Idioma original: inglés
Título original: Company K
Año de publicación: 1933
Valoración: imprescindible
Supongo que a las personas que leemos habitualmente esto nos pasa una vez al año o ninguna: que un libro nos cautive hasta tal punto que sintamos la necesidad de recomendárselo a todo el mundo, de regalarlo en cualquier cumpleaños, de dejarlo en la mesa del café para que todos lo vean y se pregunten por él.
Lo acojonante es la fecha de publicación: 1933. Parece una broma, primero, que este libro antológico y fundamental no se haya publicado antes en español; y segundo, que los ¡¡¡79 años!!! que nos separan (a nosotros, lectores de hoy) de su edición original sean apenas una anécdota: cuando empiezas a leer descubres que William March podría haberlo escrito dentro de 15 años y su lenguaje, su poética, su estructura y su fuerza permanecerían intactas, sin arrugas, absolutamente actuales. La labor de traducción de Bianca Southwood habrá tenido que ver, pero es innegable que el señor March escribió una obra maestra.
Si alguna vez he visto claro que un libro debería ser obligatorio en todos los planes de estudio es ahora, con Compañía K.
William March se alistó voluntariamente en los Marines para combatir en la Primera Guerra Mundial y luego compuso esto: una sinfonía estructurada en torno a 113 nombres de soldados con la que definió a la humanidad. Los capítulos (o "estampas", como reza la contraportada) son breves o brevísimos, y dan testimonio en primera persona de todos o casi todos los afectos de que está compuesta la conciencia de los hombres. En algo menos de 300 páginas March repasa con precisión quirúrgica, sin regodearse, las infinitas violencias y sinsentidos del enfrentamiento entre seres humanos, en un ejercicio de extrapolación de la guerra hasta cualquier batalla, de cualquier época.
La guerra es una elipsis, en este libro enorme. Es la desesperación, el amor, la risa histérica, el monstruo que aguarda debajo de la cama lo que retrata. Es la sombría estupidez que nos gobierna, el estribillo de una raza impotente. Está escrito como si, al hacerlo, March hubiera tenido que aguantar la respiración para no llorar, o para no perderse.
3 comentarios:
Me lo apunto...
Si la guerra fuese totalmente voluntaria, si sólo fuesen los que quisiesen ir (porque se aburren, porque quieren tener esa experiencia...)entonces, y sólo entonces, podría ser aceptable.
Obviamente, siempre que no hubiese otro tipo de víctimas.
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