viernes, 17 de enero de 2014

Mary Jo Bang: El claroscuro del pingüino


Idioma original: edición bilingüe inglés-español.
Selección y traducción: Patricio Gringberg y Aníbal Cristobo
Año de publicación: 2013
Valoración: recomendable

Tal y como prometí en una entrada anterior, vuelvo a la editorial independiente Kriller 71 para hablaros de El claroscuro del pingüino de la estadounidense Mary Jo Bang, libro que, junto a La belleza de las armas del canadiense Robert Bringhurst, vio la luz en el último semestre de 2013.

Mary Jo Bang (Missouri, 1946) ha escrito varios libros de poesía, entre los que se encuentran Apology for Want (1997), premio Katherine Bakeless Nason; Louise in Love (2001); The Downstream Extremity of the Isle of Swans (2001); The Eye Like a Strange Balloon (2004) o Elegy (2007), ganador del National Book Critics Circle Award y del Alice Fai di Castagnola Award. En 2009 publica The Bride of E, donde cada texto se inicia con una letra del alfabeto emparentada con problemas existenciales como la soledad, el hecho de que Estamos, a todos los efectos, o el hecho de cuestionarnos, al igual que lo hace Alicia en el poema "A como en Alicia", qué podría pasarnos si cayéramos a través de toda la oscuridad por la que estamos mirando. 

En la actualidad, MJB trabaja en la escritura de The Last Two Seconds, de próxima aparición. Es con un anticipo de ésta última obra como la autora da inicio a la antología El claroscuro del pingüino, una acertada selección de las obras mencionadas arriba (excepto de Elegy, por tratarse de un poemario en versión bilingüe editado recientemente por Bartleby).

En palabras del editor, el conjunto de poemas que componen la antología se presentan en orden cronológico inverso, a petición de la poeta, e incluyen una muestra del intento de reinvención y experimentación continua al que ésta ha sometido su lenguaje. Los dos últimos poemarios que aparecen en El claroscuro (Louis in Love, un conjunto de poemas que reflejan el mundo imaginario y el amor que experimenta Louise, y Apology for Want) y, por tanto, los primeros en haber sido publicados por Bang, presentan una poesía más sencilla, con textos más accesibles, puesto que las conexiones narrativas son más explícitas que en los poemarios de creación más reciente, las imágenes se hilvanan de una manera más evidente con el discurso y, en este aspecto, se podría decir que el lenguaje se acerca más a lo que podría entenderse como una experiencia real como pueden ser las relaciones amorosas o la manifestación del deseo, la pasión o la frustración (aunque hablar de lo real en poesía sea un tanto arriesgado, puesto que el universo poético se aleja a menudo de la experiencia vital de cada uno para crear un nuevo concepto de realidad). Por poner un ejemplo, el poema “En el hospital de St. John”, de Apology for Want:

Mi madre y yo, a la deriva en un bote/ al borde de la alfombra/ esperando que alguna palabra bajase. /En cambio, eufemismos, un repiqueteo/ amortiguado, insípidos paisajes en tonos pálidos/ y melocotón. […] Una vez en el columpio de un patio/ me convertí en el cielo que decía ser./ La muerte puede ser cualquier cosa,/ dientes en un vidrio. Anoche, en un sueño/ conducíamos sobre el hielo./ Y él me hizo salir y barrer…/ Todas nuestras vidas cargan con una condición dentro./ Demasiado tarde, nos damos cuenta –arena seca/ polvo, lo que podría haber sido una casa./ Ser pura, comenzar nuevamente de cero.

