martes, 7 de noviembre de 2017

Nuestros Autores Olvidados #2 Martín Caparrós: El hambre

Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: muy recomendable

Hace unos años mantuve una pequeña polémica en Internet, protagonizada por Eduardo Galeano. En un lado del ring, los defensores a ultranza de su coherencia como escritor y persona. Al otro, quienes no soportaban su pose afectada y la pretenciosidad de algunos de sus escritos. Servidor, moderando, y comprobando que no faltaba razón a unos y a otros: Galeano parecía estar en posesión de la Verdad Única y Absoluta y algunas de sus obras, repletas de buenas intenciones, se hundían pretendiendo explicar cómo funcionaba la humanidad, y eran auténticos tratados de la visión sesgada y la omisión.
Luego, caí postrado al leer Las venas abiertas de América Latina
Perdonad, uno se olvida a veces que esto no es su blog personal.
Pero es que leyendo El hambre, y a raíz de algún comentario personal cruzado por mail con mis escasos pero incuestionables amigos del cono Sur, me ha venido a la mente la idea de si Martín Caparrós no es un heredero involuntario de ese testigo. En lo bueno y en lo malo. En lo didáctico y en lo dogmático. Periodista, escritor, cronista empecinado en retratar las miserias, las injusticias, escarbar en su origen y no parar hasta que son conocidas, que suele ser un buen primer paso para que sean resueltas.
Uno no puede evitar, leyendo este colosal ensayo de más de 600 páginas, pensar en quienes han estado ya allí. Directa o indirectamente. Hace días, alguien cercano hablaba de la crónica como algo que "ni fú ni fá". Pues miren, a sable o a espada: a mí me gusta mucho la crónica porque es un género en el que uno se encuentra literatura sin buscarla adrede, y, si no, se encuentra relato de experiencia personal que, por lo que sea, uno no va a tener ocasión de vivir, y bueno, o suficiente, es saber de lo qué pasa por ahí en función de testimonios que a uno le generen confianza. Kapuscinski, claro, y Chatwin, Bowden, Carrión, Villoro, Jordá, el último Halfon, nada despreciable el paquete, señores. Un buen escritor viviendo un momento único e intransferible. ¿O es que los preferimos colgando fotos de platos de comida en el Instagram?
¿Dije comida? De eso trata, claro, El hambre. Y en tan colosal extensión, en tamaño ensayo nos encontramos, claro, un aluvión de cifras que son necesarias para tomar perspectiva. Cifras pequeñas, claro: el dólar con veinticinco que es la renta diaria disponible de los, esa ya es una cifra grande, más de mil millones de personas que no comen ni saben si comerán mañana. Las menos de 200 calorías que el frío cálculo nazi reservaba a los confinados en el ghetto de Varsovia versus el enorme gasto diario del ejército USA que sería suficiente para erradicar el hambre. Todos los datos ayudan porque Caparrós sabe administrarlos sin agobiar al lector, que puede constatarlos pues salen de la FAO y organismos similares., y porque Caparrós los alterna con los brillantes resultados de sus expediciones aventurándose en localizaciones varias de nuestro planeta azul. Níger, Bangladesh, India, Argentina, entre otros emplazamientos en los que se enfrenta y reporta sobre esa miseria y esa perentoriedad y toma testimonios ante los cuales uno, la verdad, debería ser de auténtico mármol de Ferrara para no inmutarse ante tanta desesperación y tan aparentemente sencilla de resolver, por el  puro ejercicio de distribuir con cierta equidad la riqueza. Pero Caparrós nos muestra una y otra vez el absurdo de no lograrlo, y siguen aflorando cifras: el porcentaje de comida que, en el Primer Mundo acaba en la basura por los motivos más peregrinos (desde caducar en un rincón de la nevera hasta desechar partes perfectamente comestibles haciendo experimentos de creatividad gastronómica. Y podrá recriminársele alguna licencia estilística como una cierta propensión al abuso de la pausa dramática o esa curiosa ausencia de la coma en ciertas enumeraciones, pero es una cuestión muy nimia cuando todo lo demás es tan brillante, tan interesante, tan razonable y tan necesario que las casi 700 páginas se hacen cortas.


También de Martín Caparrós: Aquí

16 comentarios:

Interlunio dijo...

