miércoles, 22 de noviembre de 2017

Charlotte Wood: En estado salvaje

Idioma original: inglés
Título original: The Natural Way of Things
Año de publicación: 2016
Valoración: recomendable

Vamos siendo testigos, cada vez de manera más frecuente, de la aparición de obras que rompen el molde de lo socialmente cómodo, de aquello a lo que estamos acostumbrados y tendemos a aceptar sin pensar demasiado en ello. La reflexión, el cuestionarse la realidad que nos rodea, el plantearnos no únicamente la idoneidad de nuestro mundo, sino los extremos a los que puede llegar si seguimos ciertas tendencias o corrientes sociales es parte de las funciones de la cultura, más allá del entretenimiento que produce su propio consumo. Uno se entretiene cuando lee, pero es cuando termina el libro cuando se da cuenta de lo que va más allá de la pura diversión; hay otro nivel, que va dejando capas de una reflexión que se cuece interiormente.

Esta entrada de la reseña, algo más extensa de lo habitual, es para introducir un punto de reflexión previo a la lectura y hacer de contrapunto a la inmediatez y contundencia con la que la autora nos pone en situación justo al empezar el libro. Ya en un inicio, dirigido directamente a nuestras emociones primarias y sin andarse por las ramas, la autora nos sitúa ya de entrada en una habitación prácticamente vacía, de colores neutros, ausencia de objetos, casi aséptica, desnuda. En ella, dos mujeres sufren desorientación, no saben cómo han llegado hasta allí, qué quieren de ellas y qué hacen en ese lugar. Van vestidas de forma igual, sienten el mismo pavor, el mismo miedo. Están reclusas y apartadas de la sociedad.

Este inicio directo y contundente marca el camino de lo que nos traerá la historia. La autora transmite perfectamente la angustia de sus protagonistas, consiguiendo que el lector sufra con ellas en cada página mientras avanza en la lectura, queriendo conocer qué ha ocurrido, pero también qué está sucediendo. El tempo, la escenificación, todo encaja, está perfectamente calculado para lograr su efecto. Y lo consigue, especialmente en la primera mitad del libro. Así, nos encontramos con diez mujeres apresadas sin saber por qué lo están, como han llegado allí y qué quieren de ellas; la vida que les deparan sus secuestradores es un infierno de crueldad, deshumanización, sometimiento; maltratadas física y psicológicamente, desnutridas, rapadas al cero, drogadas, impedidas en la comunicación entre ellas, humilladas... El libro transmite una gran angustia, miedo, terror y desaliento... Charlotte Wood sabe narrar, sabe crear un aura de pánico, sabe cómo generar tensión, preocupación e inquietud.

A partir de la segunda mitad del libro, la narración decrece en ritmo, más orientada a una visión sociológica, de adaptación y superación, en diferentes aspectos y diferentes formas. Los retratos de las diferentes protagonistas abren un abanico de, no únicamente diferentes maneras de ser, sino también de grados de culpabilidad y grados de resistencia ante la adversidad. La lucha o el abandono, la disputa o el sometimiento, la venganza o la sumisión, el compañerismo o la individualidad. Así, encontramos las diferentes dualidades de la capacidad humana entre el amplio mosaico de personajes, donde hay una presencia siempre evidente de desesperación y soledad.

