(...)aquel viento temible que, aunque no veían que fuera blanco, barría tal cantidad de nieve contra ellos que casi les asfixiaba; tampoco era negro, aunque había tal negrura en su interior que veían lo mismo con los ojos abiertos que cerrados; arrancó las puntas de los icebergs, desprendiendo hielo de hielo y haciendo que de las hendiduras manara nieve que corría por las laderas de los acantilados como sangre blanca y espumeante; y el cielo chilló por cada fisura que encontraba o abría hasta que el océano, pese a estar congelado, crujió y restalló, rompiendo contra el oleaje de aquel otro mar de viento
Más interesante me resulta la segunda parte de la novela, la que pone el foco en Freydis, descendiente de Erik el Rojo que parte hacia Vinlandia (actual Terranova, Labrador, etc), en la rivalidad que se desata con otros colonos y en el choque con los nativos. Sin dejar de lado ese elemento mítico que recorre todo el texto (profecías, sueños premonitorios, hechiceros...), creo que los personajes se muestran en toda su complejidad, que es mayor la profundización en las relaciones entre ellos, que se ahonda en los motivos que los mueven, etc.
Todo esto sin olvidar los que creo que son los principales puntos fuerte del texto: descripción de paisajes, metáforas y símbolos, en los que se combinan ficción y no ficción, mito y realidad, Historia e "historias".
En resumen, una novela complicadita (sí, tetes, es Vollmann) que nos habla del presente, ahora que cierto tipejo de color naranja pretende apropiarse de Groenlandia, a través de la revisión de leyendas y mitos de un pasado no tan lejano como pudiera parecernos.
P.S.: Preciosa edición la de Pálido Fuego. Tipografía, ilustraciones, cubierta, papel... Un lujo, vaya.
También de Vollmann en ULAD: Historias del Arco Iris, La familia real y El atlas
3 comentarios:
Recuerdo cuando leí Europa Central y quedé regulando varias semanas. Nunca más volví a acercarme a Vollmann, aunque tengo ganas de leer La familia real.
Vollmann es un escritor todoterreno, arriesgado, irónico, sutil…
… y, desde luego, tan original, tan único, que su narrativa no admite comparación alguna lo miremos como lo miremos.
Escritor dificil no porque no lo podamos entender, no porque veamos en él a un escritor tan fascinante como perturbador, riguroso e hilarante, concienzudamente serio o perversamente frívolo, cálidamente sensual o rematadamente obsceno, excesivamente elocuente o calladamente melancólico, sino porque sus vericuetos narrativos, sus ardides semánticos, sus tortuosas digresiones y sus notables excursiones a notas de pie de página —amén de la extensión de alguna de sus obras—, obligan al compromiso de una atenta y concentrada lectura más allá de la pasividad lectora de talante comercial que pueblan nidos editoriales y nichos de librerías. De todos modos, no pienso que “La camisa de hielo” sea particularmente dificil.
Gracias a la editorial “Pálido Fuego” ya hemos disfrutado de algunos títulos de este escritor en nuestro país —el osado “Historias del Arcoiris”, el monumental thriller, ubicado en el sórdido Tenderloin de San Francisco, de “La familia Real” y el entrañable e itinerante “El Atlas”— y, ahora, tendremos la oportunidad de disfrutar, partiendo de “La camisa de hielo” del resto de su septología “Siete sueños”, cuyo enunciado de intenciones ya deja patente W. T. Vollmann en el prefacio a este primer título:
“Dudo entre tener un sueño o siete. Cualquiera preferiría pasarse
la tarde frotándose los talones hasta que le brotaran unas suaves alas que le permitieran retozar entre el cielo azul y los tejados, pero como yo, cargado con la Camisa de Hielo, la Camisa de Cuervo y la Camisa de Veneno, nunca podré volar, no pongo esperanzas en tan frivola ambición. Cualquier vestidura, por muy colorida que sea, no es más que una camisa de fuerza, por eso no veo ni percibo belleza alguna salvo en los desnudos. Las nubes son duras como piedras, y todos nuestros sueños son el mismo sueño negro. Sin embargo, yo soñaré siete, que se corresponderán con las Siete Edades de VINLANDIA LA BUENA. Cada Edad fue peor que la anterior, pues pensábamos que era nuestro deber enmendar lo que íbamos encontrando, ya que nada se reflejaba en los espejos de hielo de nuestras ideas. Si bien dificilmente somos merecedores de reproche, no más que los bacilos que atacan y debilitan un organismo vivo; porque, si la historia tiene algún propósito —y si no lo tiene, no hay nada malo en inventarlo— haber talado bosques enteros y diezmado tantas tribus debe haber servido para algo. Que así sea”.
En fin: una excelente y, por tanto, recomendada lectura.
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