martes, 23 de diciembre de 2014

Andrea Camilleri: Vosotros no sabéis

Idioma original: italiano
Título original: Voi non sapete
Año de publicación: 2007
Traductora: María Antonia Menini Pagès
Valoración: recomendable

Para quien no lo sepa: Bernardo Provenzano, llamado por sus acólitos 'u Zù Binnu, "el tío Binnu" o "El Tractor" -según se refiriesen a su época de capo o a sus comienzos como matón- fue el Capo di tutti capi  de la Cosa Nostra siciliana entre 1993 y 2006. Cuando, en abril de ese año fue detenido en la caseta donde se escondía, en un monte cercano a su propio pueblo, Corleone, llevaba 43 años en la clandestinidad, huyendo de la justicia italiana. Pues bien, en su última etapa como capo supremo de la organización, movido sobre todo por la necesidad de disponer de un medio seguro para comunicarse con sus subordinados y familiares, se dedicaba a escribir -y recibir-, los llamados pizzini, papelitos mecanografiados, doblados y redoblados, en los que impartía sus instrucciones y "consejos", y que debían seguir caminos de lo más alambicado para llegar a sus destinatarios sin despertar sospechas.

Estos peculiares documentos (los que se han podido recuperar, claro) son la materia prima que utiliza Andrea Camilleri para escribir este curioso glosario que, en realidad, es un retrato de este personaje y de la organización que dirigía. Un glosario peculiar, también, puesto que los términos (en italiano  o en siciliano, pero también alguno inventado por el propio Provenzano), al ser tomado de esos pizzini -vehículo para entenderse entre criminales, no lo olvidemos-, a menudo tienen un significado "normal" y otro bien diferente que sólo es entendible dentro del contexto mafiosos... e incluso a veces ni siquiera así, y sólo se pueden explicar teniendo en cuenta las caracteríasticas de la personalidad y el estilo de mando de quien los emitió. 

Esa es la labor a la que se dedica Camilleri con toda la sabiduría y sutileza -también con la ironía- que le dotan su larga y fructífera experiencia como escritor y, sobre todo, como siciliano que sabe de lo que trata. A destacar, por ejemplo, la prolija y recurrente referencia que hacía Provenzano a elementos de la religión católica... y no sólo por coherencia con la supuesta religiosidad de la que hace gala el pueblo siciliano (en realidad, un ejercicio de supersticción, según Camilleri); sobre todo, el lenguaje morigerado y hasta meapilas de los pizzini, sus maneras conciliadoras como capo (a diferencia de sus predecesores en la dirección de los corleonesi: el militarista Riina y el aterrador Luciano Leggio) eran, para el autor del libro, recursos conscientes que utilizaba Provenzano para lavar su imagen y presentarse como un hombre de paz, un mediador, y no la mala bestia responsable, según se cree, de al menos 40 asesinatos, o el implacable cobrador de mordidas mafiosas en que se convirtió en una segunda fase de su carrera criminal. De esta forma, el libro también es un estudio de cómo la elección y uso del lenguaje -incluyendo las faltas de ortografía y los errores sintácticos- aún el empleado en unos medios tan aparentemente humildes como estos papelitos se convierte en un instrumento de primer orden para la consecución de unos objetivos concretos, en este caso, la dirección de una organización criminal. Por no hablar de la fascinante mezcla de negocios,asuntos luctuosos, vida privada (incluyendo problemas de salud) y beatería...

Este libro encantará sin duda a los lectores interesados en el tema mafioso, pero también a los seguidores-y somos legión- del gran Camilleri e incluso, más allá, a todos aquéllos que encuentren un placer especial en la lectura de un a disquisición inteligente, sutil y certera sobre cualquier asunto de interés de los tantos que conforman este mundo en el que vivimos y que a veces se nos muestran tan arcanos e incomprensibles como los papelitos de un viejo capo oculto en una montaña. Menos mal que aún tenemos a alguien como Camilleri que nos ayuda a entender las cosas.

Nota final: no me puedo resistir a compartir un dato que aparece en el libro. Al parecer, en tiempos de la jefatura de Provenzano, Cosa Nostra cobraba a los empresarios sicilianos adjudicatarios de obras públicas un 2% de comisión. Como bien sabemos en España y, sobre todo, en Cataluña, cobrar menos de un 3% es de aficionados... O quizás sea que los mafiosos son menos avariciosos que ciertos políticos. Qué suerte tenemos, ¿eh?

También de Andrea Camilleri en ULAD: Aquí

1 comentario:

Juan G. B. dijo...

Hola:
Me permito, con permiso de los lectores de ULAD,ampliar mi propia reseña con una anécdota del libro que olvidé comentar, pero que me parece de lo más significativa. Por lo visto, la única ocasión que los mafiosos interrogados se acordaban de haber visto reir a Provenzano, fue una vez en que alguien le recordó cuando había n ido a ver la película "El padrino". Por lo visto, Provenzano se rió de lo lindo...