martes, 31 de enero de 2017

Semana de la Revolución Rusa #2: Caballería Roja de Isaak Bábel

Idioma original: ruso
Título original: Konarmia
Año de publicación: 1926
Traducción: Ricardo San Vicente
Valoración: bastante más que recomendable


Isaak Emanuilovich Bábel fue un niño judío de Odessa, hijo de un comerciante, y un superviviente del pogromo de 1905. Su adolescencia fue la de un estudiante de francés en el Liceo y del Talmud en su casa; se convirtió en un joven francófilo y aspirante a escritor en Petrogrado, discípulo y protegido de Gorki. Fue también un soldado del Zar durante la Gran guerra y un soldado -y periodista- del Ejército Rojo durante la guerra civil revolucionaria; se convirtió, al fin, en un escritor de gran fama. Acabó siendo un represaliado por el régimen de Stalin, y por orden de éste (tras la muerte de Gorki y la caída del jefe de la NKVD Yazhov, marido de su amante); detenido por Beria, torturado y ejecutado en 1940. Sus obras fueron prohibidas y su nombre borrado de los registros literarios soviéticos, hasta su rehabilitación en 1954. Fue sobre todo, y a nadie le puede caber duda tras leerlo, un gran escritor.

Los relatos recopilados en Caballería Roja fueron publicados, en principio, por varias revistas y periódicos revolucionarios entre 1923 y 1926, aunque la mayoría fueron escritos en 1920, durante la campaña del Ejército Rojo contra Polonia (la llamada "Guerra Bolchevique", por los polacos), en las regiones fronterizas de Volinia y Galitzia. Ya digo que Bábel participó en ella sirviendo en el Primer Ejército de Caballería o Konarmia, y también como cronista de guerra, así que vivió de primera mano la realidad que luego quedó palsmada en sus escritos. Y la realida que nos cuenta Bábel dista mucho de las visiones heroicas o idealizadas de la guerra -algo que le fue reprochado desde el poder soviético y le valió a animadversión del mariscal Budionni, que comandaba ese Primer Ejército de Caballería-; lo que aquí se nos cuenta parece más bien un trasiego de efectivos militares sin sentido ni objetivo, un movimiento más propio de pollos sin cabeza que de un ejército organizado, más ocupado en resisitir lasa agotadoras marchas, acampar en sórdidas aldeas y asesinar a curas y judíos que en combatir al enemigo. Incluso cuando esto al fin sucede, da la impresión de que los actos de valor y sacrificio tienen su origen más en la demencia que en el heroísmo.

Aún así, uno siente, no tanto como cariño, pero sí cierta comprensión y aprecio por los personajes que retrata Bábel, peones arrojados sobre un tablero donde, por un momento, parecía haberse cristalizado la Historia: cosacos bolcheviques que aprecian más a sus monturas que a sus propias vidas -no digamos ya a los prisioneros o incluso a sus propios compañeros-, alambicados judíos hasídicos, correosos mujiks, pintores de iconos heretizantes; combatientes revolucionarios que arrastran tras de sí la barbarie de los viejos tiempos, junto a la deshumanización de los nuevos... toda una legión de individuos que parecen más zarandeados que protagonistas de la época que les había tocado en suerte, más desconcertados que pletóricos de fervor por la Revolución, a pesar de ser capaces de matar en nombre de el proletariado. Aunque a su aire, eso sí, porque una de las cosas que traía de cabeza al "despiadado" Liútov -nombre utilizado por Bábel durante su estancia en la caballería-, además del poco aprecio que sentían los cosacos por un cuatro ojos como él, era ver cómo sus compañeros se pasaban por el forro los procedimientos establecidos por los comités revolucionarios de turno... las diferencias entre la teoría y la práctica, supongo.

