sábado, 12 de diciembre de 2020

Ibram X. Kendi: Como ser antirracista

Idioma original: inglés
Título original: How to be an antiracist
Traducción: Josefina Caball y Blanca Busquets (ed. en catalán) y Cristina Lizarbe (ed. en castellano)
Año de publicación: 2019
Valoración: muy recomendable

En este blog hemos hablado bastantes veces sobre el racismo, ya sea a través de libros de ficción que tratan el tema de manera más o menos directa, así como también por medio de obras centradas en esta lacra social. Pero pocos ensayos tratan el tema con más profundidad que el que nos ocupa en esta reseña y lo hacen de una manera tan amena y accesible. Veamos qué nos ofrece este magnífico libro.

En un más que interesante prólogo del autor, Kendi ya expone lo que será su línea argumental afirmando que «sabemos ser racistas. Sabemos fingir que no somos racistas. Ahora toca aprender a ser antirracistas». Porque de eso trata el libro, de la presunción de que, en mayor o menor medida, todos somos racistas, aunque «la negación es el pulso del racismo que bate más allá de las ideologías, las razas y las naciones» y que nos es muy fácil ver el racismo en los demás mientras negamos el propio. Y no basta con «no ser racista», pues denota una neutralidad que es la máscara del racismo. El contrario de ser racista no es ser «no racista», sino ser antirracista. 

El estilo de Kendi es muy didáctico, muy ameno, con un sentido muy afinado del tempo narrativo y con amplia voluntad de atraer al lector. Con un ritmo constante que mantiene el interés a lo largo de todo el libro, la lectura vuela por el estilo próximo del autor, un estilo que si bien lo encontramos cercano no desaprovecha la ocasión para ser, a la vez, reivindicativo y crítico. Kendi destaca no únicamente por su estilo desenfadado y atrevido, sino también porque la lectura del libro es sumamente ágil en su aspecto más ensayístico; de un didactismo evidente, el autor añade además pinceladas de su propia vida que enganchan al lector y lo ayudan a empatizar con lo narrado. En este aspecto recuerda bastante a Ta-Nehisi Coates, por el tono, el mensaje y el enfoque, pues se basan en propias vivencias para acercarnos al racismo y lo hacen sin dejar de ser críticos con su propia comunidad negra.

La profundidad de análisis del autor, tras tres años de documentación anotada en cuarenta páginas de notas bibliográficas, queda patente al ver cómo está estructurado: dieciocho capítulos correspondientes a cada una de las áreas en los que el racismo se manifiesta: definiciones, conciencia en conflicto, poder, biología, etnicidad, cuerpo, cultura, conducta, color, blanco, negro, clase, espacio, género, sexualidad, fracaso, éxito y supervivencia. Todos los capítulos empiezan con una breve descripción del área a tratar y a partir de ahí el autor desarrolla su exposición. Como se puede ver, el análisis enfoca el racismo desde cada uno de sus flancos, para analizarlo, para denunciarlo, para combatirlo. 

Intentando no extenderme, algo difícil a menudo y más cuando se trata de ensayos, sí diré que las diferentes áreas que el autor trata sirven para poner en contexto todo lo que el racismo ocupa e invade en cada uno de los aspectos del día a día. Y ese día a día lo vemos a través de los ojos del autor, pues combina análisis y denuncia con aspectos de su vida y de su evolución, no únicamente de niño a adulto, sino también en una evolución vital desde el racismo al antirracismo. Así, nos habla de políticas racistas, ideas racistas y desigualdad racial, afirmando que «una política racista es cualquier medida que genera o mantiene la desigualdad racial entre los grupos raciales» y hace hincapié en ser claro en este aspecto y decir las cosas por su nombre, sustituyendo eufemismos como «racismo institucional», «racismo sistémico» o «racismo estructural» por «política racista».

Un aspecto muy interesante del libro es cuando habla de la conciencia en conflicto, distinguiendo la mentalidad asimilacionista (que considera que un grupo racial es inferior y defiende programas de enriquecimiento cultural y conductual para desarrollar ese grupo), segregacionista (que sostiene que un grupo racial es inferior y se le debe apartar, pues no puede mejorar) y antirracista (que defiende que no hay grupos raciales inferiores y que hay que reducir la desigualdad racial). Este apartado es clave para entender el racismo y el autor cita a Du Bois sobre la doble conciencia o la conciencia en conflicto cuando explicaba, a finales del siglo XIX, la dualidad entre ser negro y americano como dos maneras de luchar en la vida opuestas y no confluentes. 

