Idioma original: alemán
Fecha de publicación: 1953
Valoración: Se deja leerNo, no se trata de una de esas novelas que se perpetran después de los grandes taquillazos de Hollywood. Siete años en el Tíbet es unos cuarenta años anterior a la película homónima de Brad Pitt y recoge las peripecias del autor en torno a la cordillera del Himalaya entre 1939 y 1951. Los cuatro años que sobran (respecto al título) los pasó Harrer en un campo de prisioneros de la India, bajo custodia de soldados británicos. Al fin y al cabo, en septiembre de 1939 una expedición alemana, por muy científica que fuera, no era bien recibida en los territorios de la Commonwealth. Tras un fallido intento de huida, el autor, junto a su compañero Aufschnaiter, logró atravesar a pie las estribaciones meridionales del Himalaya, llegando a territorio tibetano.
La primera reacción de las autoridades tibetanas, celosas de su secular aislamiento, es la de denegar el asilo a los viajeros alemanes. Sin embargo, Harrer y Aufschnaiter se las arreglan para retrasar su partida durante meses, mientras tratan de abrirse paso en la intrincada burocracia del Tíbet. Finalmente, tras un penoso viaje a pie en el que soportan robos, tempestades y temperaturas de treinta grados bajo cero, los viajeros llegan a Lhasa, donde les es permitido quedarse. Allí se ganan una buena posición entre la nobleza local, gracias a su condición de ingenieros.
Al tiempo que introducen algunos de los adelantos técnicos occidentales en la hermética sociedad tibetana, son testigos de la vida cotidiana y los grandes fastos de un Estado puramente feudal, que no habría de durar mucho más. A este valor etnográfico del libro se suma la curiosa descripción de los contactos de Harrer con el Dalai Lama, entonces apenas un adolescente. A todo esto pone fin la invasión china, a finales de 1950. Las virtudes literarias del texto son como poco dudosas, pero quien se interese por los acontecimientos que narra se verá compensado por un testimonio directo difícil de encontrar.
1 comentario:
Acabo de conseguir el libro, descatalogado hace tiempo.
Tengo ganas de leerlo.
Me gustaría añadir a tu crítica, por lo que he ojeado, que me parece mal juzgar sus cualidades literarias, pues cuando escribió el libro Harrer no era un literato, y poco más que el texto es una transcripción de su diario personal. Creo que habría que valorar más el contenido que la forma.
Un saludo.
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