domingo, 24 de noviembre de 2013

Barbara Ehrenreich: Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo

Idioma original: inglés
Título original: Smile or Die. How Positive Thinking Fooled America & The World
Año de publicación: 2009
Valoración: Imprescindible


Cuando me enteré de que existía un ensayo con ese título pensé que tenía que leerlo. Solo pretendía confirmar mi propia opinión, pero lo que he encontrado es mucho más: la autora derriba metódicamente cada uno de los argumentos que avalan el llamado (desde hace mucho) Nuevo Pensamiento, demostrando que no tiene nada de incontestable.

Barbara Ehrenreich es una científica estadounidense que decidió renunciar a la investigación, y más tarde a la enseñanza, para poner sus conocimientos al servicio del activismo social. Con ese objetivo ha publicado más de dos decenas de obras: recopilaciones de artículos de opinión, monografías científicas y ensayos sobre cuestiones polémicas. En este realiza un minucioso análisis sobre esa positividad que se nos está imponiendo desde hace décadas, sus orígenes, motivaciones y consecuencias. En un principio se vale de su propia experiencia como portadora que fue de un cáncer de mama. Debido a su formación de bióloga, pudo desmontar fácilmente los mitos que rodean esta enfermedad, argumentar con conocimiento de causa y separar la paja del grano en ese enorme montón de verdades a medias.

Pero esto es solo una anécdota que no debería haber encabezado este volumen, comprendo que como estrategia está bien, al menos para el público estadounidense, pero, en mi opinión, le resta fuerza y hasta alcance, ya que incitará a abandonarlo a un tipo de lector que no está dispuesto a tragarse ningún testimonio lacrimógeno. Sin embargo, nada más lejos, el verdadero meollo de la obra lo encontramos justo después de ese primer capítulo.

A continuación, repasa los hechos que condujeron a unificar mentalidades hasta tal punto que cualquier queja sobre la cuestión que sea ha pasado a considerarse de mal gusto. Ehrenreich  afirma que la necesidad de liberarse de la estricta mentalidad calvinista –que había dado lugar a excesos insoportables– condujo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, a un modo de pensar algo más amable y humano. La evolución de este pensamiento hasta desembocar en el actual culto a la positividad es analizado detenidamente, así como el insospechado éxito que cosechó y que no ha hecho más que aumentar a lo largo del tiempo debido, por una parte, a la necesidad urgente de establecer unas costumbres menos severas, por otra, a las similitudes que, paradójicamente, poseen ambas doctrinas. Actualmente, en las áreas de influencia de USA, la paranoia de la positividad ha invadido el mundo de las creencias, el académico y hasta el de los negocios. Las empresas se sirven de los coach para que sus empleados se conviertan en autómatas obligados a sentirse felices con su suerte (y ni eso les garantiza que no van a ser despedidos), los templos se llenan de fieles convencidos de que visualizar lo que desean atraerá prosperidad y dicha, las asociaciones de pacientes recomiendan aceptar estoicamente cualquier clase de sufrimiento para llegar a derrotar la enfermedad, los psicólogos parecen haber abandonado la ciencia para subirse al carro de la magia. Pero creer que las afirmaciones repetidas o la visualización de un futuro mejor tiene algún efecto sobre la realidad es más propio del pensamiento mágico que de algo remotamente parecido a la ciencia. 

La verdad es que desmontar los argumentos de los gurús de esta doctrina estaba resultando imprescindible. A muchos nos consta que la aceptación resignada de lo que ocurre no garantiza, obviamente, que todo vaya a salir a pedir de boca, pero es muy cómodo para los que toman decisiones pues garantiza la ausencia de crítica. Hasta aquí están llegando voces que también recomiendan poner buena cara a la crisis. ¡Qué oportuno! ¿no?


A pesar de su minuciosa documentación, harán falta otros enfoques, puede que su análisis de las causas resulte discutible para algunos, pero se trata de una obra exhaustiva y profunda en el caso, repito, de que consigamos rebasar ese primer capítulo, que hubiese resultado un colofón excelente por cierto.

También de Barbara Ehrenreich en ULAD: Por cuatro duros

3 comentarios:

JeanP dijo...

25 de noviembre, Día Internacional del Eufemismo.

¿Portadora de un cáncer? El cáncer no es una enfermedad contagiosa (en cuyo caso, uno sería portador del microorganismo en cuestión). La señora es portadora de tal o cual gen de tal o cual cáncer (tipo de cáncer). También es/fue una ENFERMA de cáncer (puede decirse, incluso, "padecedora". Aunque nuestro diccionario no recoge este adjetivo/sustantivo, cada vez se emplea más en Medicina).

A ver, dilo sin miedo: EN-FER-MA. Otra vez: EN-FER-MA. Sigue practicando.

Esta aversión a llamar a las cosas por su nombre nos hace caer en el ridículo.

Tengo que dejarte, me voy a hacer de vientre.

Tendré en cuenta esta recomendación. Suena bien.

Elisabet R. dijo...

De toda la critica sacas eso... Eres ridículo .. Dilo conmigo : RI-DI-CU-LO ...

Haruki dijo...
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