viernes, 20 de diciembre de 2019

VV.AA.: La mala puta. Réquiem por la literatura española

Idioma original: Español
Año de publicación: 2014
Valoración: Recomendable para interesados

La mala puta es un ensayo fruto de la colaboración entre dos escritores españoles. Miguel Dalmau y Román Piña Valls analizan en él, desde sus respectivas posturas, la acentuada decadencia de la literatura nacional. 

La intervención de Dalmau es la que más me ha gustado. Dalmau se contradice aquí y allá, suele generalizar y abusa de anécdotas sin rigor alguno para ilustrar su tesis, vale, pero tiene un discurso bastante meditado, amén de una prosa elocuente y adictiva. 

Por otro lado, la parte de Piña no me acaba de convencer. Piña profundiza poco en los temas que expone, y eso que intenta abarcar mucho menos que su predecesor. Además, se sustenta excesivamente en testimonios ajenos, por lo que su opinión personal acaba antojándose nebulosa. 

A esta edición de La mala puta se le puede reprochar:

  • No haber corregido diversos fallos ortotipográficos.
  • No haber unificado las decisiones estilísticas de cada uno de los autores para darle un acabado homogéneo a los textos presentados.  

En resumen, La mala puta es un ensayo recomendable para todo aquel que esté interesado en la precariedad de la literatura española contemporánea. Eso sí, abordadlo conscientes de sus sesgos y lagunas, y sobre todo teniendo en cuenta que funciona más bien como diagnóstico que como recetas eficaces con las que mejorar la situación. Tanto a Dalmau como a Piña les lastra su romanticismo, y las pocas soluciones que proponen son ingenuas o directamente utópicas.     

8 comentarios:

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Es un libro interesante que aborda diversos problemas de la literatura actual, aunque no sistemáticamente ni de manera exhaustiva.

Recuerdo (hace años que lo leí) que uno de los dos autores era muy crítico con quienes en el mundo editorial deciden qué se publica y qué no. Concretamente se quejaba de una "cacicada" de Pere Gimferrer en relación con una obra suya que no aceptó publicar. (Claro que, si la obra era buena, podría haberlo intentado en otra editorial. Además, eso ha pasado siempre. García Márquez no encontró -a la primera- editor para "Cien años de soledad", ni Proust para "Du côté de chez Swamm", primer volumen de "À la recherche du temps perdu".)

Yo también creo que, como el libro apunta, Internet va a cambiar la literatura, y de hecho está haciéndolo ya, pues los textos largos tendrán que ser excelentes para que la gente los lea.

Nos vamos acostumbrando a textos breves, sucintos, que se leen de un tirón. Y la gente (los lectores) cada vez acepta menos las obras que se enrollan y no van al grano. O sea, que el lector se ha hecho muy impaciente.

Esto puede ser malo o bueno, yo no lo tengo claro. No me parece mal que el escritor tenga que pensar siempre en el lector, y que no escriba para sí mismo ni mirándose al ombligo.

Si una descripción exhaustiva aburre, entonces habrá que reducirla o comprimirla al mínimo. (Esto, por otro lado, ya lo hacía Stefan Zweig hace un siglo, y sin Internet por medio).

En fin, que la literatura va a seguir existiendo, pero algunos géneros como la novela tendrán que reinventarse. Y el lector no va a perdonar (y hará bien) a escritores plúmbeos que se enrollen y no escriban con la justa extensión y con fluidez.

Sandra Suárez

Diego dijo...

Mi comentario no pretende llevar la contraria a Sandra. Es mas, supongo que ella tiene razón y que si un escritor del futuro pasa por aquí y le hace caso, tendrá posibilidades de convertirse en un buen vendedor de libros, en cambio, si opta por lo que yo voy a decir ahora seguramente se tenga que ganar el pan de otra forma.

De todas maneras quiero levantar la mano como lector que considera que un mes son treinta días de lectura y da exactamente igual si se emplean para leer una buena novela de mil páginas o cinco de doscientas:

Señores técnicos y empresarios de la industria del colchón: Seguid así, trabajad y producid siempre pensando en mi comodidad.

