Idioma original: Turco
Título original: Kara Kitap
Año de publicación: 2001 (en España)
Valoración: Recomendable
Título original: Kara Kitap
Año de publicación: 2001 (en España)
Valoración: Recomendable
Me sorprendió tanto encontrar este libro en el apartado Novela Negra de una librería del centro que no me lo pensé dos veces. Acababan de conceder el Nobel a Pamuk, no había leído nada de él y llevaba unos cuantos días pensando por dónde empezar. En la contraportada ponía: Es una novela policíaca, tan espectacular como poco convencional. Me sorprendió pues nunca hubiera imaginado a Pamuk como autor policíaco o de misterio. Y no me equivocaba: si prescindimos del título, la explicación de la contraportada y que el pretexto argumental consiste en la búsqueda de la esposa desaparecida no hay ningún motivo para clasificarlo como novela de género. Me diréis que ya es bastante. Pues no. Esta búsqueda, repito, no es más que una excusa para seguir el rastro de la identidad turca (escindida entre una y otra de las dos grandes mitades del mundo) a través de los recuerdos del protagonista y de su peregrinación por las calles de Estambul con el fin de dar salida a la necesidad que tiene su autor de recrearse en la cultura del país, sus contradicciones y, de paso, en sus obsesiones personales expuestas de forma algo críptica.
A través de una escritura impecable, un estilo ágil y muy personal, mediante dos acciones paralelas – la que vemos por los ojos del protagonista y los escritos de un primo suyo también desaparecido, Cêlal, responsable de infinitos artículos de prensa que van puntuando el núcleo narrativo y en los que Galip cree encontrar valiosas pistas – y sin un verdadero argumento que tampoco es necesario, se atiende tanto a la expulsión de los demonios privados como a la minuciosa observación de ciudad, personas, usos sociales y ambiente. Por si esto fuera poco, encontramos un claro propósito meta-literario y abundantes referencias de índole literaria y política. La distinción entre personajes reales o imaginarios no siempre es fácil, el lector se empeñará en delimitar la confusa frontera entre sueño y realidad hasta que descubra las reglas del juego y se dé por vencido. Tendrá suficiente con dejarse enredar en la simbología, entresijos y divagaciones que propone el protagonista durante sus incansables idas y venidas por las calles e inmuebles de la ciudad. En realidad, los personajes tienen muy poco peso, son casi meras figuras decorativas, están ahí porque tiene que haber alguien y porque, sobre todo al principio, impulsan un poco la (escasa) acción. Luego, cuando la trama ha entrado en su definitivo callejón sin salida, desaparecen hasta esos personajes/estatua y el narrador se queda solo complaciéndose en un eterno bucle que se alimenta de sí mismo una y otra vez. Esto, que se podría haber solucionado acabando la novela mucho antes, es su principal lastre y lo que me convence de que le sobra un buen número de páginas. Según se avanza en la lectura, cuesta cada vez más encajar la inacabable repetición y, finalmente, resulta incluso molesto toparse siempre con la misma escena, pensamientos y recursos. Diríase que el escritor se encontraba tan a gusto con sus hallazgos que quiso mostrarlos el mayor número de veces posible. Y eso le perdió. Llega un momento en que la fórmula ya no da más de sí, las obsesiones lo invaden todo, se hace repetitivo hasta el desánimo y la única razón que encontramos para seguir leyendo, o casi, es la de enterarnos cómo ha conseguido poner, por fin, el punto final a la historia.
También de Orhan Pamuk en ULAD: Nieve, El museo de la inocencia, La casa del silencio
También de Orhan Pamuk en ULAD: Nieve, El museo de la inocencia, La casa del silencio
9 comentarios:
Parece que Ohram Pamuk es muy bueno creando planteamientos, pero no tanto desarrollándolos... A mí me pasó algo parecido a lo que comentas con La vida nueva, que tiene un comienzo esplendoroso, pero que luego se pierde bastante. En cambio, Nieve me encantó.
En todo caso, está claro que se trata de un autor con un estilo original y muy personal, no tiene nada que ver con el 99% de lo que se escribe actualmente...
Totalmente de acuerdo.
Como que la fuerza del escritor se quedó en el primer tiempo y luego se va esfumando para un final débil dada la temática.
Agradable.
No se, he intentado leer "el libro negro " en cuatro oportunidades y no me atrapa no me convence, como si lo hacen muchos libros desde su primera página. Me quedo definitivamente con el estilo de Pamuk en Nieve.
A mi si me atrapó de entrada. Es una historia de intriga contada de una forma muy original y creativa, en la cual embalsama lo mejor del arte de Oriente.
Se centra esencialmente en el tema de la identidad: ¿Es posible que una persona pueda llegar a ser ella misma?.
1000% Recomendable !
En la misma onda de Rayuela de Cortázar, que para muchos funcionó desde un comienzo como una guía de París, he releído la excelente novela de Pamuk como un manual muy detallado de la alucinante ciudad que es Estambul para mí, pero claro que también me dejé llevar por el estilo, a veces difícil, de frases larguísimas y cláusulas subordinadas, en lo que me recordó a otros maestros como García Márquez.
Yo lo recuerdo así, como un recorrido fascinante, porque en los más de trece años transcurridos he olvidado el momento en que va perdiendo peso. Pero eso es lo que sentí porque así lo conté.
Con esto me doy cuenta de que hace mucho que no leo nada de Pamuk, me pondré a ello en breve.
Es un libro muy divertido. Sólo hay que estar dispuesto a jugar el juego de Pamuk y no impacientarse por acabar el libro. Para mí, leer va mucho más allá de pasar páginas esperando que el libro se acabe pronto; también disfrutar la magia que el escritor te brinda en medio es importante. Las notas de Celal, los epígrafes… los diálogos extraños… las cosas tan raras en las que solo se fija Pamuk. Todo eso es divertidísimo. La intriga de dónde esta Ruya me importa poco o nada; seguir a Pamuk divirtiéndose es lo mejor al leer sus libros.
Efectivamente, eso es 😃
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