sábado, 19 de diciembre de 2020

Carmelina Sánchez-Cutillas: Matèria de Bretanya

Idioma: valenciano (o catalán del País Valenciá, al gusto)

Año de publicación: 1976

Valoración: precioso y más que recomendable

La escritora en lengua valenciana, aunque nacida en Madrid, Carmelina Sánchez-Cutillas fue sobre todo poeta, además de filóloga e historiadora de la lengua y, al parecer, Materia de bretaña (traduzco el título por si alguien no lo entiende) es su única obra no académica en prosa. Ahora bien, pese al título, el libro no trata sobre las aventuras del rey Arturo, el mago Merlín, el caballero Lancelot y demás camelos... quiero decir camelons... habitantes de Camelot -o sólo un poco-, sino que nos encontramos ante las memorias de infancia de esta autora. Infancia pasada, al menos en buena parte, en el pueblo alicantino de Altea durante los años 30 (del pasado siglo, se entiende). 

Un infancia que ella vivió desde una situación -y sensación- de privilegio, pues pertenecía a una de las familias adineradas o burguesas, si se quiere, de esa localidad, habitada por aquel entonces, sobre todo, por pescadores y labriegos  -su abuelo era, además, el juez y estudioso de la lengua y el folklore valenciano Francesc Martínez-; sin embargo, Carmelina Sánchez-Cutillas muestra en todo momento que sus simpatías y preferencias van hacia el pueblo llano, hacia los chicos desharrapados con los que jugaba en la calle -en un pueblo se mantenían y mantienen menos las distancias entre clases sociales que en la ciudad, aunque también puedan resultar más difíciles de romper-, hacia las criadas , los pescadores o los cabreros... pero no lo hace por un sentimiento de conmiseración o compasión cristiana -pese a los esfuerzos de su madre, muy de misa, por llevarla por esa senda-, sino por un precoz sentido de justicia social y porque ya de niña intuía que la verdad y la esencia de la vida del pueblo estaba en las vivencias y quehaceres cotidianos de su s habitantes, no tanto en las ceremonias o grandes palabras de la sociedad bienpensante. En un momento dado, por ejemplo, recuerda cuando estaba en la iglesia para la ceremonia de su primera comunión, mientras los muchachos del pueblo bajaban a la playa para recoger las algas que había traído el viento de Levante (y que se utilizaban, en vez de paja para hacer las camas de las caballerías): 

"Y pasaría el tiempo y otra vez la gente aguardaría a que volviese el viento de levante con tal de recoger una nueva cosecha de algas, porque en aquel pueblo eran muchos los que vivían de la mar y en ello confiaban y la desangraban. Pero yo, dentro de la iglesia, me sentía como si fuese una mariposa de la luz perdida entre la gran oscuridad del mundo."

Sobra decir que el libro tiene un evidente carácter de historia de aprendizaje o más bien crecimiento. Pero más que acontecimientos que supongan una revelación súbita -más allá de los inevitables por el propio transcurrir de la vida y de los tiempos-, lo que nos encontramos son pequeños hechos cotidianos que van cambiando la mirada de una niña  primero fascinada por esos descubrimientos y elementos que pueden parecer nimios o incluso irrisorios a los adultos, pero que conforman y vertebran el mundo infantil-más aún en un pequeño pueblo de hace 80 ó 90 años: no sólo los juegos o las toscas golosinas, sino el color y el olor de las plantas, de los animales y las personas. Las gotas de lluvia que caen o el polvo que forma una capa de miseria en los meses de sequía. El vuelo vivaz e imprevisible de los insectos y el brillo sedoso de las telarañas... Una niña que, ya digo, después va sacando conclusiones de sus vivencias y de las reacciones y pensamientos, por lo general poco conformistas, que le van generando y que van moldeando también su personalidad. Aunque quizás el verdadero tema del libro no sea otro que el paso del tiempo y la añoranza, y como ésta puede sobrevenir en el mismo momento en que están ocurriendo las cosas que nos importan o que aún no sabemos que nos importan, y cómo el presente y el pasado se solapan y se confunden en nuestro ánimo, hasta resultar indisociable uno del otro.

Un libro, en todo caso, precioso, delicioso incluso, escrito con una sencilla exquisitez, que consigue un raro equilibrio de mostrar sensibilidad pero no sensiblería -y mucho menos ñoñería-, un cariño hacia el propio pasado sin dejarse llevar por la melancolía, unos lugares y unos personajes entrañables sin caer en el pintoresquismo y una intronspección de la propia autora sin dejarse tentar por la vanidad de lo que ahora llamamos autoficción... Me ha recordado en ocasiones a El camino de San Giovanni, de Ítalo Calvino o muchos de los libros de Miguel Delibes, pero con un espíritu incluso más vital, más gozoso, pese -o quizás por esa razón- lo que sabíamos que le estaba esperando a España y al mundo a la vuelta de la esquina; sin duda, esta Materia de Bretaña merece estar junto a todos ellos.