Sobre Galeano. Entiendo que muchas veces aburre leer sus citas dentro de contextos que no queremos leer. Tampoco dudo de sus sesgos. Pero también es necesario tener en cuenta, por ejemplo, algunas de sus críticas al castrismo, para valorar que también supo ser objetivo. A pesar de que quizás sea el más vendido o popular, no es el mejor escritor que ha dado mi país, pero creo que su obra es muy meritoria y admirable de todas maneras. He leído aquí y en muchos otros sitios, adjetivos que ponen a las venas abiertas al nivel de panfleto. No creo que así sea, como tampoco creo que deba cargarse sobre él la culpa a toda aquella reivindicación del pasado latinoamericano. Invito a leer: "Maluco" de Ponce de León, "Esta maldita lujuria" de Antonio Brailovsky, "Mascaró" de Haroldo Conti, "Bernabé Bernabé" de Tomás de Mattos, "Los perros del paraíso" de Abel Posse, "El país de la canela" de William Ospina o "Tríptico de la infamia" de Pablo Montoya, para descubrir que las Venas abiertas solo son parte de un aparato circulatorio donde Galeano pudo llegar a ser Aorta, pero no corazón.

Sobre el título de la obra, y su trabajo, recordar que después de 15 años en los que el hambre del mundo medido por la O.N.U venía decreciendo, en este 2017 ha vuelto a aumentar.
Siempre cito al doctor Luque, profesor de sociología y medioambiente que hace años me cautivó en la Uned: "En nuestro mundo, el hambre y la obesidad se curan por el mismo camino".

Gracias por la reseña, Francesc, Caparrós será de inmediata lectura.

Anónimo dijo...

Uyy!! Galeano y Caparrós juntos. ¡Qué sentimientos contradictorios!

Vamos al primero: quedar cautivado, obnubilado, fascinado con "Las venas abiertas"..., ¡claro! Pero allá por los años setenta cuando éramos tan jóvenes y tan crédulos. Pero los años pasaron, terribles, malvados, como dice el tango, y cuando uno vuelve la vista y contempla la obra de sangre y destrucción que dejaron esos años en la América hispana, sobre todo en el Cono Sur, no puede dejar de sentir decepción e ira.
A esos años de odio, plomo y sangre contribuyeron no solo la Cía, Estados Unidos y similares sino también los criminales del otro lado: Fidel, el Che y similares y todos los movimientos guerrilleros que siguieron la senda de estos fascistas. La diferencia entre Batista y Fidel es el primero no creó seguidores románticos y criminales y, al al fin y al cabo, el régimen político de la Cuba batista era mucho más libre, menos sangriento y con mayor bienestar general que la actual Cuba (basta hacer un viaje para verlo, decir lo contrario es de ciego o de necio).
Y aquí llegamos a nuestro Galeano: ¡cuánto daño hizo ese librito tan fantásticamente escrito como mentiroso! El mismo Galeano ya viejo dijo con otras palabras que "Las venas..." era una falsedad. Fue más que eso, fue la obra de su tiempo pero también la de un autor soberbio e inescrupuloso, que como un falso dios hubiese necesitado su Moisés literario o que destruyese la serpiente. Nadie lo hizo, y cuando ya viejo Galeano pidió tibias y veladas disculpas, el mal ya estaba hecho.

No voy a decir que Caparrós es similar a Galeano, Dios me libre y guarde (aunque en las poses de divos y de soberbia se parecen), pero no sé por qué cuando lo leo comienzo a tener la misma sensación que con el uruguayo. No es que lo que dice sea falso, pero no sé por qué me suena a sesgado. Como si nunca se hubiese podido despegar de ese pasado con olor a guerrilla romántica que aún hoy, ¡por Dios!, baja de Sierra Maestra. Quizás mi temor sea infundado, pero es que después de ver y vivir personalmente la sangre y la división social que crearon estos locos románticos (que parece que también abundan en nuestra madre patria, España) uno queda sensibilizado. El que se quema con leche ve una vaca y llora, dice el refrán.
Por eso, haré el esfuerzo y trataré de superar mis prejuicios y me pondré a leer "EL Hambre".

Saludos desde Buenos Aires.

Alfredo

Interlunio dijo...

Hay cinco informes del IPCC que pueden sorprender a más de uno, y que se encuentre tan o más crédulo de lo que creía que era anteriormente.
Galeano es más fácil de rebatir, a lo mejor, Schnaiberg le podría contar algo sobre lo que significa pedalear infinitamente en un mundo finito. Sobre que si uno se detiene, se cae.
Pero claro, nos atrevemos a decir que las venas fue un libro que hizo mucho daño mientras seguimos citando la Biblia ¡vaya contradicción!
Pero no se preocupe, los románticos en España y Latinoamérica también son los menos. Capaz que lo realmente preocupante va a ser quemarse con la leche todos los días y no llorar por estar convencido que no hay más camino que el escalde.
A ver, si va a resultar que la sangre y la división social no es cosa del pasado ni de románticos, es hoy.
Cuidado, esa incredulidad tan soberana puede ser la mayor ilusión de todas.

