Título original: The ange esmeralda
Año de publicación: 2011
Valoración: Muy
recomendable
La
mirada aguda y minuciosa, así como la soltura con que elige perspectivas
singulares, parecen caracterizar a un DeLillo de cuyo largo trecho recorrido
hasta ahora encontramos aquí una más que significativa muestra. El ángel esmeralda da nombre a una
reciente recopilación de nueve relatos escritos entre 1979 y 2011. En algunos
de ellos cuesta adivinar la intención, en otros, como Momentos humanos de la Tercera Guerra Mundial (1983), esta aparece
diáfana. Lo que viene a decir es que una situación puede no ser tan mala como
parece a primera vista, depende de con qué se la compare. La guerra que indica
su título parece propiciar momentos humanos en la vida de estos dos astronautas
–encerrados en su nave quien sabe por cuánto tiempo– que hasta entonces
carecían de intimidad a causa de un totalitarismo comparable al que precedió a
la segunda guerra. En esas circunstancias, un ambiente opresivo puede no serlo
tanto, la sensación de asfixia es más nuestra que de los propios personajes, y
conseguir ese efecto sin imágenes, utilizando únicamente palabras, da idea del
talento del autor. También aquí menciona la creación,
un asunto que parece tener muy presente ya que da título a uno de los relatos,
el primero, escrito cuatro años antes.
Pero
no siempre podemos comprender con tanta claridad el planteamiento del autor. A
veces, disfrutamos tanto con la situación en que estamos inmersos que se nos
olvida preguntarnos a dónde nos quiere llevar. Porque siempre se llega a algún
sitio aunque, en ocasiones, sea a la nada
más desértica. Esa ausencia de conclusiones puede llegar a decepcionarnos.
Otras veces el mensaje es sutil pero existe. Medianoche en Dostoievski (2009), por ejemplo, el más
metaliterario, el que recrea la obsesión de todo creador, puede concluir de
cualquier modo pues lo que importa es su desarrollo, la forma en que se muestra
a los lectores el lugar de dónde un escritor extrae la materia prima. Aunque lo
que encontramos en él es mucho más, los personajes –aquí también son dos–
aparecen perfectamente dibujados y llegan a mostrar –de nuevo– una humanidad
cercana y entrañable.
Dos
personajes aparecen igualmente en Baader.
Meinhof (2002), el primero de la última parte, y en La Hambrienta (2011). Este, que recrea, magistralmente, una
obsesión, sirve para cerrar el volumen. Aunque lo que muestra es la capacidad
para obsesionarse. Con lo que sea. En este caso, con el cine en primer lugar,
más tarde con una mujer muy delgada, meros sucedáneos de las carencias de un
individuo sin perspectivas ni capacidad para crearlas.
Los
paralelismos constituyen el punto fuerte de DeLillo en estos cuentos. Para
muestra, el que se establece en la ya citada Baader-Meinhof (2002) entre esa relación incipiente (que aborta
antes de empezar tanto por el terror de la chica como por las intenciones
demasiado evidentes del hombre) y las escalofriantes imágenes que aparecen en
unos cuadros. O en La hambrienta (2011),
entre la obsesión del protagonista por el cine y por una mujer con pinta de
anoréxica, o en La acróbata de marfil (1988),
entre el personaje real y la figura de la bailarina. Incluso, como hemos visto,
entre los propios personajes, sobre todo cuando se presentan de dos en dos.
En
mi opinión, la genialidad que DeLillo, manifiesta en todos, ellos radica en ese
carácter anodino y trivial que se muestra en un principio, para ir
introduciéndonos paulatinamente en un ambiente opresivo, inquietante,
peligroso, cuando no directamente terrorífico. Esto se debe a lo que todos
ellos tienen en común: la convicción –que acabamos compartiendo– de que no hay
nada más pavoroso que el aislamiento producido por la imposibilidad de
comunicarse.
También de Don deLillo en ULAD: Aquí
6 comentarios:
Qué casualidad. Es el libro que me llevé para leer durante mi semana de vacaciones. Aún me faltan los dos últimos relatos.
Me llama la atención que el autor de la reseña no mencione el relato que da título a la colección: The Angel Esmeralda, quizás el más potente de entre los que he leído.
Lo que me produce cierto desconcierto es que tengo la impresión -casi la convicción- de que ese mismo relato aparecía ya incluido como parte de la novela Submundo, posiblemente la obra cumbre de Delillo -al menos la más ambiciosa-. Sin embargo, en el libro -poseo la versión inglesa de la editorial Picador- no se menciona que fuera extraído de dicha novela mientras que sí se apunta las revistas en las que aparecieron originalmente publicados la mayoría de los relatos.
En cuanto a lo que menciona el reseñista sobre el cuento "Midnight in Dostoievsky", para mí la clave está en el contraste entre el recurso sin límites a la imaginación por parte de los dos jóvenes protagonistas -dispuestos a llegar a las manos- que curiosamente son alumnos y compañeros en un curso de razonamiento lógico.
Bueno, lo dejo aquí. Temo enrollarme demasiado.
Hola Gatopando,
Sí, es verdad que resulta raro porque en todas las reseñas de relatos se menciona el del título como si fuese obligado hacerlo. Yo he prescindido de normas no escritas, aunque tampoco ha sido premeditado. Simplemente, he ido hablando de los que me iban viniendo a la cabeza, sin establecer prioridades ni siquiera por gustos, y cuando llevaba unos cuantos he pensado que ya era suficiente.
El ángel esmeralda no es de los que más me han impactado, pero reconozco que es un buen relato y tampoco lo sitúo entre los peores del libro. Lo que menos me gusta de él es que no me parece muy original y que apela demasiado al sentimentalismos. Pero, aunque sobre gustos hay un montón de cosas escritas, ellos van a su aire, ni nosotros mismos podemos decidir si algo nos gusta o no, mucho menos el resto del mundo.
No conozco la novela que mencionas , pero a veces los escritores esbozan un tema o unos personajes o ambas cosas y luego lo desarrollan en otra obra. Este relato puede tener su origen en la novela o ser el germen de alguna de sus partes. Pero, si en conjunto, se trata de obras distintas, no se suele destacar más que por los estudiosos del autor que sea.
En relación al cuento, más o menos, venimos a decir lo mismo. Tomando el juego de dos chavales como excusa, DeLillo reflexiona sobre el acto de la creación literaria. Al menos, es lo que yo interpreto. Se trata de metaliteratura, creo que eso es evidente.
Dejo el enlace a otra crítica de El ángel Esmeralda por si alguien está interesado en contrastar: http://queraroestodo.blogspot.com
Gracias. He leído tu reseña y veo que resaltas aspectos fundamentales y que no hay contradicciones con la mía. En cuanto a tu coincidencia vital con las circunstancias del relato, la encuentro altamente literaria.
Saludos
puf, yo me lo dejé a medias. Será que todavía no he encontrado el momento para enfrentarme a DeLillo, le tengo tirria y no se por qué.
Sí, cuesta un poco entrar en su mundo. Pienso que se debe a que da la impresión de que no nos está contando nada importante. Pero, por otra parte, nos desazona un poco, lo que significa que hay que deducir algo que nunca está explícito.
Lo que no ha terminado de convencerme es que algunos finales sean tan abiertos. Esto en una novela estaría bien pero en un relato es discutible. Pero, no sé, quizá cuando entre más en los esquemas de DeLillo no me parezca tan mal.
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