miércoles, 27 de julio de 2016

Semana del best-seller #3: Yo fui a EGB, de Javier Ikaz y Jorge Díaz

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: Decepcionante

(Para nuestros lectores de allende los mares aclararé que EGB -Educación General Básica- es la denominación que durante la última etapa del franquismo se dio en España a lo que en casi todos los países se llama Educación Primaria, o cosas parecidas).

No sé si existen estudios sobre la interacción (o circulación) entre internet y el libro convencional, pero hay algunos ejemplos significativos de procesos que llevan esa dirección, de la red a la editorial. Uno bastante extendido son las publicaciones alrededor del fenómeno youtuber, y este ‘Yo fui a EGB’ es otro parecido. Porque me acabo de enterar de que la cosa comenzó a adquirir notoriedad desde las redes sociales, hasta terminar en una página web también llamada 'Yo fui a EGB', y de ahí pasar al papel impreso. Resultado: 190.000 ejemplares vendidos en muy poco tiempo, y no sé si uno o dos tomos adicionales, ya publicados.

Tampoco estoy seguro de si el recurso a la nostalgia merece una reflexión seria, o es sólo un pasatiempo que de paso les sirve a algunos para atraer a cierto público. Y con gran éxito por lo visto, como bien puede atestiguar RTVE, que en sus enormes archivos audiovisuales de sus tiempos del monopolio ha encontrado un filón para llenar horas y horas de programación para puretas, ochenteros, cuarentones o cosas parecidas.

Con estos mimbres, dos creativos bilbaínos (creativos en sentido profesional, no adjetivo) han ido creando una especie de burbuja temporal donde almacenan recuerdos, objetos, canciones o costumbres de una época difusa, que abarcaría más o menos desde principios de los 70 hasta finales de la década siguiente, hasta conformar una especie de inmenso atrezzo, algo que sin duda conecta muy bien con una famosa serie de la cadena pública. Y en eso es precisamente en lo que consiste el libro que nos ocupa: ‘Yo fui a EGB’ no es más que un catálogo que reúne un montón de esos elementos, aderezado con fotos, algo de infografía y pequeños comentarios digamos amables (en euskera diríamos 'txotxolos', algo así como tontorrones) sobre cada uno de ellos.

Para hacernos una idea, el texto empieza describiendo catorce clases de helados supuestamente populares en esa época indeterminada, doce tipos de chicles o dieciséis formatos de chuches varias. A este intenso apartado le siguen otros sobre moda, juegos infantiles, películas, música, etc. De forma que, aunque uno comience la lectura con buena disposición y algo de curiosidad, enseguida el asunto se torna aburrido y reiterativo. Porque, no nos engañemos, el puntito nostálgico quizá nos alcance a todos en algún momento, no sé, para llenar un rato de conversación con un colega de la época; pero superada una cierta dosis, la cosa pasa a ser tediosa y hasta algo molesta. Es más, no tengo nada contra los autores del libro, pero hasta resulta un poco demencial pensar en esta pareja de muchachos día tras día sumergidos en ese mundo momificado, en busca de cromos, modelos de relojes o soniquetes de anuncios, recibiendo mails de ciudadanos que aportan más recuerdos, o inventando nuevas secciones que rellenar de voces o imágenes antiguas.

Otra cuestión a analizar es el abanico temporal que abarca el trabajo de los egeberos: está claro que si se quiere atraer a una masa crítica de lectores o internautas, hay que ensanchar el periodo; pero a cambio, el lector (o usuario) inevitablemente se verá obligado a tragarse muchas cosas que le son ajenas, con lo que el hipotético interés de la colección decae sin remedio. Es decir, a más material, menos interés –salvo para algún que otro fanático, que también los habrá.

Pero igual me he ido un poco del libro en sí, que es lo que aquí nos interesa. Al margen de que el juego de la nostalgia por la nostalgia nos apetezca más o menos (a mí en particular, casi nada), el trabajo se podría haber materializado de una forma algo más inteligente. Quizá hubiera alcanzado un nivel algo menos rudimentario indagando más, aportando datos interesantes o curiosos, no sé, sacando partido a la perspectiva de las dos o tres décadas transcurridas. Tal vez algo más serio, o por el contrario, más ácido, más texto currado y menos dibujitos, y desde luego sin ese tono de colegueo buenista que ni siquiera arranca una sonrisa; y, por decirlo todo, anclado además en una invariable primera persona del plural del pretérito imperfecto, que intenta involucrar al lector, y sólo consigue irritarlo.

Con todo esto, sólo le ponemos la etiqueta 'oficial' de decepcionante -aunque con gusto le hemos añadido la de 'empachoso'. No llega a ser intragable, pero casi, y le salva que es un producto completamente inofensivo. Igual para leer un poquillo en la playa, y rellenar vacíos de conversación con los vecinos de veraneo con quienes a veces –muchas- no sabemos de qué hablar.

13 comentarios:

Francesc Bon dijo...

