de 70 años es señalado como el paradigma de los totalitarismos del Siglo XX, los zares que lo precedieron no eran Heidi y Pedro. Ni mucho menos.

Putin y su coro de obsecuentes no son más que herederos de esa tradición.

PD: para quienes quieran conocer algo más de la nueva clase dominante en la Rusia post Gorbachev, recomiendo la lectura de "Un traidor como los nuestros", de John Le Carré.

luciano tanto dijo...

el anónimo, mente totalitaria clásica, sirve para dejar en claro que los rusos se merecen lo que tienen, rojos, blancos o negros que sean sus gobernantes, ya que nunca se arriesgaron a vivir en una auténtica democracia. pero la cultura -y sobre todo la cultura política- no se compra, se construye entre todos.

Anónimo dijo...

Soy el primer anónimo.

Al segundo anónimo: que alguien de la vida por una causa que considera justa no es, para mí, merecedor de respeto o de consideración. Puede muy bien pasar que la causa en cuestión sea una estupidez, o puede que detrás de dicha causa se escondan los billetes.

F. Bon: desprecio tanto la idea de igualdad como la quimera de la dictadura del proletariado. Los tiros de mi comentario no iban precisamente por ahí.

A los otros comentarios que aluden a mi supuesta postura pro mafiosa o pro oligarquía: desprecio a los activistas de los llamados derechos humanos porque trabajan esencialmente para convertir nuestras vidas en peores. Ni soy un admirador de Stalin ni de la URSS, solo un crítico de lo que llaman democracia, libertad y derechos humanos. Pero bueno, como la mayoría, solo piensan en términos blancos y negros, incapaces de ver el gris.

luciano tanto dijo...

¿y cuál sería, tu "gris"?

Francesc Bon dijo...

Bien, con una reseña parecida hoy, y aborreciendo la moderación de las terceras vías, inútiles hoy, si que creo que habría que predefinir las cuestiones de opinión, y que ningún totalitarismo debe ser aceptado bajo ningún pretexto, jamás y nunca más.