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miércoles, 18 de diciembre de 2024

Reseña(s) Interruptus: 7 x 1

Aunque justamente hoy no lo parezca, no soy yo muy partidario de esta modalidad de "reseña interruptus"; ahora bien, en los últimos tiempos me he encontrado con varios libros cuya lectura, por una causa u otra, he abandonado, y que, puesto que no están reseñados en este sacrosanto blog, mis compañeros ni siquiera han tenido en cuenta para leer. Con buen criterio, visto lo visto... Como se acerca el Año Nuevo y antes de los consabidos buenos propósitos resulta conveniente hacer limpieza y tirar lo viejo o inútil por la ventana (de forma metafórica, se entiende... tened cuidado con lo que hacéis, plis), aquí va un pack de minireseñas que se han quedado en meros esbozos, abortos de las que pudieron ser y ya no serán. Al menos, por mi parte...


1- El silencio de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urturi

Idioma original: español

Año de publicación: 2016

Valoración: No eres tú, soy yo...

Resumen resumido: en la siempre primorosa ciudad de Vitoria-Gasteiz aparecen una serie de cadáveres, en monumentos emblemáticos de la misma, que recuerdan indefectiblemente a unos asesinatos que tuvieron lugar un par de décadas antes pero cuyo autor, vaya por Dios, resulta que está ya en la cárcel. Así que el inspector que se encarga del caso, apodado Kraken (!) por sus compañeros y amigos, se ve en la tesitura de tener que resolver los nuevos y desconcertantes asesinatos antes de que se multipliquen.

Es posible que se deba a que conozco un poco los escenarios donde se desarrolla esta historia y por tanto hay cosas -bastantes- que me resultan de lo más inverosímil. Es posible también que, a pesar de mi debilidad por los thrillers policiacos con asesinos en serie, mi nivel de exigencia sea más alto del que yo mismo pienso. O también puede que experimentara una reacción adversa al entusiasmo que esta novela ha producido en miles de lectores y lectoras, que incluso ha llevado a que se hagan tours literario-turísticos por la capital alavesa, algo realmente desusado en la misma (por la parte turística más que la literaria, aunque también). Pero el caso es que, según iba avanzando en la lectura del libro, me iba invadiendo una vergüenza ajena tal que tuve que dejarlo y no he osado volver a intentarlo, desde hace ya años. Que seguro que es culpa mía, no lo niego, pero mirad, más vale ponerse rojo una vez que amarillo un ciento...


2- El olor del bosque de Hélène Gestern

Idioma original: francés

Título original: L'Odeur de la fôret

Año de publicación: 2016

Traducción: Laura Salas Rodríguez

Valoración: zzzzZzz...

Resumen resumido: Élisabeth Bathori (no dire nada sobre el nombre) es una historiadora que trabaja en el Instituto de la Memoria Fotográfica del Siglo, que recibe de la anciana Alix de Chalendar, para su preservación, una serie de fotografías y cartas de su tío Alban de Willecot, desde el frente de la I Guerra Mundial con su amigo, el insigne poeta Anatole Massis. Además, la anciana -porque sí o por joder a sus parientes-le lega en su testamento una casa en un pueblo del Borbonesado (región que con ese nombre parece mentira que no haya sido expoliada del todo por cierta familia), donde Élizabeth continua indagando en los secretos de los Willecot, mientras pasa el duelo por su reciente viudedad.

Compré esta novela en aquel proceloso año de la pandemia, impelido por la recomendación de una conocida prescriptora literaria, que la consideraba una de las mejores novelas editadas ese año. Me pareció una buena opción lectora para pasar el confinamiento y mirad, ni aún con tantas horas por delante logré avanzar mucho, porque en seguida me quedaba zzzzZz... como un cepo. Lo intenté con posterioridad al menos un par de veces más, pero siempre acababa como un ladrillo en brazos de Morfeo. Ahora bien, cierto es que, poco a poco y siesta a siesta podía haber ido avanzando en el libro (aunque ojo cuidao que son casi 800 páginas); tampoco es que esté mal escrito, ni mucho menos y, desde luego, parece bien documentado y demás condiciones que se le pueden pedir a una buena novela. Pero no acabó de engancharme y cuando vi que tomaba un giro romántico (romántico en plan editorial Harlequin, me refiero, no a la narrativa de principios del XIX) fui consciente de la finitud de la vida y de que aún me quedaba por leer toda la saga de Mundodisco, por ejemplo. Conservo el libro, eso sí, para las noches de insomnio.


3- La señal de Maxime Chattam

Idioma original: francés

Título original: Le signal

Año de publicación: 2020

Traducción: José Antonio Soriano Marco

Valoración: Rechace imitaciones

Resumen resumido: la familia Spencer (nada que ver con Lady Di) se traslada desde Nueva York al idílico y hasta pintoresco pueblo de Mahingan Falls, en Nueva Inglaterra, huyendo del mundanal ruido y de sus altos precios  Pueblo, ya digo que muy cuqui, pero embebido de rumores sobre un pasado de brujería y horror (estamos en Nueva Inglaterra, ¿qué os esperábais?), en el que les comienzan a ocurrir cosas harto extrañas... aunque nada comparable a los horrendos crímenes que se suceden en la zona.

