Título original: Le malentendu
Año de publicación: 1926 (en la revista Les Oeuvres Libres)-1930 (como libro)
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Valoración: recomendable
La novela corta El malentendido resulta ser la primera escrita (aunque como libro fuera publicada antes David Golder por Irène Némirovsky, escritora recuperada en los últimos años, al menos en España, no sé si al albur de la moda -feliz en mi opinión- por la novela de "sociedad" de la época de entreguerras. No obstante, al menos por lo que deja ver este título (y por lo que yo sé, también los demás de ella), la narrativa de esta escritora franco-ucraniana noparece tener mucho que ver con la de Benson o Nancy Mitford; en El malentendido encontramos, cierto es, una historia "galante", protagonizada por unos dorados -aunque sea de pacotilla- vástagos de la burguesía -francesa, en este caso-, pero, sin embargo no hay demasiada frivolidad y mucho menos humorismo: El malentendido parece más bien una historia moralizante, aunque no trate de transmitir una moralina anticuada o plúmbea, sino, en todo caso, una reivindicación de la autoafirmación femenina (no me atrevo a decir tanto como que sea una historia feminista, pero es a lo que apunta).
Porque la novela nos cuenta la historia de un adulterio, desde sus comienzos deliciosos, casi ingenuos, en unas vacaciones, entre la playa de Hendaya y las excursiones por los montes vascos, hasta el progresivo y previsible desencanto en la grisura del París invernal... Ahora bien, Némirovsky no sermonea sobre la indecencia o inmoralidad del adulterio en sí, que se acepta aquí casi como una tradición francesa, al menos de cierta clase social (tradición literaria también), sino que advierte del peligro para las jóvenes esposas de cambiar la tiranía o el aburrimiento de un marido por el que pueden padecer por culpa de un amante. Es más, si ambos protagonistas, Yves y Denise podrían calificarse incluso de un poco cándidos -e incluso "lilas"-, el que peor parado sale en su semblanza es el hombre, por pusilánime, caprichoso e irresoluto (y, en todo caso, quién parece más listo es el marido engañado, que no molesta a nadie, seguramente por estar ocupado con sus propias aventuras). Especial interés tiene la perspicacia con que la autora refleja las diferencias sociales -o sea, económicas- dentro de la clase en la que se desarrolla la historia, la burguesía más o menos boyante, sembrada de sutilezas y laberintos que seguramente ella conocía bien, dada su accidentada biografía: hija de un banquero ruso judío, exiliados tras la revolución del 17, casada luego con un ingeniero metido en finanzas y víctimas, por último, ambos de la barbarie nazi y la cobardía del régimen de Vichy...
Mención aparte merece, sin duda, la excelencia y precisión de la prosa de Némirovsky, más notable aún si se tienen en cuenta sus pocos años (recordemos que la novela se publicó primero en una revista, en el año 1926, por lo que la debió de escribir con menos de 23 años) y que lo hacía en una lengua que no era la suya, aunque es cierto que, al parecer, había sido educada desde pequeña en el conocimiento del francés. En cualquier caso, está claro que, ya desde su primera obra, se trataba de una escritora de fuste y evidente talento, desgraciadamente -e indignantemente- desaparecida demasiado pronto, pero que dejó un buen puñado de novelas que podemos disfrutar ahora, después de tantos años. Yo, desde luego, pienso seguir haciéndolo.
Más libros de Irène Némirovsky en Un Libro al Día: El baile, Los perros y los lobos, Suite francesa, El ardor de la sangre
Porque la novela nos cuenta la historia de un adulterio, desde sus comienzos deliciosos, casi ingenuos, en unas vacaciones, entre la playa de Hendaya y las excursiones por los montes vascos, hasta el progresivo y previsible desencanto en la grisura del París invernal... Ahora bien, Némirovsky no sermonea sobre la indecencia o inmoralidad del adulterio en sí, que se acepta aquí casi como una tradición francesa, al menos de cierta clase social (tradición literaria también), sino que advierte del peligro para las jóvenes esposas de cambiar la tiranía o el aburrimiento de un marido por el que pueden padecer por culpa de un amante. Es más, si ambos protagonistas, Yves y Denise podrían calificarse incluso de un poco cándidos -e incluso "lilas"-, el que peor parado sale en su semblanza es el hombre, por pusilánime, caprichoso e irresoluto (y, en todo caso, quién parece más listo es el marido engañado, que no molesta a nadie, seguramente por estar ocupado con sus propias aventuras). Especial interés tiene la perspicacia con que la autora refleja las diferencias sociales -o sea, económicas- dentro de la clase en la que se desarrolla la historia, la burguesía más o menos boyante, sembrada de sutilezas y laberintos que seguramente ella conocía bien, dada su accidentada biografía: hija de un banquero ruso judío, exiliados tras la revolución del 17, casada luego con un ingeniero metido en finanzas y víctimas, por último, ambos de la barbarie nazi y la cobardía del régimen de Vichy...
Mención aparte merece, sin duda, la excelencia y precisión de la prosa de Némirovsky, más notable aún si se tienen en cuenta sus pocos años (recordemos que la novela se publicó primero en una revista, en el año 1926, por lo que la debió de escribir con menos de 23 años) y que lo hacía en una lengua que no era la suya, aunque es cierto que, al parecer, había sido educada desde pequeña en el conocimiento del francés. En cualquier caso, está claro que, ya desde su primera obra, se trataba de una escritora de fuste y evidente talento, desgraciadamente -e indignantemente- desaparecida demasiado pronto, pero que dejó un buen puñado de novelas que podemos disfrutar ahora, después de tantos años. Yo, desde luego, pienso seguir haciéndolo.
Más libros de Irène Némirovsky en Un Libro al Día: El baile, Los perros y los lobos, Suite francesa, El ardor de la sangre
3 comentarios:
Para no perder la costumbre...
Conocí a Irene Nemirovsky hace ya unos cuantos años, revisando novedades en una librería de Buenos Aires. Me despertó curiosidad su historia, que a la vez me predispuso mal. Imaginé que su obra estaría impregnada de la melancolía del desarraigo, y decidí dejar su lectura para algún momento de mi vida más propicio.
Y ese momento llegó el último verano en el hemisferio sur, en Enero. Leí Nieve de Otoño, una novela corta, y me pareció extraordinaria, más allá de las reminiscencias familiares que me hizo evocar.
Tengo ahora unas cuantas obras de IN que me están esperando. Incorporaré El Malentendido, que parece sumamente interesante.
Gracias una vez más, Juan.
Hola Puma:
Esta vez te me has adelantado: mi descubrimiento de Némirovsky es más reciente (mejor dicho, mi decisión de leerla); me ha encantado, sobre todo teniendo en cuenta que esta es su primera novela... creo que por una vez, además, leeré sus novelas por orden cronológico.
Un saludo afectuoso y gracias por tu comentario.
Publicar un comentario