El propósito de la autora con este libro es el de reflejar una sociedad heteropatriacral claramente discriminatoria y ofensiva, que subyuga la voluntad de las mujeres a los deseos del hombre. La autora se sirve de este escenario para reflejar un mundo donde las mujeres son culpadas por la sociedad; consideradas culpables por haber protestado por los abusos en los que se han visto sometidas y así, al culparlas a ellas, encubrir y disculpar los hechos perpetrados por los hombres, volcando la culpa sobre las mujeres por denunciarlo. Así, el libro utiliza este marco mental para ubicar diez mujeres, todas ellas envueltas en algún episodio relacionado con escándalos sexuales o con la sexualización de su imagen, para ubicarlas y recluirlas un sitio donde ellas son despojadas de toda posible sexualidad, convertidas en seres casi inhumanos y tratadas como animales; rapadas al cero, vestidas iguales y en mínimas condiciones higiénicas rodeadas de suciedad. Sin elementos para mantener una adecuada higiene personal y con una gran ausencia de intimidad, son convertidas prácticamente en animales a manos de sus carceleros, quienes pretenden que ellas pierdan toda autoestima. Sin ánimo de explicar lo que ocurre sino lo que pretende, es evidente que el libro realiza una dura crítica a la sociedad y a la perversión humana que denigra a las mujeres simplemente por ejercer una libertad a la que deberían poder aspirar sin tener que ser sometidas a juicio por ello.

Como nota curiosa y alarmante, cabe indicar que este libro está basado en una institución que realmente existió en Australia en las décadas sesenta y setenta como aparente reformatorio de las consideradas malas conductas, pero que en realidad funcionaba como centro de castigo. La denuncia de la culpabilización de las mujeres por los abusos cometidos sobre ellas es el principal mensaje que la autora quiere transmitir en esta distopía. Y, ciertamente, esta narración pone de manifiesto algo que vemos demasiado a menudo: la culpabilización de las víctimas y la exención de los culpables. Lo vemos en titulares blanqueados en periódicos , donde las muertes de las mujeres a manos de sus parejas son suavizadas contando que «una mujer ha muerto en una disputa doméstica», como si fuera por un efecto causal o fortuito; las típicas justificaciones en respuesta a abusos alegando la forma de vestir o supuestos malentendidos al interpretar ciertas señales; esas típicas excusas que para algunos sirven para mirar hacia otro lado cuando realmente deberían condenar el delito y acusar al culpable. Lamentablemente estas escenas las vemos y ocurren en nuestros días, demasiadas veces; porque una sola vez ya es demasiado. Y sucede en nuestros países, en nuestra sociedad. Y si ocurre es porque, además de quien lo comete, hay quien lo permite. Y ambas cosas son imperdonables.

28 comentarios:

Clara dijo...

Bravo y gracias por esta reseña, qué libro tan necesario hoy (tristemente).

Lucas Despadas dijo...

Tras esta reseña no me queda claro por qué es sólo recomendable y no imprescindible. Me he emocionado al leerla. Buscaré el libro pronto. Infinitas gracias.

Cities: Moving dijo...

"...recluirlas un sitio donde ellas son despojadas de toda posible sexualidad, convertidas en seres casi inhumanos y tratadas como animales; rapadas al cero, vestidas iguales y en mínimas condiciones higiénicas rodeadas de suciedad. Sin elementos para mantener una adecuada higiene personal y con una gran ausencia de intimidad, son convertidas prácticamente en animales a manos de sus carceleros, quienes pretenden que ellas pierdan toda autoestima."

La violencia hacia los animales está tan interiorizada y tan normalizada que no nos soprende más que cuando se aplica en ese mismo grado a los seres humanos. Terrible.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Clara, por tus elogios. Lamentablemente, sigue siendo necesario alzar la voz para denunciar las atrocidades que vemos hoy en día respecto a los abusos. Y si la literatura nos ofrece la posibilidad de poner el altavoz a estas denuncias, bienvenida sea.
Saludos, y gracias por comentar la entrada.
Marc

Lucas Despadas dijo...

No debería, pero por desgracia así es para mucha gente. Yo personalmente no me había percatado del detalle, pero animalizar el maltrato no es buena cosa de ninguna forma. Buen apunte.

Marc Peig dijo...

Hola, Cities Moving. Vaya por delante que, evidentemente, cualquier violencia es excesiva, sean personas o animales. Para evitar malentendidos, mi comentario se refiere al hecho de eliminar todo rastro de individualidad (física, de pensamiento, etc) de las personas recluidas. La analogía viene por el sitio donde están reclusas, y evidentemente animales tratados de igual forma sigue siendo lamentable. La intención del comentario era poner de manifiesto la reducción de las personas para ser tratadas como animales al eliminar la libertad de pensamiento y suprimiendo su autoestima,
Espero haber aclarado mi punto de vista.
Saludos, y gracias por permitirme matizar este aspecto.
Marc

Marc Peig dijo...

