Título original: The Ocean at the End of the Lane
Año de publicación: 2013
Valoración: recomendable
Los aficionados a Neil Gaiman saben que el género rey de su obra (tanto en los guiones de cómics, como en las novelas y los cuentos) es la fantasía, y es también este género el que desarrolla en El océano al final de la carretera, su última novela (que en principio iba a ser un relato dedicado a su mujer) hasta la fecha.
En esta obra, Gaiman nos presenta a un hombre adulto que regresa al lugar en el que vivió cuando tenía siete años. A pesar de que apenas recuerda nada de su infancia, nada más llegar al sitio en el que estaba la que entonces era su casa (y que ya no existe, porque en dicho emplazamiento se levantan ahora casas adosadas), encuentra a una anciana, a quien reconoce como la abuela de Lettie Hempstock, la niña que vivía al final de la carretera, que aseguraba que tenía un océano donde él sólo veía un estanque y que fue algo más que su amiga.
Y digo que fue algo más porque la niña no sólo compartió con él juegos infantiles (algunos de los cuales tuvieron lugar en otro mundo y no eran en absoluto infantiles), sino porque le sirvió de refugio cuando las cosas se pusieron feas (cuando un hombre le robó el coche a su padre y se suicidó en el asiento trasero, cuando Ursula Monkton –que parecía humana y no lo era– llegó a su casa o cuando fue atacado por las alimañas, por ejemplo), porque le mostró muchos de los secretos que encierra este mundo (y el mundo al que sólo ella podía llevarlo) y porque le enseñó que nada (ni siquiera la gente que nos rodea o nuestros seres queridos) es nunca lo que parece a simple vista.
Pero, si Lettie y su familia fueron tan importantes en su vida, ¿cómo es posible que no haya recordado nada de lo ocurrido hasta ahora, que ha llegado al lugar en el que comenzó todo? La respuesta a esa pregunta se encuentra en las páginas de este libro, así que no diré más al respecto.
Pero sí diré que El océano al final de la carretera es un libro que merece la pena ser leído, porque nos cuenta una historia tan aterradora como dulce (lo habitual en Gaiman), porque muestra con gran verosimilitud cómo los hechos vividos durante la infancia marcan nuestra vida de forma indeleble, aunque no los recordemos, y porque, de la mano de su pequeño protagonista, toda persona que empiece a leer este libro se va a volver a sentir, otra vez, como el niño que un día fue. Con todo lo bueno y todo lo malo que eso conlleva.
2 comentarios:
Yo soy de los que opina que Neil Gaiman dio lo mejor de sí en el cómic: su inolvidable "The Sandman", el terrible "Señal y ruido", aquel número de Hellblazer titulado "Abrázame", y alguno más.
Sin embargo, lo que leí a posteriori de su prosa ("Neverwhere" y la colección de relatos "Humo y espejos") no me convenció tanto. Y algún amigo me ha comentado que con "American Gods" tampoco me pierdo nada. Así que este "Océano al final de la carretera", leída esta crítica tampoco muy generosa, creo que será así mismo olvidable...
Disfruté Sandman (aunque hay un par de arcos argumentales olvidables, como "Fábulas y Reflejos" y "Un juego de ti"), y a pesar de que lo otro que leí del hombre es American Gods (que toma mucho, mucho, mucho de Sandman) me entretuvo bastante. Claro que le daré una oportunidad al Océano, así como a los Hijos de Anansi, cuando lleguen a mis manos eso sí, porque de leer en pantalla ni hablar, que ya bastante ciego me tiene el trabajo frente a ella.
Saludos.
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