Título original: Der Schatz der Sierra Madre
Idioma original: alemán
Fecha de publicación: 1927
Valoración: muy recomendable
Leí esta novela hace muchos años ya, en un momento en el que escogía los libros de una colección titulada: “Biblioteca mundial de grandes aventuras”, donde estaban Ivanhoe, David Copperfield y El fantasma de la ópera entre otros. Y le llegó el turno a esta novela de 300 páginas cuyo autor, en su momento, no conocía de nada. No es que el título me llamara mucho la atención, pero me estaba quedando sin opciones. Así que empecé a leerlo.
Enseguida comprendí que el contexto en el que lo había incluido no era muy acertado: el título puede inducirnos a pensar en una búsqueda del tesoro, y la colección nos lo mete en el saco de las aventuras…pues no va por ahí la cosa. Sí y no, pero más no que sí. Me explico.
Nos situamos en el México de 1930, donde aún podemos ver las secuelas de la revolución mexicana. Dos de nuestros protagonistas, Dobbs y Curtin, se encuentran en paro y buscan trabajo en el puerto, mendigando incluso, pero todo sin mucho éxito. Deciden probar suerte en los pozos petrolíferos, pero es un trabajo muy duro y mal pagado. Hasta que conocen a nuestro tercer protagonista, Howard, un hombre mayor que les cuenta historias sobre minas de oro y riquezas. Suena bien, y deciden unirse a él y buscar alguna mina de oro en la Sierra Madre.
Y ahí es donde se acaba el argumento de la gran aventura, pues, y aunque el autor ya nos había dado muestras de ello al tratar el trabajo de los jornaleros y el de los pozos petrolíferos, la novela se convierte en una llamada a luchar contra la opresión de la clase trabajadora y en un alegato contra la ambición y sus terribles consecuencias. Cómo el ser humano puede transformarse por unas migajas de poder y cómo todos arrastramos un halo de fatalidad que siempre nos alcanza. La cosa está en cómo salimos de ella.
Muy bien escrita, crítica, poderosa y real, tan real que estremece, pues la leí muy joven y varios pasajes me impactaron por su violencia narrativa y la dureza de sentimientos que demuestran algunos personajes. En el recuerdo, me veo rodeada de una atmósfera asfixiante, al modo de la que produce Crimen y castigo.
Sobre el autor se ha escrito muchísimo, pero basta con saber que no quiso que se supiese nada de él, ni en vida ni después de muerto. “Dan cuenta los nada menos que 31 pseudónimos que utilizó, las siete nacionalidades que dijo detentar, las 32 profesiones que en algún momento afirmó haber ejercido, y las 19 personalidades que se le adjudicaron (según contabiliza Javier Marías).” Quizá una militancia tremendamente activa dentro del anarquismo que le llevó fuera de Alemania tiene algo que ver...
2 comentarios:
alucinante traven
esta muy bueno el blog che...
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