jueves, 23 de mayo de 2013

Chris Bachelder: A propósito de Abbott

Idioma original: inglés
Título original: Abbott Awaits
Año de publicación: 2011
Valoración: Muy recomendable

Últimamente, estoy en racha: después de la gran sequía de "está bien" y "recomendable" de 2012, la primavera de 2013 me ha regalado unos cuantos "Muy recomendables" e "Imprescindibles" (Delirio, Historia secreta de Costaguana, El año de la muerte de Ricardo Reis...) que me están reconciliando con el mundo, con la literatura y conmigo mismo como lector y como reseñista.

La última de estas lecturas disfrutadas a conciencia es este A propósito de Abbott, título algo deslucido en comparación con el original Abbott espera, que sutilmente apunta a uno de los temas del libro. Porque, efectivamente, Abbott espera... que nazca su segundo hijo, hecho "milagroso" (a pesar de lo estadísticamente común que es que a las personas les nazcan hijos) que sucede al final de la novela-conjunto-de-relatos. Y mientras espera, Abbott hace muchas otras cosas: juega con su primera hija; se atreve con pequeñas chapuzas y tareas domésticas; navega por internet; se agobia, se autocompadece, se emociona; discute con su mujer, la conforta, la malinterpreta...

Bachelder ha conseguido reunir en esta obra varios aciertos importantes. Uno de ellos es, sin duda, el personaje principal, el joven profesor universitario Abbott (nombre desconocido) que es lo suficientemente ridículo como para ser divertido, pero también lo suficientemente digno como para que nos identifiquemos con él. Porque Abbott, o mejor dicho, Bachelder a través de Abbott, transmite con sinceridad la sensación de desamparo, éxtasis y agotamiento (las tres cosas sucesiva o simultáneamente) producida por la paternidad. Así se comprende una de esas contradicciones que pueblan el libro:

"Las dos proposiciones siguientes son ciertas: (a) Si tuviera la ocasión, Abbott no cambiaría ni uno de los elementos fundamentales de su vida, pero (b) Abbott no soporta su vida"

A propósito de Abbott es un libro hecho de pequeñas anécdotas, transformadas en belleza mediante un estilo por momentos delicado, irónico o poético (muy bien traducido, por cierto, por Ismael Arrache). Los relatos, a veces tan cortos que solo ocupan un párrafo (y esos son mis favoritos, personalmente) dejan siempre una sonrisa en la boca: que esa sonrisa sea unas veces compasiva, otras divertida y otras melancólica es sin duda otro de los méritos y de los valores del libro. Y otro más, el que al terminarlo entren ganas de volverlo a empezar.

Nota final: Manténgase lejos del alcance de padres primerizos o que estén pensando en serlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Suena bastante llamativo. Gracias por la reseña.

Aineta dijo...

Pues a mí me pareció aburridísimo y el personaje detestable.