Me da mucho asco este tipo de engendros. Porque llamarle libro es ya mucho llamar. Desde la apelación crematística a la nostalgia más cómoda y ramplona hasta su supuesta gracia trillada y demagógica. Y la gente comprándolos. No me lo explico ni me lo explicaré.

Anónimo dijo...

Franquismo??? Yo nací en 1977, soy docente y estudié con la EGB... por fortuna. Cuidado con las fechas.

Juan G. B. dijo...

Hola:
Estoy con Francesc...yo también fui a EGB y aborrezco esa clase de libros de de nostalgia comercial. Porque si algo es más inquietante que pensar en estos tipos documentándose para el libro es imaginar sus caras de satisfacción cuando les llegan los cheques de la editorial... XP
¡En todo caso, buena reseña, Carlos!

Koldo CF dijo...

Tiene todo una pinta de "¡Vamos a sacarles los cuartos a la gente de 40 años o así, tirando de nostalgia de garrafón!"...

Pero buena reseña. Sí, señor!

Por cierto, si no me equivoco, la EGB empezó en el 71 (aprox) y terminó a primeros de los 90.

Carlos Andia dijo...

Bueno, está bastante claro de qué va esto, casi puedo verlo: empieza como un juego, quizá inocente, y termina siendo una fuente de ingresos nada desdeñable. El trabajo a realizar es mínimo, incluso hay gente que colabora con fotos y comentarios, todo es buen rollo, y encima se le saca rendimiento. Personalmente, no esperaba nada del libro pero quizá sí algo de gracia, chispa, ironía... pero lejos de eso, es todo autocomplacencia y comentarios buenistas como para no hacer enfadar a nadie. Bueno, bastante penoso.

Respecto de las fechas, agradezco las puntualizaciones de Anónimo y de Koldo. Seguramente debería haber comprobado las fechas, pero es que me parecía todo tan antiquísimo que me pareció innecesario.

Saludos y gracias a todos.

Anónimo dijo...

Últimamente este blog está degenerando, ya que con salvadas excepciones, las reseñas cada vez son peores. Si el libro es decepcionante, el autor de la reseña es poco fiable, ligero, frívolo, impreciso. Puede que hasta el libro sea mejor de lo que el autor refiere. Como muestra de su ligereza es que dice que la EGB fue la denominación de la primaria en la última etapa del franquismo. ¿Miente? No. Pero durante el franquismo solamente estuvo en vigor cinco años y, en democracia, más de quince. O sea, una reseña que empieza con esa referencia ligera, parcial, sectaria es poco confiable, la reseña, el autor de la misma y, por ende, el libro.



Santi dijo...

Bueno, lo que está claro es que cada vez tenemos lectores más exigentes, y eso no es nada malo :) Tampoco me parece que un dato equivocado, o mejor dicho, poco exacto, invalide una reseña que da una opinión sobre el libro y la justifica sobradamente... Pero en fin, bienvenidas sean las críticas del tipo que sean.

Sandra Suárez dijo...

Pronto sacarán "Yo Fui al BUP". Las leyes educativas son muy malas (cada una peor que la anterior) pero dan mucho juego terminológico. ¿Se acuerda alguien del COU... y del PREU?

Carlos Andia dijo...

Esto parece inagotable, como lo parece el gusto por la nostalgia, ya se sabe: esos recuerdos de la infancia, que a través de estos mecanismos (tele, blogs, libros) descubrimos que no eran sólo nuestros, sino que son compartidos por mucha gente, y hay muchos a los que eso les encanta, les divierte y hasta les emociona.

Así que, como tú dices, no sería nada raro que apareciesen versiones con otras denominaciones, incluso podríamos continuar en el tiempo con 'Yo estudié con la LOGSE' y cosas así.

Saludos y muchas gracias por tu comentario.

P.D: Jo, qué sinsorgadas estamos diciendo, qué poco serio es este blog.

Juan G.B dijo...

Hola otra vez:
Acabo de ver en una gran superficie el juego de mesa (oficial) de Yo fui a EGB.
¡Aprovechad para pasar un verano chupi!

Juan G.B dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
indecible dijo...


También pasa que hay "libros de WC". A ver si me explico: libros que no son para leerlos de un tirón porque aburren y abruman, sino para tenerlos cerca del inodoro y echarles una ojeada de tres minutos, abriéndolos al buen tuntún por cualquier página mientras... Y en ese ratito te acuerdas de Espinete y quizá hasta de Valentina y Locomotoro. Y luego lo dejas, tiras de la cadena, y a otra cosa mariposa...

Carlos Andia dijo...

Buscando el escenario idóneo para este tipo de lecturas, también había pensado en el que tú indicas, pero no me he atrevido a decirlo (que luego me acusan de frívolo y otras cosas), por eso he dicho lo de la playa. Pero desde luego lo has clavado, colega.

Efectivamente Juan, hay un juego egebero aunque, la verdad, no me he atrevido a mirar en su página cómo puede ser, que todo tiene un límite. Ahora quedamos a la espera de la app para móvil, seguro que es apasionante.

Saludos a los dos.