lunes, 22 de febrero de 2016

Umberto Eco: El péndulo de Foucault

-Idioma original: italiano
Título original: Il pendolo di Foucault
Año de publicación: 1989
Traducción:  Ricardo Pochtar (revisada por Helena Lozano)
Valoración: recomendable


Sentimiento de culpa. Tal fue el que me asaltó el pasado día 20, cuando me enteré de fallecimiento de Umberto Eco. No porque tuviera algo que ver con el mismo, claro está, sino por una razón minúscula y quizás absurda: en la reseña que firmé sobre su última novela, Número Cero, no sólo no la dejé demasiado bien... además mencionaba mi sospecha de que su edición podía deberse sobre todo a que su autor, dada su avanzada edad, no quería que se quedara en un cajón... Vale, tal vez sentirse culpable por una cosa así sea excesivo y, de hecho, mi opinión sobre esta última novela de Eco no ha cambiado, pero, en todo caso, a modo de expiación y resarcimiento, si cabe, permítanme reseñar otra novela suya que me gustó bastante más y que creo que ha sido, en general, injustamente valorada; al menos yo puedo contar con los dedos de una mano las opiniones positivas que he oído sobre la misma. Y me sobran dedos, me temo...

Como es obvio, estoy hablando de El péndulo de Foucault, la siguiente novela que publicó Eco después de la mega-ultra-superexitosa El nombre de la rosa y que se esperaba con comprensible expectación. Que se convirtió en decepción para muchos lectores, parece ser... No es que la novela responda a los típicos argumento y esquema de los best-sellers, ciertamente -menos, incluso, que la anterior de Eco-: en el agitado Milán de los primeros 70, se conocen un estudiante de Filosofía y Letras, Casaubon (el nombre no es casual) y dos responsables de una bifronte editorial, Belbo y Diotallevi. Casaubon está escribiendo su tesis sobre los templarios y justamente, uno de los aspirantes a publicar en la editorial, el turbio coronel Ardenti, les habla de un supuesto plan esotérico desarrollado a lo largo de los siglos y en el que los templarios jugarían un papel central. Años después, los tres amigos se basan en esa idea para, a modo de juego -cada vez más serio-, trazar ellos una conjura similar que, de forma increíble, habría permanecido oculta, estructurando la historia secreta, teosófica y hermética de Europa durante el último milenio.

La novela funciona muy bien por lo que respecta a la invención de la trama por parte de los tres protagonistas y la dinámica entre éstos. Bastante bien la aportación de los diferentes secundarios, equívocos y peculiares, que van apareciendo alrededor de esta urdimbre. Y no tan bien en lo referente a la resolución de la novela y de la trayectoria individual de los personajes, creo yo. Además, Eco desplegó aquí buena parte de su inmenso arsenal cultural, sección hermetismo esotérico -o esoterismo hermético, no sé-; no es de extrañar que muchos lectores se sintieran abrumados (un ejemplo: el nombre de Casaubon se debe a un filólogo ginebrino del XVI que cuestionó la datación tradicional del  Corpus Hermeticum, obra de supuesta sabiduría secular, atribuida nada menos que a Hermes Trimegisto y... es todo un buen rollo, lo sé); sobre todo porque la narración, libracos y nombres arcanos aparte, no acaba de resultar redonda. Estructurada, además, a partir de las sefirot o esferas de la Cábala, lo que tampoco es moco de pavo... Aunque, en mi opinión, merece la pena leerla.

Aparte de eso, la novela no deja de ser una parodia de todo ese género histórico-esotérico, que ya existía desde hacía muchos años, aunque, precisamente a comienzos del nuevo milenio, conocería -y sufriríamos nosotros- un exitoso revival. Cabe preguntarse si tuvo alguna responsabilidad en ello esta novela de Umberto Eco (en un momento determinado, se menciona la idea de que Jesucristo se casara con María Magdalena y su descendencia diera origen a la estirpe real de Francia, la sang réal:

" _ Vale -dijo Diotallevi-, nadie te tomaría en serio.
 _Te equivocas, vendería varios cientos de miles de ejemplares, repliqué sombrío-. Esa historia existe, ya está escrita, con diferencias de detalle (...)"  ).

De igual manera, podemos preguntarnos si Eco tuvo alguna culpa en la aparición de multitud de epígonos de género histórico-detectivesco que surgieron a partir de El nombre de la rosa  (o si algún escritor la tiene, cuando ocurre algo parecido)... En todo caso, también hay que recordar que esta su primera novela fue la causa de que miles o cientos de miles de personas se acercaran a la lectura y disfrutaran -disfrutáramos- de ella; sólo por eso, ya deberíamos estarle agradecidos a su autor.


Otras obras de Umberto Eco reseñadas en Un Libro al Día: El nombre de la rosaApostillas a El nombre de la rosaEl cementerio de PragaNúmero CeroLa misteriosa llama de la reina Loana

14 comentarios:

Maria Vazquez dijo...