A partir de ahí, la autora se centra más en el cómo decir que en el qué decir. Es la propia Mary Jo Bang quien, en una conversación sobre la erótica del lenguaje con Aníbal Cristobo, recalca la necesidad de abandonar un primer estilo que ella califica como innecesariamente tímido y de investigar otro tipo de posibilidades y conexiones. Por ejemplo, las fónicas, que, obviamente, en una traducción nunca llegan a conservarse tal y como se aprecian en el original, pero a la que, una vez más, gracias a la edición bilingüe, podemos acercarnos. A continuación, cito un fragmento de la entrevista que considero clave para todos aquellos que deseen acercarse a la obra de Bang, sobre todo, a los últimos poemarios, donde el mensaje que encierran los versos es más difícil de desentrañar y las conexiones iniciales se pierden o, por lo menos, no se aprecian a primera vista:

... el deseo de liberarme de cualquier tipo de modelo que yo hubiera podido establecer en mi primer libro, Apology for Want. Sentía que en mi primer libro tal vez había sido innecesariamente tímida. Sospechaba que el lenguaje poético era capaz de hacer mucho más [...] que podía pasar si en esos nuevos poemas yo establecía menos conexiones narrativas explícitas y, en lugar de eso, dejaba únicamente que un sentido general de esa narrativa destellara detrás de la superficie retórica del poema. Quería ver si, a falta de conexiones lineales claras, los ecos fónicos (como rimas internas, aliteraciones, asonancias, etc.) podían sostener al poema como tal. La pregunta en mi cabeza era si sería posible, en el caso de que el poeta brindara suficiente placer sonoro –y convirtiera al lenguaje en algo exuberante y sorprendente- si sería posible para el lector no apenas tolerar sino incluso disfrutar esa incertidumbre; el desconocer hacia dónde apuntaba el poema exactamente. [...] la idea de la indeterminación y del rechazo al “cierre”, la clausura del texto en relación a un significado estable. [...] en muchos de esos poemas hay un subtexto de amores no correspondidos, pero también hay un subtexto del amor al lenguaje, y a la poesía. [...] un experimento con lo indireccionado. Gertrude Stein decía que en Tender Buttons quería capturar la esencia de las cosas pero sin nombrarlas. Intentar capturar la “cosa en sí” de un objeto aludiendo a sus cualidades en vez de a su nombre. Yo buscaba capturar las cualidades no de objetos, sino de ideas y de estados de subjetividad.

Hay quien puede tachar de crípticos sus poemarios más recientes debido al fragmentarismo, a la aparición de diferentes planos del discurso en un mismo poema, al peligro de que el lector quede excluido del poema al no conocer, por ejemplo en el poemario The Eye Like a Strange Balloon, las obras  de referencia que la autora toma como punto de partida para sus poemas. En realidad, este último recurso se ha observado ya en el caso de muchos otros autores, por ejemplo, Ana Gorría y su obra Araña, una técnica que no debería verse como un grave problema, sino todo lo contrario, ya que arte y poesía se apoyan para crear un discurso más enriquecedor y, puesto que si realmente estamos interesados en la lectura, podemos investigar y dar con esas obras.

Otros, como Luna Miguel, encargada de escribir un lírico prólogo para el Claroscuro del pingüino (tan lírico que funciona como un poema más añadido a la antología y de cuya lectura disfrutamos; sin embargo, con el fin de dar con claves que faciliten la interpretación de la obra, no vendría mal incluir también, en próximas reediciones, la entrevista arriba citada o esta otra, muy completa, incluida en la revista Transtierros), hablan de la importancia, del peso que ejercerá la voz de MJB entre nuestros poetas más jóvenes, una voz que, cito a Luna, adelanta lo que escribirán unos u otros después de haberla asimilado.  Un bello prólogo en el que se habla de Bang como reina de lo metaliterario: aquella fórmula con la que todo puede reinventarse: el lenguaje: el ritmo: el significado de antiguos héroes: de antiguos personajes infantiles: de uno mismo: de un país: de aquellas murallas imponentes: los espacios: la filosofía: el teatro: la muerte.