El autor también nos habla del poder y de cómo «la raza es básicamente un constructo de poder de las diferencias agrupadas que habitan en la sociedad. La raza crea nuevas formas de poder: el poder de clasificar y juzgar, elevar o degradar, incluir o excluir». Así, sobre la raza y la racialización, el autor afirma que «la racialización sirve para el propósito principal de la raza: crear jerarquías de valores» consiguiendo «un doble criterio esencial del racismo étnico: orgullo cuando se ocupa una posición en la escala por encima de otros grupos étnicos y odio cuando se ocupa una posición en la escala por debajo de otros grupos étnicos» y, hablando de grupos étnicos, el autor lo enlaza al hablar de racismo vinculado a la conducta, uno de los grandes males que todos podemos reconocer en nuestra sociedad y que el autor sintetiza afirmando que «es por un sentido racista que se aplica a todo un grupo racial la irresponsabilidad de un individuo. El concepto de conducta de grupo racial es un invento de la imaginación racista». 
 
Kendi nos habla también del racismo de la comunidad negra hacia ellos mismos por la costumbre de parte de cierta población negra en identificar personas ruidosas, toscas, maleducadas como negratas, creando así un espacio entre negros sin darse cuenta que, como todo racismo, ellos también «creaban una identidad grupal» basada no el individuo, sino en las acciones de ciertos individuos, que «a su vez creaba una jerarquía ente negros, como ocurre siempre en la creación de razas». Afirma Kendi que «no clasificábamos las personas ruidosas que resultaba que eran negras en un grupo interracial de personas ruidosas, como hacen los antirracistas. Racializábamos el comportamiento negativo y lo atribuíamos a los negratas, como hacen los racistas blancos, como hacen los racistas negros». Por ello, es crítico con los propios negros por su mentalidad racista hacia ellos mismos, algo que se ha ido manteniendo a lo largo de décadas y que a día de hoy persiste, pues «prácticamente un tercio de los negros todavía expresa la opinión racista de que los negros que sufren necesidades son responsables en gran parte de su condición», algo que el propio Du Bois (al que Kendi acusa de asimilacionista) sostenía cuando hablaba de «la delincuencia y holgazanería entre los propios negros», culpando así en parte a los propios negros de la degradación de su raza por su bajo nivel social. Por ello, Kendi critica las personas negras con ideas racistas antinegras, «asimilacionistas negros que adoran a sus ángeles blancos todopoderosos y se esfuerzan por convertirse en ellos, para ganar su estima, reproduciendo sus ideas racistas». Este aspecto enlaza también con el racismo basado en el color de la piel, y que critica por la tendencia de parte de la población negra de parecer más blanca, ya sea con el tono de piel, ya sea con alisarse el cabello, eliminando dentro de lo posible los rasgos afro. Esto es algo que apuntaba y criticaba también Ta-Nehisi Coates en «Entre el mundo y yo» (donde afirmaba que «el escenario donde ellos se han pintado de blanco es el lecho de muerte para todos nosotros») y que Kendi lo constata de manera objetiva poniendo como ejemplo que hoy en día los productos para aclarar la piel son usados por un 70% de las mujeres de Nigeria, el 59% de las de Togo o el 40% de las de China, Malasia, Filipinas y Corea del Sur. 

El autor habla también de racismo de clase, como decir que la gente pobre es holgazana o lo es la gente negra. Hablar de negros del gueto o de purria blanca es racismo de clase y, por ello, lo vincula claramente con el capitalismo, como sistema que contribuye a ello; así afirma que «es imposible saber demasiado sobre el racismo sin entender su intersección sobre el capitalismo». Por ello, sostiene que «las políticas antirracistas no pueden eliminar el racismo de clase sin políticas anticapitalistas. El anticapitalismo no puede eliminar el racismo de clase sin antirracismo». Aquí Kendi sí defiende a Du Bois por su contribución al anticapitalismo antirracista y le añade el componente del género, pues «las mujeres negras y latinoamericanas todavía son quienes ganan menos dinero», lo que hace evidente que hay una intersección entre ambos conceptos.

