Fecha de publicación: 2012
Valoración: Está bien
En Las flores de Baudelaire pasa esto: en el Bilbao de 1917 una pobre niñita con retraso mental es asesinada de forma salvaje en su casa. Se da la circunstancia de que la cría es hija de un rico industrial de origen alemán con un lado más que oscuro, y casi sin quererlo ni beberlo, Alfredo Maldonado, fotógrafo de profesión pero detective privado por vocación, se verá inmerso en la investigación del caso, en el que se darán cita un buen puñado de personajes algo siniestros y serán revelados ciertos secretos del pasado, indispensables para saber por qué la pobre cría acabó así.
A grandes rasgos, éste es el asunto.
Dos cosas me atrajeron inmediatamente de esta novela en cuanto empecé a oír hablar de ella. La primera, que está ambientada en la Noble Villa de Bilbao, ciudad donde se puede decir que resido desde hace bastantes años y que me conozco como la palma de mi mano maltesa. La segunda, y sin ir demasiado lejos, su título, que hace alusión a uno de los libros más alucinantes e indescriptibles que he tenido el honor de leer, Las flores del mal de Charles Baudelaire. Y eso que hablamos de poesía, género que apenas ocupa lugar en mis horas consagradas a la lectura.
Pero en Las flores de Baudelaire, primera novela del bilbaíno Gonzalo Garrido, hay poca poesía. Diré desde ya que se trata de una novela negra de manual. No por nada, Garrido es autor de un blog de crítica literaria, y bueno, aunque no sea una consecuencia natural de dedicarse a semejante actividad, no creo que sea descabellado afirmar que las aptitudes literarias de una persona acostumbrada a leer y analizar todo tipo de libros y a intercambiar opiniones e impresiones sobre estos, pueden verse gratamente recompensadas si a la hora de escribir no se olvidan las buenas lecciones aprendidas.
Por eso, en su primera novela, Garrido hace un buen trabajo. Aunque eso sí, el aroma a déjà-un millón de veces- vu no lo pierde en ningún momento, y aunque se trate de una historia en la que los personajes se presentan y se mueven a merced de una trama, de la resolución de un asesinato en este caso, creo que se hubieran merecido un poco más de trabajo, más matices, más información, más diálogo..., qué sé yo: más chicha. Por ejemplo, nos cuentan que la esposa de Maldonado prácticamente sueña con verle muerto y que sus tres hijas están de su parte, y ahí queda la cosa... Tampoco sabemos mucho de su amante, una Marilyn desdibujada e insulsa que casi ni aparece, ni de la exquisita señora, madre de la muerta, que despierta un amor más platónico que nada al prota. Por no hablar de sus caricaturescos ayudantes o el típico poli (malas)pulgoso que por ahí también circulan.
En fin, que la historia está bien escrita, se lee con interés desde el primer momento, invita a ser leída a un ritmo más bien ligero (sus capítulos cortos tienen la longitud idónea para lo que pretende), y bueno, su desenlace, sin ser el final de Lost o, en su extremo, el de un clásico Disney, es bastante satisfactorio. Pero el tenebroso temita que da explicación a todo el tinglado me parece demasiado turbio como para despacharlo con tanta velocidad como es despachado.Vamos, que al conjunto resultante le falta esa garra, ese encanto, esa mala uva, ese tufo, que podría haber convertido la novela en una pieza pequeña pero potente, oscura en su esencia pese a la pulcritud de su forma.
Veremos si en sus siguientes trabajos Garrido se desmelena y dejar un poco de lado esa tensión y esa preocupación por recibir buenas críticas que muchas veces resta naturalidad y salvajismo a los escritores.
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