Dele al pedal, ánimo. Por Dios que somos el centro del universo.

Interlunio dijo...

La diferencia entre Galeano y cualquier pelotudo que escribe en Internet, es que Galeano criticó a los ¿cuántos? ¿tres mil? cuatro mil muertos del castrismo. Mientras los pelotudos, se atreven a decir que fueron menos sangrientos los más de veinte mil muertos por Batista.

Hay que ser muy necio, sin duda.

Gabriel Diz dijo...

Un comentario muy gracioso! Tomarlo de otro modo es perder el tiempo.

Anónimo dijo...

Hay que ser un literal (para no usar otra palabra) redomado para creer que si uno cita a la Biblia cree en ella. Y el pelotudo (perdón, el peludo) que critica la mención bíblica, cita como autoridad científica e histórica a....don Eduardo Galeano, ¡por Belcebú!

Tantas reuniones en épocas en que estaban prohibidas, tantas manifestaciones frente a los militares, tantos acompañamientos a aquellas gloriosas "Madres" en los acampes por 24 hs. frente a la Casa Rosada antes de Malvinas, cuando los militares gozaban de buena salud y uno se jugaba la vida.... ¡todo eso para terminar leyendo que los 3.000 o 4.000 muertos por los castristas no son nada frente a los 20.000 de Batista! De nuevo: ¡por Belcebú! ¿Y quien lo dice? ¿Galeano? Viendo las sandeces que escribió en "Las venas" uno tiene derecho a decir que eso no es verdad. ¿Quién conoce la suma de muertos y desaparecidos del régimen castrista? ¿Cuentan los desterrados y huídos? El oscuro califato (al que promocioné y por quien me juqué la vida alguna vez (por Belcebú!), aún no terminó y nadie sabe todo lo que oculta esa dinastía gobernada ¡por una familia real¡

Volvamos a la literatura: no tengo nada contra el escritor Galeano, he leído casi toda su obra y tres veces "Las venas". Como literatura fantástica es insuperable, mucho más que "Veinte años", porque el lector llega a creer que todo lo que se dice allí es cierto, fruto de una profunda investigación del autor. El compromiso e involucramiento del lector con esa obra es lo que la hace (¿lo que la hizo?) tan atractiva y tan peligrosa a la vez.

El problema es cuando dejamos de ver a a "Las venas" como un cuento escrito maravillosamente (con todo el alcance de esta palabra), más parecido al Pentateuco o a "Los hechos de los apóstoles", (salvando las distancias literarias a favor de estos últimos, claro) y pasamos a considerarlo como una obra similar a "Bárbaros. Los españoles y sus salvajes en la era de la Ilustración" de Weber, o el contundente y serio "Estudios sobre fray Bartolomé de las Casas y la lucha por la justicia en la conquista española en América" de Lewis Hanke (obra que todo español debería leer para dejar de avergonzarse de haber creado un nuevo mundo), o "Por el ojo de una aguja" la increíble y novísima obra de Peter Brown, solo para citar algunos ejemplos de profundos y responsables estudios históricos.

Pero dejando al uruguayo y volviendo al argentino: después de pasar por don Eduardo y todas sus fantasías uno queda algo asustado frente a una obra que, como la de Caparrós, pretende tratar un tema tan vasto y complicado como el que cita el título. Y uno tiene derecho a preguntarse ¿Hay estudios análisis serios y profundos allí? ¿Se trata de un intento responsable de abordar un asunto que nos involucra a todos o será un folletín tendencioso como "Las venas"? Y el susto se agranda cuando uno ve personalidades tan parecidas, tan creídas de sí mismas como estos dos ambos, como decía mi tía Negra.

Nada más que eso. (Y nada más después que esto).

Saludos desde Baires, incluidos a los peludos que cuentan muertos a favor o en contra.

Alfredo

Interlunio dijo...

Gracias por los saludos, Alfredo. Darwin sabe que mi alopecia no me permite darme por aludido con lo de peludo, y solo me puedo quedar en pelotudo, sin más. Ese adjetivo a mi me encaja mejor.

Le leo indignado por los cuenta muertos como si hubiese sido yo el que trajo el ábaco a la conversación. Me pregunto qué opinión tendrá el espejo si lee estos comentarios y se encuentra con que mi conteo solo era consecuencia de uno anterior, ya que ese adverbio en el "menos sangriento" estaba cuantificando.
Sobre esto, decir que los números no son de Galeano, el maldito Galeano que nos obligó a tanto. Son de archivo Cuba, en Miami, organización que no se caracteriza por tirar a menos las bestialidades de Castro. Pero en fin, los leí hace tiempo, hasta el 19999 tienen margen para que su conteo no pierda razón.