En resumidas cuentas, Kendi ofrece un análisis ensayístico sobre el antirracismo a la vez que lo intercala sobre su propio viaje de un racismo heredado por una mentalidad, un entorno y una sociedad. Mezclando la historia de su vida con los diferentes aspectos con los que el racismo se pone de manifiesto, el ensayo que ha escrito Kendi es de gran importancia para detectar cada una de aquellas áreas donde el racismo se manifiesta, buscando no únicamente las causas, sino cómo combatirlo, desde su propia experiencia, desde su propia vida, y desde la autorresponsabilidad de que esta lucha depende de todos y cada uno de nosotros identificando a través de datos, a través de actitudes, a través de herramientas de detección los elementos que sesgan la visión que tenemos de parte de nuestra sociedad a la que excluimos mentalmente de nuestra esfera. Por todo ello, el libro que ha escrito Kendi es de gran importancia analítica, pues desglosa en diferentes áreas cada uno de los conceptos en los que el racismo interviene, y con él, afecta la vida de las personas negras, pero también blancas, pues construye un mundo de desigualdades. Y relaciona de manera certera el racismo y esa desigualdad con el capitalismo, el machismo y la homofobia que cuida y protege a un sector reducido de la población que además en gran parte es de mayoría blanca, heterosexual y masculina. 

El racismo existe, y me temo que lo hace en cada uno de nosotros. Es posible que no siempre, no en el mismo grado y no en todas las áreas en los que el libro está estructurado, pero sí existe afectándonos en nuestra manera de pensar y de actuar. Y es posible (y deseable) que lo combatamos e intentemos cambiar este constructo mental existente por tradición y por nuestra omisión en el deber de combatirlo, pues «estamos rodeados de injusticia racial, visible como la ley, oculta como nuestros pensamientos personales. La pregunta que tenemos que hacernos cada uno de nosotros es en qué lado de la historia nos situaremos». Y, tal y como afirma Kendi en los agradecimientos, «una multitud de personas, siendo conscientes o no, con buenas intenciones y malas intenciones, han puesto espejos delante de mí que me han obligado a autoexaminarme». Este libro hace lo propio con sus lectores, y ese es el primer paso para el cambio. El resto, depende de nosotros.

25 comentarios:

Diego dijo...

Gracias, Marc, buena reseña.
"Entre el mundo y yo" no fue un libro que me dejara mucho, no conecté con Coates. Pero me apunto a Kendi.
Como veo que el tema te interesa mucho, te dejo un título: "Crítica de la razón negra" del filósofo Achille Mbembe. Me vino a la mente hoy y el día que reseñaste a Du Bois.

Saludos.

Marc Peig dijo...

Hola, Diego, muchas gracias,
Lástima que no te gustara el libro de Coates, espero que con este sí coincidamos más.
Tomo nota del libro que indicas, seguro que vale la pena si lo recomiendas. ¡A la lista va!
Gracias por la recomendación y por el comentario.
Saludos
Marc

1984 dijo...

Una reseña excelente. El libro de Kendi es muy interesante. Pero cuando uno termina su lectura se queda con un cierto mal sabor de boca, porque su autor tiene un concepto tan amplio del racismo, lo aplica a tal cantidad de aspectos y situaciones heterogéneas, que cabría pensar que el racismo es algo innato al comportamiento humano y por esa razón casi imposible de erradicar. Sin embargo, el racismo es una ideología bien concreta y cuyo origen debe buscarse en el darwinismo social del siglo XIX, que alimentó la expansión colonial occidental y justificó la segregación de la presuntas razas "inferiores" extraeuropeas, así como de otros colectivos no exactamente raciales sino más bien laborales, sociales o sexuales: trabajadores manuales, criados, mujeres, mendigos etc. En este sentido, Kendi tiene mucha razón cuando habla de que el racismo moderno va unido al capitalismo y al desarrollo de una sociedad de clases, burguesa y machista. A veces, efectivamente, se racializaban conflictos en los que la raza nada tenía que ver para justificar las políticas discriminatorias contra un grupo en cuestión; por ejemplo: los irlandeses son primitivos, sucios y borrachos y no se saben gobernar; por esa razón, los británicos debemos seguir en Irlanda para mantener el orden etc. También acierta Kendi en el asunto del autoodio de ciertos colectivos históricamente segregados, la tendencia a generalizar de los racistas (es un holgazán como todos los...), de negar que son racistas o que los racistas son los otros, o el carácter paternalista de tantos intentos bienintencionados de asimilación.