Maxime Chattam es el penúltimo joven escritor de best-sellers (bueno, ya no tan joven, en realidad) al que se ha calificado como "heredero de Stephen King". En este caso, o al menos por lo que respecta a esta novela, el calificativo tiene alguna base, porque, en efecto, el libro apesta (sí, no me he equivocado de verbo) a King, pero a un King de imitación, un King de bazar oriental, si se me permite el prejuicio barato... Es decir, esta novela es lo que se conoce como un PASTICHE, término que creo deberíamos emplear más a menudo. Que sí, un pastiche puede ser muy divertido y lo cierto es que esta novela, quizás por cierto desaforamiento o exageracíón, podía incluso resultarme entretenida... El caso es que, cuando ya llevaba leídas bastantes páginas, pero habida cuenta que el libro consta de más de 600, me pregunté: ¿pero qué cojones haces leyendo una mala imitación de Stephen King, cuando podrías estar empleando ese tiempo en leer, sin ir más lejos, una novela del propio King? Lo dejé y hasta ahora...

(Por cierto, que si alguien está interesado en una premisa similar a la de esta novela, pero que discurre por derroteros mucho más inquietantes, que le hará perder muchísimo menos tiempo y, sobre todo, cagarse por la pata abajo, conocer una interesante propuesta del género de terror contemporáneo, que vea la película La autopsia de Jane Doe. Hora y media de peli e insomnio garantizado toda la noche).


4- La señora Potter no es exactamente Santa Claus de Laura Fernández

Idioma original: español

Año de publicación: 2021

Valoración: No gano para aspirinas

Resumen resumido: en Kimberly Clark Weymouth, desabrida ciudad de algún lugar de la Norteamerica profunda, la escritora Louise Cassidy Feldman ambientó su clásico de la literatura infantil La señora Potter no es exactamente Santa Claus, lo que proporcionó cierta celebridad y visitas turísticas a la localidad. Ahora bien, un buen día Billy Bane Peltzer decide cerrar la tiendas de recuerdos abierta por su padre, Randal, lo cual provoca toda una serie de consecuencias imprevistas en el ecosistema formado por los entrañables habitantes de Kimberly Clark Weymouth. Consecuencias que no os puedo relatar porque abandoné la lectura de la novela, aquejado de un dolor de cabeza galopante.

¿Y a cuento de qué este dolor de cabeza, preguntaréis (O NO)? Pues porque la novela, toda la novela  y no es corta, está repleta de (PALABRAS) escritas en cursiva o mayúsculas entre (PARÉNTESIS), de una forma absolutamente (RANDOM) o que, al menos, yo no he sido capaz de dilucidar según qué (PAUTA). Que esta peculiaridad del estilo parece que acrecenta la (IRONÍA) postmo-metaficcional que recorre la novela y ha entusiasmado a crítica público mayormente gafapástico o, en todo caso, a (PERSONAS) con un criterio literario más exquisito que el mío pero que (A MÍ) me produce migraña, jaqueca, cefalea en racimo, neuralgia o dolor de (LA CHOLA), yo qué sé... Así que tuve que dejar su lectura porque mirad, en la vida hay que (SABER) elegir y la (SALUD) es lo primero... Aparte de que me estaba pareciendo una puta santa chorrada, claro.


5- La camarera de Nita Prose

Idioma original: inglés

Título original: The Maid

Año de publicación: 2022

Traducción: Ángela Esteller

Valoración: Mátame, camión, pero rapidito...

Resumen resumido: la joven Molly es una camarera del hotel de lujo Regency, extremadamente minuciosa y hasta perfeccionista en su trabajo, tal vez -o casi seguro- porque padece algún tipo de trastorno del espectro autista... Necesitando como el comer la rutina y hasta monotonía en su vida, ésta se verá trastocada cuando en una de las suites que debe limpiar, donde se aloja un matrimonio millonario, encuentra un cadáver sobre la cama. Y hasta aquí puedo contar, no porque tema estropearos la lectura con algún spoiler, sino porque yo la abandoné en este punto y os aseguro que no lo he lamentado...

Aquí he de confesar que tengo un problema, no con las personas de la vida real que son autistas, padecen Aspergen o algún tipo de trastorno similar... (incluso todo lo contrario, que tampoco soy un monstruo), aunque, por alguna razón, sí con las novelas protagonizadas por este tipo de personajes, generalmente niños o jóvenes. Curiosamente, no me pasa con las películas, pero en los libros enseguida pierdo la paciencia (de hecho, no sé como llegué a acabar el célebre El curioso incidente del perro a medianoche sin estamparlo contra la pared... en fin, era más joven y perseverante que ahora). Ahora bien, reflexionando sobre ello (brevemente, que tampoco merece comerse mucho el tarro) he llegado a la conclusión de que si abandoné La camarera una vez aparecido el crimen, que al fin y al cabo es lo que mola en este tipo de libros, no fue sólo por lo exasperante que me parecía su protagonista sino porque el misterio en sí me daba una perezaca que no veas. Me daba igual quien había matado a la víctima, la verdad, y sólo podía desear que el/la/los asesino/a/s se hubieran esmerado un poco más, disolviendo el cadáver en ácido o enterrándolo en un maizal, con lo que la buena de Molly no se hubiera coscao de nada. Hubiera salido ganando, creo.


