lunes, 18 de julio de 2022

Aroa Moreno Durán: La bajamar

 Idioma original: español

Añio de pubicación: 2022

Valoración: Está bastante bien


¿Qué es lo que le da a una novela ese toque ilusionante, esas ganas de encontrar un rato libre para seguir leyendo? A veces no es tan fácil saberlo, creemos que está bien escrita, que la trama es interesante pero no acaba de engancharnos. Hay mucho de gusto personal, bastante de momento adecuado y un poco (o no tan poco) de falta de conexión con los lectores. La literatura es una actividad muy personal pero el escritor no debe olvidar que les está hablando a otros. Para mí, La bajamar no consigue lo que se ha propuesto, o no del todo, y es una pena porque lo que cuenta tiene interés, la prosa es agradable, el tono intimista, los sucesos históricos siguen levantando ampollas todavía, en algunas familias por lo menos. El problema, en mi opinión, está en su estructura. Me encantan las historias dentro de otras historias, pero hay que saber jerarquizar, y aquí nos encontramos con tres protagonistas, tres momentos muy distintos, tres problemáticas… y quien, se supone, dirige la orquesta es quien tiene menos que contar y, lo peor de todo, quien ni siquiera sabe qué pasó, porque quienes lo vivieron fueron las otras, sus antepasadas, esas secundarias del reparto sin cuya aportación el argumento no habría tenido ninguna consistencia.

Voy concretando. Adirane vuelve a la casa familiar decidida a romper con su vida anterior, sabemos que está en crisis, no la naturaleza de esta ni sus causas. Lo peor no es que lo ignoremos los lectores sino que la propia autora no ha debido creer necesario inventar hasta ahí, ya están los otros dos personajes femeninos para agregar contenidos de envergadura. Y tenemos que soportar su angustia, sus indecisiones, su ambigüedad sin elementos para comprenderla. Otra causa pendiente es la que tiene con su madre, a la que no habla porque, parece ser, no le explicó con suficiente claridad su origen. Pero ese gran drama se diluye cuando comprende que tampoco la madre tiene muchos datos que ofrecer. Tantas vueltas para nada, de repente la cuestión se resuelve sola. Poca consistencia, repito.

Pero detrás de Adirane, afortunadamente, aparecen los pesos pesados. Sobre todo Ruth, la abuela, la niña de la guerra civil española a la que sacaron del país junto a otros muchos para apartarla del peligro, la que vivió la miseria, el miedo y el hambre, pero también la añoranza durante años. Escribir sobre sus recuerdos es la excusa para requerir sus confidencias, un recurso ya muy manido que se agrava cuando comprobamos que esta señora no tiene entidad en el presente, solo es un cuerpo estático que arroja palabras. Imperdonable, pues si esas palabras son el elemento dramático más contundente del relato, ¿qué menos que haber dotado de entidad propia a un personaje con tanto potencial?

Y aguantando carros y carretas: cuidando de la madre enferma, recibiendo la hostilidad de la hija, aceptando una culpabilidad que no le corresponde, asumiendo un error que la hundió en la irrelevancia más absoluta, en la soledad, la resignación y el silencio, se presenta la madre. Esa es la cara de las auténticas víctimas, las que cargan con todo sin quejarse, pero tampoco a ella hemos podido escucharla. Adriana es la que calla, Adirane la que habla, y es que son los privilegiados los que suelen quejarse porque ellos sí tienen voz. No puedo saber si esta paradoja se ha escrito de forma consciente, me da la impresión de que no. En cualquier caso, me parece lo mejor de todo, lo más verosímil, porque la vida es así de injusta.

Volviendo a lo que decía al principio, con tres protagonistas sin demasiada conexión entre sí, a pesar de los lazos familiares, y tres argumentos independientes no se puede armar una novela sin que se resientan las costuras. Falta el ensamblaje, un armazón que los una, no en la imaginación de los lectores sino en las propias páginas del libro. Me dirán que no es la primera vez que varios personajes aportan su personal punto de vista, y tendrán razón. Pero en esos casos todos ellos hablan de lo mismo. Aquí no, aquí vemos a tres mujeres narrando tres realidades independientes, esa es la diferencia con otras novelas que, en apariencia, utilizan idéntico procedimiento, y su mayor punto flaco, aparte de los que ya mencioné. Pero queda otro, la gran tragedia que sirve de inicio y desenlace, otro pase mágico, la sorpresa sacada de la chistera y que no es más que un burdo truco: ahora te cuento una cosa, ahora te cuento otra para que sepas que te he estado engañando todo el tiempo.

2 comentarios:

Bea dijo...

Creo que lo has explicado muy bien y que lo que falla en este libro se resume precisamente en esa falta de ensamblaje, de saber estructurar, que ya se intuía en la anterior novela de Aroa Moreno. Para mí, sinceramente, es una escritora menor a la que se le ha dado una relevancia mucho mayor de la que merece.

Kina Fernández dijo...

No leí la anterior pero está claro que los premios son prematuros. Como mínimo, le falta rodaje.