Título original: The Magic Toyshop
Traductor: Carlos Peralta
Año de publicación: 1967
Valoración: Recomendable (con matices)
Melanie tiene quince años cuando sus padres fallecen. Junto a sus dos hermanos pequeños, Jonathon y Victoria, deberá abandonar una idílica casa rural para vivir con su tío Philip en el extrarradio de Londres. Él es un juguetero que domina con mano de hierro a su mujer, Margaret, una joven irlandesa muda, y a los hermanos de ésta, Finn y Francie.
Semejante premisa puede dar a entender que estamos ante un drama de huérfanos dickensiano. No andaríamos desencaminados: ciertamente, La juguetería mágica tiene mucho de este género. Sin embargo, también se aleja del realismo imperante en ese tipo de historias para regalarnos pasajes casi fantásticos.
Por otro lado, se podría decir que La juguetería mágica es una novela gótica actualizada; una que bebe del rico imaginario de los cuentos de hadas y de los mitos clásicos. Rinde especial homenaje a la historia de Barba Azul. Y de forma más certera, debo decir, que la descafeinada El coleccionista de libros de Alice Thompson, o el superficial "remake" de Amélie Nothomb.
Con La juguetería mágica, Angela Carter expresa su admiración por E. T. A. Hoffmann. El título del libro es ya una declaración de intenciones, con sus alusiones a la figura de los autómatas. Asimismo, es innegable que esta novela se adueña del concepto de lo siniestro (el "unheimlich"), para diseñar el escenario en el que la acción transcurre y generar la atmósfera adecuada con la que cobijar los eventos narrados.
Pero no os penséis que esta es una historia de terror. Ni de lejos. Alguna escena roza el horror, no lo niego, pero, al final, no hay cadáveres ocultos tras las puertas cerradas, ni los juguetes del tío cobran vida en ningún momento. El propósito de La juguetería mágica no es asustar al lector. Si acaso, pretende mostrar la transición que experimenta Melanie hacia la edad adulta. También quiere reivindicar la necesidad de derrocar cualquier tipo de opresión.
Me parece remarcable el feminismo que supura esta historia. No me extraña que a autoras de la talla de Joyce Carol Oates o Margaret Atwood se las perciba como deudoras de la obra de Carter. Sólo en La juguetería mágica se exploran el deseo y la sexualidad femenina, amén de la liberación de la mujer. No en balde, La juguetería mágica culmina con la aniquilación del orden patriarcal.
Pero también es cierto que su mensaje es más universal, y nos anima a todos, sea cual sea nuestro sexo, a que afrontemos nuestros miedos y a que no nos dejemos subyugar por nadie. Finn se revelará destruyendo un cisne de tío Phillip. Margaret, poniéndose el vestido y el collar que le ha regalado Melanie. Y ésta última, al reconocer sus verdaderos sentimientos, abrazar su floreciente sexualidad y cortar lazos con las responsabilidades asfixiantes que suponían sus hermanos pequeños.
Semejante premisa puede dar a entender que estamos ante un drama de huérfanos dickensiano. No andaríamos desencaminados: ciertamente, La juguetería mágica tiene mucho de este género. Sin embargo, también se aleja del realismo imperante en ese tipo de historias para regalarnos pasajes casi fantásticos.
Por otro lado, se podría decir que La juguetería mágica es una novela gótica actualizada; una que bebe del rico imaginario de los cuentos de hadas y de los mitos clásicos. Rinde especial homenaje a la historia de Barba Azul. Y de forma más certera, debo decir, que la descafeinada El coleccionista de libros de Alice Thompson, o el superficial "remake" de Amélie Nothomb.
Con La juguetería mágica, Angela Carter expresa su admiración por E. T. A. Hoffmann. El título del libro es ya una declaración de intenciones, con sus alusiones a la figura de los autómatas. Asimismo, es innegable que esta novela se adueña del concepto de lo siniestro (el "unheimlich"), para diseñar el escenario en el que la acción transcurre y generar la atmósfera adecuada con la que cobijar los eventos narrados.
Pero no os penséis que esta es una historia de terror. Ni de lejos. Alguna escena roza el horror, no lo niego, pero, al final, no hay cadáveres ocultos tras las puertas cerradas, ni los juguetes del tío cobran vida en ningún momento. El propósito de La juguetería mágica no es asustar al lector. Si acaso, pretende mostrar la transición que experimenta Melanie hacia la edad adulta. También quiere reivindicar la necesidad de derrocar cualquier tipo de opresión.
Me parece remarcable el feminismo que supura esta historia. No me extraña que a autoras de la talla de Joyce Carol Oates o Margaret Atwood se las perciba como deudoras de la obra de Carter. Sólo en La juguetería mágica se exploran el deseo y la sexualidad femenina, amén de la liberación de la mujer. No en balde, La juguetería mágica culmina con la aniquilación del orden patriarcal.
Pero también es cierto que su mensaje es más universal, y nos anima a todos, sea cual sea nuestro sexo, a que afrontemos nuestros miedos y a que no nos dejemos subyugar por nadie. Finn se revelará destruyendo un cisne de tío Phillip. Margaret, poniéndose el vestido y el collar que le ha regalado Melanie. Y ésta última, al reconocer sus verdaderos sentimientos, abrazar su floreciente sexualidad y cortar lazos con las responsabilidades asfixiantes que suponían sus hermanos pequeños.
Llegados a este punto, pasemos a las que, para mí, son las virtudes del relato.
- La atmósfera a lo Hoffmann.