Hola, Lucas. el motivo por el cual es recomendable y no imprescindible es porque, más allá de su intención, la segunda mitad del ritmo pierde fuelle y se vuelve algo monótona. Esto hace que pierda algo de su interés; igualmente, en mi caso, un imprescindible debe tener interés no sólo en lo que cuenta, sino también destacar por la calidad de su prosa. Pero eso es algo ya muy subjetivo ;-)
Saludos
Marc

Montuenga dijo...

Una lectura muy oportuna en estos momentos, muchas gracias Marc.
Todo el mundo entiende lo que se quiere decir con la expresión "tratar a algunos como a animales" es una frase hecha que no implica que el maltrato a animales esté justificado. No es de recibo tratar mal a las personas ni a los animales ni a las plantas ni al planeta etc.
Puede que parezca que la expresión "tratar a un grupo de varones como a animales" sería más oportuna, pero tan humanos somos unos como otras. Algo que parece evidente pero no lo es tanto en según qué contextos. De ahí que sea tan necesario publicar este tipo de historías.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Montuenga, por tus palabras. Es cierto que, por desgracia, la sociedad en la que vivimos no está pasando por sus mejores momentos y el heteropatriarcado sigue muy vivo; es de agradecer que la literatura contribuya a la denuncia de los abusos y a utilizar sus canales para ponerlos de manifiesto.
Saludos
Marc

Cities: Moving dijo...

Hola Marc, por favor no interpretes mi comentario como algo personal. Sólo pretendía poner en evidencia una realidad: la de la violencia contra los animales.

Ojo que no estoy hablando de casos de lechones aplastados por diversión, burros arrastrados por vehículos, perros y gatos sacrificados por sacar tajada en una protectora de animales o galgos ahorcados por cazadores cuando acaba la temporada. Tu analogía señala directamente a las granjas de cría intensiva de animales y a la industria cárnica. El trato que se da a los animales empleados como alimento es cruel y despiadado, pero solo nos parece inaceptable cuando imaginamos que está siendo aplicado a seres humanos.

La normalización de esta violencia no puede ser más obvia, pues ha entrado a formar parte del discurso y nadie parece indignarse. Es más, Montengua ya le está quitando hierro al asunto aclarándonos que se trata solo de una frase hecha, cuando por desgracia es una realidad incuestionable que se oculta porque nos resulta incómoda.

Por la temática del libro que has reseñado, creo que es de interés mencionar el ensayo de Carol J. Adams "The sexual politics of meat" que analiza las relaciones entre heteropatriacado y violencia contra la mujer y los animales (a través del consumo de carne). Lo malo es que hasta donde yo sé no está traducido al castellano.

Marc Peig dijo...

Hola, Cities Moving. No te preocupes, me ha servido para explicar el por qué de mi comentario pero entiendo que no he sabido explicarlo como se merece. No me lo tomo a mal, al contrario, es interesante que lo hayas puesto de manifiesto porque tienes razón en tu planteamiento y sirve para reflexionar sobre el tema. Y sí, tienes razón en ello, el tema del maltrato animal es otro aspecto en el que poner el foco. Interesante el libro que mencionas, indagaré en ello.
Gracias por comentar y profundizar en la respuesta, siempre son bienvenidos los comentarios pues amplían nuestros conocimientos y ofrecen distintos puntos de vista.
Saludos
Marc

Montuenga dijo...

Hola otra vez. El hacinamiento de las aves y otras especies destinadas al sacrificio me indigna muchísimo y lo tengo muy en cuenta cuando voy al mercado. Le quitaba hierro a la frase de Marc, no a las escalofriantes condiciones que han de soportar. Nunca he podido soportar las fiestas taurinas de cualquier tipo, ni el circo ni los zoos.
Pero me rechina la equiparación contenida en frases como esta:
"violencia contra la mujer y los animales".
Saludos

Pepe Pótamos dijo...