Nota: Por más que he buscado en internet, no he llegado a averiguar si este libro ha sido publicado alguna vez en castellano; creo que no. Lo cual, de ser así, me parece, además de una verdadera lástima, incluso un desdoro para el sector editorial español, que ha tenido más de cuarenta años para hacerlo. Esta es mi opinión, que posiblemente podría hacer extensiva a muchos otros libros...

7 comentarios:

Ainara dijo...

A lo mejor el destino ha preferido que sea así y que se quede en valenciano, tal como ella lo escribió. Al menos, en Valencia se reconoce su valía. Este año 2020 ha sido la autora elegida para la Academia Valenciana que no está nada mal para, al menos, impedir que quede en el olvido. Veo difícil que lo traduzcan al castellano, la temática se ha quedado obsoleta, desgraciadamente, en nuestro país. Así somos, para lo bueno y para lo malo. Me ha encantado tu reseña, quien sabe si sirve para la traducción...nunca se sabe

Gabriel Diz dijo...

Gran reseña Juan.

Una lástima que no esté editado en castellano. A ver si alguna editorial hace justicia.

Saludos

Lupita dijo...

Hola, Juan:

Qué reseña más preciosa; no puedo dejar de fijarme en tu vocabulario. Hace años que colecciono refranes (vivos, o sea oídos) y voy a empezar a apuntar todas las palabras en desuso que vea escritas u oiga. "Desdoro" me ha ganado.

Respecto a la traducción, siempre prefiero leer en idioma original, pero, claro, no es lo mismo valenciano que sueco, por ejemplo. Espero que alguna editorial lo traduzca. Y, por cierto, ¿ tiene un aire a Celia, de Elena Fortún?

Saludos decorosos

Juan G. B. dijo...

Hola a todos:
Lupita, por lo que te conozco a través de los comentarios de este blog, creo que te encantaría; para mi, desde luego, ha sido una lectura inesperada y por ello quizás más agradable y sorprendente. No sé si tendrá mucho que ver con el personaje de Celia, porque no he leído ninguno de los libros de ésta, pero supongo que "Materia de Bretaña" tendrá un carácter más reflexivo, al tratarse de unas memorias, aunque también con muchos momentos de humor. En cuanto a mi afición por las palabras rarunas, tendrías que ver este libro... yo leo con más o menos soltura el catalán o valenciano actual, pero reconozco que en este caso he tenido que echar mano con frecuencia del diccionario, no sólo por el dominio del léxico de esta autora, sino porque gran parte del mismo se refiere a términos rurales o de un nubdo que ya nbo existe, ademaás de los posibles localismos de la zona (que ella advierte, de vez en cuando, eso sí).
Gabriel y Ainara, pienso que es una pena que este libro tan bonito, que tuvo en su momento un premio literario, por cierto, no haya sido traducido no ya al castellano, sino supongo que tampoco a otras lenguas. y no lo digo, por supuesto, porque piense que el reconocimiento literario deba venir de la mano de una traducción al castellano (o el inglés, en el ámbito internacional), sino porque sería una forma de difundir o poner aún más en valor una obra y a una escritora tan escelente. Me pregunto cuantos grandes libros nos estaremos perdiendo, o el público lector en genral, porque las editoriales no apuestan por ellas en algún momento (y no sólo de lenguas minoritarias: pensemos en el "rescate" que se hizo de Lucia Berlin hace pocos años, por ejemplo)... más triste aún, en este caso, es que no lo hayan hecho las propias editoriales valencianas. A alguna metida en recientes líos de derechos de autor, etc. no le vendría mal hacerlo, para reivindicar su, por lo demás, excelente labor editora.
Un saludo a los tres y mil gracias por los comentarios.

Neus dijo...

Muy ñoño. Bien para la época del instituto. Agradable de leer. Lo he leído gracias a tu reseña. Bien.

Juan G. B. dijo...

Hola, Neus:
Me confunde un poco tu comentario, pero gracias por enviárnoslo, en todo caso. Si también te ha gustado un poco el libro, aunque sea, miel sobre hojuelas.
Un saludo.

Amparo dijo...

Un libro precioso, como bien dices. Me lo dejaron y disfruté tanto con su lectura, una novela tan amena, tan fresca, que fui corriendo a comprarlo. Merece un sitio de honor en mi librería. Gracias Juan