Tal vez exagero: pese a la tensión que se percibe bajo la superficie de la prosa de Bábel, ésta, acerada y elegante hasta casi lo insoportable (perdón por la hipérbole) trasluce, al fin y al cabo, una cierta resignación ante lo inevitable, una digna calma que debe ser lo que queda cuando todo parecer estar abocado al despropósito y hasta al absurdo. Lo que nos queda a nosotros tras leer este libro de relatos -aunque no relatos al uso, la mayoría de ellos, de manera que incluso se podría considerar, sin errar demasiado, como una novela- es la sensación de que la guerra, cualquier guerra, aún la más idealista (y aunque parezca una perogrullada), no deja de conllevar una enorme tristeza.


9 comentarios:

Sir Robin dijo...

Gracias por otra excelente reseña. Tengo ese libro aparcado, como tantos otros ya que desgraciadamente mi apetito es mayor que mi tiempo, pero lo voy a leer este año caramba. Por cierto llegue a él por un libro, "Los poseídos" de Elif Batuman, sobre literatura rusa, muy recomendable este último por cierto: ameno e instructivo, y hablaba maravillas de "Caballería roja". Y la portada, ¿nunca hablamos de las portadas, no?, me encanta, me recuerda a las historias de cosacos y a la serie de Miguel Strogoff.

Y abundando en el tema ruso, que no de la revolución sino de sus consecuencias digamos, me acabo de hacer con "El delirio blanco" que promete mucho. Saludos.

Anónimo dijo...

Muy buena reseña.

Por cierto, ya no reseñáis libros "repugnantes" o "intragables".

Viendo las reseñas del mes de enero todo son: recomendables, está bien, más que interesante, muy interesante, etc.

Visto así, los 31 libros de este mes de enero tienen poco contraste.

No sé si lo he explicado bien, pero no he conseguido distinguir lo más valorado ni lo más recomendable.

Juan G. B. dijo...

Hola a los dos:
Ante todos , gracias por los elogios a la reseña, no sé si merecidos.... Desde luego, Bábel era un gran escritor. Yo tengo muchas ganas de leer sus "Cuentos de Odessa", que dicen que son de lo mejorcito, pero es un libro algo mçás difícil de encontrar que éste, parece.... En cuanto a la cubierta, Sir Robin , tienes razón; por otro lado, Galaxia Gutemberg suela acertar con sus cubiertas, aunque sean más discretas que las de otras editoriales. Por cierto, que es un tema en el que yo me suelo fijar, pero no lo comento por falta de espacio. De hecho, alguna vez se me ha pasado por la cabeza que podríamos hacer otro blog comentando sólo las cubiertas de los libros, sobre todo cuando descubres varios con el mismo diseño o ilustración, como ocurre con la última novela de Pérez-Reverte, por ejemplo...
En cuanto a las valoraciones, amigo anónimo, yo, por mi parte al menos, siempre digo lo mismo: en `principio trato de que todos los libros que leo, vaya a reseñarlos o no, sean buenos. otra cosa es que luego se consiga ese objetivo, pero vaya..."repugnantes" como tal recuerdo pocos, o al menos no los suelo reseñar. También es cierto que en enero puede que nos dejemos llevar por el "efecto Año Nuevo", buenos propósitos y todo eso, y seamos algo más magnánimos, no lo sé... En todo caso, creo que en el mes de febrero habrá algo ma´s de variedad en las valoraciones.
Un saludo a ambos y gracias de nuevo por los comentarios.

Francesc Bon dijo...

Perdón: al aludir a las recientes valoraciones medias del blog me siento obligado a intervenir, aunque no sea una reseña propia. Se trata de que, al menos en lo que a mí concierne, procuro hacerme (bibliotecas, compras, editoriales) con libros que tienen la pinta de ir a gustarme. Y últimamente tengo la suerte de acertar, o que mi intuición funciona, o que las referencias que uso para orientar mis lecturas coinciden con mis criterios de forma general. Y seguimos siendo un blog anárquico sin una dirección definida en un sentido u otro (Santi lo intenta, pero no le hacemos caso) con lo cual todo se debe a una confluencia de factores casuales. No veo sentido, por eso, a intentar forzar establecer un equilibrio en las valoraciones. Libros malos los hay a patadas, sobre todo en las grandes superficies, y yo siempre espero que el libro que lea me guste. Lo he esperado por encima de la lógica y todo. Otra cosa es que, antes de elegir premeditadamente un libro, aunque sea para disfrutar cargandómelo, prefiero sorprenderme ante alguna de esas cosas que nos venden como la gran maravilla (por ejemplo, el de Milena Busquets) y uno se sienta tentado a cargar las tintas para "desenmascarar" el timo. Pero debo advertiros que ya nos ha caído el sambenito de blog buenista. No podemos escapar. Pronto regalaremos caramelos. Sin azúcar ni lactosa ni gluten.