La frase "violencia contra la mujer y los animales" no significa que se esté equiparando la una con los otros. Cities Moving (al que aprovecho para saludar y felicitar por su blog, del que, como este, también soy seguidor) simplemente ha señalado que la frase "tratar como animales" denota el trato que tradicionalmente se les ha dado y que sería preferible dejar de utilizar, del mismo modo que también estoy seguro que estaremos de acuerdo en criticar "trabajé como un negro" o "me porté como una nenaza". Dawkins afirma que en un futuro cercano nos avergonzaremos del trato que damos a los animales.
Y sobre el tema de la violencia a la mujer, no puedo estar de acuerdo en que exista un "blanqueamiento" en los titulares sobre la violencia de género, existe un seguimiento exhaustivo (cosa que me parece perfecta) en los medios de comunicación actuales sobre este tipo de violencia. Y si ya hablamos de feminismo, solo hay que echar un vistazo a "El País" para ver un par de artículos diarios sobre el tema, con las reivindicaciones más peregrinas, cosa que ya no me parece tan perfecta. Creo en la igualdad de derechos de todas las personas (faltaría más) pero con este tema creo que se nos está yendo un poco la pinza (aconsejo "La tabla rasa" de Steven Pinker). Un saludo.

Lupita dijo...

Hola a todos: he leído esta reseña y me han entrado unas ganas enormes de leer este libro. Respecto a los comentarios, que también he leído, es posible que a veces se nos vaya la pinza a unos u a otros, pero es lo que sucede cuando tantas personas tienen un altavoz para hablar y que llegue a un gran público. Por desgracia, en la ciudad en la que vivo se está celebrando un juicio muy famoso y la indignación que siento ante el trato a la víctima no me deja hablar en tono mesurado.
Un saludo a todos

Marc Peig dijo...

Hola, Pepe. Coincido en gran parte con el primer párrafo de tu respuesta e intento simplificarlo indicando que cualquier trato denigrante o abusivo es excesivo y no debería ocurrir, y lo digo sin ánimo de igualar ni equiparar los diferentes casos, todos son condenables.
Respecto a la segunda parte, estoy en la línea de Lupita y conozco el caso que expone. Por este motivo, y porque desgraciadamente no es el único ni será el último, me siento obligado a denunciarlo y a reiterarme en lo que indico respeto al tratamiento informativo que se le da en varios medios. No digo que sean todos, pero creo aunque sea solo uno ya es demasiado. Es mi punto de vista, y es cierto que se pone mucho foco en este aspecto de la sociedad (ya tocaba) pero es que venimos de muy atrás y ciertas conductas que hasta hace poco se consideraban socialmente aceptables van dejado de serlo cada vez más. Y esto está bien. Y reitero, es mi opinión, y puede que haya quien la considere excesiva. En cualquier caso, si la reseña sirve ni que sea para hacer una reflexión sobre el tema (individual o colectiva), ya es algo positivo.
Saludos
Marc

Interlunio dijo...

No leí el libro así que voy a pecar de prejuicioso.
Me huele a simplón y efectivista. Una metáfora, una idea que cuadra con algo vendible y zas! Una novela que asegura millones de ventas y ya tiene firmados los derechos para una pelicula de adolescentes en la cual, y a pesar de sus limitaciones, lo que haya para transmitir se logrará transmitir.
Que me perdone la escritora si me equivoco, también tu generosidad para con la lectura de la misma.

No obstante, entiendo tu reseña y el calificativo de importancia que le das a la obra.
A veces podemos sentir que hay mensajes que se pierden en la obviedad y no nos damos cuenta de que aquello que para nosotros es obvio, para otros puede resultar trascendental.