Y añado: Alicia, todos esos referentes de fantasía que conforman el núcleo inventivo
de la infancia y que reinciden, de una u otra forma, en la edad adulta. La magia, el don de la ubicuidad de la poesía entendida como un escenario en el que la autora puede pensarse, proyectarse y proyectarnos a todos nosotros con ella hacia situaciones que nunca ha vivido (un terremoto en España), lugares ficticios que, de algún modo, le posibilitan el acabar hablando de todo aquello que realmente le preocupa (un temblor, la vibración generada por esta o aquella anécdota). Es MJB con su despliegue de personajes-actores inventados quien no duda en darnos entrada a esta especie de escenario que construye ante nosotros y al que asistimos fascinados. Son precisamente ese lenguaje complejo o esas imágenes crípticas, el juego de máscaras, los que posibilitan la magia de la poeta que nos habla de bosques de juguete, grillos mutilados, Dos muñecas sentadas en una caja,/ Sus rostros insensibles haciendo juego./ Así, dicen, es como uno debe mirar/ El mundo. 

Para mí, hay una poesía que se entiende y otra que no, o que, al menos, cuesta más descifrar. Sin embargo, ambas, desde diferentes ángulos, resultan interesantes y, al igual que considero en este caso, indispensables para continuar en la profundización de la trayectoria  y en el conocimiento de diferentes propuestas. ¿Se trata de una lectura complicada? Sí. ¿Roza lo incomprensible en algunos pasajes? También, incomprensible como muchas otras cosas en la vida que no por ello resultan menos bellas.

Un consejo: puede empezarse con textos más asequibles como sus primeros poemarios y saltar después a los últimos, una vez que ya hayamos entrado en su cosmopoética. Poco a poco, en esa maraña de imágenes misteriosas, uno irá encontrando el sentido o una serie de conexiones que hilan los poemas de la antología. Y recordamos así que, retomando las palabras de la estadounidense, Estamos, a todos efectos, rotos, [...] pero todavía queda Algo azul detrás. Una mano abre lo azul,/ Y lo atraviesa y acaricia al gato,/ Calico, viejo, un poco más viejo con el tiempo./ Sabes que esta escena débil/ Está iluminada por la luz descuidada del final/ De un día perturbador [...] y mientras caminaba a través de la niebla gris del día,/ falsear lo vaporoso/ como si se tratara de algo concreto: el humo de un cigarrillo,/ por ejemplo, podría convertirse en un edificio diminuto/ de Lego/ visto en la ventanilla de un autobús que bloqueaba la calle./ La gente a veces se piensa como una foto que coincide/ con un anhelo inventado: un bosque de juguete, un/ grillo mutilado [...] De este lado -carne; del otro- una garra de hierro [...] como si la historia fuera un sonido/ que pudiera forzar un abismo creciente/ con el mar debajo. Y eso será así./ La multitud sólo se calmará cuando el mar nos alcance. 




4 comentarios:

Gabriela Lago dijo...

No conocía a la poeta. Intentaré buscar en las librerías de Buenos Aires para leerla. Luego de leer tu entrada me dieron ganas. Gracias. Gaby

Uxue dijo...

Yo tampoco la conocía y ha sido un descubrimiento. Publicó también Elegy, en la editorial Baterbly, pero éste debe de variar mucho en tono. De todas formas, el de Elegy también tiene muy muy buena pinta. En cuanto lo lea, os cuento. Por si quieres un aelanto, aquí tienes algunos de los poemas que salen en El claroscuro: http://kriller71.blogspot.com.es/search/label/Mary%20Jo%20Bang

Anónimo dijo...

Leí la antología hace unos días y me sorprendió agradablemente su estilo fragmentario. Si bien la poesía es un lenguaje que se entiende en sí mismo, como la música o pintura, conocer sus fuentes de inspiración ayuda a captar mejor su esencia. Después de encontrar un poema que homenajea a Mulholland Drive me ha recordado a David Lynch. Supongo que es un buen guiño.

Su Xiaoxiao dijo...

¡lo mejor este libro!