Más discutible es su postura militante. De hecho, a menudo el antirracismo militante, con su énfasis en el comunitarismo inspirado en factores culturales supraindividuales que se heredan por tradición, tiene un cierto aroma a racismo invertido o al revés. Una vez más, lo importante no es el individuo en sí, sino el grupo al que dicen que pertenece ese individuo; y este énfasis en el colectivo (negro, judío etc) siempre atiende a elementos comunitarios de los que fatalmente el sujeto particular no podría librarse. Un racista, hablaría con toda tranquilidad de la raza como sustancia colectiva heredada que determina la suerte de cada individuo (aspecto físico, psicología, inteligencia, cultura, situación laboral etc). A veces, como decía Borges, nos acabamos pareciendo a nuestros adversarios. Es muy peligroso hablar de racismo heredado, cuando quienes creen en la fatalidad biológica de la herencia que establece categorías raciales son precisamente los racistas de toda la vida. Pese a lo que escribe Kendi, la neutralidad sincera (siempre que no sea la coartada de otra cosa o simple cinismo) y el no racismo (no valorar méritos o defectos de un individuo en nombre de su raza u origen sino por su condición de persona, que es exclusiva porque cada criatura humana es única e irrepetible, pero asimismo universal al ser la categoría moral que a todos nos une) son seguramente la mejor receta para combatir el racismo.

Un cordial saludo

César Salinas dijo...

Fantástica reflexión.

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo con 1984. Supongo que lo que el autor llama ser "antirracista" es que no puedes tratar a todo el mundo igual como si no existiesen las razas (por cierto, el sueño de Martin Luther King), porque si no eres lo que ahora llaman "daltónico a la raza". Es decir, según el autor, si digo que no soy racista es que en el peor de los casos solo estoy fingiendo, y en el mejor, me mantengo en una neutralidad que dice muy poco de mi y de mi empatía acerca de lo que ha sufrido la persona que tengo delante por pertenecer a determinada raza. Pero... cómo acertar? Un sueco debe empatizar conmigo por ser yo mucho más moreno que él? Yo debo empatizar con un marroquí o éste se enfadará conmigo aduciendo (con razón) que no empatice tanto ya que mi color de piel es indistinguible del suyo?

Lo siento pero no voy a tratar de ser antirracista ni feminista ni gay friendly. Me conformo con tratar con respeto a todo el mundo y a no ponerles etiquetas. Lo contrario sí que me parece profundamente racista, machista y homófobo.

Un cordial saludo

Otro anónimo dijo...

Vive y deja vivir. Son sólo 4 palabras que todo el mundo puede entender. El respeto al distinto es algo tan elemental...si lo enseñaran en las homilías y en los colegios de pago, otro gallo nos cantaría...

Marc Peig dijo...

Interesantes aportaciones, aunque discrepo en algunos aspectos. A mí modo de ver, no ser antirracista ni feminista ni gay friendly significa principalmente hablar desde una posición privilegiada. Evidentemente que el respeto a todo el mundo no únicamente es necesario s8no diría que tendría que ser moralmente obligatorio. Pero también pienso que limitarse a eso es encerrarse en la propia burbuja de nuestro confortable entorno y no querer salir de ella, ni aunque sea para conocer lo que hay fuera. Porque ya no es únicamente “vive y deja vivir”, sino qué hacemos y cómo reaccionamos ante comportamientos que ofenden, denigran, menosprecian o atacan a otros. ¿Nos basta con callar porque no nos ofenden a nosotros o hacemos algo más?
Que cada cual haga lo que considere, faltaría más, pero que seamos conscientes también de lo que decidimos y las consecuencias de nuestras acciones y omisiones.
Saludos
Marc

Diego dijo...

Marc, vosotros lo sabéis mejor que nadie si tenéis un blog que trata de eso. Consideramos que leer nos hizo bien, y hacer circular eso que atesoramos también tiene que ser bueno. Realmente agradezco que a veces consideres los títulos que digo, lo valoro y ojalá siempre sepamos quedarnos con el lector, tolerar el resto del paquete.

1984, (sus comentarios dan ganas de hablarle de usted). Casi siempre me parece muy provechoso leerle. Comparto con César el elogio. El de hoy, incluso, me dio envidia por lo bien planteado que está. Muy de acuerdo con lo que usted dice. Muy de acuerdo con el no racismo... aunque, neutralidad... Usted me entiende ¿puede la neutralidad sostenerse en todos los casos? Usted mismo lo dice: siempre que no esconda otra cosa.