Señores escritores: No vendéis colchones.
Olvidaos de mí hasta ese punto en que ya no podéis subestimarme. Escuchad a vuestros personajes, a vosotros mismos, a quien sea antes que a las mayorías consumidoras o la parte editorial que les representa. Miraos el ombligo, el cerebro, las canas, los órganos genitales o cualquier cosa antes que vuestro bolsillo.
Aquí uno que les promete que nunca tenemos en cuenta la extensión a la hora de comprar un libro. Peor, solemos sospechar de todo lo que parezca cortoplacismo. (Aunque muchas veces nos equivoquemos).

A mí me quedan muchos años de lectura, aspiro a que nuevos títulos de nuevos autores sigan naciendo bajo esa idea romántica del artista que necesita decir, denunciar o imaginar, pero que en esa necesidad su obra sea la meta. Ahí, en la obra, en ese lugar donde el escritor acabó y yo empiezo, ahí es donde me lo quiero encontrar. Yo no quiero ser el fin y la causa del libro de nadie.
Creo que pensar siempre en el lector es necesario para las editoriales, con todos los pros y los contras que eso tiene para el lector. Pero los autores que piensan siempre en el lector no pueden más que perder genuidad, pienso.

Claro que yo soy el que menos sabe de literatura entre los que rondan por aquí (tanto así que este libro me interesa bien poco). También soy consciente de que mi lastre es demasiado romántico. De que la síntesis y la adaptación son virtudes y todo lo que se quiera...pero hay valor también en lo inadaptado, en lo inútil o erróneo.
Dejemos que Nothomb siga vendiendo millones de veces más que Vollmann. Pero no insinuemos a Vollmann que tiene que ser Nothomb, por favor.

Oriol dijo...

Sandra, como bien dices, "La mala puta" es un libro que no aborda exhaustivamente los problemas de la literatura española actual. Muchos apenas son esbozados. Tantos otros se quedan en el tintero. Agradezco que Dalmau no quiera tocar los factores externos al medio (en este tipo de análisis, el comodín habitual siempre es el lector, eludiendo así la sana autocrítica), pero algunos tienen un peso capital, y yo creo que habría que mencionarlos, al menos. Internet sería uno de ellos, como destacas. O, para qué negarlo, el lector de hoy día.

Y sí, Dalmau critica a Gimferrer en estas páginas. A Gimferrer y al «Poder» en general. He visto a mucha gente desacreditar sus argumentos porque, según ellos, "La mala puta" no es más que una invectiva resentida (Dalmau sólo está cabreado, pues no le dejaron publicar una biografía de Cortázar, y quiere zanjar de paso las cuentas con Gimferrer). Nada más lejos de la realidad. Este es un texto honesto, nacido de una inquietud casi que diría que desinteresada.

Diego, estoy bastante de acuerdo con tu idea, pero también comparto parcialmente la de Sandra. La literatura (y en concreto, la ficción), debería ser libre. Así lo defienden tanto Dalmau como Piña en este ensayo. El primero la reivindica en tanto que apuesta vital, el segundo como hobby. Pero yo que queréis que os diga, este romanticismo condescendiente no me parece deseable. No, al menos, en la práctica. "La mala puta" debería haber propuesto medidas con las que paliar la incertidumbre llamémosla laboral del escritor, del editor, del crítico. Tendría que promover una conciliación entre Arte y negocio. Sin embargo, acaba dejando al segundo de lado. Pues no. No se trata de prostituirse, de dar al público lo que quiere, de renunciar a la voz personal a fin de mimetizarse con corrientes exitosas, pero tampoco de hacer el Arte por el Arte. El escritor debe mantenerse firme, dignamente, en según que aspectos. Y, asimismo, ceder en algunas cosas, saber adaptarse, como dice Sandra, en otros.

Lupita dijo...

Pues me parece un libro muy a tener en cuenta, y que habéis generado un debate "transversal", como se dice ahora, y de primera categoría. Me explico:

. Por un lado, la cultura también se paga, el arte por el arte no da para vivir.Escribir para la inmensa minoría o pensar que se escribe para elevar la calidad literaria media sin pensar en el lector, sólo tiene sentido si se es rentista, jubilado o un eremita que come juncos. Además, la piratería y el "todo gratis" hacen daño a la economía del sector y a la percepción del trabajo intelectual como un trabajo en sí, que lo es.