6- Mi esposa y yo compramos un rancho de Matt y Harrison Query

Idioma original: inglés

Título original: Old Country

Año de publicación: 2022

Traducción: Alejandra Tapia Silva

Valoración: Dame veneno, me quiero morir, dame veneenooo...

Resumen resumido: El ex-marine y veterano de Afganistán Harry Blakemore y su mujer Sasha, publicista, deciden abandonar la ciudad de Denver para trasladarse a un rancho de las montañas de Idaho donde poder llevar una vida más tranquila y satisfactoria, en comunión con la naturaleza. El sueño americano, vaya... Ahora, bien, cuando llegan al idílico rancho, sus por otra parte muy amables vecinos les advierten que el valle donde está situado recibe con frecuencia la visita de un espíritu o ente sobrenatural que adopta una manifestación diferente en cada estación -menos en invierno, cuando por lo visto se va a dormir como los osos-, a cada cual también más extravagante. El espíritu o lo que sea se puede combatir tomando una serie de medidas que los Blakemore se resisten a adoptar, pero que acaban haciéndolo pues parece ser la única manera de poder vivir en el lugar.

Como se ve, la premisa de la novela, resulta bastante increíble y hasta absurda. No pasa nada, porque ocurre lo mismo con muchas de las del género de terror, la cuestión es hasta que punto el o la autora de las mismas logra convencernos para que nos la creamos y, sobre todo, mantener nuestro interés en una historia, para lo que la suspensión de la incredulidad suele ser condición sine qua non. Algo que no ocurre en esta novela, sobre todo, creo yo, por lo rutinaria y hasta cansina que resulta la trama, más ocupada en glosar las maravillas de la naturaleza norteamericana y la "guayotez" de los protagonistas que en darnos el necesario canguelo, que es de lo que se trata. Yo aguanté algo más de la mitad del libro, con lo que me perdí el final, que debe ser, por lo que tengo entendido, ya directamente hilarante. No obstante, si alguien está interesado en conocer más de esta novela, aquí dejo el enlace de la reseña que hizo en el videoblog Gafas y ojeras el gran David Calpa, que sí que tuvo los redaños de leerla entera (reseña con la que estoy totalmente de acuerdo, por supuesto).

Por último, parece ser que uno de los hermanos Query, autores del libro, tiene muchos contactos con la industria audiovisual, así que no os extrañéis si pronto veis esta historia en alguna plataforma en forma de película o, más aún, de serie. De hecho, casi se diría, teniendo en cuenta los tempos de la trama, que ya la escribieron pensando en ello. También que, al parecer la historia surgió como un hilo en Reddit que fueron alargando según la respuesta de sus seguidores. Así ha salido, claro...


7- El carnicero y el pájaro de Alaina Urquhart

Idioma original: inglés

Título original: The Butcher and the Wren

Año de publicación: 2022

Traducción: Pilar de la Peña Minguell

Valoración: No es por no ir, pero ir pa ná es tontería...

Resumen resumido: un asesino en serie conocido como "el Asesino del Pantano" se dedica a secuestrar a sus víctimas en Nueva Orleans, torturarlas un poquito antes de matarlas y luego abandonar sus cadáveres en los socorridos pantanos de Luisiana. La patóloga forense Wren Muller y el inspector Louis Leroux se embarcarán en una investigación sin tregua para tratar de detenerlo.

Hasta ahí la cosa pintaba bien, dentro de los parámetros habituales de los thrillers con asesino en serie, por los que ya digo que tengo cierta debilidad. Y lo cierto es que la novela resulta correcta, lo que, unido a que no es demasiado larga, bien podría haberme animado a terminarla (leí la mitad). Pero, precisamente porque transita por senderos perfectamente establecidos: escenarios tópicos, situaciones previsibles, asesino locatis pero muy inteligentes, policías voluntariosos a la hora de seguir la gymkana de pistas que les va dejando el psicópata, etc., en fin, que fui perdiendo el interés, ni siquiera alentado porque la autora fuera técnica de autopsias (tampoco es que se note mucho, por lo menos para quien haya visto al menos un par de episodios de C.S.I.) y creadora del podcast de true crime más seguido del mundo o eso dicen (yo reconozco que lo que más llamó mi atención es el apellido molón que tiene, que era el mismo de la protagonista de una novela de Joyce Carol Oates que acababa de leer).
Dicho lo cual, tampoco me extrañaría que hiciesen una peli basada en esta novela. De las que ponen los domingos por la tarde en Antena 3, quiero decir...

lunes, 2 de septiembre de 2024

Happy Hour (2x1) de Reseña Interruptus: Miqui Otero: Orquesta y Sonsoles Ónega: Las hijas de la criada


