viernes, 15 de abril de 2011

E. Annie Proulx: Atando cabos

Idioma original: inglés
Título original: The Shipping News
Año de publicación: 1993
Valoración: Muy recomendable

Algunas veces, no muchas, se pone en nuestro camino una historia que parece hecha a medida para el momento y lugar en que nos encontramos. Entonces vamos prolongando la lectura, alternándola con otras, dedicándole el menor tiempo posible pues no querríamos que se acabase nunca.

En este caso no servirá de nada, pues una serie de personajes entrañables nos seguirá acompañando mucho tiempo. Comenzando por ese hombre bueno al que, en un principio, nadie parece valorar. Un ser de lo más común, no hay que esperar de él nada extraordinario. Pero ocurre que, en algunas vidas o en algún momento de esas vidas, enamorarse puede resultar un error. Y, si difícil es reconocerlo, más aún lo es llegar a asfixiar un sentimiento que el tiempo ha dejado crecer libremente.

Pero la tragedia, que se suele presentar sin previo aviso, trae consigo la urgencia de renovarlo todo. Entonces pasamos de la ciudad de Nueva York, en la que apenas habíamos reparado y que podía haber sido cualquier otra, a las costumbres marineras, las continuas inclemencias del tiempo en Terranova y a sufrir con los personajes las penalidades propias de un clima tan extremado como aquél.

Al lector se le obliga a sumergirse, como en las aguas de ese mar omnipresente, en un mundo que es como un espejismo dónde nuestro protagonista ha de adaptarse a las condiciones del lugar (clima y paisaje como trasunto, una vez más, de las adversidades) que va sobrellevando con temple, serenidad y paciencia, a través de una prosa muy descriptiva, con abundantes frases sin verbo, sobre todo al principio, y asociaciones novedosas que en algunos párrafos la aproximan a la prosa poética. Los avances son pequeños, las conquistas insignificantes, pero no hay duda de que se está construyendo una vida palmo a palmo y ése será su verdadero triunfo.

La impasible belleza de un paisaje marcado por los rigores del frío, el encanto de lo cotidiano en cualquier circunstancia, las señas de cada etapa vital, la amistad (o la buena vecindad o el compañerismo), el amor, la paternidad van pasando por el personal tamiz de la autora para convertirse en un trozo de realidad no exento de lirismo. Por eso no es de extrañar que, inspirándose en una narración tan visual como ésta, tan anclada en los detalles, se produjera una película de igual título pocos años después de su primera edición.

No olvido el elemento misterioso, que no se concreta nunca pero que siempre está ahí: el que la naturaleza encierra para el hombre y el del hombre hacia sí mismo. Y el constante presentimiento de algo inminente que nunca acaba de llegar.

2 comentarios:

LLENÁRESME ZOOT SUIT dijo...

Qué raro, amigo.- Yo no recomendaría esta novela.- Sé que está premiada y he leido elogiosas críticas (por eso la leí).- Pero realmente me aburrió.- Esos "entrañables" personajes no me conmovieron para nada, como por ejemplo, Quoyle un remedo de Ignatius de la Conjura de los Necios.- Realmente me aburrió con un estilo adormilado con cientos de metáforas una más rebuscada que otra.- En fin,un gran saludo y gracias

Montuenga dijo...

Hola, Ll.Z.S.

La comparación entre Quoile e Ignatius ¿es tuya o lo has leído en algún sitio? Lo digo por ir a la fuente y seguir el razonamiento que la ha motivado. A mí no se me parecen en nada. Es más, diría que son casi contrapuestos: una persona afanosa que se enfrenta a enormes problemas con coraje y resolución no es, precisamente, lo que simboliza el protagonista de La conjura. Puestos a compararlo, habría miles de ejemplos en la historia de la literatura que se parecerían mucho más, aunque no recuerdo ninguno que sea idéntico.

Una de las cualidades de Quoyle es, a mi parecer, su novedad en la literatura. Otra, su honda verdad.

No es una novela comercial, puede resultar lenta para algunos gustos, tampoco sucede nada especial en ella, solo la sabia construcción de personajes y ambiente así como la "verdad" de unos y otros.

No he leído esas elogiosas críticas pero aseguraría que provienen de especialistas. Porque la obra es buena, eso lo garantizo. Luego, aparte de la valoración objetiva, están los gustos personales. ¿Qué libro leo ahora? ¿Qué tapicería pongo en el sofá del salón?

Y yo que sé.