. No podemos adivinar el futuro, pero en una sociedad utilitarista y centrada en la eficiencia y la comodidad, donde el sector del ocio es inmenso, está claro que el libro "sesudo" quedará en un reducto para los sibaritas intelectuales. Ahí están las pequeñas editoriales con libros de calidad muy trabajados ( Acantilado, Media Vaca, El aleph, etc) Estos libros casi de coleccionista convivirán con los productos puramente comerciales y los premios literarios de gran tirada.

. Por último, y a lo que más vueltas doy es a eso que Diego ha llamado " el libro colchón" ( más o menos) Desde el fomento de la lectura existe el permanente debate entre si vale cualquier cosa para que los jóvenes lean o hay que darles lecturas de calidad aunque les aburran. Como no tengo una respuesta perfecta, diría que en el equilibrio estaría el camino; no creo que pase nada por leer un día un poema de Dani Rovira (ejem) y tener en la mesilla el Ulises.

Al final, es la sociedad que nos ha tocado vivir. En nuestra mano está el no dejarnos avasallar por lo que no nos gusta, aunque tengamos que convivir con ello.

Saludos

Unknown dijo...

Parece un libro interesante. Mayor Thompson

Diego dijo...

Yo tampoco creo que pase nada, Lupita; mi hijo se leyó gran parte de la saga de Futbolísimos porque yo se la iba regalando.
Tampoco tengo la respuesta a ese gran debate. Sí, creo que mi punto de vista parte de que yo me siento en deuda con la literatura, nunca al revés. Que pongo en un sitio a La literatura con toda la enorme variedad que ofrece y en el otro a las personas que no leen o las generaciones que cada vez leen menos. Y no estoy seguro de que la primera tenga que cambiar en favor de los segundos. Sería lo lógico. La literatura es nuestra y debe adaptarse para seguir existiendo ya que solo lo hace por nosotros... Sería lo lógico si uno no viera a la Literatura como un faro que se mantiene sobre toda esta nube de mierda y que lo mejor es dejarla donde está antes de empezar a quitar páginas solo porque a los habitantes de Mongolandia les gustaría que los libros viniesen con emoticonos para acabar antes. Tiremos cadenas a ese faro y traigamoslo hacia nosotros, que se adapte a esos que ven un mensaje de dos mil caracteres como un muro agotador y después se tiran cuarenta minutos desplazando el índice por la pantalla para no ver mil mensajes de ciento cuarenta caracteres sobre alguna pelea parecida a la de ayer y anteayer. Eso y gatitos digitalizados.

Bastante adaptada está ya la industria editorial a toda esta motoneta.
Sí, a mí me alegra que haya profesionales que pongan lo mejor de sí para hacer trabajos redondos y darnos experiencias a la carta. Les prometo que los leo y me doy cuenta de lo utópico-romántico-ingenuo de mi comentario... pero, lucesitas. Yo quiero que sigan existiendo luces de difícil alcance. Libros donde el elemento "consumidor" no pudra nada con su presencia. Escritores que se sientan cucarachas.

Mi voto es porque existan siempre de esos. Desde acá prometo seguir gastando parte de mi sueldo en leer. Y opino que el que no se sienta atraído por leer que se adapte a la Literatura o que se joda.

Lupita dijo...

Amigo Diego:

Pues pensamos igual en el fondo, pero hay que conciliar eso con la vida real, donde reinan la vagancia absoluta y el buscar finalidad útil a cada minuto pasado haciendo algo. Es también no amargarse y buscar el lado bueno, aunque no creas, me rebelo mucho y no desisto; cuando cada curso compramos libros para la biblioteca escolar priman la calidad literaria y el mimo editorial, y no hacemos concesiones a sesgos ideológicos ni mercantilistas. Sin embargo, los profesores se las ven putas para que los niños lean un libro al mes. Ese es el panorama, como bien sabes, y fíjate, aquí estoy yo, que soy una enamorada de escribir a mano, con los pulgares gordos escribiendo fatal, adaptándome a los tiempos y añorando las cartas manuscritas.

Haces muy bien en apasionarte así, yo también pienso en que se joda mucha gente, luego respiro y pienso en lugares como ULAD y me concilio conmigo misma.
Saludos

Diego dijo...

Nunca fuimos mayoría ni lo seremos.
De alguna manera los de Ulad son unos maquis de la resistance.

Un saludo a todos y a por un 2020 lleno de lecturas.