Idioma original: español
Año de publicación: 1982
Valoración: Recomendable
¿Cómo llegué a Sorrentino? Pues porque unos amigos comentaron que los cuentos que escribo les recordaban a los de este escritor argentino. Y aprovechando que iba para Buenos Aires, me compré un par de libros suyos. Por ahora he leído este En defensa propia, y entiendo lo que estos amigos querían decir. Sorrentino es un escritor que mezcla el relato fantástico tradicional con el relato humorístico y hasta costumbrista, aunque siempre con una cierta deformación que tiende a lo absurdo.
En una entrevista de 2007, Sorrentino dice que procura "que el relato discurra por los cauces más 'normales' y 'cotidianos' posibles, para que el lector acepte sin violencia la 'realidad' ficticia que voy ofreciéndole". Esto es cierto en algunos casos, por ejemplo en el magnífico relato que cierra el volumen y que le da título, en el que unos vecinos comienzan un intercambio de cumplidos aparentemente inocente, pero que pronto se sale de toda proporción.
En otros casos, en cambio, la premisa es completamente absurda, como en "Para defenderse de los escorpiones" (en que el narrador vive invadido por miles de escorpiones que pueblan el suelo, las paredes, el techo de su casa) o "La corrección de los corderos" (en que una manada de corderos antropófaga sirve en cierto modo de justicia poética universal). Por último, en unos pocos -los menos- prima la descripción de una realidad cotidiana, como por ejemplo los conflictos y relaciones que se establecen en una oficina cualquiera.
Hay desde luego en Sorrentino una buena nónima de personajes absurdos, extraños, desequilibrados, grotescos, improbables, como el protagonista de "Temores infundados", que vive aterrado por la posibilidad de que le pique una araña y escoge una vida de inmovilidad perpetua; o más aún el pequeño Piccirilli, un ser humano vestido como un mosquetero del siglo XVIII pero de pocos centímetros de altura. Pero también se transparenta en estas historias la vida cotidiana de Buenos Aires. Lo que le falta a Sorrentino, para mi gusto, es un poco más de violencia, no necesariamente en sentido literal: ser más agresivo en sus planteamientos para sorprender, desconcertar, desasosegar al lector; sus historias son, en cierto modo, demasiado blancas (o blandas), y por ello algo convencionales.
Con este libro y a falta de leer Sanitarios centenarios, el otro que me compré de él, Sorrentino ha entrado a formar parte de un selecto grupo de escritores de relato fantástico, menos conocidos que los de primerísima fila pero igualmente interesantes para el desarrollo del género. Me refiero, por ejemplo, a Felisberto Hernández o a Murilo Rubião, al que reseñaba no hace mucho.
1 comentario:
¡Muy buena reseña! Me dieron ganas de leerlo. ¡Saludos!
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