Idioma original: español

Año de publicación: 2024 y 2023

Valoración: aburrido e insuficiente, respectivamente

Aclaración preliminar propia de señor que reseña un poco por inercia y acuciado por los plazos leoninos impuestos por el CEO del blog: en otro contexto hubiera pasado de largo por estos libros, se hubieran limitado a sus respectivos  (demasiado frecuentes) abandonos y la cosa no hubiera pasado de ahí, que ya hay bastantes libros malos para otorgarles más atención de la que se merecen. Pero en algún momento, y debido a la secuencia temporal de sus intentos, los he relacionado de alguna manera. Las dos son novelas ambientadas en Galicia. Las dos son escritas por escritores de origen gallego, pero nacidos en Barcelona y Madrid respectivamente, ambos en sus respectivas cuarentenas y con cierta raigambre profesional, aunque aquí empieza a establecerse cierta diferencia, donde Otero pasaría por un cierto perfil alternativo amable (de hecho publicó en Blackie Books sus novelas anteriores), Ónega es, aparte de hija de un reputado periodista, presentadora estrella de su cadena de TV, cadena, que, oh sorpresa, pertenece al mismo grupo de comunicación que le otorga su cuantioso premio literario por esta novela. Al margen de esta forzada coincidencia, centrándonos en lo literario, parece que los dos escritores hayan querido homenajear a sus orígenes manteniendo cierta fidelidad formal e incluso apelando a lo social. Y si esto no fuera una Reseña Interruptus (bueno, dos) aseveraría que ambos han fracasado por igual.

La novela de Otero es como una puesta de largo. Alfaguara ha publicado a Vargas Llosa, al póstumo Bolaño, y su pura maquetación ya impone cierto respeto. Las necesarias alusiones a la obra del autor resultan curiosas: todas refieren a Simón de forma entusiasta, como si ni siquiera una opinión previa de Orquesta pueda ser contemplada. Leí La cápsula del tiempo, que recomendé en su momento, y del que soy incapaz de recordar un detalle al margen de su trama al gusto del lector. cosa que debería matizar mi recomendación, pero no vamos a cargar más las tintas. El lastre de Orquesta es su excesiva pretensión. Desde su rocambolesco planteamiento - el narrador es la Música - hasta su inmediata puesta en escena, carente de diálogos y empeñada en algo en que coincide con Ónega: retratar una sociedad desde sus microesferas, esta la de Valdeplata, un pueblo imaginario en el que se ha producido el típico concierto de esas decadentes orquestas que desfilan por las fiestas mayores supurando voluntariosas versiones de éxitos para todos los públicos, casi siempre compuestas por músicos ajados que ni siquiera son conscientes de que su posibilidad de acceso a la gloria ha pasado hace décadas. Y Otero, o eso deduzco cerca de la página 70, en que dejo el libro por imposible, monta esas escenas , numera los capítulos (incluyendo un capítulo 0) con series numéricas paralelas, a medida que pone personajes sobre el escenario del Valle, obligando al lector, con descripciones cargadas, apelando a algún mito local, algo que podría resumir, con algo de cruel sorna, aventurándose a ser Faulkner pasado por el cedazo de un Casavella ya cansado... Página 70, lo siento de veras.

Ónega, para empezar, demuestra bien a las claras que su desempeño como escritora es algo complementario. Aquí la secuencia es lineal y empezamos en 1900 con dos partos y un planteamiento que amaga con ser militante. Aquí estamos en la típica finca propiedad de familia rica, que en todo caso el narrador trata de Don y de Doña, y con los consabidos abusos por parte del hijo del terrateniente, que el dinero se encarga de ocultar debidamente, y la cuestión es tejer un culebrón de historias ocultas y venganzas, un puro folletín como excusa para poner en contexto situaciones de la época, diálogos con regusto apolillado y rancio y un incómodo intercalado de expresiones y vocablos pretendidamente cultos que alejen el tufo a best seller y lo acerquen a lo literario, que por supuesto, no. Pagina 66, platero a tus platós.


También de Miqui Otero en ULAD: Aquí

martes, 5 de septiembre de 2017

Reseña interruptus: Richard Flanagan: El camino estrecho al norte profundo

Idioma original: inglés
Título original: The Narrow Road to the Deep North
Año de publicación: 2013
Valoración: decepcionante

Tenía que pasar, algún día. Uno siempre intenta acertar en la elección de los libros a leer. Leemos mucho, leemos casi de todo, nos informamos, nos interesamos, nos preocupamos por escoger libros que sean buenos. Y a veces, a pesar de todo ello, a pesar de las buenas opiniones que se pueden encontrar, de los consejos de gente en quién confías, de saber que fue un libro ganador del Man Booker Prize, y a pesar de haberlo intentado con ganas, no una sino dos veces, uno acaba abandonando la lectura al tercio del libro, con la sensación de que no, que no gusta, que no atrapa, que no encaja en lo que uno espera de un libro. No sé si soy yo o es él, no sé si no estamos hechos el uno para el otro, pero con la cantidad de libros buenos que hay, con el tiempo limitado del que uno dispone, a veces (pocas en mi caso) uno cree que la mejor elección es el abandono. Y, aún así, siempre queda la sensación de dudar si la opción elegida ha sido la adecuada, si tantas críticas positivas pueden ser contrarías a la propia; pero sí, aún así, me reafirmo en mi decisión de abandonarlo. Podría ser que alguno de vosotros o vosotras me convenza de lo contrario y es posible que la mayoría lo intente. Y me gustaría que fuera así, porque demostraría que, como hemos visto en el blog varías veces, contra gustos no hay nada escrito. Y en eso también consiste reseñar y hacerlo, aunque sea, a medio libro (o un tercio en este caso). Exponer opiniones y abrir debates, todo enriquece el mundo literario, que en el fondo es de lo que se trata.

