Título original: Bark
Año de publicación: 2014
Traducción: Daniel Rodríguez Gascón
Valoración: Se deja leer
Las razones por las que alguien decide leer un libro y no cualquier otro pueden ser variadas e incluso peregrinas. Por ejemplo, yo me puse con éste que reseño hoy porque me hizo gracia la portada y poco más... Bueno, vale, hay otras causas menos confesables, relacionadas con la servidumbre de escribir en un blog que reseña un libro cada día: es más bien finito (obvio punto a favor), se trata de un conjunto de relatos, que siempre son más llevaderos; de literatura contemporánea norteamericana, además -lo que le da al blog un inconfesable aire molón-; escrito por una mujer, con lo que cubrimos la cuota femenina... ay perdón, que creo que esto no lo puedo decir... El caso es que Lorrie Moore, de quien hasta ahora no había tenido el gusto de leer nada, es una autora reconocida, precisamente, por sus relatos irónicamente lúcidos y amargamente humorísticos -o viceversa, no estoy seguro-, más que por sus novelas. O al menos eso he leído sobre sus libros anteriores a éste, que también es irónicamente lúcido, etc... Cuando menos lo intenta; si lo consigue es otra cosa, aunque ya llegaremos a eso.
El tema común a todos los relatos es, sin lugar a dudas, la soledad; todas las protagonistas de los mismos -la mayoría son mujeres, pero también hay algún hombre- están solas: les han abandonado o les van a abandonar, se han divorciado o se van a divorciar... incluso la única que mantiene una relación sentimental estable, la prota del cuento más largo, Alas -una cantante de escaso éxito que se hace amiga de un vejete del barrio. Quién, como no, también está más solo que la una- no parece demasiado satisfecha con su vida en pareja... Vale, contado así, parecería que estamos ante una colección de apostillas al Diario de Bridget Jones o algo similar, pero no. Aquí el tono dominante es de amarga, pero lúcida, profundidad irónica (creo que esto ya lo he dicho). Para muestra un botón:
"Si estabas solo al nacer y solo al morir, absolutamente solo al morir, ¿por qué "aprender a estar solo" en medio? Si lo habías olvidado, volvería a ti rápidamente. Estar solo era como ir en bicicleta. A punta de pistola. Con pistola en tu propia mano. Estar solo era el aire en tus llantas, el viento en tu pelo. No hacía falta buscarlo con los brazos abiertos. Con los brazos abiertos, te caías de la bicicleta: estaba bebiendo el vino demasiado deprisa."
Hasta aquí, no problem; no seré yo, desde luego, quien le diga a nadie sobre qué debe escribir. El cómo es otra cosa, no obstante; me ocurre con estos relatos de Moore lo mismo que con los escritos por otros autores norteamericanos, al menos los contemporáneos: que me despistan. Me despista la combinación de pretendida profundidad existencial y banalidad doméstica; me despistan las referencias a una cotidianeidad que no conozco bien del todo (pese a todas las películas y novelas made in USA que me he tragado); me despista el énfasis -guiño, guiño- que se hace en detalles que a mí me resultan absolutamente indiferentes y, en este caso, al menos, me despista la voluntad de la autora de darle un doble sentido a cada frase, de que haya una intención -pretendidamente-humorística en cada párrafo, de dotarle de una profundidad irónicamente lúcida etc, etc... a todos los relatos, incluso aunque sea cogiendo el rábano por las hojas... En fin, doña Lorrie tampoco escribe tan mal, en realidad, así que el problema será mío como lector. Pero no creo que vaya a repetir, para comprobarlo.
El tema común a todos los relatos es, sin lugar a dudas, la soledad; todas las protagonistas de los mismos -la mayoría son mujeres, pero también hay algún hombre- están solas: les han abandonado o les van a abandonar, se han divorciado o se van a divorciar... incluso la única que mantiene una relación sentimental estable, la prota del cuento más largo, Alas -una cantante de escaso éxito que se hace amiga de un vejete del barrio. Quién, como no, también está más solo que la una- no parece demasiado satisfecha con su vida en pareja... Vale, contado así, parecería que estamos ante una colección de apostillas al Diario de Bridget Jones o algo similar, pero no. Aquí el tono dominante es de amarga, pero lúcida, profundidad irónica (creo que esto ya lo he dicho). Para muestra un botón:
"Si estabas solo al nacer y solo al morir, absolutamente solo al morir, ¿por qué "aprender a estar solo" en medio? Si lo habías olvidado, volvería a ti rápidamente. Estar solo era como ir en bicicleta. A punta de pistola. Con pistola en tu propia mano. Estar solo era el aire en tus llantas, el viento en tu pelo. No hacía falta buscarlo con los brazos abiertos. Con los brazos abiertos, te caías de la bicicleta: estaba bebiendo el vino demasiado deprisa."
Hasta aquí, no problem; no seré yo, desde luego, quien le diga a nadie sobre qué debe escribir. El cómo es otra cosa, no obstante; me ocurre con estos relatos de Moore lo mismo que con los escritos por otros autores norteamericanos, al menos los contemporáneos: que me despistan. Me despista la combinación de pretendida profundidad existencial y banalidad doméstica; me despistan las referencias a una cotidianeidad que no conozco bien del todo (pese a todas las películas y novelas made in USA que me he tragado); me despista el énfasis -guiño, guiño- que se hace en detalles que a mí me resultan absolutamente indiferentes y, en este caso, al menos, me despista la voluntad de la autora de darle un doble sentido a cada frase, de que haya una intención -pretendidamente-humorística en cada párrafo, de dotarle de una profundidad irónicamente lúcida etc, etc... a todos los relatos, incluso aunque sea cogiendo el rábano por las hojas... En fin, doña Lorrie tampoco escribe tan mal, en realidad, así que el problema será mío como lector. Pero no creo que vaya a repetir, para comprobarlo.
2 comentarios:
Sí, como dicen muchos de los medios norteamericanos, la autora es una de las máximas exponentes de la literatura contemporánea de su país.......la literatura norteamericana está en problemas.
Ninguno de los relatos me ha divertido o me ha hecho reflexionar, a pesar del esfuerzo obvio de la autora por ser “profunda”. Creo que Juan ha sido muy generoso con la valoración.
Gabriel
Hola, Gabriel:
Pues sí... Ya se dabe que en este blig somos "buenistas" por naturaleza...; )
Gracias por el comentario.
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