martes, 1 de noviembre de 2016

Colaboración: Cortejo de sombras de Julián Ríos

Idioma original: español
Año de publicación: 2008
Valoración: recomendable (para coleccionistas)

En estos últimos años se está dando la tendencia a editar todo lo escrito por según que determinado autor. No sé si es el propio escritor o su editor el que manifiesta este afán de publicación. Es cierto que en algunas ocasiones puede ser interesante conocer determinados textos que hasta ahora habían sido ignorados, que nos pueden dar una visión más amplia de la obra de un autor, por sus diferentes usos de la lengua, por sus variadas opiniones o por su evolución en el transcurrir de la vida. En otros momentos parece ser más un deseo desmedido de querer sacar rentabilidad de un nombre, lo cual puede ser lícito económicamente hablando, pero tiene poco que ver con la calidad al hacer las cosas.

Cuarenta años después de escribir este su primer trabajo literario, Julián Ríos se decidió a publicarlo en el 2008. Realizado entre 1966 y 1968, como nos recuerda en "Tamoga revisitada", el texto que prologa la edición, está escrito bajo el Franquismo, y ya titubeó entonces entre publicarlo o no. Sin embargo, la presión de la censura quizá no fue tan importante para su larga demora como el hecho de que, por aquellas fechas, estaba ya embarcado en la serie de Larva (Babel de una noche de san Juan, Poundemonium, Monstruario, La vida sexual de las palabras), sin duda uno de los proyectos narrativos más formidables en la historia de la lengua española. El objetivo de Larva está determinado por una dimensión donde las palabras desempeñan un papel más amplio que el de solo el significado, creando imágenes de sonido y sentido vivos que discurren parejos a la línea argumental, es una experimentación total del lenguaje para extraer todo el juego literario posible a los textos. Por el contrario Cortejo… es una primera obra de juventud/formación con un carácter narrativo clásico, donde la precisión del lenguaje es tan simple como perfecta.

"Novela de Tamoga" es el subtítulo que tiene esta obra organizada en nueve capítulos. Por un lado estos capítulos se pueden leer como relatos independientes, son historias perfectamente cerradas, con una unidad muy sólida de relato corto en cada uno de ellos; algunos fueron premiados independientemente antes de la definitiva instalación del escritor en Londres. Ríos por su parte prefiere plantearlos como piezas de una novela, hay una unidad estilística y compositiva además de una relación argumental entre algunos de ellos, un conjunto de novela coral sobre un pueblo y un tiempo imaginarios pero determinados. Aun así, a mi entender, tienen más fuerza como relatos independientes que como una novela unitaria, pues a la obra le falta una cierta cohesión para que todas las historias tejan un acaecer común que dé una unidad al conjunto.

Lo principal de estos relatos, o novela, es la exactitud del lenguaje; sobre todo la descripción de personajes, centro de cada texto, y en menor medida de los espacios que los arropan. Un lenguaje justo, hábilmente manipulado para crear un cierto desorden que dé lugar a una interpretación abierta de los relatos. Pero en todo caso la calidad del lenguaje casi pasa desapercibida a pesar de su precisión de mecanismo lingüístico por su aparente sencillez, lo que le da una gran claridad. A pesar de la perfección literaria de las historias, publicadas ahora, y tal vez debido a que conocemos los lenguajes posteriores de Ríos, el libro nos parece muy lejano. Estos cuarenta años de intervalo han hecho que algunas relatos no se correspondan ya con la mentalidad del público del siglo XXI. Es una obra que de haberse publicado en su momento sin duda gozaría de un merecido prestigio, pero que ahora es un poco anacrónica. Es un texto para coleccionistas, es decir para aquellos que leen todo de un escritor, por quererlo conocer profundamente o por puro afán de coleccionismo.

Firmado: Jordi Corominas

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