Me compre este libro hace 3 meses y lo sigue teniendo pendiente en la mesita de noche, espero meterle caña estos meses. Muchas gracias por abrirmelo de ante mano. Besos

Carlos Andia dijo...

Pues siento decir que yo soy uno de esos dedos que te sobra, porque a mi no me gustó demasiado El Péndulo. Me parece que no tiene para nada el ritmo narrativo de 'El nombre de la rosa' (lo siento, comparación inevitable), y que aquí las digresiones históricas -reales o reinterpretadas- interrumpen en exceso el hilo, de manera que uno termina abrumado y perdiendo el interés por el relato. Algo parecido a lo que le ocurre a 'La isla del día de antes'.

Pero bueno, es una opinión sobre algo que leí hace un montón de tiempo, y quizá ahora lo apreciaría más, no sé.

Juan G. B. dijo...

Hola, María y Carlos:
En efecto, esta novela no resiste la comparación con "El nombre de la rosa"... en lo que a cuestiones narrativas se refiere. Ahora bien, el bagage intelectual y cultural que se muestra en la primera no es menor, para nada que el de la segunda (o viceversa). yo admito que no es una novela que pasará a los anales de la literatura, pero desde luego es muy interesante , incluso como obra de referencia para otras lecturas.
De todas formas, María, te recomiendo que te lo tomes con calma ;)
¡Un saludo a ambos!

El Puma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Puma dijo...

Hola, Juan.

Cuando escribiste la reseña sobre Número Cero coincidí contigo en que era una novela menor de Don Umberto. Y allí creo haber escrito que, para mí, El péndulo de Foucault es su segunda mejor novela, después de El nombre de la rosa.

Me pareció interesantísimo el planteo, desde lo literario, lo científico y lo esotérico, y sin duda me cuento entre ese puñado de lectores que recomendaría esta obra enfáticamente.

Para quienes como María tienen en espera alguna novela de Eco, vaya aquí mi humilde aporte, el ranking de sus siete novelas:

1. El nombre de la rosa, qué puedo agregar yo a todo lo dicho?
2. El péndulo de Foucault, atrapante
3. Baudolino, divertidísimo!
4. El cementerio de Praga, desparejo
5. La isla del día después, casi incomprensible
6. Número cero, obra menor de UE
7. La misteriosa llama de la reina Loana, un bodrio

Y dicen que póstumamente se publicaría su octava novela, lo que derrumbaría tu tesis sobre la aparición de Número cero...

Un abrazo, y gracias como siempre por compartir buenas lecturas!

Juan G. B. dijo...

Hola, Puma:
Yo no he leído todas las novelas de Umberto Eco, pero teniendo en cuenta lo acertado que suelen ser tus criterios lectores, doy por buena tu lista. Sobre las dos primeras novelas coincido plenamente, por supuesto.
Si sale una nueva novela será porque sus herederos hayan arramblado con lo que quedara aún en los cajones, como les ha ocurrido a tantos escritores (generalmente con resultados poco interesantes)...en fin, yo casi dejaría las cosas como están, para mantener un buen recuerdo del Eco novelista, pero supongo que "la pela es la pela", como decimos por aquí...
¡Un abrazo y gracias por el comentario, como siempre!

Anónimo dijo...

"El Péndulo" se deshace según avanza. Promesa incumplida, casi engaño al lector de "El nombre de la Rosa". Un broma de Eco, que sólo él entendió. Aún así, Eco fue un una de las voces más claras, y luminosas de este Occidente que se nos hunde otra vez.

Juan G. B. dijo...

Hola, anónimo:
Pues te diré, sobre tu comentario : sí pero no. Se deshace la trama que atañe a los personajes, fuera de la otra trama que ellos van urdiendo (y que se mantiene perfectamwente en pie todo el tiempo), pero es que esa primera trama nunca cuaja del todo, creo yo, ni al principio ni al final. En cuanto a que fuera un engaño a los lectores de El nombre de la rosa... hombre, quizás a los que pensaban que ésta la novela de un escritor de best-seller y no la de un profesor de semiótica.
En todo caso, de acuerdo con tu apreciación sobre la desaparición de Eco. Que Occidente se hunda ya no lo tengo tan claro. Quizá simplemente nos estemos disolviendo en una cultura global, lo que no tiene por qué ser para peor.
Un saludo y gracias por el comentario.

Anónimo dijo...

Uf, a mí me resultó insufrible, y como en esa época (2001) nunca dejaba un libro, me leí las ochocientas y pico páginas, y fue un alivio terminarlo.
No recordaba que hubiera un personaje que se llamara Casaubon, y no conocía a ese ginebrino del siglo XVI. Sin embargo, en la novela Middlemarch, de George Eliot, hay un personaje llamado así que está elaborando la que él cree una obra monumental, una Llave a todas las mitologías. Me pregunto si George Eliot se basó en ese filósofo y si Eco también pensaba en el Casaubon de Eliot. Saludos

Juan G. B. dijo...