Curioso es, que demos por sentado que yo esté citando a Galeano. Y no, este pelotudo no cita, siquiera, como autoridad científica a Galeano, cita a otros científicos que, de seguro, dan valor al trabajo del romántico guerrillero Caparrós. Pero para qué tener que volver a mencionarlos. Si estamos en la parte de la charla donde fulano entra despreciando a dos escritores, culpandolos de titiriteros por no tener el suficiente juicio propio para saber que ningún libro nos obliga a hacer un carajo, y cuando un segundo le lleva la contraria apelando a dudar de esos juicios, ese primero acusa al segundo de autoridad. Qué curioso, que la duda sea tan poco aceptada.
No estimado, no tengo ninguna recriminación contra los españoles de 500 años atrás, me aburren las citas de Galeano en los 12 de octubre. Sí me pone más triste que mi madre elija ir al almacén árabe que al de sus hijos hoy. Sí me pone más triste que hoy prefiera leer los periódicos del tío anglosajón y no se interese por los míos. ¿Qué madre se empeña en marcar distancias de su hijo bobo porque el sentimiento de inferioridad hacia un vecino escandinavo le corroe la envidia?

No, desestimado, a mi no me mueve el Galeano superestar, pero tampoco aguanto a la gente que, ya que a ellos sí les movió, den por sentado que todos salimos de su ombligo.
De charrua no tengo ni el gusto por los malos futbolistas que ponen la pierna fuerte, ellos tampoco. Criticar a los españoles es hacerme desaparecer porque hay más de ellos acá y allá que de cualquier indígena. Pero decir que crearon un nuevo mundo como dice usted, va a ser que no. No porque el discursito de Truman haciendo sinónimo de buena vida, el progreso, caducó a finales del siglo pasado. Lo siento, pero el mundo es más que los delirios metafísicos de una sola especie. Ergo, menos beneficioso para los micos alzados en dos extremidades, si así lo quiere, el mundo ya estaba y ni los españoles ni Dios, ni Belcebu, ni los "ateos" que dejan de creer en la Biblia para trocar de culpable y creador lo inventaron.

La obra de Caparrós no le gustará. Al igual que Galeano, se ve sesgado por creer que contra la injusticia hay algo que hacer.
No lo lea, no vaya a ser que se le de por ir a USA y plantar cara a sus delirios con el maíz.

Le agradezco las recomendaciones literarias históricas. Solo conocía a una de ellas.
Los pelotudos sabemos que nos queda mucho por aprender.

Anónimo dijo...

Estimado peludo (raro que se ofenda siendo Ud. el primer insultante): el tema no es de españoles, ni de argentinos, ni siquiera de orientales, tan simpáticos ellos. Se trata de evitar el delirio cósmico.

Cuando comparé a don Batista con don Castro fue para evidenciar las criminalidades de ambos, no para defender a ninguno de estos asesinos. (Aunque juega a favor de Batista que su dictadura duró menos, no?

¿Archivos de Cuba en Miami? ¡Por Dios! (para dejar de lado a don Belcebú). Ni Cuba ni Miami me merecen el menor respeto. Menos, leídos por don Eduardo.

Ya lo dije: quizás no sea un problema de Galeano sino de su época y de nosotros, sus lectores. Pero convengamos que el hombre se presentaba como un profeta.

Respeto a Caparrós, haya sido lo que haya sido, no puedo emitir opinión. Cuando lea sus libros podré decir algo.

Saludos
Alfredo

Interlunio dijo...

No, no me ofendió, Alfredo. Hesse sabe que si usted o cualquiera logran ofenderme la culpa es toda mía. Por otro lado Nietzsche sabe que no hay peor insulto que la indiferencia y, usted, no se mostró indiferente. Nunca me ofendió.
Sobre mi insulto hacia usted, podemos dar por sentado que habla mal de mi y de usted no dice nada; ya me enteraré de si la almohada me lo perdona.

Supongo que eso de los orientales tan simpáticos viene con ironía. Yo nos veo más como el petiso compadron.

Repito que lo de archivo Cuba no tiene nada que ver con Galeano, no se lo leí a él. Lo leí en las noticias. Da igual.