Y ahora ya para los distintos anónimos, Marc y bue, el que sea. Yo creo que una cosa es el excelente planteamiento que hizo 1984 sobre los peligros del comunitarismo, tribalismo, o como quiera que llamemos al binomio: nosotros/los otros, la perdida del juicio propio y la libertad de elección individual por pertenencia a X... y otra cosa es no tomar partido, la famosa neutralidad. De la individualidad del no racista cabe esperar que se sitúe del lado de la balanza que nos haga llegar al no racismo. Al maravilloso estadio que plantea 1984 en su párrafo final y del que todos sabemos que Marc es embajador. No estamos hablando de ideologías políticas, de respeto al culto religioso o sobre la mejor manera de organizar el país, la casa o el jardín. Hablamos sobre discriminación por color de la piel, menosprecio y violencia por ser mujer, opresión y castigo por opción sexual... en el siglo XXI, cuando la palabra Raza prácticamente no se usa ya en publicaciones científicas serias desde hace tiempo. No. Yo creo que se puede ser neutral al fútbol y jactarse de ello. Pero poco más.

Siempre digo que en el castillo de Disney, el liberalismo sí, será el paraíso. Pero no estamos en el castillo Disney. Es imposible ser Neutral y que eso no esconda un privilegio o un racismo/machismo/homofobia.

"Siempre que no sea la coartada de otra cosa", dijo 1984... al loro, Anónimo.

Òscar dijo...

¿Alguno de los que contesta aquí es negro/magrebí/chino, mujer o hombre homosexual? Es que si son varones blancos heterosexuales entiendo algunas cosas que dicen; las he escuchado muchas veces.

Diego dijo...

Hola.
Mis respuestas son No/no/no y no no.
Soy varón mestizo heterosexual y no he escuchado muchas veces las cosas que dice 1984, las que dijeron los Anónimos sí.

Anónimo dijo...

Buenas, Marc y Diego. Yo no he utilizado la palabra "neutral", solo he hablado de igualdad de trato hacia todos. Y aunque la ha utilizado 1984 es obvio que se estaba refiriendo a lo mismo. Evidentemente si una persona es agredida, a todos nos afecta y no se puede ser neutral, la sociedad ha de reaccionar contra el agresor. La pregunta es si a una persona que pertenece a un supuesto "colectivo oprimido" se la debe considerar y tratar como a una víctima "de serie". Es más, estoy convencido de que a gran parte de ese supuesto colectivo oprimido no le gustaría esa categorización.

Por cierto, Diego, como ya he dicho antes, soy de piel muy morena en cuanto me da cinco minutos el sol, desde niño he estado entre mujeres y soy bisexual, pero estaré al loro de mi posible racismo/machismo/homofobia, que nunca se sabe ;-)

Saludos!

Anónimo dijo...

Vaya, no había visto el mensaje de Oscar y te he contestado sin saberlo. Según tú si eres chino/magrebí/mujer o gay se tiene una opinión y si no se tiene otra? Me temo que las cosas no funcionan así.

Diego dijo...

Hola. Por lo mío te recuerdo que también estés al loro de si no dices lo que dices por ser un privilegiado. A mí me pasa.
(Lo de la exposición al sol no me preocupa porque Molina y Sherwood ya se ocuparon de eso. ;) Pero la parte de la opción sexual y la del color de la piel no es una respuesta para mí, es Òscar el que va por ahí.

Yo defiendo el contenido de los comentarios más allá del fenotipo, sexualidad o nacionalidad del organismo que los plantea, y no hablo de "supuestos" colectivos oprimidos sino de desigualdad de oportunidades hereditarias y personas que, efectivamente, están siendo agredidas.
No leí el libro de Kendi y no me convenció Coates. Bien por mis privilegios; es decir, no soy negro, no soy mujer, no soy homosexual; bien porque en este mundo golablizado de hoy me generan bostezos los negros periodistas de USA que se ubican entre los oprimidos del mundo.

Disculpa si fui agresivo. No dudo de que tu comentario plantee preguntas interesantes. Me alegra que no seas neutral ante estas cosas.
Un saludo.

Lupita dijo...

Hola, Marc y a todos:

Estaba esperando esta reseña y me he alegrado mucho de verla. ¿Por qué?, básicamente porque tengo ganas de leer este libro para ver si encuentro respuestas a preguntas que me hago muy a menudo, y porque siento una enorme afinidad y cariño hacia lo que escribes.