pipo dijo...

Por cierto, estoy de acuerdo con el Sr. Anonimo.Tambien hay que incluir criticas "repugnantes" o "intragables".La literatura, dicen, que es muy importante para descubrir imposturas o impostores.No se si me explico bien.Las criticas adversas, en todos los campos, suelen ser las mas sinceras.No todas.

Juan G. B. dijo...

Hola, pipo: yo estoy de acuerdo en que si un libro nos parece repugnante, decepcionante o intragable, hay que decirlo con total honestidad, pero a lo que me refiero es que, en principio, no voy (o vamos) buscando ese tipo de libros. Incluso en el último caso en el que yo recuerdo haber sido más duro, "Me llamo Lucy Barton", leí la novela no porque pensara que me iba a defraudar, sino por la disparidad que había entre algunas críticas y otras, que me picó la curiosidad.
Un saludo y gracias por comentar.

Marc Peig dijo...

Coincido con lo expuesto por mis compañeros. Personalmente, cuando elijo un libro lo hago esperando que me guste y, si no es el caso, más que "repugnante" o "intragable" tiendo a valorarlo como "decepcionante" (cosa que ya he hecho en un par de ocasiones en el poco tiempo que llevo como colaborador) ya que mis expectativas no han sido satisfechas. De todos modos, no descarto etiquetar como "intragable" un libro si lo merece, aunque espero que mi "olfato" al escoger lecturas no me traicione hasta tal punto.
Gracias por vuestros comentarios, ayudan a plantear debates que nos permiten exponer nuestros puntos de vista.

Sir Robin dijo...

Creo que está más que claro, y no podía ser de otra manera: ya sabemos que no habrá tiempo para leerlo todo por ello buscamos lo mejor o lo más interesante, es absurdo perder el tiempo con libros que no aporten nada (que ya es difícil pero no imposible).
A mí me cuesta dejar un libro a medias, pero ya me lo estoy planteando por el poco tiempo que tengo para la lectura (revistas y blogs más o menos encuentro hueco, para libros con más enjundia me cuesta más). Por ejemplo estoy leyendo a Daniel Sada "Porque parece mentira la verdad nunca se sabe" y con sus 600 páginas, densa y alambicada prosa (que me gusta, ojo) y su lenta trama, y mi más lento avance (voy por la página 100 más o menos) creo que lo voy a tener que dejar para tiempos mejores...y atacar otra lectura.

Juan G. B. dijo...

Hola otra vez Sir Robin:
Este asunto de las valoraciones es algo ya recurrente en los comentarios de este blog. Supongo yo que por compararnos con otros conocidos blogs del mismo tipo, pero que acostumbran a denunciar en sus reseñas las pifias literarias que van encontrando... No quiero decir que este ánimo me parezca mal, al contrario, e incluso se podría considerar que cumplen una cierta "función social", pero no todos tenemos que seguir la misma filosofía, creo yo...
Ahora bien, pensando en ello, también entiendo la objeción que nos ha hecho el comentarista anónimo: puede ser que al tener la mayoría de las reseñas valoraciones similares, haya a quien le cueste distinguir lo que realmente es "recomendable" de lo que no... mientras que si de vez en cuando alguna reseña es claramente negativa, ésta serviría, por contraste, como "reseña de control", por decirlo así. Lo cierto es que también es un punto de vista que puede tener su razón, así que yo al menos seguiré reflexionando al respecto.
Un saludo a todos.