miércoles, 22 de agosto de 2018

Yevguenia Yarovslávskaia-Markón: Insumisa

Idioma original: ruso
Título original: Моя автобиография
Año de publicación: 2018
Valoración: Recomendable



Por una vez y sin que sirva de precedente, olvidémonos de la literatura. Esto es historia, y la más relevante a mi entender, la que nos acerca a gente corriente que ha adquirido cierta (y triste) notoriedad por haber dejado una humilde huella en lo que conocemos como Historia con mayúsculas. Se trata de un puzle reconstruido después de muchos años, a partir de retazos diversos (y dispersos), y gracias al esfuerzo de unas cuantas personas, que nos presenta la vida real, sin artificios, de una mujer singular que se empeñó en cambiar el futuro de un país o morir en el intento.
El volumen titulado Insumisa contiene un conjunto de documentos –editados por primera vez en castellano– de diversa procedencia, centrados en las andanzas, personalidad, ideas y padecimientos de un personaje único que, al margen de consideraciones éticas, hubiese merecido otra relevancia. Entre otros, contiene la confesión manuscrita de Yevguenia, las conclusiones que se extrajeron de ella, el testimonio de un testigo presencial y las indagaciones, muy posteriores, de una funcionaria de San Petersburgo. Estas últimas pretenden poner un poco de orden y sentido en un conglomerado de datos tan desorganizado como lleno de lagunas. Se agradecen también las notas a pie de página, imprescindibles para acercarnos al contexto.
Tanto su vida como sus ideas chocarán al lector actual, pero hay que situarse en los años veinte del siglo pasado y en un país tan agitado y cambiante como la Rusia del momento para entender lo que nos está contando Yevguenia. Se ve claramente que ella era un verso suelto, y probablemente lo hubiese sido en cualquier época, pero su manera de disentir respondía a unas circunstancias y una mentalidad muy alejadas de las nuestras. La Autobiografía alterna circunstancias de su vida con ese ideario peculiar que guió gran parte de sus actos. Consideraba que cualquier hombre es inocente, incluidos ladrones y asesinos, pues el único culpable es el poder; en su idea romántica de la marginación coincidía con los anarquistas de entonces. Desde muy joven quiso alejarse de la “apacible saciedad de la casa paterna”, se esforzó por pertenecer a la chusma, aprendió a robar, vivió a salto de mata, pasó hambre, se puso en peligro, practicó, incluso, las artes adivinatorias, por lo que dice, con bastante éxito. El relato recuerda por momentos a la picaresca más ingenua de nuestro Siglo de Oro y, si no fuera porque intuimos el amargo final que espera al personaje, a veces no podríamos evitar una sonrisa.
Se echa en falta mayor concreción, pero las circunstancias no se lo permitían. “… esta autobiografía no es para vosotros, investigadores. (Si pensara que nadie más la necesitase, ¡nunca me habría puesto a escribirla!). Simplemente quería dejar plasmada mi vida sobre el papel, y el papel no puedo conseguirlo en ningún otro sitio que no sea la División de Información e Investigación del campo”. Con esto queda claro quién estaba detrás de estas memorias. De ahí que en las cien páginas escasas que ocupan apenas mencione a su familia, no facilite ningún dato de nadie y pase velozmente por los hechos. Solo es concreta en dos aspectos: su ideario personal y las infracciones que cometió, de las que aporta todos los detalles: tiempo, lugar y circunstancias. Aunque resulta difícil de definir, se le podría considerar una agitadora política: escribía artículos en prensa y daba conferencias junto a su marido, siempre defendiendo una revolución muy alejada de la bolchevique que había llegado al poder. Se sirvió incluso de sus supuestas dotes de vidente cuando cayó en la cuenta de que sus predicciones podían contener mensajes políticos: “Añadiré que me entusiasmaba el cinismo picante de mi situación; ¡una antigua conferenciante antirreligiosa en el papel de echadora de la buenaventura!”. Aunque, como ella ya sabía, de adivina tenía poco: en la transcripción del interrogatorio llevado a cabo en enero de 1931 leemos: “Yo, desde luego, no dudaría en aceptar el apoyo de una intervención extranjera, pero la considero innecesaria, pues el “gobierno soviético” está tan podrido que no tardará en derrumbarse”. Le impidieron quedarse a comprobarlo pues, como estas palabras confirman, fue un ser valiente hasta la temeridad y profundamente idealista.
Como gran parte de lo que concierne a Yarovslávskaia son especulaciones con mayor o menor fundamento –incluso lo que ella misma confiesa en lo que denomina Autobiografía está lógicamente sesgado por el carácter peculiar de sus destinatarios– me aventuro a apuntar mi propia teoría. Puede que, de no haber estado casada con un disidente tan popular y combativo como el poeta Yaroslavski, y a pesar de todas sus incursiones, liderazgos delicuenciales etc., no hubiese acabado como acabó. Quizá, por el mero hecho de ser mujer, pocos se hubiesen interesado por su figura, habría pasado desapercibida, o casi, sus correrías se hubiesen considerado inofensivas travesuras y, después de algún corto periodo de cárcel, se la hubiese dejado en paz. Por otra parte –y ya que he empezado sigo especulando–  quizá en la autobiografía haya cargado las tintas un poco. Teniendo en cuenta que poco antes, y en un intervalo muy corto, se había intentado suicidar tres veces –tanto por las insoportables condiciones de su prisión como por la reciente ejecución de su marido– no sería de extrañar que, con toda la intención, hubiese dado a sus verdugos argumentos suficientes para acabar con su vida sin dudarlo.

Traducción: Marta Rebón

6 comentarios:

Antonieta dijo...

Vaya, por todo lo que has contado, me interesa mucho leerlo. Gracias!!!

carlos ciprés dijo...

Sí, tiene muy buena pinta. La reseña te empuja a buscarlo y leerlo. ¡Muchas gracias!

Montuenga dijo...

Me alegro, Antonieta. Y si te animas ya nos contarás qué te ha parecido,
Un saludo

Montuenga dijo...

Hola Carlos. Lo mejor es que nos sumerge en la época y con muy pocos datos entendemos muchas cosas. ¡Qué lo disfrutes!

Sandra dijo...

¡Menuda reseña! No conocía el libro, ¡qué mal! sin duda, anotado.

Montuenga dijo...

Hola Sandra. Las cien páginas de las memorias junto a las cincuenta de los demás documentos lo ha editado en España este año la editorial Armaenia, O sea, te has enterado justo cuando acaba de salir.
Si te decides y luego quieres comentar, dialogaremos.