lunes, 7 de abril de 2025

Henry James: La muerte del león

Idioma original: inglés

Título original: The Death of the Lion

Traducción: Eduardo Lago

Año de publicación: 1894

Valoración: Se deja leer


Supongo que mis colegas del blog estarán de acuerdo, pero quizá es algo que a nuestros lectores se les puede escapar: a veces no apetece reseñar un libro. Ocurre, o al menos me ocurre a mí, cuando el libro es ni fu ni fa, no despreciable pero tampoco ha dejado una huella importante (ahí encajaría a la perfección una expresión tan usual como ‘poco reseñable’), o cuando uno, por alguna razón, no encuentra demasiadas cosas que contar aparte de hacer una vulgar sinopsis. Pero esta especie de ligero malestar se me hace más patente cuando leo a un autor considerado más o menos clásico, que está en los cánones y por tanto debería aportarme cosas interesantes, pero al que no termino de encontrarle el punto atractivo. Todo esto podría muy bien ser la conclusión de la reseña, pero es obligado contar algo más, y a ver si así termino descubriendo el porqué de mi tibieza, indiferencia, decepción.

La muerte del león ('león' tiene en el mundo anglosajón la acepción coloquial de celebridad, o algo así) relata la relación entre un joven periodista y un escritor admirado aunque todavía algo lejos del éxito. Al primero se le ha encomendado entrevistar al autor, pero le es vetada su intención de hacer un reportaje de corte más personal que literario. El joven, presa de la admiración por el artista, se dedicará a intentar protegerle y preservar sus valores y su personalidad cuando se da cuenta de que hay gente que intenta convertirle en un personaje de la vida social, el típico famosillo que da lustre a fiestas y reuniones. De alguna manera, es la disociación entre lo público y lo privado, el escritor y la persona que está detrás.

Todo esto que he contado, que es un poco lo que da de sí esta novela corta, le lleva a James bastantes páginas, en las que hace gala de una prosa alambicada con la que intenta a cada paso profundizar en la psicología de los personajes, más en sus reflexiones que en sus acciones, que son más bien pocas, y obliga al lector a pararse en cada frase para entender y relacionar. No creo que James sea de esos autores que escriben para sí mismos, lo que suele ser motivo de ilegibilidad, pero al igual que el escritor, el artista en sentido amplio, tiene todo el derecho a esperar un esfuerzo de su público, éste tiene el mismo derecho a negarse a hacerlo. Queda por tanto ahí el aviso de que, si no nos apetece mucho entrar en ese juego, la lectura, al menos a la vista del libro al que me refiero, puede resultar poco o nada gratificante.

El ejemplar que manejo se completa con El rincón feliz, un relato que parece menor aunque a mí me ha resultado más atrayente. Con algunos tintes góticos, James presenta a un individuo que visita periódicamente la vieja casa familiar hasta que empieza a sospechar que aloja una extraña presencia. Sombras inexplicables, sonidos sutiles y puertas que se dejaron cerradas y aparecen abiertas dan paso a un crescendo de terror psicológico en el que se reúnen tenues recuerdos con una confusa sensación de desdoblamiento de personalidad. 

Todo lo cual tiene a su vez origen en la experiencia del propio James, norteamericano afincado en Europa y más adelante nacionalizado británico, que traslada al personaje la experiencia dual de dos mundos que considera muy diferentes. Cuando su protagonista regresa a Nueva York, se plantea la clásica duda sobre lo no vivido: qué hubiera sido de no haber emigrado, o bien de no haber regresado. Incluso si al abandonar una tierra (podríamos incluir cualquier otra circunstancia, el fin de una relación, por ejemplo) algo de nosotros permanece en el lugar de origen, ese reflejo de lo que quedó quizá en la casa familiar. Todo bajo una atmósfera bien conseguida cuando el autor se despoja, aunque sea parcialmente, del lenguaje moroso y algo barroco que tanto pesa en el relato anterior. Seguramente es por este camino por el que James consiguió evitar esa desconexión con el lector que he creído detectar en el primero de los relatos, y así parece que se aprecia en algunas de sus otras obras reseñadas en este blog, y que se pueden consultar aquí abajo.

Todas las reseñas sobre Henry James en ULAD: aquí


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigos de ULAD, excelente retrospectiva sobre Henry James están montando en el blog. Muy acertada la consideración de ustedes de valorar título por título la obra de un autor extenso y febril, que lo fácil sería reseñar en conjunto, por recopilaciones o parecido. En unos casos proceden así y se agradece que con otros tengan esta distinción. Con nostalgia recordamos cuando hace una década Santi incurrió en James varias ocasiones, con resultados tan clarificadores y admirables como este de Carlos. Felicidades, ánimo y avancen.

beatriz rodriguez sotp dijo...

Hola, Carlos. Saludos cordiales. Escribes tan bien que se te nota aburridísimo por el libro que reseñas. Lo siento.
Yo sigo leyendo vuestras reseñas cada día pero no sigo vuestras lecturas porque, como te dije un día, estoy leyendo matemáticas.Muy elementales, no tengo preparación, pero siempre con la esperanza de encontrar una joya que me explique bien el teorema de Pitágoras, por ejemplo. Para los clubes a los que voy, en uno este año han tocado historias con cánceres y señoras con maridos que no las dejan realizarse y en otro,autores leoneses que son todos iguales
Saludos cordiales.

Carlos Andia dijo...

Gracias a los dos por los comentarios. Efectivamente, a veces leemos títulos concretos y otras recopilaciones, todo depende de lo que vaya cayendo en las manos o en esas listas interminables que manejamos cada uno. Si de una u otra forma nuestras opiniones sirven para quien esté interesado en algún autor, pues objetivo cumplido.
Pues sí, Beatriz, un poquito aburrido sí que me ha dejado el libro, y eso que es bien corto. Por otra parte, si en tus clubes de lectura se presentan cosas como las que has explicado, no me extraña nada que te hayas pasado a las matemáticas. Y por cierto, aunque no venga mucho al caso, el otro día vi un video muy curioso que demostraba más que explicaba el teorema de Pitágoras a base de unos cuadrados de plástico llenos de líquido. Instructivo no sé pero muy gracioso de ver.
Un cordial saludo.