Título original: Perlak, kolpeak, musuak, traizioak
Año de publicación: 2015
Traducción: el propio autor
Valoración: recomendable
El tolosarra Joxemari Iturralde, veterano de las letras vascas y miembro, allá por los 70, de la llamada Banda Pott (famosa sobre todo por los célebres recorridos posteriores de varios de sus miembros) aborda en este su último trabajo las vidas de otros dos eximios guipuzcoanos, los boxeadores Paulino Uzcudun e Isidoro Gaztañaga, ambos naturales de pequeñas localidades cercanas a Tolosa, precisamente. Dos historias que se van entrecruzando a lo largo de los años 20 y 30 del pasado siglo... O mejor dicho, avanzan paralelas -de hecho, Gaztañaga se metió en el boxeo a imitación de su ídolo Uzcudun-, pero que nunca se encuentran, al menos sobre un ring.
La novela, escrita con el estilo poco florido, más bien sobrio y eficiente, de un púgil con la guardia bien colocada, avanza pues por dos líneas narrativas, o en realidad por tres, porque el contrapunto a las trayectoria de los dos púgiles lo ponen las opiniones de los miembros del tolosano club GU, que apadrinan en un principio a ambos. Aparte de a estos miembros de la burguesía industrial vasca, nos encontramos en la novela toda una pléyade de personajes variopintos, desde estrellas de cine, vedettes y cantantes de ópera a prostitutas, estafadores, fascistas y campesinos vascos. Los escenarios de la novela no son menos variados: desde caseríos a bistrots parisinos, desde fiestas -y alcobas- hollywoodienses a burdeles colombianos; grandes hoteles, trasatlánticos, restaurantes neoyorquinos, salas de fiestas habaneras, fondas donostiarras, ranchos y cortijos... y, por supuesto, rings de boxeo a lo largo de medio mundo, montados en velódromos, plazas de toro, frontones, pero también en el mítico Madison Square Garden, donde Uzcudun, por ejemplo, perdió ante el no menos legendario Joe Louis, "el Bombardero de Detroit".
Una novela, por tanto, que nos brinda una panorámica de lo más interesante sobre el apasionante período de entreguerras, sin olvidar, claro, el tema político, aunque éste no hace su aparición en la narración hasta que se produce el estallido de la Guerra Civil española, pero a partir de entonces lo ocupa todo. la razón es que Uzcudun, uno de los deportistas vascos más célebres y exitosos de todos los tiempos fue además un falangista convencido y como tal no sólo participó en acciones de guerra alistado en el bando "nacional" -incluyendo el frustrado intento de rescate de su líder José Antonio-, sino, al parecer, también en la represión contra los prisioneros republicanos y además se desentendió del destino de personas que le habían ayudado en el pasado, represaliados por sus ideas políticas... Un tema espinoso, parece, durante muchos años en la comarca de la que eran todos oriundos y sobre la que Iturralde habla sin ambages pero sin tampoco ensañarse (de hecho, tengo entendido que también hubo miembros de GU vinculados al falangismo, lo que explicaría un episodio un tanto enigmático que aparece en el libro y sobre el que el autor no da mayores explicaciones). Gaztañaga, por su parte, se encontraba en América al estallar a guerra y, aunque leal a la República, prefirió quedarse allí hasta ver que pasaba. siguiendo un criterio que no podemos censurar... Se cerró así la posibilidad de que ambos púgiles se enfrentaran en un combate, algo que nunca habían hecho ni llegarían a hacer, pese a que la idea se barajó durante años.