- Su ambientación. O bueno, gran parte de la misma, porque si bien es cierto que Carter describe minuciosamente la casa del tío Phillip, o el parque abandonado al que van Melanie y Finn, no dice casi nada de la tienda o el taller del juguetero.
- El villano de turno, Phillip Flower, es verdaderamente temible, pese a que su caracterización no recurre jamás a efectismos de ninguna clase.
- La potencia de las imágenes propuestas en La juguetería mágica es brutal. Incluso cuando éstas son insinuadas, o apenas entrevistas.
- La sutileza con la que esta novela aborda los temas que trata merece todos mis respetos. El despertar sexual de Melanie, por ejemplo, jamás cae en la obscenidad gratuita, ni se explica mediante lugares comunes.
- Hay que destacar el inteligente uso que Carter hace del simbolismo. La mayoría de elementos empleados en esta narración tienen su porqué. El manzano despierta reminiscencias bíblicas, y alude al paraíso y a la transgresión de Eva; el vestido de novia que usa Melanie, el mudismo y el collar de tía Margaret, los títeres de Philip, también aportan capas de significado.
Hasta aquí, todo bien. Lástima que el final no esté a la altura de las circunstancias. En primer lugar, porque introduce una pieza en el juego que no había sido anticipada previamente. Encima, es abrupto, anti-climático y está regado con algunos de los peores diálogos de toda la novela. Tampoco me convence demasiado el apartado formal de La juguetería mágica. A todas luces, le falta algo de empaque.
- No me gusta cómo está organizado el relato. A veces, Carter salta de una escena a otra sin que el texto pueda respirar debidamente, y en esos momentos, la comprensión de lo que estamos leyendo se dificulta. Por otro lado, las oraciones que componen algunos párrafos tampoco siguen un curso orgánico.
- En las primeras páginas hay excesos barrocos que más adelante apenas vuelven a aparecer. Entiendo que la intención de Carter era contrastar las descripciones más poéticas del inicio de la narración con aquellas más apegadas a la realidad propias del final de la misma, pero la transición de un proceder a otro no me convence.
- La precisión de algunas metáforas es abrumadora, pero hay tantas a lo largo y ancho de la novela que acaban siendo cargantes. Además, no todas funcionan igual de bien.
- Tampoco todas las referencias literarias que se usan son pertinentes. Se invoca a Edgar Allan Poe o a Moby Dick, por ejemplo, sin venir a cuento. Carter estudió filología inglesa, y es por ello que las alusiones a autores clásicos (también a pintores y, en menor medida, a la cultura pop) son abundantes en esta obra.
En cuanto a la edición de Sexto Piso, recalcar que es preciosa, pero:
- La imagen de la cubierta no consigue, a mi juicio, transmitir el horror latente de los cuentos de hadas (ya sabéis, esas historias aparentemente infantiles que en realidad ocultan duras lecciones de vida). Parece, más bien, querer darlo a entender superficialmente con motivos "spooky" tales como calaveras o ratones.
- Emplea la traducción deficiente con la que Minotauro publicó esta novela por primera vez, allá en 1996.
Resumiendo: en La juguetería mágica, segunda novela de Carter, ya se intuye que esta escritora tiene una voz muy personal, aunque todavía le falte madurarla bastante. Por lo general, este es un libro interesante. Algo indefinido, quizás, pero una lectura recomendable de todos modos, dada la originalidad de su propuesta y la solvencia de muchos de sus apartados.
Un año después de su publicación ganó el premio John Llewellyn Rhys. También ha sido adaptado al cine y al teatro. Actualmente es considerado por muchos como una obra de culto. No es para menos: la misma autora es reivindicada a menudo desde círculos injustamente minoritarios.
También de Angela Carter en Unlibroaldía: Noches en el circo, "El señor León, enamorado" y "La prometida del Tigre", "La cámara sangrienta", La companyia dels llops
5 comentarios:
Gran reseña.
Me ha interesado la autora, más al decir que influyó en Atwood, Oates y Jackson.
Poy
Hola Oriol, reseña impecable. Sólo tengo una discrepancia contigo: Shirley Jackson no puede ser deudora de la la escritura de Angela Carter porque es anterior a ella.
Ante una reseña con tanto detalle no queda mas que felicitarte.
Saludos
Gracias a los dos, por los elogios a la reseña. Y a ti, Gabriel, por lo de Shirley Jackson. Ahora mismo lo cambio. ¡Abrazo!
A tenor de esta reseña tan entusiasta no me queda más remedio que admitir que tenías toda la razón del mundo cuando decías que parece que hemos leído dos libros diferentes. Yo personalmente guardo un recuerdo espantoso de La juguetería mágica, que leí en la edición de Minotauro (confirmo que la traducción es lamentable, una oportunidad perdida para Sexto Piso).
Reconozco muchas de las características de la novela que tú destacas como virtudes (las influencias, el enfoque feminista, etc.), sin embargo a mi no me convencieron en absoluto. Eso sí me quedo un poco más tranquilo al ver que por lo menos coincidimos en que el final no está bien traído. Aun a pesar del descalabro que supuso este libro seguiré intentándolo con Angela Carter, de hecho acabo de terminar Varias percepciones, que sí me ha gustado.
Algo te había comentado sobre de que me parecía una gran creadora de atmósferas. Sin embrago no conecté demasiado con los personajes. Por lo menos empáticamente. Sí, que sentí, rechazo por el tío, Jonathon, un poco por los hermanos de Margaret. Ella y la protagonista me parecieron con las que más conecté junto al perro fuera de broma. Lo que no quiere decir que fuera error de la novela, ya que el que te caiga mal un personaje y no te sea indiferente indica algo.
Poy
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