Idioma original: inglés, hebreo, alemán
Fecha de publicación: 2005
Valoración: Muy recomendable
Gershom Scholem (1897-1982) fue el principal impulsor de los modernos estudios sobre la Cábala. Influido por Martin Buber y gran amigo de Walter Benjamin, se sitúa en esa órbita de intelectuales de habla alemana y origen judío que supieron hacer de su ambivalencia una fuente de aguda e innovadora reflexión. En este libro se reúnen, directamente para la edición española, diversos textos extraidos de las contribuciones de Scholem a la Encyclopedia Judaica, así como ponencias y artículos. Todos tienen un denominador común: Sabatai Sevi.
Es probable que este nombre os diga más bien poco. Yo, desde luego, no lo había oído nunca antes de leer este libro. Pero cuando conozcais la historia de Sabatai Sevi, no podréis volver a sumirlo tan fácilmente en el olvido. Para contarla, Scholem retrocede hasta mediados del siglo XVII. La diáspora judía vivía entonces sumida en el miedo. Su actividad religiosa estaba impregnada por las creencias de la Cábala, que habían dado una interpretación esotérica al tradicional mesianismo judío. Estas expectativas místicas hallarían en Sabatai Sevi un foco de intensidad inigualada a lo largo de la historia. Nacido en Esmirna en 1626, sus dotes para el estudio y su religiosidad pronto fueron reconocidas. Antes de los 20 años era ya seguido por otros jóvenes que compartían sus rigores ascéticos y reverenciaban sus conocimientos sobre el Talmud y los escritos cabalísticos. Su carácter inestable le hacía oscilar entre periodos de abatida melancolía y momentos de exaltación espiritual, en los cuales pronunciaba el nombre prohibido de Dios y transgredía las prescripciones rituales.
Esta conducta blasfema hizo que las autoridades rabínicas le desterraran, lo que le obligó a peregrinar entre diversas comunidades de Grecia y Oriente medio. A medida que su erudición y su carisma atraían nuevos seguidores, crecía la audacia de sus transgresiones: comía alimentos impuros, bendecía en nombre de "Aquel que permite lo prohibido" e incluso desposó a la Torá en una blasfema ceremonia nupcial. Su existencia, sin embargo, pasó más o menos desapercibida hasta 1665, cuando un sabio palestino, Natán de Gaza, tuvo una visión en la que Sabatai Sevi se le aparecía como Mesías. Tras el encuentro de ambos en Gaza, los acontecimientos se dispararon y comenzó a extenderse una fiebre mesiánica por toda la diáspora judía. En Amsterdam, Praga, Salónica, Venecia y el Yemen las comunidades se sumaron a una oleada de penitencia, en espera de la restauración del Reino. Ésta llegaría cuando Sabatai Sevi arrebatara la corona del Sultán turco y reuniera al pueblo judío en Tierra Santa.
De ahí que la euforia alcanzara el máximo grado de expectación cuando las autoridades turcas, inquietas por los desórdenes, arrestaron finalmente a Sabatai Sevi, aunque sin hacerle ningún daño y permitiéndole conservar una especie de corte real en prisión. Sus seguidores, sumidos en un estado de exaltación y ascetismo, estaban convencidos de que todo estaba a punto de decidirse. Y, en efecto, así fue, aunque en un sentido que nadie esperaba: el 15 de septiembre de 1666 Sabatai Sevi abjuró del judaísmo y se convirtió al Islam. La primera reacción, claro, fue de estupor, pero los creyentes habían depositado demasiada confianza en el Mesías para admitir ahora la vanidad de su fe. De modo que Natán de Gaza dio un paso decisivo: proclamó que la apostasía de Sabatai Sevi no era ninguna traición, sino un paso necesario para la redención final y la prueba definitiva de su condición mesiánica. Las chispas de divinidad cautivas bajo el dominio de los gentiles sólo podían ser liberadas por el Mesías, que se aventuraba así como un espía en campamento enemigo. La apostasía era sólo la más extrema de sus "acciones extrañas", transgresiones cuyo sentido final era la restauración del Reino y de la divinidad desperdigada.
A partir de entonces, la secta sabateísta se mantuvo fiel a esta paradoja del Mesías apóstata. El propio Sabatai Sevi conservó hasta el final una doble vida, observando los rituales musulmanes y manteniendo su heterodoxa fe mosaica. Después de su muerte, sus seguidores imitaron este ejemplo durante generaciones. En Polonia surgió en el XVIII una secta similar, aunque exteriormente católica, y en Salónica pervivió el sabateísmo hasta comienzos del siglo XX.
A primera vista, el objeto de estudio es en este caso apenas una anécdota histórica. Esta apreciación puede cambiar, sin embargo, si pensamos que el clima espiritual en que vivieron los primeros sabateístas no puede ser muy distinto del de los primeros cristianos, igualmente defraudados en su fe mesiánica e igualmente dispuestos a reinterpretarla en forma paradójica. El perspicaz tratamiento que hace Scholem del tema nos hace reflexionar sobre la tensión inevitable entre los sistemas normativos que surgen de la fe y las violentas fuerzas antinómicas que esta alimenta. Un tema que es, también, el de nuestro tiempo.
Otros libros de Gershom Scholem en ULAD: Walter Benjamin. Historia de una amistad
2 comentarios:
Don Jaime:
Primera vez que entro en este blog y me encuentro con un señor artículo. Me alegra mucho ver que lees cosas de este tipo. Espero tu próximo artículo! Un abrazo, Paburou.
Muchas gracias, Paburou! Espero que disfrutes del blog.
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