Sí, estamos de acuerdo en que Castro ha sido una lluvia más larga que Batista, aunque creo que menos densa. Supongo que todos los méritos de Castro estuvieron en acabar con el anterior y todas sus culpas en volverse algo parecido. Le entendí mal, lo reconozco; lo supuse como un defensor de Batista, Punochet y tanto nostálgico que critica a los románticos y se tatua "Vuelve Franco" con un corazón. Acepto mi error, criticar que me juzguen de un progresista prototipo mientras yo juzgo al otro de liberal prototipo. Nada nuevo bajo el sol. Por suerte, solo nos estamos entreteniendo.

Creo que hasta hace unos años era lo políticamente correcto mostrarse progre. Pero últimamente la onda cambió. Últimamente lo correcto es mostrarse cuerdo y realista. No somos capitalistas porque los libros de Smith nos gustaran más que los de Marx. Lo somos porque esa es la realidad. Olvidemos la jubilación, lo público y todos esos inventos, Leviatan fracasó.
Eso es lo que veo como la nueva onda mundial. Y salto. Salto porque creo que este libro y millones de libros más, demuestran que el mercado también fracasó. Y que todo lo resolvemos diciéndole a mamá: "Stalin también tiró una piedra a la ventana de la vecina."

Y creo, que hay que tener la lección presente. La de que Galeano se llevaba por el corazón, pero también la de que Truman se llevaba por el bolsillo.
Y soy uno de esos pelotudos que prefieren creer que el cuento del corazón dice más de nosotros que los cuentos del bolsillo.
También soy un desilusionado. También soy un tipo que aprendió que hay que tener cuidado con las ideologías. Pero a la ideología que más le temo - Nietzsche lo sabe - es a la extinción de todas ellas. A que no quede nada más que conforme y lapidario, nihilismo... Hasta que no quede nada más o habiliten Marte, solo nihilismo.
Por eso creo que los Caparrós y los Galeano son necesarios. No para seguirlos como profetas, pero sí para que alguien nos cuente que no todas las muertes son por Bertillón 166.

Entiendo la desilusión de los que vivieron el "socialismo" y no solucionaron nada, pero yo crucé el Atlántico porque a mi familia le sacó todo el liberalismo.
Y no me cabe duda de que todo lo escribimos y también lo leemos sesgados por nuestras causas y consecuencias.

Un saludo.

Diego.

pipo dijo...

Interesantísima la trastienda.Y muy aleccionadora.Aquí si que se aprende.

Francesc Bon dijo...

Buenas tardes, mil disculpas por el retraso, y muchas gracias por esos floridos comentarios que ciertos autores (o su mera mención), parecen activar. La cuestión es que, en lo personal, es algo que me produce una insana satisfacción, cuando uno pone tanto encono y tanto verbo en defender (o atacar) determinada posición. Sin que nadie se ofenda, por favor, creo que esta debería ser una de las finalidades de este blog: estimular la polémica.

Gabriel Diz dijo...

Sí Francesc, pero sin faltas de respeto como lamentablemente ha pasado en este caso. Una buena costumbre de este blog que no debería perderse......

Anónimo dijo...

No nos ofendemos Francesc, es sólo que en estas tierras charrúas y gauchas (incluyamos también a los hermanos chilenos)muchos intelectuales han hecho tanto mal y han ayudado a derramar tanta sangre como los militares y los guerrilleros. De ahí el énfasis. Pero no pasa de allí.

EN cuando a Gabriel Diz, quien se alarma por "las faltas de respeto como lamentablemente ha pasado en este caso", podría decirle: - ¡Mirá quien habla! Fuiste el primero en faltar el respeto con un sibilino ninguneo disfrazado de urbano comentario. Hasta ahora no supe dónde estaba lo gracioso de mi opinión, ni tampoco por qué deberían los demás ignorarlo. Si eso no es faltar el respeto gratuitamente, por ahí andamos.
Saludos
Alfredo

Juan G. B. dijo...

¡Veníos todos a España, que aquí no discutimos nunca! Es decir, quiero decir al Estado español...o sea, el Reino de España con o sin la República Catalana, según. Bueno, y sin Euskal Herria, obviamente. O con. O, mejor dicho, parte de Euskal herria, porque, claro, la otra parte... Bueno, dejémoslo...¿qué decíais de Galeano?

Francesc Bon dijo...

Particularmente creo que cuando surgen ciertas cuestiones políticas el desencuentro se eterniza. Grados de los totalitarismos de uno y otro extremo, números de víctimas (casi siempre gente humilde o inocente). Pongamos que las dictaduras y sus mecanismos represivos son, siempre, repugnantes.

Jonjo dijo...

Muchas gracias por la reseña, Francesc.
He leído 'El Hambre' de Martín Caparrós, en la edición de Penguin Random House de 2021.
Me parece un ensayo imprescindible, de 'obligada' lectura.
Un saludo.