Pero bien, aquí va el porqué de mi decisión: el libro narra la historia del australiano Dorrigo Evans, prisionero de guerra en la Segunda Guerra Mundial en el frente japonés y quien, sin proponérselo, ve como le van ascendiendo dentro del grupo de prisioneros hasta hacerlo responsable de cien hombres a quienes debe dar ejemplo por su comportamiento, a su pesar. Considerándose a sí mismo como una persona de carácter débil, se siente con la responsabilidad de velar por la vida del resto de prisioneros en la construcción del ferrocarril que uniría Tasmania y Birmania (denominado "Ferrocarril de la muerte"). La forma que los australianos tratan a los prisioneros japoneses y los castigos inflingidos es la misma que aplicarían a unos esclavos: castigos corporales y torturas mentales, y el uso de los prisioneros como mano de obra condenada a trabajos forzados. A la vez, intentan que los físicamente fuertes se encuentren en condiciones para que su estado de ánimo y corporal redunde en un mejor y más productivo trabajo. Esta es una parte de la historia, contada en dos momentos temporales diferentes. En paralelo, se explica lo sucedido años después, se nos narra la vida de Dorrigo Evans y la relación amorosa que tiene con una mujer quien, a la vez, está casada con su tío. En esta parte, contada de forma alternada a la corrspondiente a la época en la que el protagonista es prisionero, asistimos a las dificultades con las que se encuentra para mantener la relación y a las dudas existentes entre los amantes.

Si bien la temática y el planteamiento de la historia son interesantes, no le encuentro mucho más atractivo. Pasadas las más de ciento cincuenta páginas no consigo conectar con la historia ni con el personaje. El autor explica hechos que van sucediendo, pero a trompicones, sin continuidad. De hecho, el libro parece un conjunto de recuerdos expuestos, muchas veces, sin un orden concreto.

En lo positivo, es fácil encontrar algun punto fuerte; hay momentos donde la crueldad en los tratos a los prisioneros puede ser muy dura y escalofriante y es bueno exponerla para hacernos conscientes de ella, pero cuando uno no conecta con un personaje que encuentra plano, insulso, soso y sin ningún interés, es difícil. Si además lo que ocurre no invita a que te creas la historia, lo hace aún más complicado, como cuando, a modo de ejemplo, el protagonista se enamora perdidamente de una mujer y, al cabo de cierto tiempo (no mucho), se la encuentra de nuevo y ni la reconoce. Cuesta de creer, ¿verdad? Además, la prosa utilizada es excesivamente cargante, buscando en exceso la belleza en sus frases haciendo que suene forzado, empalagoso. A modo de ejemplos:

"Las sombras llegaron más tarde, en forma de un antebrazo erguido cuyo contorno negro se agitaba en la grasienta luz de una lámpara de queroseno."

"Dorrigo se mecía de aquí para allá y se imaginaba convertido en una rama de aquellos eucaliptos negros que se agitaban sin descanso, peinando el vasto cielo azul que se extendía sobre su cabeza. Percibía el olor de la corteza húmeda y las hojas marchitas, veía en las alturas a los clanes de loris almizcleros verdirrojos graznando alegremente. Atendía, embelesado, al canto de los carrizos y los melífagos, a la estridente llamada de los picanzos grises, punteada por el constante traqueteo de los cascos de Gracie y los crujidos y tintineos de los aparejos de cuero, las varas de madera y las cadenas de hierro de la carreta, todo un universo de sensaciones que recuperaba en sueños."

Es evidente que no está mal escrito, para nada. Pero para mí, hay un excesivo detalle que lo que principalmente aporta es una demostración de la capacidad lingüística del autor. Y eso, a veces, no va emparejado con conseguir que la lectura sea interesante, sino al contrario.

En fin, que a pesar de que el libro intenta trasmitir las condiciones infrahumanas de los prisioneros de guerra y las consecuencias y traumas para aquellos que las sobrevivieron, no consiguió despertar mi interés. Y me sabe mal que así sea, y más a sabiendas que está basado en las experiencias del padre del propio autor. Pero uno debe ser honesto en las reseñas y exponer lo que siente al leer los libros. Conclusión: a pesar de la riqueza de su prosa no pude seguir con el libro, me aburría profundamente. Y lamento que así sea.


También de Richard Flanagan en ULAD: El mar vivo de los sueños despiertos

martes, 19 de julio de 2016

Reseña interruptus: El diluvio de J. M. G. Le Clezio (o también: oda a los correctores)

Idioma original: francés
Título original: Le déluge
Traducción: Jaume Pomar
Año de publicación: 1966
Valoración: decepcionante (el libro) e irritante (la edición)

Andaba yo con pereza de leer a Le Clezio, uno de los Premio Nobel más incomprensibles (me parece) de los años recientes. Algunas personas que lo habían leído en el original francés me animaban a hacerlo; por eso, hace algún tiempo me compré El diluvio, y desde entonces estaba ahí, en mi estantería, esperando el momento adecuado.