Hola, anónimo:
Sobre si Eco pensaba en el personaje de "Middlemarch", te puedo asegurar que sí, porque lo menciona en su novela incluso antes que al filólogo del XVI. sobre si Eliot pensaba en éste, no lo sé porque he de confesar que no he leído su novela (una de tantas lagunas que tengo como lector), aunque por lo que comentas, sospecho que sí tenía algo que ver.
En cuanto a lo insufrible de "el péndulo..." te diré que muchas personas pensaron lo mismo que tú, sobre todo porque esperaban encontrarse "El nombre de la rosa 2", pero creo que la mayoría ni siquiera acabó ésta otra.... por cierto, que te entiendo perfectamente: yo también tenía, hace tiempo, ese prurito de acabar todo lo que empezaba a leer, pero ,por fortuna para mí, me curé y no he vuelto a reincidir...
Un saludo y gracias por pasarte por aquí.

GABRIELLA.INVIAGGIO dijo...

UMBERTO ECO, ADIO!



Allá por los ´80, cuando ya era fanática lectora de diarios, recorté a pulso de La Nación – exactamente del suplemento literario que ya no existe- unas apostillas escritas por Umberto Eco . Pasó el recorte de agenda en agenda hasta perderse, pero recuerdo que- entre otros conceptos- el semiólogo nacido en la misma Lombardía de la que soy ciudadana explicaba el motivo de la elección del nombre que diera a la novela que a todos nos había enloquecido :”El Nombre de la rosa” hasta llegar a visitar la Abadía de San Michele donde la película fue rodada.
Entonces, Eco escribía que en los monasterios de la Edad Media los monjes buscaban cultivar la rosa negra como una muestra de la sabiduría más pura, exquisita y absoluta. Baste con recordar la disputa del conocimiento que la trama filosófica, religiosa y policial entraña para entender la elección. Pasaron los años y mucha obra del lombardo y confieso que nada llegó a impactarme de la misma manera hasta que "Baudolino" llegó dificultosamente a mis manos merced a la recomendación de Claudio. Será muy difícil superar tal belleza, creatividad, juego entre la historia del hijo adoptivo de Barbarroja y los seres maravillosos que sólo un privilegio de la literatura como Eco pudo haber concebido.
Y, como parte del misterio y la casualidad que lo caracterizan, leí Budolino recorriendo la Toscana, la Lombardía, la Liguria, el Piemonte hasta bordear los Alpes. Atravesando la ciudad en la que nació Eco – la Alessandria que el padre biológico de Baudolino funda- y las ciudadelas medievales amigas y enemigas del Emperador Federico, que se le sometían y lo enfrentaban de la manera en que sólo los italianos de entonces y de ahora lo podemos hacer.
Costó mucho elegir la pieza que sucediera a "Baudolino" en la mesa de luz, hasta que con alguna opción intermedia- nos regalamos “Número Cero”. Resistida injustamente por gran parte de la crítica, esta obra extraña reúne una trama periodística y de investigación que deriva nada menos que en el facismo y el destino de Benito Mussolini.
Bueno, semanas atrás San Valentín me obsequió con “Dos años, ocho meses y veintiocho noches” y no pude más que evocar a Eco en la capacidad de crear seres fantásticos, con historias dulces, personajes entrañables. Tantas veces comenté que sólo Rushdie participaba, a mi criterio, de esas habilidades superiores de Eco.
En medio de tanta apelación al placer de los mundos fantásticos, llega la triste noticia de la desaparición física del lombardo, a quien llegué a creer inmortal como algunos de los compañeros de búsqueda de Baudolino o las yinnias de Rushdie.
Milán por la que caminaba ya no será la misma. Las mesas de las librerías tampoco. Y nuestra biblioteca espera ansiosa la inminente aparición de Pape Satán Aleppe. Crónicas de una sociedad Líquida….Regresamos con el recuerdo al invierno de la Lombardía para despedir a Umberto en el Palazzo Sforzesco.

Jerry dijo...

El péndulo hay que leerlo con calma, mucha referencias, pero la historia está siempre cuasabon, Belmont y dotavelli.

Pablo dijo...

La comparación es odiosa, seguro. Pero pasa al leer esta novela algo parecido a lo que ocurre con el Silkmarillion, de Tolkien. Que es una especie de cosmogonía bíblica y no una novela narrativa como quisiera leer quien quedó complacido con El Señor de los Anillos. Aquí se da una similar analogía con El Nombre de la Rosa. El Péndulo, aunque quiere tener cierta estructura de novela, en general, es más una suerte de ensayo barroco sin límites de extensión sobre los delirios del ocultismo. A quien le gusta el tema, el barroquismo, la descripción en general y no tiene prisa le va a encantar. A quien busque meras tramas le aburrirá soberanamente. Yo me cuento entre los primeros y me resulta una obra genial.

Rodrigo Valdés dijo...

Cassaubon, Belbo y Diotavelli