Idioma original: inglés
Título original: On the Map. Why the World looks the way it does
Traducción: Belén Urrutia
Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable
Los mapas tienen algo que nos fascina. Podemos utilizarlos con un fin únicamente prácticos: saber dónde estamos, adónde vamos, por dónde tenemos que ir o cuánto tardaremos en llegar. Pero también podemos observarlos con ojos curiosos, o como objetos estéticos: nos muestran países lejanos y desconocidos, ciudades que no hemos visitado o que quizás ni siquiera existen, nos ayudan a comprender el mundo y la forma en la que nos relacionamos con él. Desde hace unos años, además, los mapas están de moda; todo se cartografía, los mapas se sitúan en el centro de la investigación en Humanidades y Ciencias Sociales, y gracias a Google Maps y al GPS los mapas forman parte de nuestra vida más inmediata.
En el mapa es un libro que explora y explota esta fascinación que provocan los mapas. Con un objetivo claramente divulgativo (su autor es un periodista que ha escrito también sobre sellos, sobre tipografía, sobre cartas, sobre coches...) se presenta una historia abreviada y entretenida de la cartografía, desde sus orígenes en Grecia o Mesopotamia, hasta sus actuales aplicaciones informáticas. El libro se compone en capítulos, en los que se reconstruye esta historia, y "mapas de bolsillo", que son capítulos algo más breves en los que se analiza un mapa concreto, o un aspecto marginal del arte o la ciencia cartográfica.
La mejor parte del libro, me ha parecido, es precisamente la reconstrucción histórica del modo en el que el mundo fue "adquiriendo su aspecto": los primeros mapas griegos, sorprendentemente metódicos y, dentro de sus posibilidades, exhaustivos; los mapas medievales, moralizantes, religiosos, alegóricos; la edad de oro de los descubrimientos en Asia y América; la colonización de África y las exploraciones australes; hasta llegar a las guías turísticas del siglo XIX, los Murray y los Baedecker. Esta es una historia realmente apasionante, en la que sobresalen hermosas rarezas como el mapa de Hereford, el mapamundi de Fra Mauro o el misterioso mapa de Vinlandia, cuya autenticidad todavía provoca dudas (sin excluir, naturalmente, el influyente mapa de Mercator o sus alternativas, en particular la de Gall-Peters).
Curiosamente, cuando la historia llega al siglo XX, el autor parece perder el hilo, y empieza a tocar diversos temas, todos interesantes, pero sin llegar a profundizar realmente en ninguno de ellos: los mapas y el cine, los mapas y el cerebro, los mapas y las diferencais de género, los mapas y el diseño... Tampoco el apartado dedicado a los mapas y los ordenadores parece excesivamente completo, ya que no menciona ni los GIS (sistemas de información geográfica) ni el "mapeado colaborativo", que son dos de los avances más interesantes e innovadores de la cartografía del siglo XXI a mi entender.
Como decía antes, esta es una obra de divulgación, así que uno de sus objetivos es resultar amena. En general lo consigue: la apuesta por las curiosidades, el tono despreocupado con el que está escrito el libro y, por supuesto, la inclusión de abundantes mapas hace que las páginas pasen volando. Menos comprensible me parecen aquellos capítulos en los que el periodista se convierte en personaje, y nos cuenta cómo conoció al párroco de Hereford, cómo entrevistó al mayor tratante de mapas de los Estados Unidos, o cómo visitó las instalaciones de la compañía Tom Tom. Estos capítulos, que se concentran sobre todo en la segunda parte, no añaden demasiado a alguien que quiera saber "cómo el mundo adquirió su aspecto", en realidad.
Desde el punto del contenido, se le podrían hacer también algunos reproches a Simon Garfield: como suele pasar en estos casos, su historia, en especial en su segunda mitad, termina siendo muy anglo-céntrica, con casi todos los ejemplos tomados de la cartografía inglesa o estadounidense y unas pocas, poquísimas, referencias a mapas orientales o árabes. Por otro lado, aunque su historia no ahorra críticas al colonialismo ni al belicismo de determinadas épocas, quizás podría haber insistido más en la relación entre cartografía, poder y control: que los centros cartográficos coincidan con centros de comercio (Venecia, Flandes) o con sedes de poder imperial (desde la Alejandría antigua al Londres victoriano) deberían proyectar cierto escepticismo sobre la inocencia y el altruísmo de los mapas - como sobre la de cualquier otra forma de conocimiento, claro.
Pero en fin, una obra como En el mapa tiene claramente dos objetivos: informar y entretener. Y en este caso los dos objetivos se cumplen de un modo bastante razonable. Es por eso una obra recomendable, que quizás lleve a quienes la lean a interesarse más profundamente por la cartografía y su historia. Así pues, bienvenida sea.
2 comentarios:
Me recuerda un montón a la segunda parte del "Breviario Mediterráneo", que se titula "Mapas" y en la que partiendo de antiguos mapas (desde Ptolomeo hasta la Edad Media) hace un recorrido por el Mediterráneo.
Buena pinta tiene el libro!
El norte está arriba y el sur abajo porque los mapas los hicieron en Europa (lo que llamamos norte). No hay otra razón. Australia podría estar arriba y Europa abajo. En los planetas y en el sol no hay arriba y abajo. Depende solo de cómo se les quiera mirar.
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