Bueno, pues podría haberlo dejado en la estantería, porque estoy en la página 35, y estoy considerando seriamente abandonarlo. Es posible que al final me anime a seguir, por lo menos hasta el segundo capítulo, en que parece que cambia la voz y el tono del texto, pero por ahora lo que me apetece es no solo volver a dejarlo en la estantería, sino tirarlo por la ventana sin preocuparme de si le abre la crisma a alguien que pase por debajo.

Hay dos motivos para que esté no solo decepcionado, sino cabreado con este libro. Del primer motivo tiene la culpa Le Clezio, que emplea un lenguaje frío, abstracto, cubista, casi matemático, para describir un "diluvio" de cemento, cristal y metal desde la perspectiva de un personaje solitario y enajenado. No hay duda de que es una apuesta arriesgada y hasta interesante, pero personalmente después de treinta páginas me provoca más bostezos que sorpresas.

Pero hay otro motivo, del que no tiene la culpa Le Clezio y sí la editorial, Seix Barral en este caso: en el texto hay erratas irritantes, de las que te sacan de la lectura y te hacen comprobar que efectivamente estás leyendo un libro de un Premio Nobel publicado por una editorial importante. Algunas son simples erratas inocentes ("mimo" por "mismo", por ejemplo), pero otras son imperdonables. La peor que he encontrado: "la primera y la doceaba ventana" (p. 12). No es solo que "doceava" aparezca escrito con "b" (que ya es grave), sino que además es usado como ordinal, cuando realmente indica una fracción (1/12).

Y no es algo ocasional: en esta otra reseña de la misma obra también anotan estas y otras atrocidades, como "El lenguaje ha vuelto ha empezar su ballet demente" (p. 297), o un uso continuado de "andó" por "anduvo" (solo con ojear un poco ya he encontrado un caso, en la página 187) y "habían" por "había". Por no hablar del uso constante de "devenir" con el sentido de "transformarse en", que sí, existe en español, pero cuando aparece cuatro veces en dos páginas está claro que es una traducción perezosa del francés.

¿Cómo es posible que esto suceda, repito, con una obra de todo un Premio Nobel, publicada por una gran editorial como Seix Barral? En este caso, y viendo que la traducción publicada es de 1969, tengo una teoría: cuando a Le Clezio le concedieron el Premio Nobel en 2008, Seix Barral corrió a reeditar una traducción antigua, sin ni siquiera pasársela a un revisor, para aprovechar el tirón del momento. Desde un punto de vista comercial pudo ser un gran acierto (incautos como yo compramos esta edición, y dimos de ganar a la editorial) pero desde un punto de vista literario y editorial, es un error y un horror.

Lo que me lleva a un tema más general: la importancia de los correctores, esos héroes desconocidos del mundo editorial y literario a los que Pedro ya dedicó una entrada en su momento. Si los traductores se quejan de su invisibilidad (con razón, muchas veces), qué podrán decir los correctores: cuando se los menciona es para criticarlos por haberse dejado pasar erratas, o para atacarlos por haber querido modificar el texto de un escritor (crimen de lesa genialidad). Y sin embargo, cuando no interviene un corrector en la revisión de un texto, pasan cosas como "la doceaba ventana".

Me consta que hay editoriales que cuidan mucho el texto en todos sus pasos (traducción, corrección, maquetación, etc.), pero también hay otras, grandes y pequeñas, que parecen pensar que pueden ahorrarse el dinero de un corrector porque total, el texto ya lo lee el autor, y el editor, y el publicista, y el maquetador. Y no. Un corrector es un profesional de la corrección, y no solo tiene conocimientos ortotipográficos que escapan al resto de los mortales, sino que también tiene el ojo entrenado para encontrar las erratas que un lector "normal" puede no ver. Aun así, puede colarse alguna errata, es algo casi inevitable para quien trabaja con textos, pero será siempre mucho menos probable si en el proceso interviene un profesional.

Ahorrar a costa de la calidad del producto no es ahorrar, es tacañear. Me recuerda a este vídeo de los cómicos brasileños Porta dos Fundos, en este caso sobre el mundo de la televisión, pero que podría aplicarse también al mundo editorial. Si se intenta ahorrar explotando a los traductores, renunciando a los correctores, descuidando el proceso de edición, al final vamos a terminar leyendo una mierda de libros.


domingo, 17 de enero de 2016

Semana de la autobiografía #7: La muerte del padYO, YO, YO, YO de Karl Ove Náusea

Idioma original: noruego
Título original: Min Kamp
Traducción: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Valoración: Se deja leer... perdón, quiero decir, se deja de leer

Un escritor noruego con pinta de rockero contándonos su vida y milagros: así a priori no suena mal. ¿Cuál será esa terrible "lucha" que da título a la muchología que se ha cascado el bueno de Knausgard (con circulito encima de la segunda a)? ¿Será la lucha contra el alcohol, la lucha contra la muerte, la lucha contra la injusticia, la lucha contra la imposibilidad del lenguaje por expresar la realidad en toda su compleja belleza? Pues no, por lo menos en mi caso ha sido la lucha contra el aburrimiento; y ha ganado el aburrimiento.