Aquí estoy un domingo dándole al "coco" e intentando verter en unas líneas lo que me ha hecho sentir y pensar vuestros comentarios. Este es un tema que siempre me está dando vueltas en la cabeza, porque soy una persona que se cuestiona mucho, y lo que veo en mí a veces no me gusta nada. Yo también soy un poco racista, es cierto, ya que si el racismo se basa en los prejuicios que se tiene hacia un colectivo, grupo étnico o como se le quiera llamar, algunos de esos prejuicios los tengo.

En una sociedad tan compleja como la actual, con discursos muy elaborados y teorías sobre todo, yo me voy a bajar a la vida diaria, para hablar de lo que veo. A mí me enseñaron en casa que las razas no existen, que sólo existe la raza humana, así que eso me llevó a pensar que, en un porcentaje altísimo al menos, todos somos iguales. Luego, la experiencia me ha hecho ver que si bien eso es así, obviar las diferencias es no tener en cuenta a todos.

Una anécdota: en un trabajo antiguo con varias compañeras guineanas, estábamos arreglándonos para salir a la discoteca y preguntaron que si alguien tenía crema. Les fui a dejar la mía y se rieron, porque era una crema "de blancas", que es demasiado líquida para ellas. Lo mismo pasa con el pelo, por ejemplo, que necesita unos productos distintos, y por eso tienen "sus" peluquerías y tiendas. Hablando entre nosotras, también me comentaron cómo esa noche que íbamos a salir, se les acercarían hombres ofreciéndoles dinero, porque al ser africanas estarían muy necesitadas. Fue cierto, y alguno de esos hombres me comentó que es que iban "provocando" (íbamos todas vestidas más o menos igual)
También, algún compañero de trabajo intentaba hacer lo mismo, con regalos o dinero. Ahí empecé a no ser neutral, eran conductas tan degradantes que una no podía quedarse impasible. Si os interesa, podéis leer el artículo del link inmediatamente inferior.

https://www.pikaramagazine.com/2018/06/que-pasa-cuando-las-negras-salimos-de-fiesta/

He recordado esto porque comprendí, de golpe, que la diferencia existe, pero también para enriquecer. En los años que llevo dando clase de español a inmigrantes, me he encontrado con situaciones en las que me sentía ridícula por no querer herir la sensibilidad de nadie.
Ahora, simplemente, pregunto cuando no entiendo algo y así o nos reímos todos o aprendemos algo nuevo. Respecto a sus experiencias y vidas, no voy a contar nada, pero, desde luego, son como para no dejar indiferente a nadie. Como poco, me hacen ver nuestra sociedad con otros ojos, y ser más objetiva con los defectos de nuestro individualismo depredador.

Gran parte de los prejuicios que tenemos, sobre todo hacia los africanos, se basan en la desinformación que hay hacia sus culturas y formas de vida, y en que sólo se nos muestra una imagen de pobreza y desarraigo, con una visión paternalista en extremo. Recuerdo un anuncio de una ONG que me enfadaba mucho: mientras que aquí una chica adolescente se miraba los granos, en el país X africano, alguien se moría de hambre. Se entiende la comparación, pero es que en ese país X también las adolescentes quieren estar guapas, salir de fiesta y se miran los granos (aparte de que su vida pueda ser una mierda por otras razones) Por eso, por la desinformación, es necesario que los propios noticieros, los programas de difusión general se abran más a otras sociedades de una forma realista, no sólo desde un sesgo sensacionalista y morboso.

Voy a comprar este libro, y si no ha pasado mucho tiempo, volveré a comentarlo. Se agradecen vuestros comentarios razonados, con datos y demás, pero me ha apetecido hablar de lo que yo veo y vivo.

No se puede ser neutral ante el sufrimiento de los demás. Esa es mi conclusión.

Saludos

Marc Peig dijo...

Hola a todos.
Me levanto con estos interesantes contrastes de opinión, siempre útiles por lo que Kendi resume en “poner espejos delante de mí que me han obligado a autoexaminarmel. Todo contraste de opinión es buenos, pues permite cuestionarse a uno mismo, así como ver también ver otros pensamientos.
Lupita, gracias, gracias, gracias. Tus aportaciones son siempre muy valiosas, por razonadas y comedidas, pero sin dejar de dar tu opinión de forma clara y hablando de tus vivencias personales que aunque a veces puede costar, facilita poner la opinión en contexto. Y, si lees el libro, coméntalo, por favor, cuando sea. Aquí estaremos listos para continuar con el intercambio de opiniones.
Saludos a todos y gracias por el debate.
Marc

Anónimo dijo...