En cuanto al feminismo, al parecer, motor principal de esta obra, yo entiendo que estos mensajes pueden resultar contraproducentes: que ManoloeldelBombo lo lea y piense: "hostia, yo no trato a mi mujer así. Solo cargo en ella la casa y la educación de los niños. No la rapo ni la drogo ni le pego. ¡Soy un campeón feminista!"
Por mi parte, prefiero a Simone de Beauvoir relatandonos en "las bellas imagenes" cómo una mujer, triunfadora y libre, se da cuenta de que esa libertad y ese triunfo es lo que le dijeron que debía ser. O a Bobes contándonos en "Fiebre de invierno", cómo hay que parecerse a un personaje de "Sex and the city" para ser la mujer actual y progresista.
Veo más necesarios los mensajes feministas, hoy, de ese estilo.
Espero haberme explicado.
De todas formas aplaudo la obra si sirve para denunciar o cuestionarnos actitudes normalizadas...

Interlunio dijo...

Por último, y motivo que me impulsa a escribir este comentario, repetir lo que afirma alguien más arriba:"La tabla rasa" de Steven Pinker es una lectura recomendable (Aunque recomendarle Pinker a una feminista supera mis niveles de valentía). Muchas cosas de las que dice son a tener en cuenta, pero creo que al mismo tiempo es necesario tener a mano "la tabula rasa" de Locke, para ver ambas caras de la moneda.
Pinker se ha vuelto un psicólogo muy importante, sus trabajos de divulgación científica son exitosos y con el mérito de estar al alcance de toda la población. Pero también es verdad que peca, a veces, de gastar más esfuerzos en desacreditar a científicos con ideas contrarias, que en demostrar sus hipótesis.
Para que esto sea más ameno para cualquiera que pueda leerlo, Pinker defiende que la violencia o las diferencias de género están en nuestros genes y que el mundo occidental ha dedicado sus esfuerzos a intentar erradicar esos males centrándose en la educación y la cultura como que únicamente vinieran de ahí. Culpa a lo políticamente correcto de no permitir decir que hay quienes ya nacen "mejores" que otros. O que es inútil intentar cambiar rasgos que traemos innatos.
Como dije, es recomendable tenerlo en cuenta, pero vale también considerar que, científicamente hablando, sus teorías carecen de tantos datos empíricos como los de los contrarios a quienes machaca.

Extrapolando, sí, es favorable saber lo que dice Pinker y seguirlo en su idea de que conociéndonos mejor, biológicamente hablando, vamos a luchar de mejor manera contra nuestras dualidades, pero también es muy necesario seguir teniendo en cuenta las ideas de corte ambientalista como las de Locke y Rousseau (a quienes este culpa de nuestra manera de comprendernos): el ambiente nos moldea y lo que nos rodea nos influye y nos hace.

La violencia de género, entre tantas otras, existe, y, más allá de que sea algo intrínseco en nosotros o que surja por la manera en que nos educamos o la cultura que adquirimos, hay que combatirla.
Aún no hay una vacuna que la elimine de la misma manera que eliminamos el sarampión, ergo, es necesario hablar de ella aquí, y en todos los ámbitos. Si a nosotros nos resulta obvio algún mensaje, tanto mejor. Pero hay tanto idiota, tanto decerebrado e inconciente que, creo, no podemos permitirnos esperar que llegue a nuestros niveles de comprensión y empatia si no tomamos parte como ahora la está tomando Marc con el tema del feminismo, o Cities haciendo lo propio con el animalismo.

Creo que todos estamos de acuerdo, solo que defendiendo distintas cosas.

Un saludo.

