Título original: Cosmopolis
Idioma original: Inglés
Año de publicación: 2003
Calificación: intragable
Ya está. Ya he acabado mi primer libro de Don DeLillo, tras intentos vanos con otros tres, que no voy a detallar aquí. Y, francamente, pido a los dioses que me mantengan alejado de los libros de este tipo por el mayor tiempo posible. Puede que pruebe con ese Submundo que tanta gente entroniza, pero será un día lejano. Antes, necesitaré airearme un poco con otras lecturas.
Si he evitado usar la etiqueta autogenerada me caerán capones por tos los laos es, primero, porque se acerca la Navidad y espero comprensión por parte de los lectores y, después, porque he leído otras voraces críticas a la adaptación cinematográfica que ha perpetrado Cronenberg dándole el papel protagonista al crepuscular Robert Pattinson. Si es que de dónde hay no se puede sacar.
Porque, damas y caballeros, menudo peñazo de novela es esta Cosmópolis. No sé si interpretar, por las sensaciones vividas, que DeLillo es aquí consciente de que su premisa inicial sólo puede entenderse y sustentarse en términos de transmitir el caos reinante a través de su propia escritura. Sí, sería una explicación para ciertas imágenes enfermizas. No hasta el punto de dignificarla, pero actuaría como atenuante, cuando no como coartada. Veríamos, entonces, que podría argumentar DeLillo de esa interminable sarta de frases cargantes que aderezan y alargan pasajes y pasajes de este libro, sin venir mínimamente a cuento, salvo el que el lector interprete que el propio narrador participa del mismo trip absurdo y alucinado que parece ser la premisa de toda la novela. Por lo menos Hunter S. Thompson se atrevía con lo que escribía.
Ésta es la trama de Cosmópolis: un joven y avezado broker trufado de millones (que le permiten poseer excentricidades como un tiburón metido en un acuario en una de las innumerables habitaciones de un apartamento enorme en un edificio de 89 plantas, o un sencillito bombardero Tupolev), decide lanzar el doble reto de su vida y le pide al chófer de su enoooorrrrme limousine blanca que le lleve a cortarse el pelo al otro extremo de la ciudad (en lo que, al final, parece manifestarse como una especie de simbólico regreso a la humildad de sus orígenes... pero qué cosa más tierna), a la par que, en una de esas complicadas y especulativas operaciones financieras (una de ésas que han llevado al desastre a medio planeta), apuesta su inmensa fortuna contra la evolución del yen. Todo muy creíble, y todo muy emblemático.
El recorrido hacia la peluquería en el vehículo toma la forma de una especie de epopeya en la que, supongo, cada uno de los obstáculos, cada uno de los encuentros aparentemente casuales debe revestir algún tipo de simbolismo. Aparece, también, en ese itinerario (o quizás deba decir via crucis), su mujer, otra guapa ricachona a la que parece no irle mucho el sexo, y con la que se encuentra varias veces, parece, casualmente. Perdonad: el libro es un lío. Hay manifestaciones, disturbios callejeros, estrellas del rap usadas como muzak para ascensores (y que fallecen por escasamente glamourosas causas naturales), performances, parece, del fotógrafo ése que fotografía a gente en pelotas, y toda suerte de tonterías que la prosa de DeLillo, supongo, pretenderá que lectores muy pero que muy espabilados traduzcan a algún tipo de metalenguaje que, seguro, servidor de Vds. ignora. Motivo éste final, supongo, por el que esta novela me ha provocado tan soberano aburrimiento.
También de Don deLillo en ULAD: Aquí
Ésta es la trama de Cosmópolis: un joven y avezado broker trufado de millones (que le permiten poseer excentricidades como un tiburón metido en un acuario en una de las innumerables habitaciones de un apartamento enorme en un edificio de 89 plantas, o un sencillito bombardero Tupolev), decide lanzar el doble reto de su vida y le pide al chófer de su enoooorrrrme limousine blanca que le lleve a cortarse el pelo al otro extremo de la ciudad (en lo que, al final, parece manifestarse como una especie de simbólico regreso a la humildad de sus orígenes... pero qué cosa más tierna), a la par que, en una de esas complicadas y especulativas operaciones financieras (una de ésas que han llevado al desastre a medio planeta), apuesta su inmensa fortuna contra la evolución del yen. Todo muy creíble, y todo muy emblemático.
El recorrido hacia la peluquería en el vehículo toma la forma de una especie de epopeya en la que, supongo, cada uno de los obstáculos, cada uno de los encuentros aparentemente casuales debe revestir algún tipo de simbolismo. Aparece, también, en ese itinerario (o quizás deba decir via crucis), su mujer, otra guapa ricachona a la que parece no irle mucho el sexo, y con la que se encuentra varias veces, parece, casualmente. Perdonad: el libro es un lío. Hay manifestaciones, disturbios callejeros, estrellas del rap usadas como muzak para ascensores (y que fallecen por escasamente glamourosas causas naturales), performances, parece, del fotógrafo ése que fotografía a gente en pelotas, y toda suerte de tonterías que la prosa de DeLillo, supongo, pretenderá que lectores muy pero que muy espabilados traduzcan a algún tipo de metalenguaje que, seguro, servidor de Vds. ignora. Motivo éste final, supongo, por el que esta novela me ha provocado tan soberano aburrimiento.
También de Don deLillo en ULAD: Aquí
24 comentarios:
Un tostón de puta madre.
Doy fe (por lo menos hasta la página 50...)
Es que cada vez que leo que alguien mete en el mismo saco a Philiph Roth y a Don DeLillo me pongo malo.