Hola a todos.
Efectivamente Diego, mi último comentario no iba a dirigido hacia ti sino a Oscar que objetaba que probablemente las opiniones aquí vertidas se debían a nuestra condición de (supuestos) varones blancos heteros.

A ver si con este vídeo tengo más suerte:

https://www.youtube.com/watch?v=eV72bUfMc-A

Antonieta dijo...

Qué bien día hubo ayer!! 🤗💓🔥🌱

Diego dijo...

Lupita, gracias por sumarte.

Anónimo, gracias por el vídeo. Estoy de acuerdo con Freeman en cuanto a su defensa del no racismo, no así a su parte de discurso liberal donde dice que todo el mundo puede... Todo el mundo es demasiado grande. Un negro nacido en Memphis no tiene la misma oportunidad que uno nacido en Ouham. Las ideas o el uso de la razón también son privilegios si tenemos en cuenta que hay personas que nacen en ecosistemas que limitan sus procesos vitales a intentar sobrevivir. Es decir, comer hoy y morir otro día. Desde este punto de vista, una persona nacida en Darfur tiene oportunidades más parecidas a un Guepardo de la sábana que a Morgan Freeman. Aún teniendo en cuenta el tamaño de su cerebro, sus proyectos de vida se empequeñecen desde antes de nacer y durante sus primeros años de vida por no recibir alimentación suficiente. Es decir, no llegará a poder pensar, siquiera, la teoría de Freeman.

Los negros subsaharianos que sobreviven a la primer infancia y le hacen caso a Freeman; se empeñan en conseguir lo que quieren, invierten todo lo que tienen en hacer un viaje que llegará a un punto donde su empeño y fuerza perderá toda relevancia a causa de toparse con una frontera creada por los Estados que controlan y privatizan la violencia. Nada que se parezca a la selección natural ni que quepa dentro de sus "mochilas".

Anónimo dijo...

He leído todo lo comentado y cuánto victimismo.. hasta la perroflauta que cuenta su vida (pesada, oyes)
Menos victimizarse y más currar por el futuro.
Al final, otro lobby como el de las feministas.

Fdo: un blanco hetero no culpable por haber nacido así.

Diego dijo...

Jau!

Hombre blanco no necesario sentir culpa. Carta de fuego nunca decir: Hombre blanco sentir culpa por tener gran Fortaleza, tener siempre comida en mortero, medicina. Hombre blanco no tener culpa de conocer Dios mercado y Dios ciencia. Hombre blanco civilizado enseña a pescar y no da pez de un día. Nosotros saber.

Pero hombre blanco estúpido por insultar mujer blanca. Mujer blanca trabajar con pequeño hombre del futuro. Hombre blanco trabajar para viejo hombre blanco del pasado.
Hombre blanco no saber hablar lengua de blancos o interpretar carta de fuego. Hombre blanco llama victimista a hombres blancos que dicen tener privilegios. Fuma pipa de la paz con su imagen en piedra de agua.

Lupita dijo...

Gracias, anónimo forocochero:

Has descrito mis dos superpoderes: la megapesadez y la victimización.

Lo que pasa es que vivo y convivo con adolescentes, que tienden a no callarse sus opiniones, que, curiosamente, coinciden con las tuyas, y tengo hecho callo, me resbala casi todo y me enfada casi nada.
Enhorabuena, has elaborado un razonamiento de 3º de la ESO.

Saludos cariñosos

Lucy dijo...

Anónimo del 14, a las 08:27, pero qué tonto eres! Tengo curiosidad por saber que es lo último que has leído. Sea lo que sea, reléelo otra vez, que mal no te hará. Y lo de tonto, lo buscas en el diccionario, el que prefieras; verás que en tu caso no es un insulto. Besote.

Marc Peig dijo...

hola, buenas tardes.
Como bien sabéis los que seguís el blog, los comentarios están abiertos y no los revisamos antes de publicar (se publican automáticamente) ya que confiamos en el buen uso que se hará por parte de todos.
Por ello, agradecería que no se insultara, despreciara u ofendiera a nadie que colabore (ya sea reseñista o seguidor) en hacer de este blog lo que queremos que sea: un sitio donde compartir lecturas y reflexiones acerca de las mismas.
En caso contrario, tendremos que cambiar nuestra política y eliminar comentarios que no encajen con lo descrito.
El comentario de las 8:27 era insultante y no debió hacerse ni permitirse. Entiendo que el de Lucy es en respuesta y por ello doy el tema por zanjado.
De nuevo, gracias Lupita por tu "temple".
Saludos
Marc

Lupita dijo...