Se ha dicho que esta obra es proustiana, y está claro que es lo que el autor quería que se dijera. Solo le ha faltado incluid una escena de la magdalena (o el muffin, si se quiere actualizar la cosa) en los primeros capítulos para que el paralelismo esté completo. Solo que Proust es mucho Proust, y no es solo que nos cuenta su vida en un estilo impecable, sino que lo hace con ironía, con delicadeza, con profundidad, con gracia.

Y en el caso de Karl Ove Náusea... digoooo... Knausgard, en fin, veamos: la cosa no empieza mal, porque se nos presenta un doble plano, el del escritor que bloqueado intenta escribir una novela y ser un buen padre al mismo tiempo (esas páginas son de las mejores del libro, sinceramente, por la crudeza con la que describe el rechazo que puede llegar a sentir por sus hijos), y por otro lado el plano de las memorias adolescentes, del descubrimiento del alcohol y el sexo, de las primeras rebeldías, y por supuesto de la figura de un padre distante, exigente y poco afectuoso (y también aquí hay buenas páginas, en las que se describe el miedo y la vergüenza que provoca en el joven futuro-escritor la mera presencia del padre en la casa).

Solo que después pasan las páginas y las páginas y las páginas... (¡y este es solo el primer volumen de la serie!) y se cuenta cada detalle de la vida de un adolescente que no es demasiado distinta de la vida del 99% de los adolescentes... Aquí bebe una cerveza (¡y se emborracha!), aquí se toma un té ("Mmmmmmh", sic), aquí ensaya con unos amigos, aquí toca una teta (¡ooooooh!), y cualquier asomo de trama interesante o de conflicto se ve sepultada por una apoteosis del egocentrismo que no es solo que no me haya gustado: es que ha llegado a ponerme de muy mala hostia. Todo es yo, yo, yo, yo... ¿Y a mí qué me importa, querido Karl Ove? ¿Qué leches me importa todo esto? ¿Por qué debería dedicar mi tiempo a leerlo, me quieres explicar?

Así que, llegada la página 150 (menos de la mitad del primer volumen), decidí dejarlo. Porque hay mucho que leer en esta vida, y las pajas (mentales y físicas) de este señor no me interesan lo más mínimo. Y menos sabiendo que son seis novelas de unas trescientas y pico páginas cada una. Claro, sé que hay gente a la que le ha gustado mucho este libro, y bien por ellos, si lo han disfrutado; y también sé que habrá quien diga: "¡Pues no es nada fácil escribir un libro así!" No, no será fácil, seguro que no, yo por ejemplo no sería capaz. Pero eso no quiere decir que tenga que interesarme.

Otra cosa es que el debate que ha provocado, sobre los límites de la autoficción y el derecho a la intimidad de las personas involucradas; el debate no es nuevo ni mucho menos, pero no está del todo bien resuelto, sobre todo ahora que es tan habitual que los escritores se transformen en el tema de sus propias obras. ¿Hasta qué punto puede un autor permitirse contar intimidades (desde lo erótico a lo sentimental, pasando por lo escatológico) de personas que no han dado su consentimiento para que lo haga? ¿Y si esas personas han muerto y no pueden dar su consentimiento? La respuesta idealista es que el arte está por encima de la ley, o mejor dicho, que es un terreno distinto al regido por las leyes civiles; pero esta respuesta tan bonita no satisfará mucho a las personas cuyas infidelidades, vicios y bajezas se aireen en público...

But I digress.

En una de las últimas páginas que leí del libro, un amigo le dice al autor algo así como: "Tienes que escribir sobre algo, Karl Ove, escribe sobre algo". Eso mismo le diría yo: "escribe sobre algo, por dios, Karl Ove; sobre algo que no seas tú mismo, quiero decir..."

También de Karl Ove Knausgård en ULAD: Tiene que lloverUn hombre enamoradoFinLa importancia de la novela
La primera reseña de 'La muerte del padre'Aquí

miércoles, 11 de junio de 2014

Reseña interruptus: El laberinto de las aceitunas de Eduardo Mendoza

Idioma original: español
Año de publicación: 1982
Valoración: muy decepcionante

Sé que habrá quien no comparta esta opinión mía, pero aquí va: Eduardo Mendoza es un bluff. Me hizo reír como pocos con Sin noticias de Gurb; me pareció audaz (hace muchos años de esto) con La verdad sobre el caso Savolta; La ciudad de los prodigios me parece una buena novela, aunque no una obra maestra como dicen algunos. Pero es que lo demás que he leído de él (El misterio de la bolsa y la vida, El asombroso viaje de Pomponio Flato o este Laberinto de las aceitunas) me ha decepcionado, sobre todo para venir de un escritor que ha demostrado un talento indudable en algunas de sus obras. De hecho, como indica el título de la reseña, ni siquiera me terminé la novela: con todo lo que hay para leer, no hay tiempo para leer malos libros.

El laberinto de las aceitunas forma parte de la serie de novelas protagonizadas por un pseudo-detective anónimo recién escapado de un psiquiátrico. En este caso anda de por medio un maletín lleno de dinero, que luego deja de estar lleno de dinero, y un buen montón de personajes que se hacen pasar por lo que no son para conseguir el dinero que estaba dentro del maletín pero luego ya no. En realidad, la novela es una sucesión de situaciones disparatadas con una cierta hilación, que se supone que deberían haberme hecho reír a carcajadas pero que en realidad solo han conseguido ponerme de mal humor.

