miércoles, 10 de noviembre de 2010

David Monteagudo: Fin

Idioma original: español
Fecha de publicación: 2009
Valoración: está bien


Siempre me han interesado los fenómenos editoriales inesperados, porque me recuerdan que la literatura es un espacio de libertad donde todavía puede suceder lo impredecible. No es soprendente que el último libro de Ken Follet, por ejemplo, sea un éxito de venta: 2.000.000 de ejemplares de tirada inicial, su fotografía en todos los escaparates, el propio autor vacilando con Pablo Motos en El Hormiguero, marcapáginas, entrevistas, llamadas de la FNAC, de El Corte Inglés... Está claro que, sea cual sea su valor literario, muchos actores se han puesto de acuerdo para que ese libro se venda. Lo que me gusta a mí, en cambio, es cuando un libro extraño, de un autor desconocido, publicado por una editorial que no despilfarra dinero en promoción, destaca en las listas de ventas. El boca a boca sigue vigente. Eso sí es una sorpresa.

Ese fue el caso de Fin, de David Monteagudo. En una entrevista, el editor de Acantilado, Jaume Vallcorba, explicaba que había leído un artículo el que se mencionaba a "un gran autor inédito que esperaba una oportunidad" (cito de memoria: no es exacto, pero es la idea). Al leer el nombre en cuestión, le sonó: un manuscrito del mismo autor estaba en su mesa. Le llamó, descubrió que trabajaba en una fábrica de cartón, le propuso publicar y le hizo una oferta.

Lo que pasó después: edición, más de 30.000 ejemplares vendidos, promesa de publicar las novelas anteriores (sí: siete u ocho. Un máquina, este Monteagudo)... El argumento del libro: un grupo de amigos de juventud se reúne después de muchos años separados, cada uno con sus problemas actuales y sus resentimientos antiguos, en una especie de celebración del reencuentro en el campo. Al poco, empiezan a suceder cosas extrañas, primero, y cosas inexplicables, después. (No me atrevo a dar más pistas, como he leído en otras reseñas). Sí: es un libro inquietante.

Con estos datos, es difícil resistirse a su lectura. Y difícil es, también, hablar de él sin desvelar un ápice de los misterios que contiene, pues, precisamente, una de sus mayores virtudes es la tensión que acompaña todas las secuencias, la presencia continua de enigmas sobrenaturales, de una intriga que se mueve entre el terror, la novela negra y, por qué no decirlo, el mal rollo. David Monteagudo demuestra, en este libro, que tiene buenas ideas, que sabe desarrollar atmósferas y que tiene la maravillosa capacidad de sorprender al lector, algo poco frecuente. No estoy tan convencido de la construcción de personajes, en cambio, que me parecen impostadamente reflexivos, y aunque veo lo que podrían llegar a ser, no me parece que lleguen a ser del todo.

Pero lo que en verdad me disgusta del libro es la abundancia de diálogos. Estuve a punto, al ponerme a escribir esta crítica, de contar el número de líneas que tienen las 350 páginas de la novela y rescatar, de ellas, las que corresponden a párrafos exclusivamente narrativos. Para hacer un porcentaje. No: no lo he hecho. Lo siento. Pero en serio: la novela es prácticamente toda diálogos. Los personajes hablan, y hablan, y siguen hablando. A veces hablan varios, y te cuesta seguir el hilo. A veces uno habla mucho, y te resulta extraño. A veces se callan, el narrador menciona las montañas y respiras. Pero cuando pasas la página siguen hablando. Vale, entiendo que eso imprime un ritmo ágil a la obra, y que permite un juego interesante entre los personajes (cómo no: dicen todo lo que se les pasa por la cabeza. Vaya cuadrilla), pero también cansa la lectura, repite esquemas y, en el peor de los casos, consigue que los personajes, de tanto escucharse, se conviertan en estereotipos. Creo sinceramente que no está bien resuelto este importante aspecto del libro, que en ocasiones recuerda más a un guion (primer "guion" que escribo sin tilde: esto es el fin de los tiempos) que a una novela. Algo me suena de que le compraron los derechos para el cine al poco de publicarla. No me sorprende.

Y luego está el final, que es de esos que, si te ha gustado el libro, estás deseando comentar con alguien.

En breve sale la segunda de Monteagudo, por cierto. A pesar de que he valorado Fin con un rácano "Está bien" (ha pesado, en mi caso, el tema de los diálogos), la leeré. Estoy seguro de que Monteagudo guarda muchas sorpresas.

7 comentarios:

Santi dijo...

Bienvenido al equipo fijo del blog, Iván.

Creo que el segundo libro de Monteagudo ya está a la venta, porque me suena que lo vi en la FNAC con el letrero "del mismo autor de Fin" (que yo no sabía quién era, la verdad).

Estas historias de lo que en inglés se llaman underdogs (triunfadores inesperados, no se me ocurre una traducción mejor en español) son esperanzadoras; pero me temo que muy minoritarias en un panorama editorial cada vez más mercantilizado y marketinguizado (toma palabro).

izas dijo...

pos sí, el segundo libro ya está a la venta
y cuenta la historia de un minero que queda atrapado
no lo he leído, no puedo opinar, pero después de leer (hace mil años) Sexta galería, de Martín Vigil, me da respeto acercarme a cualquier libro que trate sobre mineros atrapados allí donde nadie llega

y sí, es verdad, qué oportuno momento para que este libro se publique
no dudo de que él lo tuviera escrito hace mil años ni de que la editorial fuera a publicarlo en fecha tan señalada (independientemente de los 33 famosos mineros), pero qué oportuno

esti dijo...

En los años que trabajé en Casa del Libro y en la librería de la FNAC comprobé que sí, que el boca a boca funciona.

Y que existe otra variable que nadie suele tenerse en cuenta; el poder silencioso de los libreros... a los que muchísima gente pide consejo.

A veces bromeábamos entre los compañeros con que las editoriales deberían intentar ganarse a los libreros en vez de gastar tanto en carteles y marcapáginas.

Talía dijo...

Esta es la primera reseña no publicada en prensa que leo de este libro y su autor sale bien parado. Por lo que he oído, es un guión (me da igual lo que diga la RAE, siempre se ha escrito así y así seguirá), y de los malos, además. Es raro ver tanta unanimidad a la hora de juzgar un libro, pero en foros y redes sociales lo ponen a caldo.

Pedro dijo...

Bueno, por suerte en este blog somos libres para decir lo que queremos, sin fobias ni filias de antemano, y nos ceñimos exclusivamente a nuestra propia lectura. No me parece un libro "para poner a caldo", la verdad, porque tiene sus virtudes. Tampoco me parece un libro "recomendable" (según los parámetros de este blog), y así lo he hecho constar. Sí he leído, Talia, ya que mencionas otras reseñas, muchas páginas en las que se destripaba abiertamente, sin ningún respeto por mantener los misterios del libro, cada uno de los detalles...

Santi dijo...

Bueno, lo de que es un "guión" (hasta que la nueva ortografía no esté aprobada oficialmente podemos seguir escribiéndolo así) encaja con lo que dice Iván, de que es una novela llenita de diálogos. Por lo demás, a veces los designios del público son inexcrutables: a casi todo el mundo le gustaron La elegancia del erizo o El niño del pijama de rayas y en este blog las "pusimos a caldo", como tú dices (merecidamente, en mi opinión).

Anónimo dijo...

"boca oreja"