Hola, Marc:

Un libro que nos pone frente a un espejo, autocuestionándonos, al mismo tiempo que lo hace el autor. Coincido contigo en que es ameno, accesible y didáctico. A veces, los discursos se me han hecho cuesta arriba por el exceso de términos y la compleja elaboración de los mimos. A las personas que vivimos sin redes se nos hace raro. Quizás menciono esto mucho, pero es que crea realidades casi paralelas; hay otra vida en Twitter o en Instagram que sucede al mismo tiempo que esta, pero que cambia mucho más rápido.

El camino de autoconcienciación del autor no ha sido el mío en cuanto al antirracismo, puesto que no he vivido como mujer racializada, pero sí en mi experiencia vital como mujer, pasando de querer "ser como los chicos" a estar entusiasmada con el feminismo actual que reclama la misma dignificación para lo considerado tradicionalmente femenino. Las intersecciones con el feminismo, los movimientos trans, lo queer, etc..me han volado la cabeza. Es todo fascinante, no me lo quiero perder. Me encanta lo que hacen los jóvenes al respecto.

Las distintas formas de racismo, clasismo, racialización, etc..están muy bien analizadas, pero me falta base. Tengo que leer más, me siento un poco analfabeta en estas cuestiones.

Es un libro también muy centrado en los EEUU, y nuestra realidad es distinta. Tomar como referente universal lo que sucede allí hace que tengamos unas miras muy estrechas; personalmente, voy a buscar otros referentes, sobre todo de afrodescendientes españoles.
Muy interesante es el proyecto "The black view", que si quieres puedes ver en este enlace.https://theblackview.com/

Y, por no extenderme más, te pongo la respuesta de una chica de 15 años a esta pregunta que le hice: ¿España es racista? Respuesta: Síí. En menos de un minuto me pudo poner como 15 ejemplos: con los gitanos, con los magrebíes, chistes racistas, insultos en colegios, chicas negras que no pueden entrar en discotecas, preguntarte una y mil veces de dónde eres, tocarte el pelo sin permiso, dar por hecho que has llegado en patera.. Totalmente de acuerdo; si creemos lo contrario es porque no lo hemos vivido y/o no queremos verlo.

Pensaba que no quería ser anti-nada y me declaré antibelicista, y ahora he descubierto que quiero ser antirracista. No creo en la raza, es un invento, pero sí creo que ese concepto inventado ha dado forma a nuestro sistema injusto. Las acciones de personas individuales importan, y al no callar creamos conciencia. Seamos personas incómodas, seamos antirracistas.

Una vez más, queda claro el poder de la lectura. Cómo me gusta leer; lástima que no exista como profesión.

Saludos









Me han entusiasmado los temas en los que habla de asimilación/segregación/integración, etc..

Marc Peig dijo...

Hola, Lupita.
Ya tenía ganas de conocer tu impresión cerca del libro. Iré por partes:
Sobre el mundo paralelo que existe en las redes, totalmente de acuerdo y, aunque parece virtual, realmente existe, es amplio, es rápido y a menudo más despiadado y por supuesto más polarizado. Así lo crearon, en esta dirección lo modifican cada vez, y así se usa. A pesar de que en ocasiones luchamos contra corriente, no es fácil impedir que nos arrastre. Y, a pesar de ello, hay cosas positivas, pero el predica pagar a veces es alto.
Sobre la auto concienciación, yo tampoco he sido racializado y tampoco he sufrido lo que las mujeres sufrís (en diferentes grados), pero sí coincido en resaltar la habilidad del autor en Interseccionar las diferentes esferas (etnia, género, capitalismo) y relacionar conceptos, ver cómo uno afecta al otro y poner ese espejo ante el que reflexionar.
También es cierto que está muy basado en su vida en EEUU, pero creo que en gran parte es extrapolable al resto de países occidentales al menos. Y tomo nota de, enlace que compartes, será bueno ver su contenido y ampliar conocimientos.
Y sí, hay que abandonar (cada uno a su ritmo) nuestra posición cómoda y empezar a situarnos en el enfrentamiento constructivo desde el anti: antibelicista, antirracista, antifascista... anti todo aquello que restrinja derechos humanos; hay mucho a aprender y mucho a cambiar. El primer paso es la concienciación, algo a lo que el libro contribuye.
Saludos, y gracias, siempre, por tus elaboradas, razonadas y respetuosas respuestas.
Marc