Porque ésa es otra: tras una amistad durante años, los dos boxeadores se enemistaron a raiz de una cena en el "Zeru Txiki" de Brooklyn... cabe suponer que cuando Uzcudun había llegado a su cénit pugilístico, mientras que Isidoro Gaztañaga se encontraba aún en ascenso -de hecho, se dice que éste tenía unas condiciones inigualables para el boxeo y que sólo su desidia e inconstancia entrenándose ponían freno a sus posibilidades-y podría haber ganado el título mundial que su paisano no consiguió conquistar. El final de ambos también resulta de lo más dispar y, desde luego, significativo de sus diferentes caracteres. Lo que sí tenían en común, aunque parece que Uzcudun era más formal que el muy golfo Gaztañaga, era su afición por las mujeres; a partir de su éxito en los rings, en el caso de Paulino, bastante anterior a ella en el de Isidoro -conocido en Estados Unidos como "el bello Izzy"- y que articula incluso toda la novela: todos los capítulos llevan por título un nombre de mujer (aunque es cierto que no en todos los casos se trata de queridas o amantes ocasionales; también madres, esposas, hermanas...).
En suma, una novela interesante y fácil de leer que aporta una visión diferente y tal vez complementaria de parte de la Historia no sólo vasca o española sino de toda una época en la que el mundo se dirigía. entre risas de fiestas y tragedias, hacia su autodestrucción.
(Una última nota, quizás anecdótica pero significativa: en la anterior novela que reseñé en es te blog, El intocable, los personajes, que eran británicos, bebían como cosacos; en ésta, en la que muchos personajes son vascos, más bien comen como lobos hambrientos... ¿Cuestión de idiosincrasia o tópicos?)
La novela, escrita con el estilo poco florido, más bien sobrio y eficiente, de un púgil con la guardia bien colocada, avanza pues por dos líneas narrativas, o en realidad por tres, porque el contrapunto a las trayectoria de los dos púgiles lo ponen las opiniones de los miembros del tolosano club GU, que apadrinan en un principio a ambos. Aparte de a estos miembros de la burguesía industrial vasca, nos encontramos en la novela toda una pléyade de personajes variopintos, desde estrellas de cine, vedettes y cantantes de ópera a prostitutas, estafadores, fascistas y campesinos vascos. Los escenarios de la novela no son menos variados: desde caseríos a bistrots parisinos, desde fiestas -y alcobas- hollywoodienses a burdeles colombianos; grandes hoteles, trasatlánticos, restaurantes neoyorquinos, salas de fiestas habaneras, fondas donostiarras, ranchos y cortijos... y, por supuesto, rings de boxeo a lo largo de medio mundo, montados en velódromos, plazas de toro, frontones, pero también en el mítico Madison Square Garden, donde Uzcudun, por ejemplo, perdió ante el no menos legendario Joe Louis, "el Bombardero de Detroit".
Una novela, por tanto, que nos brinda una panorámica de lo más interesante sobre el apasionante período de entreguerras, sin olvidar, claro, el tema político, aunque éste no hace su aparición en la narración hasta que se produce el estallido de la Guerra Civil española, pero a partir de entonces lo ocupa todo. la razón es que Uzcudun, uno de los deportistas vascos más célebres y exitosos de todos los tiempos fue además un falangista convencido y como tal no sólo participó en acciones de guerra alistado en el bando "nacional" -incluyendo el frustrado intento de rescate de su líder José Antonio-, sino, al parecer, también en la represión contra los prisioneros republicanos y además se desentendió del destino de personas que le habían ayudado en el pasado, represaliados por sus ideas políticas... Un tema espinoso, parece, durante muchos años en la comarca de la que eran todos oriundos y sobre la que Iturralde habla sin ambages pero sin tampoco ensañarse (de hecho, tengo entendido que también hubo miembros de GU vinculados al falangismo, lo que explicaría un episodio un tanto enigmático que aparece en el libro y sobre el que el autor no da mayores explicaciones). Gaztañaga, por su parte, se encontraba en América al estallar a guerra y, aunque leal a la República, prefirió quedarse allí hasta ver que pasaba. siguiendo un criterio que no podemos censurar... Se cerró así la posibilidad de que ambos púgiles se enfrentaran en un combate, algo que nunca habían hecho ni llegarían a hacer, pese a que la idea se barajó durante años.