El problema de este libro, creo, es que se le ve a Mendoza en su escritor pensando: "voy a ser gracioso", y lo que es peor, pensando: "qué gracioso soy". El estilo pedante y arcaizante en el que habla el narrador, por ejemplo, está claro que pretende resultar simpático, pero al cabo de veinte páginas a mí me resultaba pesado y artificioso. La repetición de bromitas sobre disfraces y cambios de sexo tampoco ayudan a ganarse mis simpatías. Los personajes son absurdos, antipáticos, irreales. La trama, pues la verdad es que me importaba un pepino pasadas las primeras cincuenta páginas.

A lo mejor me habría leído el libro entero, y habría malgastado algunas horas más, si no fuera porque mi eReader, por alguna razón que desconozco, ha decidido saltar de la página 100 a la 200. Y lo peor es que he descubierto que no tenía ninguna gana de volver atrás para recuperar aquellas cien páginas que me había perdido. He leído las últimas nueve, he visto que todo seguía igual y que todo seguía sin interesarme, y he empezado a leer Soy un gato de Soseki, que también es una novela cómica, pero que por lo menos hace el esfuezo por ser inteligente.

Otros libros de Eduardo Mendoza en Un Libro Al DíaLa ciudad de los prodigiosTres vidas de santosEl enredo de la bolsa y la vidaEl misterio de la cripta embrujadaSin noticias de GurbEl año del diluvioUna comedia ligeraLos soldados de Cataluña

domingo, 11 de noviembre de 2012

Reseña interruptus: Contraluz de Thomas Pynchon

Idioma original: inglés
Título original: Against the day
Año de publicación: 2006
Valoración: decepcionante

Esta, queridos amigos ULADianos, es la reseña de un fracaso, pero no sé muy bien si de un fracaso mío o de Thomas Pynchon. El caso es que no he conseguido terminarme Contraluz. Empecé a leerla con mucho ánimo; luego la fui abandonando poco a poco para dedicarme a otras lecturas; y ahora mismo ya tengo que reconocer que me da una terrible pereza retomarla, y que es mejor reconocerlo: no voy a seguir leyendo. Que conste que considero a Thomas Pynchon un gran escritor, uno de esos eternos candidatos al Nobel con toda justicia atendiendo a su originalidad: V es una novela alucinógena que en cuanto a exigencia está al nivel de los libros más exigentes, pero que, precisamente por su ambición y su imaginación desbordada, me atrapó; La subasta del lote 49, más breve, pero igualmente psicodélico, es una lectura recomendable para enfrentarse a este autor; no he leído El arco iris de gravedad, que algunos consideran su obra maestra.

Describir una novela de Thomas Pynchon nunca es fácil; usando una analogía (que será imprecisa como todas las analogías) se podría decir que Pynchon hace con la novela lo que Schöenberg con la música sinfónica: la despoja de algunos de sus elementos más reconocibles (la armonía, la melodía; la trama, los personajes como seres complejos psicológicamente) y resulta por eso mismo desconcertante e incluso desasosegante. Más que con una estructura narrativa, Pynchon juega con temas y resonancias que se repiten aquí y allá, y con distintos niveles de realidad que se entrecruzan en el texto. A todo esto se añade una ironía y un humor juguetón (los nombres de los personajes son a menudo notoriamente ridículos) y muchas veces paródico (en el original inglés, por lo que se lee, se incluye una alternancia de estilos literarios que me temo que se pierde, o se atenua, en la traducción española).

En Contraluz algunos de estos temas son la duplicidad (de identidades, de nombres, de situacione), simbolizada especialmente por el espato de Islandia, un misterioso mineral que permite refractar la luz y acceder a dimensiones paralelas; la relación entre luz y energía, con el inventor Nicola Tesla como invitado de honor; o el tema de la venganza, que domina la relación entre muchos de los individuos que pululan por la novela.

La construcción en forma episódica, saltando de una localización a otra (literatura cosmopolita, sin duda, la de Pynchon) hace difícil seguir a tantos personajes (más bien nombres, o "actantes", en el sentido de que hacen o les suceden cosas pero escasamente parecen portar una personalidad individual), de manera que la atención del lector debe centrarse en cada pasaje particular, renunciando casi por completo a intentar abarcar el conjunto. Así, uno puede seguir con interés las aventuras de "Los chicos del azar" o de los Traverse, para luego perderlos de vista durante muchas páginas, y volver a encontrarlos

El problema, diría yo, es que esta peculiar técnica de escritura solo funciona con una de dos condiciones: o que cada uno de los episodios sea verdaderamente seductor y mantenga la atención del lector (caso de V); o que la novela sea lo suficientemente corta como para terminarse antes de agotar al lector (caso de La subasta del lote 54). Contraluz no cumple ninguna de las dos condiciones (son más de 1000 páginas con páginas divertidas y otras que no llevan a ningún sitio especial), lo que conduce al fracaso. Lo que no sé es si al fracaso de Pynchon o al mío...

También de Thomas Pynchon en UnlibroaldíaVinelandLa subasta del lote 49