¡Para que luego digan que ya no hay buenos espectáculos gratuitos! Que un geronte de 76 años (diez menos a la sazón) ponga tu lozana mente en jaque no se ve todos los días.
¿Ya te he dicho que a mí me gusta DeLillo? Es probable que sea porque no pretendo analizar cada frase que suelta y me centro en el conjunto.
Gracias, Enrique. Mis primeros intentos rondaban las 70 páginas y al final lo conseguí. Ya está, algún día probaré con Ruido de fondo, pero sólo porque David Foster Wallace no deja de hablar de él.
Anónimo o anónima que se pone mala o malo: quién sobra en esa comparación? Yo lo que toleraría es que comparasen a DeLillo con Cormac McCarthy... me imagino a DeLillo con un pañuelo de Hermès al cuello...
Pues es muy posible que DeLillo sea un buen escritor, pero juzgando este libro, en sus partes y en su conjunto, me ha parecido un tío cargante, me ha parecido un tio con pretensiones de alucinado con muy poca gracia, y me ha parecido que Jonathan Franzen, o el arriba mencionado Foster Wallace son mucho más amenos y logrados como escritores, mucho mejors hasta, si me apuras, como pensadores.
Me gustaron mucho las primeras páginas, muy bien escritas. Luego como los champiñones tras un par de días de lluvia. Quiero decir, al principio están de muerte, luego te cansas de ver tantos, y al final te haces la 'picha un lío'. ¿Dónde diantres metes tanto champiñón? ¿De verdad están tan buenos? ¿No me hará daño tal cantidad? ¿Cómo los conservo? ¿Guardo o reparto? ¿Y si había un tope kilos/día en la recolección? No. No me gusta que un champiñón me haga cuestionarme su existencia, aunque sin duda es aprovechable.
Pues Álex, no sé si es que a DeLillo los champiñones se le convirtieron en el proceso en algún otro tipo de hongos. En cualquier caso hay que tener cuidado con las setas: su consumo excesivo es peligroso por las toxinas.
Absolutamente en desacuerdo, tanto la novela como la película son palabras mayores...a veces hay que leer pasando las páginas hacia atrás...saludos y buena lectura!
Interesante blog, Estado crítico. Bien: si se trata de reinterpretar esta vaga y dispersa historia como un alegato contra la especulación y contra el consumismo, o contra el poder excesivo del individuo, o lo que sea que pretenda DeLillo... a)podría haberse evitado el montón de verborrea sin sentido que la sazona por doquier y b)podría haber sido más claro en su mensaje, lo cual sería de ayuda para tan noble causa. La película la veré un día de estos, por si es de ayuda para leer entre líneas.
'Cosmopolis ' es otra criatura pretenciosa del Sr. Cronenberg (por qué no seguir el camino de 'Promesas del Este'?), perdido en sus masturbaciones capitalistas y apocalípticas disfrazadas de vampiros... Un saludo!!!
O de "Una historia de violencia"... pero Cronenberg no creo que sea capaz de arreglar el desmán que representa este libro.
Gracias por el comentario. Otro curioso nick, por cierto.
No es su mejor libro, pero lo leí con ganas.
Me quedo con Ruido de Fondo, Libra y Submundo. Maravillosos.
Lo siento: yo tenía muchas ganas ya de acabar cuando lo leí. Se me hizo interminable. Gracias por el comentario.
El primer asunto que noto con tu critica es que no leíste la novela, ibas tan pendiente buscando que significaba cada cosa detrás de las palabras que no leíste nada. No eres capaz de ver en esa prosa que te aburrió la increíble capacidad técnica en la que casi sin hacer ninguna digresión, en la narración no crea retrospectiva o antelación a los hechos, y aun así sientes como el mundo va camino al caos y él viaja al pasado, todo en un día. Está la cuestión económica y política que no eres capaz de ver. que te guste o no, no importa, pero criticar sin ningún sentido literario te hace sonar infantil.
Gracias por el comentario, Andrés. Creo que leí el libro, o al menos eso recuerdo, y sí había momentos en que la dispersión era considerable. Pero todo es opinable. Yo creo que para una fábula de este tipo, DeLillo era capaz perfectamente de hacerla más digerible.
Intragable me parece benevolente y todo! Lo único bueno es que es relativamente corto, porque si no, no lo habría acabado.
Un libro soez, sin sentido, en el que no pasa nada después de dar muchos rodeos, aburrido hasta decir basta.
Vaya: pues a pesar del prestigio de DeLillo parece que las opiniones sobre el libro no son lo que se dice rotundamente aclamadoras. Gracias por el comentario.
Me acabo de tranquilizar mucho, he leído dos de DeLillo y me parece insufrible, ahora lo puedo confesar y salir del armario y me siento mejor. Yo también intentaré "Submundo" algún día.
Compararlo con Roth, McCarthy o incluso Pynchon (que en sus rayadas me parece brillantísimo) es una coña marinera.
Gracias, anónimo, por el apoyo. A pesar de lo cual he decidido ir a por uno de los títulos emblemáticos de DeLillo, a ver si mi opinión puede ser un poco matizada.
De Cosmopolis la película ya me desalentó. Suponía que partir con el hombre del salto era buena idea, pero realmente estos brincos incesantes y el enredo narrativo sinsentido hacen que la voz narrativa se torne agotadora y aburrida. No me da ganas de volver por más. Me parece sobrevalorado e insípido.
Prueba con Ruido de fondo: mirarás varias veces si es el mismo tipo quien lo escribió,
El libro de Delillo será un bodrio, pero tu prosa es ilegible. Muy mala redacción, hombre.
Tomo nota, me pongo en ello.
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