Porque ésa es otra: tras una amistad durante años, los dos boxeadores se enemistaron a raiz de una cena en el "Zeru Txiki" de Brooklyn... cabe suponer que cuando Uzcudun había llegado a su cénit pugilístico, mientras que Isidoro Gaztañaga se encontraba aún en ascenso -de hecho, se dice que éste tenía unas condiciones inigualables para el boxeo y que sólo su desidia e inconstancia entrenándose ponían freno a sus posibilidades-y podría haber ganado el título mundial que su paisano no consiguió conquistar. El final de ambos también resulta de lo más dispar y, desde luego, significativo de sus diferentes caracteres. Lo que sí tenían en común, aunque parece que Uzcudun era más formal que el muy golfo Gaztañaga, era su afición por las mujeres; a partir de su éxito en los rings, en el caso de Paulino, bastante anterior a ella en el de Isidoro -conocido en Estados Unidos como "el bello Izzy"- y que articula incluso toda la novela: todos los capítulos llevan por título un nombre de mujer (aunque es cierto que no en todos los casos se trata de queridas o amantes ocasionales; también madres, esposas, hermanas...).
En suma, una novela interesante y fácil de leer que aporta una visión diferente y tal vez complementaria de parte de la Historia no sólo vasca o española sino de toda una época en la que el mundo se dirigía. entre risas de fiestas y tragedias, hacia su autodestrucción.
(Una última nota, quizás anecdótica pero significativa: en la anterior novela que reseñé en es te blog, El intocable, los personajes, que eran británicos, bebían como cosacos; en ésta, en la que muchos personajes son vascos, más bien comen como lobos hambrientos... ¿Cuestión de idiosincrasia o tópicos?)
4 comentarios:
Solo falta Urtain!
Aunque, bien pensado, para eso ya tenemos la historia de Ubanbe en "El hijo del acordeonista"
Interesante reseña!
Hola, Kim:
Sí, la verdad es que hay bastantes paralelismos entre la historia de Uzcudun , sobre todo, aunque también algo la de Gaztañaga (los tres comenzaron de aizkolaris), y la de Urtain, aunque varias décadas después.
Por lo visto hay una novela de Juan Bas basada en Urtain, y también hubo una obra de teatro de Animalario.
Agurrak o como se diga en coreano...
Conozco un poco de esa historia. En una parte de mi familia, que precisamente proviene de Tolosa, se contaban algunas andanzas de estos personajes, sobre todo de Uzcudun: mucha farra y muchas mujeres, aficiones a las que algunos quisieron atribuir su derrota en el famoso combate con Joe Louis.
La verdad es que leyendo la reseña no dejaba de pensar en lo muy cinematográfico del panorama: dos boxeadores de la misma localidad y similares aficiones, con vidas paralelas entre las que se abre el abismo de la política. Excelente para un guión de esos que tanto gustan en Hollywood.
Hola, Carlos:
No eran exactamente de la misma localidad, pero sí las dos cercanas a Tolosa: Uzcudun de Régil y Gaztañaga de Ibarra. Hombre, es que era un punto filipino de verdad era Gaztañaga, que parece que hubiese hecho lo mismo aunque se hubiese dedicado a opositar a notarías (y hubiese acabado igual que acabó, finiquitado por un marido celoso). Uzcudun también, pero más que nada tuvo éxito entre las mujeres a partir de sus éxitos en el ring.
Sobre el boxeo, yo no entiendo mucho del tema, pero parece que Paulino llegó hasta donde podía llegar, mientras que Isidoro Gaztañaga, podría haber triunfado mucho más, de habérselo tomado en serio. Y es verdad que esta historia la pillan los yanquis y te hacen un peliculón. Aquí, como no se fijen en "El Ministerio del Tiempo"...
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