jueves, 28 de mayo de 2015

Javier Pérez Andújar. Paseos con mi madre

Idioma original: español
Año de publicación: 2012
Valoración: está bien

Muy difícil, para uno, valorar un libro algo extraño como este. Ni siquiera sé si la palabra extraño lo define. No debería encajar con algo, en el fondo, bastante clásico, como un relato de experiencias propias, de vivencias basadas en algo tan mundano como es el paseo. El ir y venir, en este caso, por las zonas menos favorecidas, menos mostradas a los turistas, de una gran ciudad como Barcelona y de algunas de las poblaciones que la rodean, eso tan ochentero llamadas ciudades satélite o ciudades dormitorio o, ya no tan delicado, suburbios o cinturones industriales. Barrios de L'Hospitalet de Llobregat, Sant Adrià de Besòs (ciudad natal del autor), Badalona o Cornellà. Poco a poco, todos son mencionados, sus rincones nombrados y su situación más o menos detallada. Respondiendo a un patrón común, barriadas crecidas en los años 60 y 70 para acoger las oleadas migratorias que, procedentes de Andalucía o Extremadura, la entonces pujante industria fabril catalana requería como mano de obra.
Pérez Andújar lo hace bien. No pierde ninguno de los detalles habituales de las crónicas de extrarradio. Los problemas con las toxicomanías, la austeridad, el desempleo, las tiendas de barrio ahora sustituidas tanto por grandes superficies como por comercios regentados por nuevas oleadas migratorias (esta vez más de lugares más ignotos). El día a día de quien se pasa en la calle porque su casa, pequeña, austera. le angustia y le agobia. Pero hay dos cosas que no acaban de encajarme en esta narración. Posiblemente el lector paciente y voluntarioso pueda disculparlas.
Primera: el uso de Andújar del tiempo futuro mantiene todo el libro en una especie de suspense que no se acaba de resolver. Como un tamborileo al que le falta el platillazo. Una y otra vez, Andújar se desdobla y explica qué pasará a continuación, cómo cada una de sus experiencias de niño son precedente y causa de su existencia adulta. Pero no hay más repercusión: voy por aquí, luego me interesaré en el futuro, por colaborar con cierta publicación, Me relaciono con este círculo, luego yo andaré y veré a esas personas, el deterioro que causa el tiempo en ellas mientras yo, escritor y articulista para algún medio mayoritario, iré tirando y contemplaré el barrio con cierta nostalgia teñida de condescendencia.
Segunda: la cosa esta que de vez en cuando saco de la intención. Mención aparte de que Pérez Andújar parece tener una vida convencional y rutinaria como la de cualquiera, y que no hay experiencia alguna a temas más físicos, salvo la innegable pulsión inherente a todo escritor de interesar, no veo sentido a este ejercicio. Enumerar barrios, situaciones, calles, incorporar pequeñas anécdotas relacionadas con esos escenarios, todo eso puede resultar completamente justificado para aquel que, como Andújar, quiere emplear un texto más o menos extenso para homenajear sus orígenes. Pero no acabo de verle el sentido a su publicación, a ponernos a todos (bueno, a los que nos decidimos a leerlo) en su conocimiento. Cosa que sí aprecié, por ejemplo, en Solsticio, de José Carlos Llop. Una lectura agradable, ligera, quizás (la cercanía de cada uno al autor ya lo determinará) hasta entrañable. Pero de escasa perdurabilidad.

2 comentarios:

El ojo que todo lo lee dijo...

Llama mucho la atención el título y lo que has escrito más. Así que puede ser que me lo lea este verano.

Kiss

Francesc Bon dijo...

Gracias por el comentario. No es para nada una mala lectura, aunque he de decir que se disfruta especialmente si se conocen los barrios y los parajes que el autor describe.