sábado, 25 de abril de 2009

F. Scott Fitzgerald: Hermosos y malditos

Idioma original: inglés
Título original: The Beautiful and Damned
Fecha de publicación: 1922
Valoración: Muy recomendable

A la hora de acometer la tarea de enfrentarse a una crítica literaria hay que evitar caer en la tentación de dedicar buena parte del espacio concedido a narrar la vida y milagros del escritor de turno, algo muy complicado cuando la vida de éste es especialmente digna de contar. Y con F. Scott Fitzgerald, más en boga que nunca gracias a la adaptación cinematográfica de uno de sus cuentos (El curioso caso de Benjamin Button), es difícil no irse por las nubes dando a conocer su biografía.

Fitzgerald, estadounidense, y miembro de la llamada “Generación Perdida”, fue un apuesto cachorro de las altas esferas de los “felices años veinte”, que pronto se enamoró de la bella (y también escritora, y también niña almidonada) Zelda Sayre. La pareja se casó con poco más de veinte años, bien pertrechada de toda clase de comodidades, bailes al ritmo del mejor jazz y glamourosas amistades. Sin embargo, el matrimonio no cumplió con las edulcoradas expectativas que desprendía: el inesperado descenso de Zelda al infierno de la locura, y el alcoholismo de Scott, unidos a sus apuros económicos, terminarían sumiéndoles en la desgracia. Él fallecería, ahogado en copas y deudas, a la edad de cuarenta y cuatro años a causa de un paro cardíaco; ella lo haría ocho años después, víctima de un incendio en el psiquiátrico donde estaba ingresada.

Tras conocer a vista de pájaro semejante contexto existencial, los lectores de Hermosos y malditos, podrán comprender mejor por qué el escritor tenía material de sobra para narrar el enamoramiento/matrimonio/desmoronamiento protagonizado por dos jóvenes de la alta sociedad: Anthony Patch, obsesionado por heredar la fortuna de su moribundo abuelo, y Gloria Gilbert, cuyo único mérito consiste en ser una caprichosa belleza que deja un reguero de corazones rotos a su paso.

La trama discurre a un ritmo pausado que jamás tedioso: a Hermosos y malditos no le sobra ni una sola línea. Todos los acontecimientos a los que el lector asiste son necesarios para llegar a paladear la repelente burbuja de falsedades y penalidades camufladas en la que el propio autor vivió atrapado.

Uno de los mayores atractivos de este libro (además de una encomiable capacidad de describir las sorprendentes psicologías de sus protagonistas, frívolos por convicción) es el abanico de impagables personajes secundarios que ofrece: desde las amigas serviles (pero en nada ingenuas) de la todopoderosa Gloria, pasando por el particular criado japonés que la pareja contrata durante una temporada, hasta los dos compañeros de fatigas de Anthony. Estos últimos son dignos de una mención especial: Dick Caramel, escritor mediocre y encantado de haberse conocido, que acabará ganando una fortuna con su primera novela pese a su escaso talento, y el cínico Maury Noble, lúcido y afilado personaje que se convertirá en un rico hombre de negocios.

En cuanto a pasajes para recordar, apuntaré como especialmente brillantes las líneas en las que Fitzgerald narra cómo una improvisada y desangelada fiestecilla regada de alcohol y estupidez en casa de los cada vez más arruinados Patch, acaba costando un duro precio al joven matrimonio. También encuentro muy atractivas las líneas en las que se cuentan los infructuosos intentos de Anthony por convertirse en escritor o comercial para lograr engrosar sus depauperadas cuentas corrientes. Aunque nada puede superar a ese capítulo que despierta una extraña sensación de compasión/patetismo, en el que Gloria trata de trabajar como actriz de cine alentada por uno de sus ex enamorados. El error de la mujer es que lo intenta demasiado tarde: a las puertas de los treinta años.

¿Son Anthony Patch y Gloria Gilbert, Scott y Zelda Fitzgerald? Si es así, al escritor de esta historia debemos reconocerle, al menos, el don de anticiparse a la realidad, a su propia realidad, en la que fue su segunda novela.

También de Scott Fitzgerald en ULADEl gran GatsbyUn diamante tan grande como el Ritz

3 comentarios:

Jaime dijo...

Bienvenido a Un libro al día, Ian Grecco, es un placer y un privilegio contar contigo en el equipo. Creo que me vas a descubrir toda una literatura que desconozco, ya lo has empezado a hacer, de hecho. Así que gracias por adelantado!

Ian Grecco dijo...

¡Gracias a ti y al resto del equipo por contar conmigo!
Seguro que todos nosotros descubrimos nuevos autores, nuevas voces, gracias a los otros. Y espero que los lectores del blog también disfruten de semejante privilegio.

Fco dijo...

Acabo de terminar esta novela. Felicito al autor por un análisis tan veraz. Cierto es que a la novela no le sobra una línea. Personalmente creo que este rasgo caracteriza la literatura de calidad.