jueves, 10 de mayo de 2018

José Eduardo Agualusa: El vendedor de pasados


Idioma original: portugués
Título original: O vendedor de passados
Año de publicación: 2009
Traducción: Rosa Martínez Alfaro
Valoración: está bien

Para que luego alguien dude de la utilidad de este epatante y bienaventurado blog: yo, por ejemplo, no tenía ni idea sobre ningún escritor angoleño en lengua portuguesa (bueno, ni africano en lengua portuguesa y sobre  pocos en lengua portuguesa, en general), hasta que nuestro compañero Santi, a quien la Audiencia Nacional salvaguarde muchos años, reseñó hace no mucho una novela de José Eduardo Agualusa; como tenía a mano otro libro del susodicho y tenía buena pinta, pues ahí que me lancé, a ver qué tal...

Una vez leído este El vendedor de pasados, el caso es que no sé muy bien qué decir. Había pensado pergeñar un discurso más o menos aparente sobre el fondo, la forma y el estilo que le viniera al pelo a esta reseña y le dotara de un cierto empaque teórico, pero me temo que no seré capaz... Aunque, bueno, tira que te va: por de pronto, sobre el estilo cabe señalar que Agualusa, sin llegar a ser un virtuoso, "escribe bonito"; un pelín abarrocado, si se quiere, pero algún exceso florido le viene bien a una historia que se desarrolla en la tropical Luanda y en un escenario -una vieja casa abarrotada de libros y recuerdos- cuyo ambiente tira a cierta decadencia.

Además, en principio el estilo parece adecuarse bien a una novela en la que encontramos elementos que podemos adscribir, más o menos,  al "realismo mágico": desde la propia figura del narrador -no diré aquí de quién se trata, aunque tampoco es un misterio que se mantenga mucho rato-, la frecuente alusión al mundo  onírico o el personaje que da título al libro, Félix Ventura, un albino adoptado por un librero y que tiene como curioso oficio inventarse para sus clientes pasados y ancestros ilustres o al menos resultones. Bien mirado, esta dedicación más parece sacado de un relato de Borges -de hecho, la novela se abre con una cita de este autor-; es más, frente a la exuberancia argumental que cabría esperar, pronto la historia se revela como la relación casi geométrica entre unos pocos personajes, cuatro sin contar con el testigo-narrador, que componen una trama casi abstracta, una jugada de billar francés (sí, ya sé que se juega sólo con tres bolas...), que funcionaría con independencia del lugar donde se encontrase ambientada: es Angola, pero podría ser en la España post-franquista, en la Yugoslavia de ahora mismo o en Argentina tras la dictadura militar... 

De ahí mi despiste: un estilo barroco y tropical no parece lo más adecuado para una historia que resulta más apta para un drama teatral stridbergiano. Sin embargo, también debo decir que la impresión final no es negativa: de algún modo se impone la calidad de la prosa sobre esta disociación que puede haber (o no, no deja de ser una impresión subjetiva) entre el fondo y la forma. Eso sí, cierto desconcierto no lo he podido evitar.


Más títulos de José Eduardo Agualusa reseñados en Un Libro Al Día: A feira dos assombrados, Teoría general del olvido

2 comentarios:

klej2137 dijo...


Czytam sporo na ten temat na : http://wp.pl/
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Juan G. B. dijo...

Tens molta raó.
Visca Catalunya!