Marc Peig dijo...

hola, Interlunio. En primer lugar, muchas gracias por compartir tu opinión sobre el feminismo y por reivindicar la necesidad de combatir la violencia de género. Creo que no añadiré más porque tu extenso comentario es suficientemente explicativo (y también porque parte de mi opinión ya la he compartido anteriormente).
Respecto a la novela, que es el origen de todo esto (o al menos en esta entrada). Tienes parte de razón en que a que es efectista. No sé si simplona (creo que no porque la autora escribe bien y consigue el efecto) pero sí efectista. Es evidente que no se puede descartar, en los tiempos que corren, una adaptación al cine o una seria televisiva ya que, no en vano, se compara a la autora con Margaret Atwood y "el cuento de la criada". Si esta mención es hecha en la contraportada del libro no es nada descartable que se busque la misma salida. Sin haber leído el libro de Atwood (sí he visto la serie), que por cierto está reseñado en ULAD, diría que es más profundo que éste, pero esto no quita que Charlotte Wood sepa lo que quiere lograr y tenga las tablas suficientes para conseguirlo. De ahí mi "recomendable", ni más que eso, ni tampoco menos.
Saludos, y gracias por elaborados tus comentarios, que piden una doble o triple lectura y contrastarlos con las referencias a Pinker, Locke y Rosseau. Es un lujo contar con comentarios de este nivel.
Marc

Gabriel Diz dijo...

Hacer un comentario de este tipo sin haber leído el libro......es increíble!

Anónimo dijo...

Amigos, los referentes de la época en que la monarquía venía dictada por mandato divino ya no sirven. Lo que pensamos nosotros sin conocer la situación de ellas, aunque creamos que sí, tampoco. Una nueva masculinidad está en marcha, y en ese proceso ellas tienen mucho que enseñarnos.
Les recomiendo a ustedes otro libro, este de Richard Bacete y un enlace a AHIG* con audio al programa donde lo presentan.
Bruno A.

http://www.eitb.eus/es/radio/radio-vitoria/programas/radio-vitoria-gaur-magazine/detalle/5223838/ha-llegado-momento-crear-nueva-masculinidad/


* Asociación de hombres por la igualdad de género.

Marc Peig dijo...

Hola, Bruno A. Gracias por la recomendacion, acabo de ver que el libro que mencionas se ha publicado esta misma semana. No sé si algun ULADiano del país vasco lo conoce. En cualquier caso, le echaré una ojeada.
Saludos
Marc

Saúl dijo...

¡Apuntado! Y también quería felicitaros porque últimamente estéis incluyendo en vuestras lecturas a tantas escritoras, y descubriéndonos a muchas que algunos desconocíamos.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Saúl. Ciertamente, en los últimos meses se han incrementado las reseñas de libros escritos por escritoras. Gracias por detectarlo y ponerlo de manifiesto.
Saludos
Marc

Interlunio dijo...

Copio (y pego)
Que me perdone la escritora si me equivoco, también tu generosidad para con la lectura de la misma.
(... y Gabriel Diz, por supuesto).

Marc Peig dijo...

hola, Interlunio. El contraste de opiniones siempre se agradece y, si el libro sirve para exponer un tema preocupante en nuestra sociedad, pues bienvenido sea. Eso no quita que haya quien pueda considerarlo simplón o efectista, aunque eso es algo más subjetivo ;-)
Saludos
Marc

Gabriel Diz dijo...

No tengo nada que perdonarte Interlunio, sí me parece que un comentario hecho tan a la ligera sobre un libro no leído, aunque luego pidas que te perdonen, muestra un poco de ligereza ya que desconoces la calidad del texto, las motivaciones de la autora y tantas cosas más. No olvides que la tuya es una lectura sobre la lectura que Marc hace del libro.....en un juego de espejos vendría a ser como el reflejo de un reflejo.

Saludos

Interlunio dijo...

Toda la razón, Gabriel; mostré ligereza prejuzgando la obra. Es algo que hago muy a menudo, prejuzgar, para decidir qué leo o lo que miro o escucho. No es nada por lo cual enorgullecer, pero es real y, por lo tanto, justo con la imagen que doy.

Interlunio dijo...

Gracias. Con tu respuesta anterior ya me había sentido considerado y tolerado por tu parte.
Como dije y dijo, tengo muchas papeletas para estar equivocado en mis prejuicios para con la obra. Mejor así.

Un saludo.